“Hemos tomado el asunto medioambiental como nuestra bandera”
Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán
Los modelos de negocio que son amigables con el medio ambiente y que reutilizan eficientemente elementos o materiales ya empleados en procesos productivos, cada vez va en aumento. En nuestro país, la empresa RIKA es uno de esos muy interesantes tipos de negocio. El diseñador industrial Ricardo Geldres Piumatti (Lima, 1967) y la pintora Kareen Nishimura Doy dirigen esta empresa. Elaboran sus creativos productos -objetos lúdicos para niños, billeteras, carteras, lámparas y cestos- con materiales no convencionales: caucho, cartón corrugado (un pequeño Volkswagen alemán, modelo escarabajo, creado con este siempre útil material, destaca en la oficina de RIKA), totora y junco. Todos ellos recuperados y reciclados de una manera innovadora.
Si bien RIKA es una empresa en crecimiento, ya ha exportado sus originales productos a Estados Unidos, Italia, Holanda, Argentina y Venezuela, lo cual habla muy bien de su alta calidad. Actualmente, RIKA tiene diversos puntos de venta en Barranco, Miraflores y Cusco. En estos días, Geldres está diseñando productos para los artesanos que trabajan la totora en Huanchaco -famoso balneario norteño ubicado en Trujillo, La Libertad-, con el fin de que mejoren su oferta productiva de souvenirs para los turistas que visitan la importante Ruta Moche -la cual abarca tres departamentos: Áncash, La Libertad y Lambayeque- o para la exportación.
Además de eco-empresario, Ricardo Geldres es diseñador industrial por la Pontificia Universidad Católica del Perú, en donde trabaja como docente desde 1997, también. El año 2001 se fue becado a Alemania para seguir, en la Carl Duisberg Gessellschaft, una especialización en Orientación medioambiental al diseño de productos. Dos años después, ya en Lima, realizó una licenciatura en Educación Superior en la Universidad San Ignacio de Loyola. Los reconocimientos a su talento profesional llegaron luego: el año 2008 su diseño Silla de Rollitos de Totora ganó el primer premio en la categoría Mérito Social del concurso internacional Salao Design Movelsul, en Brasil -que tuvo más de 900 inscritos y 810 proyectos presentados-. Al año siguiente, Geldres consiguió el primer premio en la categoría Diseño de Productos en el Concurso Nacional de Artesanía, con la Línea de mobiliario de Totora y Junco. Y sus dos propuestas ganadoras en los años 2008 y 2009 fueron seleccionadas como representantes de mobiliario peruano en la primera y segunda Bienal de Diseño Iberoamericano, realizadas en Madrid, España. Asimismo, Geldres ha presentado su trabajo de eco-diseño en importantes exposiciones y ferias de Nueva York, Buenos Aires, Bogotá y Lima.
En América Latina, el 75% de los emprendedores son microempresarios, como lo es Geldres. En el Perú, donde el 35 % de la Población Económicamente Activa (PEA) está autoempleada -según un estudio de la Corporación Andina de Fomento (CAF)-, debido a la baja empleabilidad y el aletargado crecimiento de las empresas, el iniciar y sostener un emprendimiento tan valioso y arriesgado como RIKA, que está basado en el respeto al medio ambiente, el reuso y el reciclaje, requiere de una enorme valentía y una insuperable confianza en sus propias capacidades empresariales. Como las que han mostrado, sin lugar a dudas, Ricardo Geldres y su esposa Kareen.
Muchas gracias por la oportunidad de entrevistarlo y felicitaciones por su trabajo en diseño industrial. Lo he podido ver y tiene varias vertientes. Una de estas es su empresa RIKA.
Te agradezco. Sí, el diseño industrial es el fundamento de mi quehacer diario. No me considero un artista, me considero un diseñador. Por más que algunas personas me digan: “¡Qué bueno el arte que tú haces!”. Considero que son obras de diseño y no son obras de arte. Aunque podrían catalogarse como creaciones de una persona ¿Son creaciones? Sí, son creaciones. Mi esposa sí es artista plástica, y con ella hemos fundado la empresa RIKA, con la cual confeccionamos productos, los cuales vendemos en distintas tiendas o a compradores del extranjero. Ella es artista plástica por profesión, pero diseñadora de productos por propia convicción. En un momento de su vida decidió dejar el arte -que venía haciendo muy bien, la pintura- y dijo: “No, lo mío es el diseño. Quiero hacer diseño, como tú”. Y, entonces, de manera autodidacta se fue formando y, ahora, es quien maneja toda la producción y lanzamiento de productos de la empresa RIKA.
El hecho de que RIKA sea un modelo de negocio amigable con el medio ambiente le da un valor agregado, también, a los productos.
Sí. Lo pensamos. Ese es el valor agregado, realmente. Pero el aspecto de valor agregado más importante es el producto diseñado. Consideramos que el diseño en sí es un valor agregado. Por propia convicción, hemos tomado el asunto medioambiental como nuestra bandera. Por lo tanto, hacemos productos utilizando materiales no convencionales o materiales repotenciados, reusados. Los volvemos a poner en valor. Los alemanes inventaron una palabra que se llama upcycling, que en castellano podría decir “sobreciclado”, aunque no me gusta mucho la expresión. El upcycling quiere decir que es un material de desecho, el cual vuelve a entrar en la cadena de producción y se le eleva, nuevamente, a la categoría de un material con valor. Porque, también, hay downcycling. El downcycling es cuando tú agarras el material, lo utilizas, pero le bajas el valor, como el plástico reciclado -va perdiendo las características conforme se va reciclando-.
¿Eso es lo que se llama baja tecnología?
No. El downcycling es cuando tú agarras el material, lo reciclas, pero con ese recicle el material baja de categoría porque ya no tiene las mismas propiedades. Por ejemplo, la bolsa negra es un plástico reciclado. Ya las características no son las mejores, como si fuese una bolsa nuevecita. Pero en el upcycling tú le aumentas el valor al producto. Entonces, cogemos el caucho -que ya ha sido utilizado en las llantas-, se procesa, se corta y utilizamos eso para un producto. Mediante este producto el caucho tiene ya un nuevo valor, por el valor agregado del diseño, por la forma y todo eso.
Tiene una silla de caucho que se llama Bugui.
Tenemos una silla de cámara de llanta: Bugui. Sí. Pero eso es con cámara tal cual. Eso es cambio de función del producto. Un producto que antes servía para una cosa, nosotros le damos otra función. Por ejemplo, este cepillo (coge uno pequeño, rojo y con ruedas negras que está en su escritorio) era para limpieza y nosotros lo cortamos un poquito, le ponemos llantas y ya no es un cepillo: es un juguete o es un portalápices. Cambió de función. Eso se llama reuso.
Pero, también, es un objeto artístico, en cierta forma.
Pero es un producto de diseño.
Es muy lúdico.
Es lúdico, sí.
Es, básicamente, lo que hacen en RIKA: mezclan la estética con la funcionalidad.
Sí. Nuestro valor es el diseño. El valor agregado de nuestro producto son el diseño y nuestra tendencia o manera de ver las cosas es con materiales no convencionales y procesos de baja tecnología, también.
¿A qué se refiere, justamente, con baja tecnología?
Te explico de alta tecnología: son procesos industriales nuevos, totalmente, que procesan el material de una manera más eficiente, más rápida o con más exactitud, pero son bienes de capital muy caros. Por ejemplo, corte láser, corte de hidrojet…
Requiere mucha inversión.
…maquinaria CMC. Requieren una alta inversión. Lo cual no está mal.
¿Y son importados o los fabrican acá, en Perú?
No. Todos esos son equipos, maquinarias importadas. Si necesitas de tecnología, la compras y empiezas tu producción. Nuestra apuesta es por la tecnología más económica. Por eso le decimos low-tech: baja tecnología. Son procesos de menor rango de tecnología, pero que igual nos dan una producción eficiente. Consideramos que lo mejor es rescatar técnicas que se van perdiendo, técnicas artesanales. Incorporar en el proceso de producción la mano de obra calificada de un artesano: eso lo consideramos importante y es, totalmente, baja tecnología. La producción del artesano es baja tecnología en sí. Siempre tratamos de incorporar a nuestro producto este asunto de la mano de obra calificada artesanal. Y, si se puede, rescatar algunas técnicas. Esta, también, es una apuesta que nosotros hacemos. Porque nuestros productos podrían ser fabricados con alta tecnología en serie de millones en China, pero no es nuestro interés.
Básicamente, ¿cuál es el mercado al que ustedes se dirigen?
Nuestro mercado conoce o sabe apreciar todo esto que le he venido explicando del rescate y reuso de materiales, el rescate de técnicas, apuesta por una mano de obra que conoce de diseño. Es un mercado que sabe apreciar todo esto, lo ve como un valor y puede pagar ese valor sin cuestionarse “esto de acá es hecho de caucho o de basura”. Mucha gente se cuestiona eso: “Esto es hecho de llanta. No”. Como que no le da valor a eso. Piensa que sigue siendo basura. O de cartón: “Es cartón usado, no. Eso lo puede hacer mi sobrino en manualidades, en el kínder o en la escuela”.
Hay desconocimiento.
Sí, hay desconocimiento. Entonces, nuestro público… No digamos que es un público culto, porque no quiero discriminar, pero sí conoce de eso y le da valor.
Tiene un sentido ecológico...
Puede ser ecológico.
…del consumo.
Lo ecológico me parece ya un poco trillado. No quisiera meterme en ese asunto porque nosotros tampoco nos consideramos como una empresa ecológica, eco-diseño y tal. No lo utilizamos como caballito de batalla de marketing porque no lo es. Pero sí apostamos por el rescate de materiales, le damos valor al rescate. Pasamos por todo esto: el upcycling, apostamos por el rescate de técnicas, utilizar materiales no convencionales para diferenciarnos de otras empresas que hacen productos. Somos conscientes de que nuestro aporte al medio ambiente es mínimo o es imperceptible. Porque con la producción que manejamos, no le hacemos ni cosquillas al medio ambiente. Tampoco es nuestra intención salvar al planeta. Nosotros no vamos a salvar al planeta. Eso nos parece una palabra cliché: “Salvemos al planeta”. ¿Qué vas a salvar al planeta? Vas a salvar a la civilización, al sistema. El planeta no va a morir. Nuestro sistema puede desaparecer.
Nosotros (los seres humanos) vamos a morir, primero.
El planeta va a seguir. “Salvar al planeta” me parece lo más trillado que hay. Nuestra intención no es salvar al planeta. Pero sí crear conciencia. Eso sí. Creemos que nuestro producto es un arma fuerte para crear conciencia. Y eso sí es importante: crear conciencia de que lo que estamos haciendo, tal vez, no es correcto y podríamos actuar de una manera distinta. Eso es, básicamente, nuestro mayor aporte -si se quiere decir- al medio ambiente: el de crear una conciencia.
Claro. Ejemplifican el valor del reciclaje.
Así es.
Lo ponen en acción. No solo se queda en el discurso.
Exactamente. No nos quedamos en el discurso sino que hacemos algo, utilizando materiales desechados.
Había leído que usted, antes de decidirse por el diseño industrial, descubrió a la pareja holandesa de Droog Design (conformada por Gijs Bakker y Renny Ramakers) y reforzó bastante su decisión.
Eso sí es muy importante. Me abrieron los ojos. Porque yo estudiaba diseño y hacía cosas utilizando o empleando reuso. Cogía algo, lo combinaba, hacía estas cuestiones intuitivamente. O trataba de reutilizar cosas que ya estaban desechadas. Me iba a la cachina, buscaba cosas. Por ahí mis compañeros de clase me decían: “Eso no es diseño. Diseño es cuando tú creas el producto desde cero para hacer una producción, haces el molde, diseñas todo. No es que agarras y aprovechas lo que ya está hecho. Eso no es diseño”. “Ya, ok. No es diseño. Pero yo lo hago porque me gusta, pues”. Era una cuestión intuitiva. Hasta que se me apareció este asunto en la década del noventa, casi a finales, de Droog Design. Ya en el 93 tuvo su primera exposición, que era la época en que yo estaba egresando de la escuela. Pero no los había visto. Yo, en años posteriores, cuando ya trabajaba, vi esto y dije: “¿Qué? ¡No puede ser! Esto es lo que a mí me llena”. Es una mirada no convencional del diseño, mucho reuso. Es como un antidiseño racional de esa época. Porque ya había pasado el posmodernismo y esto era antiposmodernismo. Era una cuestión totalmente…
Anacrónica.
Sí. Pero respondía mucho a las cuestiones de ese mismo tiempo, en que ya se planteaba las cuestiones de la escasez de recursos, el rescate de técnicas, muchas cosas que ahora son pan de cada día. Dije: “Pero esto es justamente lo que yo quería hacer. Y aquí está graficado. ¿Por qué he perdido todo este tiempo?”. Justo me salió la beca para irme a Alemania a estudiar diseño orientado al medio ambiente. Ahí ya afiancé todos los asuntos y cuando regresé me metí de cabeza a lo que tenía que hacer.
¿De Alemania, cuál era la escuela o universidad?
Fue la Carl Duisberg Gesselschaft (CDG). Me dio la beca para hacer una especialización técnica en diseño orientado al medio ambiente. Se llama “Orientación medioambiental al diseño de productos”. Es una especialización técnica, no es un máster. La CDG trabaja en conjunto con fondos del Ministerio de Desarrollo y Cooperación de Alemania, y estos fondos los destinan para países en vías de desarrollo, para capacitaciones y tal. Justo había una capacitación en diseño que duraba un año, yo apliqué y gané la beca. Entonces, fui a estudiar esto, lo que yo quería. Me sirvió bastante.
Usted ha mencionado el tema de la capacitación -en su caso, la pudo hacer en Alemania-. ¿A la gente que trabaja con usted, la capacita con el tema del diseño o los detalles de la producción de sus materiales?
Kareen, que trabaja conmigo en este asunto, por su formación artística tiene todas las capacidades para el diseño de un producto. Lógicamente, sí ha practicado mucho técnicas y procedimientos para una producción en serie. Pero, también, trabajamos con diseñadores industriales de profesión, que no necesitan más capacitación y vienen a practicar con nosotros.
Yo me refería a los trabajadores, por ejemplo, que están ahora al frente de la oficina (construyendo un creativo e imponente producto).
Nosotros nos basamos en su experiencia y sus capacidades para poder crear. Es una manera fea de decirlo, pero son como nuestras mejores máquinas. Porque confiamos en sus plenas capacidades para hacer las cosas. Sí ha habido casos en que tomamos gente que es totalmente novata, entonces, tienen que aprender. Pero aprenden de los maestros o de las chicas que ya están más tiempo. Muchas de las cosas que hacemos, las hacemos en conjunto con nuestra mano de obra. Ellos también aportan. No es un asunto vertical. Nuestra empresa es totalmente horizontal. No hay aquí que haya que marcar tarjeta “si no te descuento”. Que el jefe esté con el látigo ahí, encima. No. Como puedes apreciar, no es así. No creemos que es un buen modelo de negocio el asunto vertical. En el horizontal, el asunto fluye mejor. Es más, somos una empresa chica, no se nos va de las manos. Supongo que ya cuando seamos más grandes se necesitará del factor de personal -y todo lo demás- de una empresa moderna. Pero siempre creemos que debe ser horizontal.
¿También trabajan con familiares o todas son personas ajenas a la familia?
En algún momento lo hemos hecho, sí. El valor de la familia es importante. La mayoría de nuestros colaboradores son familia o son conocidos entre sí: hermanos, primos, cuñados, novios. Todos son conocidos entre sí y viven en la misma zona. Nuestra manera de llamar gente no es poner el anuncio en el periódico y que venga cualquiera. No. Siempre pasamos la voz entre ellos: “Necesitamos a alguien”. Entonces, entre sus redes sociales se van conectando.
¿Sus colaboradores, también, incluyen a los que promueven los productos de ustedes a distintos públicos?
No venden. Ellos no son vendedores.
Más que nada, en el tema de producción están.
Sí. Producción.
Sobre los productos de RIKA: había uno que me encantó cuando lo vi, que era esta lámpara PP-PET.
PP-PET, de Kareen.
Sí. Que está hecha de botellas chicas de gaseosa, de plástico, y que tienen su tapa roja. Muy creativo.
Ella es una “trome”. Ese fue el primer producto que hizo. Nosotros tuvimos un ensayo de agrupación que se llamaba Recurseo -puedes buscar Recurseo.com, está todavía la página ahí, la mantengo-. Recurseo fue un colectivo de diseñadores que tenían un mismo objetivo: el del diseño con fines medioambientales. Nos juntábamos y comenzábamos a hacer productos y a exponer. Entonces, Kareen, el primer producto que hizo para la primera exposición de Recurseo fue esta lámpara. El primer producto de ella en cuanto a una producción en serie. Y lo diseñó desde cero hasta lograr el producto ya terminado. Y ahora ya es un asunto de que tenemos los moldes y los repetimos cuantas veces queramos. Lo único que necesitamos es tener botellas. Es un excelente producto ese. Considero que es el primer producto de Kareen, con el cual probó que está totalmente capacitada para solucionar problemas de diseño.
Después, otro diseño que me gusta mucho -en este caso es suyo-: la Silla Rollitos de Totora. Me pareció tremendamente creativa, también. Fue premiada, inclusive.
Sí. Fue una opción personal, ya que alguna vez me lo había planteado. Un colega, con el que ahora tengo bastante comunicación, con el cual realizo trabajos constantemente, me dijo: “Aquí -él recién estaba egresando, yo era su profesor- no hay mucho por hacer”. Estaba un poco pesimista con respecto a lo que podría ser el futuro del diseño en el Perú. Yo le dije: “Pero cómo dices eso, acá hay mucho por hacer”. Se me cruzó por la cabeza el caballito de totora. “¿Alguien se ha puesto a pensar y a rescatar la técnica del caballito de totora para aplicación en productos? Nadie lo ha hecho”. Entonces, él me dice: “Sí, pues. Tiene razón. Nadie lo ha hecho”. Eso fue hace tiempo, cuando recién regresé de Alemania.
2002, más o menos.
En el 2002, sí. Justo fue su graduación de este chico. Y en esa graduación, en esa ceremonia, me dijo eso. Y le dije lo de la totora. Esa fue una idea que se me cruzó por la cabeza, no sé por qué, y un momento después me acordé, nuevamente: “¿Y por qué yo no lo aplico? Si yo lo digo, por qué esto que digo, que a veces se me cruzan cosas por la cabeza y comienzo a soltar…”
Lluvia de ideas.
Claro. “¿Por qué no lo aplico? Voy a aplicarlo. Voy a hacer una silla de totora”. Entonces, me fui a analizar el asunto del caballito de totora. Recuerdo que en esa ocasión me fui al Museo Naval en el Callao y había un caballito de totora. Lo vi: “¡Ah, qué interesante!”. De ahí me contacté con unos artesanos -porque esa es la manera, contactarte con los artesanos- que trabajaban por aquí y les dije: “Quiero hacer esto”. “Ya”. Luego hice la estructura y ya estaba el producto. Tuvo resultados buenos, ganó un concurso. Yo no lo hice para eso, en realidad. Yo lo hice por un asunto de exploración. Posteriormente, surgió otro proyecto de totora, que ya fue en Puno, en el cual me fui con la universidad y un instituto alemán, a estudiar la manufactura de productos de totora, la confección de totora en los Uros. Eso fue más interesante. Con eso conocí mejor el material, a mayor profundidad.
A nivel antropológico ya.
Sí. Fue un estudio total: sus costumbres, cómo vivían, casa, pesca, educación, todo. Estudiamos todo de esa población de Uros. Fue un año entero de estudio aquí, luego fue aplicación en Alemania y regresar acá para implementar los diseños. Con eso ya mi conocimiento de la totora se amplió bastante y decidí hacer otra línea que se llamó Línea de mobiliario de Junco y Totora. Ganó un Concurso Nacional de Artesanía, en el año 2009.
La totora sustituye a la espuma sintética en esos muebles.
Sustituye a la espuma sintética, exactamente. Es una espuma natural que viene a sustituir a la sintética. Estoy a punto de empezar una nueva etapa en la totora porque he logrado contactar con el MINCETUR, me va a contratar -solo estoy esperando la orden de servicio que va a salir en estos días- y, con el pretexto de la Ruta Moche, vamos a hacer una línea de productos de totora en Trujillo, en Huanchaco. Me voy a Huanchaco, a contactar con los artesanos que hacen estos caballitos de totora -que fue mi punto de inicio de este asunto- y vamos a desarrollar productos para colecciones, souvenirs, mobiliarios.
Va a ser parte de los productos que se van a ofrecer a los visitantes extranjeros.
Exactamente. Sí. Ruta Moche se llama la promoción.
Usted mencionó, hace un momento, que tenía un mercado en el extranjero. ¿Qué países, más o menos?
Estados Unidos fue el primero. Luego, Holanda, Venezuela, Italia. Estamos con Italia y Argentina, últimamente. Estados Unidos ya se ha parado un poco porque nuestro comprador cambió de rubro y estamos en la búsqueda de un nuevo comprador. Lo próximo que vamos a hacer es ya mandarnos con una página de ventas en Internet allá y distribuir allá mismo. Hemos estado allá hace poco y hemos visto cómo manejar eso. Y si no es este año, el próximo sí ya vamos a implementar este negocio, por nuestra cuenta, sin depender de los compradores de allá sino ya de nosotros, directamente. Que es como lo manejamos acá, en Perú. Estados Unidos es un mercado fuerte. Y estamos vendiendo a un comprador en Argentina -justo Kareen se ha ido a dejarle un envío- y hemos enviado por primera vez a Italia. Y así. No son grandes cantidades, pero sí es una cantidad que cada vez es más y nos motiva para seguir en esto.
¿Se puede vivir de desarrollar los productos (de RIKA)?
Eso es lo que pretendemos. Actualmente, Kareen solo se dedica a esto. Yo sí me dedico a otras actividades. No tienen nada que ver con RIKA.
A la docencia, también.
Y la docencia. Pero sí son cosas de diseño, de construcción. Siempre están ligadas a mi quehacer diario de diseño.
Usted, como emprendedor, ¿siente que hay motivación para comenzar empresas en el país?
Sí, definitivamente.
¿Hay apoyo por parte del Estado?
Por parte del Estado nunca. Pero sí creo que las condiciones son distintas a cuando yo me gradué, que fue en el 92. Cuando yo me gradué, la cosa estaba fea: el asunto del terrorismo, las empresas habían cerrado. La época del terrorismo fue una etapa negra de nuestra historia, y nuestra generación salió con ese estigma. Todos los que pasan los cuarenta o están por los cuarenta, salimos con ese estigma.
La “generación coche bomba”, como le dijeron en algún momento.
Puede ser, sí. “Generación coche bomba”, sí. Pero, a la vez que estuvimos con ese estigma, salimos muy preparados para cualquier crisis. Coche bomba, pero también parachoques. Nosotros somos parachoques, porque aguantamos cualquier cosa. Muchos de los nuestros se quitaron. Y ese era el sentimiento. Se fueron a otros países porque acá no había (trabajo). Los que nos quedamos, nos quedamos, pues. Entonces, ya hay un cambio. Eso lo noto con mis alumnos. Yo, hasta hace unos años, pensaba en eso de la opción de irse. No mía sino de otros. Y, entonces, les decía a mis alumnos que no es bueno irse, que siempre es bueno hacer acá las cosas, hasta que un día un alumno dijo: “Oiga, nadie se quiere ir. ¿Por qué dice usted que nos queremos ir, si nadie se quiere ir?”. Ahí comencé a pensar: “Sí, pues, nadie se quiere ir. La situación ha cambiado totalmente. El mercado es distinto”. Últimamente, he estado viendo, incluso, que todos -alumnos, exalumnos- tienen chamba de diseño. Y en empresas trabajando en diseño. Cosa que no sucedía cuando yo acabé. Cuando yo acabé, había que agarrar su machete y abrir el camino. No había. Por eso hice mi propia empresa, mi propia fábrica.
Usted fue un pionero.
Se puede decir. Toda mi generación, en realidad. Porque no soy el único. Toda mi generación, la opción, ¿qué era?: “¿Quieres hacer diseño? Fabrícatelo tú mismo porque nadie te va a contratar. Es muy raro que alguien te contrate para hacer diseño, entonces, tú mismo haz tu diseño”. Es todo un asunto de autogestión. Ahora, ya la cuestión cambia. Mis alumnos no salen pensando en que “voy a poner una fábrica, un taller” sino salen “voy a trabajar en una empresa, en el departamento de diseño, o voy a poner mi estudio de diseño”.
Además, RIKA tiene una página web muy buena. También maneja muy bien el tema digital en (su empresa)…
Pero nosotros no hemos diseñado esa página.
Claro. Pero lo tienen consciente. Eso (la página web de RIKA) es por orden de ustedes. Ustedes han buscado…
Claro.
…una buena web que muestre bien sus trabajos…
Que nos costó caro.
…de una manera directa (incluso, ganó un premio a mejor web por parte de CSS Winner Awarding and Showcasing, en junio de 2012).
Sí. Somos conscientes de eso: no es cualquier web. Sí invertimos en esa web. Estamos orgullosos de esta web y va a cambiar cuando se convierta en web de ventas.
Uno de cada cuatro peruanos tiene una empresa o está pensando en hacer una empresa. ¿Usted cómo se siente de formar parte de ese grupo de peruanos que sacan adelante, a través de su propia iniciativa, una empresa?
Es un sentimiento extraño. Porque, a veces, con Kareen nos quejamos de todo esto, de qué duro que es. Pero siempre ha sido duro. Siempre decimos: “Qué duro es todo esto de tener que abrir camino, sin ningún apoyo de ninguna institución, nada. Todo es abrir camino”. Ya a los que vienen atrás, les es más fácil el camino. Pero hay esa satisfacción de saber que nosotros lo estamos haciendo. Y contra todo, porque no hay ningún apoyo. Entonces, eso nos hace fuertes y por eso es que no nos preocupamos mucho en el futuro. No tenemos esa preocupación: “¿Qué va a pasar? ¡Uy, la crisis! ¡Uy, la minería bajó!”. No nos preocupamos de eso porque ya…
Han pasado tantas crisis.
Sí. Somos tan curtidos en ese asunto, que yo le digo a Kareen: “Ya, es otra más. No importa, bajará un poquito, después, nuevamente nos levantamos”.
¿Diría que el peruano es emprendedor?
El ser humano, en general, es emprendedor. Es un asunto de supervivencia en sí. El ser humano es emprendedor sino no hubiésemos llegado donde estamos. Un tipo que es de Zaire, también, puede ser emprendedor. Cualquier ser humano que tiene necesidad emprende y es creador.
¿Dónde ve a RIKA de acá a diez años? ¿Cuál es su visión de negocio a futuro?
Yo quisiera que RIKA sea quien me mantenga. Quiero que sea el principal negocio y no las cosas alternativas que hago para sostener a RIKA. Que ya sea RIKA quien sostenga todo lo demás. Eso. Crecimiento total.
Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán
Los modelos de negocio que son amigables con el medio ambiente y que reutilizan eficientemente elementos o materiales ya empleados en procesos productivos, cada vez va en aumento. En nuestro país, la empresa RIKA es uno de esos muy interesantes tipos de negocio. El diseñador industrial Ricardo Geldres Piumatti (Lima, 1967) y la pintora Kareen Nishimura Doy dirigen esta empresa. Elaboran sus creativos productos -objetos lúdicos para niños, billeteras, carteras, lámparas y cestos- con materiales no convencionales: caucho, cartón corrugado (un pequeño Volkswagen alemán, modelo escarabajo, creado con este siempre útil material, destaca en la oficina de RIKA), totora y junco. Todos ellos recuperados y reciclados de una manera innovadora.
Si bien RIKA es una empresa en crecimiento, ya ha exportado sus originales productos a Estados Unidos, Italia, Holanda, Argentina y Venezuela, lo cual habla muy bien de su alta calidad. Actualmente, RIKA tiene diversos puntos de venta en Barranco, Miraflores y Cusco. En estos días, Geldres está diseñando productos para los artesanos que trabajan la totora en Huanchaco -famoso balneario norteño ubicado en Trujillo, La Libertad-, con el fin de que mejoren su oferta productiva de souvenirs para los turistas que visitan la importante Ruta Moche -la cual abarca tres departamentos: Áncash, La Libertad y Lambayeque- o para la exportación.
Además de eco-empresario, Ricardo Geldres es diseñador industrial por la Pontificia Universidad Católica del Perú, en donde trabaja como docente desde 1997, también. El año 2001 se fue becado a Alemania para seguir, en la Carl Duisberg Gessellschaft, una especialización en Orientación medioambiental al diseño de productos. Dos años después, ya en Lima, realizó una licenciatura en Educación Superior en la Universidad San Ignacio de Loyola. Los reconocimientos a su talento profesional llegaron luego: el año 2008 su diseño Silla de Rollitos de Totora ganó el primer premio en la categoría Mérito Social del concurso internacional Salao Design Movelsul, en Brasil -que tuvo más de 900 inscritos y 810 proyectos presentados-. Al año siguiente, Geldres consiguió el primer premio en la categoría Diseño de Productos en el Concurso Nacional de Artesanía, con la Línea de mobiliario de Totora y Junco. Y sus dos propuestas ganadoras en los años 2008 y 2009 fueron seleccionadas como representantes de mobiliario peruano en la primera y segunda Bienal de Diseño Iberoamericano, realizadas en Madrid, España. Asimismo, Geldres ha presentado su trabajo de eco-diseño en importantes exposiciones y ferias de Nueva York, Buenos Aires, Bogotá y Lima.
En América Latina, el 75% de los emprendedores son microempresarios, como lo es Geldres. En el Perú, donde el 35 % de la Población Económicamente Activa (PEA) está autoempleada -según un estudio de la Corporación Andina de Fomento (CAF)-, debido a la baja empleabilidad y el aletargado crecimiento de las empresas, el iniciar y sostener un emprendimiento tan valioso y arriesgado como RIKA, que está basado en el respeto al medio ambiente, el reuso y el reciclaje, requiere de una enorme valentía y una insuperable confianza en sus propias capacidades empresariales. Como las que han mostrado, sin lugar a dudas, Ricardo Geldres y su esposa Kareen.
Muchas gracias por la oportunidad de entrevistarlo y felicitaciones por su trabajo en diseño industrial. Lo he podido ver y tiene varias vertientes. Una de estas es su empresa RIKA.
Te agradezco. Sí, el diseño industrial es el fundamento de mi quehacer diario. No me considero un artista, me considero un diseñador. Por más que algunas personas me digan: “¡Qué bueno el arte que tú haces!”. Considero que son obras de diseño y no son obras de arte. Aunque podrían catalogarse como creaciones de una persona ¿Son creaciones? Sí, son creaciones. Mi esposa sí es artista plástica, y con ella hemos fundado la empresa RIKA, con la cual confeccionamos productos, los cuales vendemos en distintas tiendas o a compradores del extranjero. Ella es artista plástica por profesión, pero diseñadora de productos por propia convicción. En un momento de su vida decidió dejar el arte -que venía haciendo muy bien, la pintura- y dijo: “No, lo mío es el diseño. Quiero hacer diseño, como tú”. Y, entonces, de manera autodidacta se fue formando y, ahora, es quien maneja toda la producción y lanzamiento de productos de la empresa RIKA.
El hecho de que RIKA sea un modelo de negocio amigable con el medio ambiente le da un valor agregado, también, a los productos.
Sí. Lo pensamos. Ese es el valor agregado, realmente. Pero el aspecto de valor agregado más importante es el producto diseñado. Consideramos que el diseño en sí es un valor agregado. Por propia convicción, hemos tomado el asunto medioambiental como nuestra bandera. Por lo tanto, hacemos productos utilizando materiales no convencionales o materiales repotenciados, reusados. Los volvemos a poner en valor. Los alemanes inventaron una palabra que se llama upcycling, que en castellano podría decir “sobreciclado”, aunque no me gusta mucho la expresión. El upcycling quiere decir que es un material de desecho, el cual vuelve a entrar en la cadena de producción y se le eleva, nuevamente, a la categoría de un material con valor. Porque, también, hay downcycling. El downcycling es cuando tú agarras el material, lo utilizas, pero le bajas el valor, como el plástico reciclado -va perdiendo las características conforme se va reciclando-.
¿Eso es lo que se llama baja tecnología?
No. El downcycling es cuando tú agarras el material, lo reciclas, pero con ese recicle el material baja de categoría porque ya no tiene las mismas propiedades. Por ejemplo, la bolsa negra es un plástico reciclado. Ya las características no son las mejores, como si fuese una bolsa nuevecita. Pero en el upcycling tú le aumentas el valor al producto. Entonces, cogemos el caucho -que ya ha sido utilizado en las llantas-, se procesa, se corta y utilizamos eso para un producto. Mediante este producto el caucho tiene ya un nuevo valor, por el valor agregado del diseño, por la forma y todo eso.
Tiene una silla de caucho que se llama Bugui.
Tenemos una silla de cámara de llanta: Bugui. Sí. Pero eso es con cámara tal cual. Eso es cambio de función del producto. Un producto que antes servía para una cosa, nosotros le damos otra función. Por ejemplo, este cepillo (coge uno pequeño, rojo y con ruedas negras que está en su escritorio) era para limpieza y nosotros lo cortamos un poquito, le ponemos llantas y ya no es un cepillo: es un juguete o es un portalápices. Cambió de función. Eso se llama reuso.
Pero, también, es un objeto artístico, en cierta forma.
Pero es un producto de diseño.
Es muy lúdico.
Es lúdico, sí.
Es, básicamente, lo que hacen en RIKA: mezclan la estética con la funcionalidad.
Sí. Nuestro valor es el diseño. El valor agregado de nuestro producto son el diseño y nuestra tendencia o manera de ver las cosas es con materiales no convencionales y procesos de baja tecnología, también.
¿A qué se refiere, justamente, con baja tecnología?
Te explico de alta tecnología: son procesos industriales nuevos, totalmente, que procesan el material de una manera más eficiente, más rápida o con más exactitud, pero son bienes de capital muy caros. Por ejemplo, corte láser, corte de hidrojet…
Requiere mucha inversión.
…maquinaria CMC. Requieren una alta inversión. Lo cual no está mal.
¿Y son importados o los fabrican acá, en Perú?
No. Todos esos son equipos, maquinarias importadas. Si necesitas de tecnología, la compras y empiezas tu producción. Nuestra apuesta es por la tecnología más económica. Por eso le decimos low-tech: baja tecnología. Son procesos de menor rango de tecnología, pero que igual nos dan una producción eficiente. Consideramos que lo mejor es rescatar técnicas que se van perdiendo, técnicas artesanales. Incorporar en el proceso de producción la mano de obra calificada de un artesano: eso lo consideramos importante y es, totalmente, baja tecnología. La producción del artesano es baja tecnología en sí. Siempre tratamos de incorporar a nuestro producto este asunto de la mano de obra calificada artesanal. Y, si se puede, rescatar algunas técnicas. Esta, también, es una apuesta que nosotros hacemos. Porque nuestros productos podrían ser fabricados con alta tecnología en serie de millones en China, pero no es nuestro interés.
Básicamente, ¿cuál es el mercado al que ustedes se dirigen?
Nuestro mercado conoce o sabe apreciar todo esto que le he venido explicando del rescate y reuso de materiales, el rescate de técnicas, apuesta por una mano de obra que conoce de diseño. Es un mercado que sabe apreciar todo esto, lo ve como un valor y puede pagar ese valor sin cuestionarse “esto de acá es hecho de caucho o de basura”. Mucha gente se cuestiona eso: “Esto es hecho de llanta. No”. Como que no le da valor a eso. Piensa que sigue siendo basura. O de cartón: “Es cartón usado, no. Eso lo puede hacer mi sobrino en manualidades, en el kínder o en la escuela”.
Hay desconocimiento.
Sí, hay desconocimiento. Entonces, nuestro público… No digamos que es un público culto, porque no quiero discriminar, pero sí conoce de eso y le da valor.
Tiene un sentido ecológico...
Puede ser ecológico.
…del consumo.
Lo ecológico me parece ya un poco trillado. No quisiera meterme en ese asunto porque nosotros tampoco nos consideramos como una empresa ecológica, eco-diseño y tal. No lo utilizamos como caballito de batalla de marketing porque no lo es. Pero sí apostamos por el rescate de materiales, le damos valor al rescate. Pasamos por todo esto: el upcycling, apostamos por el rescate de técnicas, utilizar materiales no convencionales para diferenciarnos de otras empresas que hacen productos. Somos conscientes de que nuestro aporte al medio ambiente es mínimo o es imperceptible. Porque con la producción que manejamos, no le hacemos ni cosquillas al medio ambiente. Tampoco es nuestra intención salvar al planeta. Nosotros no vamos a salvar al planeta. Eso nos parece una palabra cliché: “Salvemos al planeta”. ¿Qué vas a salvar al planeta? Vas a salvar a la civilización, al sistema. El planeta no va a morir. Nuestro sistema puede desaparecer.
Nosotros (los seres humanos) vamos a morir, primero.
El planeta va a seguir. “Salvar al planeta” me parece lo más trillado que hay. Nuestra intención no es salvar al planeta. Pero sí crear conciencia. Eso sí. Creemos que nuestro producto es un arma fuerte para crear conciencia. Y eso sí es importante: crear conciencia de que lo que estamos haciendo, tal vez, no es correcto y podríamos actuar de una manera distinta. Eso es, básicamente, nuestro mayor aporte -si se quiere decir- al medio ambiente: el de crear una conciencia.
Claro. Ejemplifican el valor del reciclaje.
Así es.
Lo ponen en acción. No solo se queda en el discurso.
Exactamente. No nos quedamos en el discurso sino que hacemos algo, utilizando materiales desechados.
Había leído que usted, antes de decidirse por el diseño industrial, descubrió a la pareja holandesa de Droog Design (conformada por Gijs Bakker y Renny Ramakers) y reforzó bastante su decisión.
Eso sí es muy importante. Me abrieron los ojos. Porque yo estudiaba diseño y hacía cosas utilizando o empleando reuso. Cogía algo, lo combinaba, hacía estas cuestiones intuitivamente. O trataba de reutilizar cosas que ya estaban desechadas. Me iba a la cachina, buscaba cosas. Por ahí mis compañeros de clase me decían: “Eso no es diseño. Diseño es cuando tú creas el producto desde cero para hacer una producción, haces el molde, diseñas todo. No es que agarras y aprovechas lo que ya está hecho. Eso no es diseño”. “Ya, ok. No es diseño. Pero yo lo hago porque me gusta, pues”. Era una cuestión intuitiva. Hasta que se me apareció este asunto en la década del noventa, casi a finales, de Droog Design. Ya en el 93 tuvo su primera exposición, que era la época en que yo estaba egresando de la escuela. Pero no los había visto. Yo, en años posteriores, cuando ya trabajaba, vi esto y dije: “¿Qué? ¡No puede ser! Esto es lo que a mí me llena”. Es una mirada no convencional del diseño, mucho reuso. Es como un antidiseño racional de esa época. Porque ya había pasado el posmodernismo y esto era antiposmodernismo. Era una cuestión totalmente…
Anacrónica.
Sí. Pero respondía mucho a las cuestiones de ese mismo tiempo, en que ya se planteaba las cuestiones de la escasez de recursos, el rescate de técnicas, muchas cosas que ahora son pan de cada día. Dije: “Pero esto es justamente lo que yo quería hacer. Y aquí está graficado. ¿Por qué he perdido todo este tiempo?”. Justo me salió la beca para irme a Alemania a estudiar diseño orientado al medio ambiente. Ahí ya afiancé todos los asuntos y cuando regresé me metí de cabeza a lo que tenía que hacer.
¿De Alemania, cuál era la escuela o universidad?
Fue la Carl Duisberg Gesselschaft (CDG). Me dio la beca para hacer una especialización técnica en diseño orientado al medio ambiente. Se llama “Orientación medioambiental al diseño de productos”. Es una especialización técnica, no es un máster. La CDG trabaja en conjunto con fondos del Ministerio de Desarrollo y Cooperación de Alemania, y estos fondos los destinan para países en vías de desarrollo, para capacitaciones y tal. Justo había una capacitación en diseño que duraba un año, yo apliqué y gané la beca. Entonces, fui a estudiar esto, lo que yo quería. Me sirvió bastante.
Usted ha mencionado el tema de la capacitación -en su caso, la pudo hacer en Alemania-. ¿A la gente que trabaja con usted, la capacita con el tema del diseño o los detalles de la producción de sus materiales?
Kareen, que trabaja conmigo en este asunto, por su formación artística tiene todas las capacidades para el diseño de un producto. Lógicamente, sí ha practicado mucho técnicas y procedimientos para una producción en serie. Pero, también, trabajamos con diseñadores industriales de profesión, que no necesitan más capacitación y vienen a practicar con nosotros.
Yo me refería a los trabajadores, por ejemplo, que están ahora al frente de la oficina (construyendo un creativo e imponente producto).
Nosotros nos basamos en su experiencia y sus capacidades para poder crear. Es una manera fea de decirlo, pero son como nuestras mejores máquinas. Porque confiamos en sus plenas capacidades para hacer las cosas. Sí ha habido casos en que tomamos gente que es totalmente novata, entonces, tienen que aprender. Pero aprenden de los maestros o de las chicas que ya están más tiempo. Muchas de las cosas que hacemos, las hacemos en conjunto con nuestra mano de obra. Ellos también aportan. No es un asunto vertical. Nuestra empresa es totalmente horizontal. No hay aquí que haya que marcar tarjeta “si no te descuento”. Que el jefe esté con el látigo ahí, encima. No. Como puedes apreciar, no es así. No creemos que es un buen modelo de negocio el asunto vertical. En el horizontal, el asunto fluye mejor. Es más, somos una empresa chica, no se nos va de las manos. Supongo que ya cuando seamos más grandes se necesitará del factor de personal -y todo lo demás- de una empresa moderna. Pero siempre creemos que debe ser horizontal.
¿También trabajan con familiares o todas son personas ajenas a la familia?
En algún momento lo hemos hecho, sí. El valor de la familia es importante. La mayoría de nuestros colaboradores son familia o son conocidos entre sí: hermanos, primos, cuñados, novios. Todos son conocidos entre sí y viven en la misma zona. Nuestra manera de llamar gente no es poner el anuncio en el periódico y que venga cualquiera. No. Siempre pasamos la voz entre ellos: “Necesitamos a alguien”. Entonces, entre sus redes sociales se van conectando.
¿Sus colaboradores, también, incluyen a los que promueven los productos de ustedes a distintos públicos?
No venden. Ellos no son vendedores.
Más que nada, en el tema de producción están.
Sí. Producción.
Sobre los productos de RIKA: había uno que me encantó cuando lo vi, que era esta lámpara PP-PET.
PP-PET, de Kareen.
Sí. Que está hecha de botellas chicas de gaseosa, de plástico, y que tienen su tapa roja. Muy creativo.
Ella es una “trome”. Ese fue el primer producto que hizo. Nosotros tuvimos un ensayo de agrupación que se llamaba Recurseo -puedes buscar Recurseo.com, está todavía la página ahí, la mantengo-. Recurseo fue un colectivo de diseñadores que tenían un mismo objetivo: el del diseño con fines medioambientales. Nos juntábamos y comenzábamos a hacer productos y a exponer. Entonces, Kareen, el primer producto que hizo para la primera exposición de Recurseo fue esta lámpara. El primer producto de ella en cuanto a una producción en serie. Y lo diseñó desde cero hasta lograr el producto ya terminado. Y ahora ya es un asunto de que tenemos los moldes y los repetimos cuantas veces queramos. Lo único que necesitamos es tener botellas. Es un excelente producto ese. Considero que es el primer producto de Kareen, con el cual probó que está totalmente capacitada para solucionar problemas de diseño.
Después, otro diseño que me gusta mucho -en este caso es suyo-: la Silla Rollitos de Totora. Me pareció tremendamente creativa, también. Fue premiada, inclusive.
Sí. Fue una opción personal, ya que alguna vez me lo había planteado. Un colega, con el que ahora tengo bastante comunicación, con el cual realizo trabajos constantemente, me dijo: “Aquí -él recién estaba egresando, yo era su profesor- no hay mucho por hacer”. Estaba un poco pesimista con respecto a lo que podría ser el futuro del diseño en el Perú. Yo le dije: “Pero cómo dices eso, acá hay mucho por hacer”. Se me cruzó por la cabeza el caballito de totora. “¿Alguien se ha puesto a pensar y a rescatar la técnica del caballito de totora para aplicación en productos? Nadie lo ha hecho”. Entonces, él me dice: “Sí, pues. Tiene razón. Nadie lo ha hecho”. Eso fue hace tiempo, cuando recién regresé de Alemania.
2002, más o menos.
En el 2002, sí. Justo fue su graduación de este chico. Y en esa graduación, en esa ceremonia, me dijo eso. Y le dije lo de la totora. Esa fue una idea que se me cruzó por la cabeza, no sé por qué, y un momento después me acordé, nuevamente: “¿Y por qué yo no lo aplico? Si yo lo digo, por qué esto que digo, que a veces se me cruzan cosas por la cabeza y comienzo a soltar…”
Lluvia de ideas.
Claro. “¿Por qué no lo aplico? Voy a aplicarlo. Voy a hacer una silla de totora”. Entonces, me fui a analizar el asunto del caballito de totora. Recuerdo que en esa ocasión me fui al Museo Naval en el Callao y había un caballito de totora. Lo vi: “¡Ah, qué interesante!”. De ahí me contacté con unos artesanos -porque esa es la manera, contactarte con los artesanos- que trabajaban por aquí y les dije: “Quiero hacer esto”. “Ya”. Luego hice la estructura y ya estaba el producto. Tuvo resultados buenos, ganó un concurso. Yo no lo hice para eso, en realidad. Yo lo hice por un asunto de exploración. Posteriormente, surgió otro proyecto de totora, que ya fue en Puno, en el cual me fui con la universidad y un instituto alemán, a estudiar la manufactura de productos de totora, la confección de totora en los Uros. Eso fue más interesante. Con eso conocí mejor el material, a mayor profundidad.
A nivel antropológico ya.
Sí. Fue un estudio total: sus costumbres, cómo vivían, casa, pesca, educación, todo. Estudiamos todo de esa población de Uros. Fue un año entero de estudio aquí, luego fue aplicación en Alemania y regresar acá para implementar los diseños. Con eso ya mi conocimiento de la totora se amplió bastante y decidí hacer otra línea que se llamó Línea de mobiliario de Junco y Totora. Ganó un Concurso Nacional de Artesanía, en el año 2009.
La totora sustituye a la espuma sintética en esos muebles.
Sustituye a la espuma sintética, exactamente. Es una espuma natural que viene a sustituir a la sintética. Estoy a punto de empezar una nueva etapa en la totora porque he logrado contactar con el MINCETUR, me va a contratar -solo estoy esperando la orden de servicio que va a salir en estos días- y, con el pretexto de la Ruta Moche, vamos a hacer una línea de productos de totora en Trujillo, en Huanchaco. Me voy a Huanchaco, a contactar con los artesanos que hacen estos caballitos de totora -que fue mi punto de inicio de este asunto- y vamos a desarrollar productos para colecciones, souvenirs, mobiliarios.
Va a ser parte de los productos que se van a ofrecer a los visitantes extranjeros.
Exactamente. Sí. Ruta Moche se llama la promoción.
Usted mencionó, hace un momento, que tenía un mercado en el extranjero. ¿Qué países, más o menos?
Estados Unidos fue el primero. Luego, Holanda, Venezuela, Italia. Estamos con Italia y Argentina, últimamente. Estados Unidos ya se ha parado un poco porque nuestro comprador cambió de rubro y estamos en la búsqueda de un nuevo comprador. Lo próximo que vamos a hacer es ya mandarnos con una página de ventas en Internet allá y distribuir allá mismo. Hemos estado allá hace poco y hemos visto cómo manejar eso. Y si no es este año, el próximo sí ya vamos a implementar este negocio, por nuestra cuenta, sin depender de los compradores de allá sino ya de nosotros, directamente. Que es como lo manejamos acá, en Perú. Estados Unidos es un mercado fuerte. Y estamos vendiendo a un comprador en Argentina -justo Kareen se ha ido a dejarle un envío- y hemos enviado por primera vez a Italia. Y así. No son grandes cantidades, pero sí es una cantidad que cada vez es más y nos motiva para seguir en esto.
¿Se puede vivir de desarrollar los productos (de RIKA)?
Eso es lo que pretendemos. Actualmente, Kareen solo se dedica a esto. Yo sí me dedico a otras actividades. No tienen nada que ver con RIKA.
A la docencia, también.
Y la docencia. Pero sí son cosas de diseño, de construcción. Siempre están ligadas a mi quehacer diario de diseño.
Usted, como emprendedor, ¿siente que hay motivación para comenzar empresas en el país?
Sí, definitivamente.
¿Hay apoyo por parte del Estado?
Por parte del Estado nunca. Pero sí creo que las condiciones son distintas a cuando yo me gradué, que fue en el 92. Cuando yo me gradué, la cosa estaba fea: el asunto del terrorismo, las empresas habían cerrado. La época del terrorismo fue una etapa negra de nuestra historia, y nuestra generación salió con ese estigma. Todos los que pasan los cuarenta o están por los cuarenta, salimos con ese estigma.
La “generación coche bomba”, como le dijeron en algún momento.
Puede ser, sí. “Generación coche bomba”, sí. Pero, a la vez que estuvimos con ese estigma, salimos muy preparados para cualquier crisis. Coche bomba, pero también parachoques. Nosotros somos parachoques, porque aguantamos cualquier cosa. Muchos de los nuestros se quitaron. Y ese era el sentimiento. Se fueron a otros países porque acá no había (trabajo). Los que nos quedamos, nos quedamos, pues. Entonces, ya hay un cambio. Eso lo noto con mis alumnos. Yo, hasta hace unos años, pensaba en eso de la opción de irse. No mía sino de otros. Y, entonces, les decía a mis alumnos que no es bueno irse, que siempre es bueno hacer acá las cosas, hasta que un día un alumno dijo: “Oiga, nadie se quiere ir. ¿Por qué dice usted que nos queremos ir, si nadie se quiere ir?”. Ahí comencé a pensar: “Sí, pues, nadie se quiere ir. La situación ha cambiado totalmente. El mercado es distinto”. Últimamente, he estado viendo, incluso, que todos -alumnos, exalumnos- tienen chamba de diseño. Y en empresas trabajando en diseño. Cosa que no sucedía cuando yo acabé. Cuando yo acabé, había que agarrar su machete y abrir el camino. No había. Por eso hice mi propia empresa, mi propia fábrica.
Usted fue un pionero.
Se puede decir. Toda mi generación, en realidad. Porque no soy el único. Toda mi generación, la opción, ¿qué era?: “¿Quieres hacer diseño? Fabrícatelo tú mismo porque nadie te va a contratar. Es muy raro que alguien te contrate para hacer diseño, entonces, tú mismo haz tu diseño”. Es todo un asunto de autogestión. Ahora, ya la cuestión cambia. Mis alumnos no salen pensando en que “voy a poner una fábrica, un taller” sino salen “voy a trabajar en una empresa, en el departamento de diseño, o voy a poner mi estudio de diseño”.
Además, RIKA tiene una página web muy buena. También maneja muy bien el tema digital en (su empresa)…
Pero nosotros no hemos diseñado esa página.
Claro. Pero lo tienen consciente. Eso (la página web de RIKA) es por orden de ustedes. Ustedes han buscado…
Claro.
…una buena web que muestre bien sus trabajos…
Que nos costó caro.
…de una manera directa (incluso, ganó un premio a mejor web por parte de CSS Winner Awarding and Showcasing, en junio de 2012).
Sí. Somos conscientes de eso: no es cualquier web. Sí invertimos en esa web. Estamos orgullosos de esta web y va a cambiar cuando se convierta en web de ventas.
Uno de cada cuatro peruanos tiene una empresa o está pensando en hacer una empresa. ¿Usted cómo se siente de formar parte de ese grupo de peruanos que sacan adelante, a través de su propia iniciativa, una empresa?
Es un sentimiento extraño. Porque, a veces, con Kareen nos quejamos de todo esto, de qué duro que es. Pero siempre ha sido duro. Siempre decimos: “Qué duro es todo esto de tener que abrir camino, sin ningún apoyo de ninguna institución, nada. Todo es abrir camino”. Ya a los que vienen atrás, les es más fácil el camino. Pero hay esa satisfacción de saber que nosotros lo estamos haciendo. Y contra todo, porque no hay ningún apoyo. Entonces, eso nos hace fuertes y por eso es que no nos preocupamos mucho en el futuro. No tenemos esa preocupación: “¿Qué va a pasar? ¡Uy, la crisis! ¡Uy, la minería bajó!”. No nos preocupamos de eso porque ya…
Han pasado tantas crisis.
Sí. Somos tan curtidos en ese asunto, que yo le digo a Kareen: “Ya, es otra más. No importa, bajará un poquito, después, nuevamente nos levantamos”.
¿Diría que el peruano es emprendedor?
El ser humano, en general, es emprendedor. Es un asunto de supervivencia en sí. El ser humano es emprendedor sino no hubiésemos llegado donde estamos. Un tipo que es de Zaire, también, puede ser emprendedor. Cualquier ser humano que tiene necesidad emprende y es creador.
¿Dónde ve a RIKA de acá a diez años? ¿Cuál es su visión de negocio a futuro?
Yo quisiera que RIKA sea quien me mantenga. Quiero que sea el principal negocio y no las cosas alternativas que hago para sostener a RIKA. Que ya sea RIKA quien sostenga todo lo demás. Eso. Crecimiento total.
Muy interesante e informativa la entrevista al empresario Ricardo Geldres Piumatti. Excelente entrevista, como las que haces siempre y de la que estamos acostumbrados.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. El señor Geldres es un eco-empresario que ha destacado con su innovador trabajo a nivel internacional, ganando un muy importante premio en Brasil y representando al Perú en dos Bienales realizadas en España. Asimismo, ha expuesto en ferias de Estados Unidos, Argentina y Colombia. Además, exporta sus productos a cinco países. Es decir, es un peruano valioso y lleno de talento, que ha dejado y sigue dejando en alto el nombre de nuestro país por donde va.
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