miércoles, 30 de mayo de 2012

Gianfranco Castagnola


“El Estado es el mayor informal del Perú”


Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


Gianfranco Castagnola Zúñiga es presidente ejecutivo de Apoyo Consultoría, donde es responsable de la marcha de las cuatro unidades de negocios de la empresa (Consejería Financiera, Estudios Económicos, Competencia y Regulación, Consultoría de Gestión). Tiene una Maestría en Políticas Públicas por la Universidad de Harvard. Además, ha sido director del Banco Central de Reserva del Perú y del Fondo Consolidado de Reservas. Asimismo, fue presidente de la Cámara de Comercio Italiana y es director de Cementos Pacasmayo, Scotiabank, Austral Group, Saga Falabella, Camposol, Maple Energy, Lima Airport Partners, Redesur, IKSA y otras instituciones privadas del país. También trabajó en el Instituto de Libertad y Democracia, que lidera Hernando de Soto. Actualmente, tiene una interesante columna sabatina en Perú.21, donde analiza asuntos políticos y económicos de coyuntura. En nuestro país, donde los gobiernos regionales ejecutan permanente e ineficientemente los recursos que se les asignan, donde la reforma del Estado sigue siendo una promesa incumplida, donde el 46 % de los servidores del gobierno central y los gobiernos regionales están en el régimen CAS, donde se invertirán 1000 millones de dólares en proyectos entre los años 2012 y 2016, donde el Estado no facilita y hasta obstaculiza la inversión privada, siempre habrá mucho que analizar, criticar o sugerir de manera constructiva. Como Castagnola lo hace, en la siguiente entrevista.

Muchísimas gracias por la oportunidad.
Encantado.

Usted el año 2006 decía que la reforma del Estado había que enfocarla en tres o cuatro grandes tareas porque teníamos un Estado que no funcionaba. Desde esa fecha, desde ese Gobierno, hasta el actual, ¿sigue en la misma opinión?
Primero, creo que la frase “reforma del Estado” ya está demasiado gastada y todos los gobiernos prometen una reforma del Estado y ninguno la ejecuta cabalmente. Desde entonces hasta ahora ha habido muy pocos avances. Para hablar de reforma del Estado yo separaría tres o cuatro ámbitos. Separaría lo que es el sector salud, por un lado; el sector educación, por otro. Lo que es seguridad interna-externa, Policía-Defensa, por otro; y el resto, la administración pública. El Poder Judicial va por otra vía. Entonces, salud es toda una reforma en sí misma. Educación es una reforma en sí misma. Seguridad interna -la externa siempre es menos prioritaria- es toda una reforma. Y el resto, la administración pública, es otra reforma. Independientemente que hay fuerzas que atraviesan de uno a otro sector. Desde el 2006 hasta ahora ha habido muy pocos avances en el tema educación. La ley de carrera magisterial, como concepto, es un avance. El tema de pagar mejores sueldos cuando pasan la evaluación, es un avance. En el resto de la administración pública el concepto es servir diferentes públicos. Es un pequeño avance, pero, en general, no se ha hecho mucho. El problema del Estado Peruano es que tiene un proceso de descentralización pésimamente diseñado. Hablemos claro. La ley de regionalización que se dio en el gobierno del presidente Toledo es muy mala y ha sido implementada de peor forma, lo cual hace que haya una permanente tensión entre gobierno central, gobiernos regionales, respecto a competencias, políticas nacionales, capacidades.

Inclusive les ha dado demasiado poder político.
Me parece bien válido tu punto. Partiendo del nombre: presidente. Hace que se sientan al mismo nivel del presidente de la República en un Estado unitario. En segundo lugar, no tienen un mecanismo de balance y fiscalización. En teoría, los ministros del Poder Ejecutivo son fiscalizados y controlados por el Congreso. En el límite, pueden ser interpelados y censurados. Con un presidente regional, se supone que eso ocurre en su consejo regional, que es como su minidirectorio o Congresito, pero eso no ocurre en la práctica.

Es un, casi, omnipotente.
Claro. Hay un proyecto de ley o alguna idea que escuché hace poco en el Congreso: que los presidentes de gobiernos regionales tienen que rendir cuentas al Congreso. Porque, aparte, están gastando dineros públicos, tienen actuaciones públicas. Por tanto, tienen que rendir cuentas al Congreso. Ese acto político creo que ayudaría mucho más de entrada, además de cambiarles el nombre. Volviendo: ¿qué tiene uno que reformar del Estado? La parte de la carrera pública y toda la parte de procesos y procedimientos del sector público, de contratación. Además, está el ámbito de las competencias: el gobierno nacional, el gobierno regional, el gobierno local. ¿Cómo interactúan y qué capacidades se transfiere realmente a los gobiernos regionales y locales? Para enfrentar todo ese reto, no veo una institucionalidad preparada. En la PCM (Presidencia del Consejo de Ministros) siempre ha habido oficinas de descentralización, regionalización, pero nunca las he visto con la fuerza y, sobre todo, con el foco de lo que realmente corresponde hacer.

Por otra parte, la variedad del tipo de trabajadores en el sector público contribuye al desorden dentro del Estado.
Claro. Tú tienes en el sector público tres regímenes laborales. El régimen de la 276, que es la carrera pública tradicional, donde la gente gana doce sueldos, tienen el aguinaldo de diciembre, el aguinaldo de julio. Es una carrera muy rígida, hay empleados muy antiguos. Luego tienes, en las islas de modernidad, la 728, que es el régimen del sector privado: doce sueldos, gratificaciones, CTS. Y tienes los CAS (Contrato Administrativo de Servicios), que antes eran lo que se llamaba SNP: Servicios No Personales, que son como contratados de cuarta categoría en el Estado. El Estado es el mayor informal del Perú. Es el que más ha incumplido, previo a la ley CAS que se dio en el Gobierno anterior, para formalizar esta situación. Ahora, el tema es que esos CAS son, generalmente, los que mejor trabajan en el sector público. Es la gente más capacitada, pero la que tiene las peores condiciones laborales. Entonces, no se trata de contratar a todos los CAS. Sería un grave error interpretar de esa manera la ley. Más bien los CAS, probablemente, van a terminar siendo contratados para las plazas que se vayan abriendo en el sector público y a concurso.

A veces, parece que el Estado no sabe que es el mayor informal del país.
Sí, exacto. El CAS, de alguna manera, formalizó el régimen de Servicios No Personales. Un régimen que, por un lado, le permitía flexibilidad al Estado de contratar gente y, también, salir de ella cuando no la necesitaba o había un cambio de ministro. Por otro lado, era un régimen casi esclavizante. Yo tengo amigas que han trabajado en el sistema de CAS y ni siquiera tenían maternidad, no podían faltar, no tenían vacaciones. Eso era cuando se llamaba Servicios No Personales. El CAS, de alguna manera, formaliza. Eso se dio en el marco de los decretos del TLC, si no me equivoco, cuando Mario Pasco era ministro de Trabajo (diciembre de 2007 a octubre de 2008). Pasco sí fue un ministro que hizo algunas cosas interesantes, como SERVIR (Autoridad Nacional del Servicio Civil), gerentes públicos, CAS. Sí trató de ordenar el tema.

Estuvo poco tiempo en su puesto.
Sí. Estuvo poco.

Por otra parte, justamente acerca de la administración pública, la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Carolina Trivelli, había comentado que “el aparato público está pensado para cumplir con procedimientos que aseguran el seguimiento de cada decisión. Eso hace las cosas lentas”.
En el Estado uno quiere que haya resultados, pero es un Estado que tiene unos procesos y procedimientos que controlan mucho el proceso en sí, y la formalidad de los procesos, pensando que con eso se va a evitar corrupción. Pero lo único que hacen con esa cantidad de marañas, lo único que logran realmente es detener los procesos, hacerlos lentos, y le quitan mucha seguridad y le dan mucho temor al funcionario público. Si un funcionario se salta una formalidad, luego el órgano de control le cae encima. Entonces, ¿cuál es el incentivo del funcionario público: cumplir su labor o evitar ser sancionado? Termina jugando una labor absolutamente defensiva de evitar tomar riesgos, evitar ser sancionado. En el pasado, hubo algunos excesos clarísimos del órgano de control, de Contraloría, llegando hasta el absurdo. Un tema típico que hay, por ejemplo, en las construcciones en el sector público: cuando hay construcciones, alguna empresa gana una licitación y en el proceso de construcción resulta que hay un imprevisto, que es algo adicional. Esos adicionales uno debería ser capaz de negociarlos con el ministerio o la entidad ejecutora correspondiente, pero el de la entidad ejecutora tiene mucho temor de que, al aprobar un adicional, se crea que es un caso de corrupción. Termina yéndose a un proceso de arbitraje, no muy largo, donde un árbitro decide: ¿le corresponde o no le corresponde? Un tema muy técnico. Dice: “Oye, sí. Esto no estaba previsto, esto se gastó, hay que reconocérselo”.

Claro.
El tema debería quedar ahí, pero el funcionario público termina siempre apelando el fallo arbitral en el Poder Judicial. Pero no lo hace por fregar al constructor, lo hace por el temor de que si no impugna el proceso en el Poder Judicial, el órgano de control le dice: “¿Por qué no lo hiciste?”. Lo único que logras es judicializar un proceso que era técnico. Y demoras, entrampas y empapelas todo. Eso te lo pongo como un ejemplo.

Al final, todo esto mantiene el statu quo.
Claro. Todo esto te hace lento el Estado. Luego, también, hay temas ya más de cultura: el Estado tiene que estar al servicio del ciudadano. Eso, en muchas entidades públicas, no queda claro. Tú vas a una entidad pública y sientes que te están haciendo el favor de atenderte. Tú le estás pagando el sueldo a esa persona que está en ese puesto. Es su chamba atenderte. Como en el sector privado: cuando vas a un banco, el cajero te tiene que atender. Se trata de eso. Y si te atienden mal, te quejas. En el sector público te atienden mal y “¿qué te quejas?”. No hay una cultura de servicio al ciudadano, en buena parte. Hay excepciones: algunos distritos funcionan bien, algunas entidades modernas funcionan bien, pero son excepciones. Entonces, el mayor reto está en la parte de la carrera pública. Es un reto inmenso donde se ha avanzado poquísimo.


Avances en el derecho de propiedad

En el Índice de Libertad Económica de este año, de la The Heritage Foundation, Perú está en el puesto 42 entre 179 países. Bajamos un puesto, a comparación del año pasado, y somos la sexta economía de América Latina. Pero seguimos mal en los mismos temas: el combate a la corrupción, el derecho a la propiedad y la libertad fiscal. Estamos bien en cuanto a política monetaria: octavos en el mundo. Estos problemas endémicos, ¿cómo superarlos? Sobre todo, el tema del derecho de propiedad.
En derecho de propiedad, en general, ha habido muchos avances. Diría que ha habido un avance, primero, en el concepto del derecho a la propiedad. Acuérdate de los años setenta y ochenta: te expropiaban empresas, cualquier cosa, tus ahorros. Yo no sé si habías nacido ya el año 85…

Sí.
El año 85, lo que hizo el primer gobierno de Alan García fue expropiarte tus ahorros. Y te expropiaban tus libertades: no tenías libertad cambiaria, estaba prohibido tener dólares…

La estatización.
La estatización viene el 87. El 85, el Gobierno dice que todos los ahorros en dólares se convierten a soles, a una tasa de cambio que el Gobierno decide. Y esa tasa de cambio no te permite recuperar en el mercado los dólares: esa diferencia, te la están expropiando. Te están metiendo la mano al bolsillo. Y le metieron la mano al bolsillo a miles de familias de clase media peruana. Eso ha pasado. La expropiación de la banca que mencionas… Ni qué decir del gobierno de (Juan) Velasco que expropió empresas, tierras, medios de comunicación, todo. La gente se ha olvidado un poco de eso. Hoy por hoy, que alguien intente una expropiación de esa naturaleza es impensable en el Perú. El concepto de propiedad, en ese sentido, ha avanzado. O si te han expropiado para hacer -por una razón de interés social- una carretera, te pagan un justiprecio. Y si el Gobierno te dice: “Oye, te ofrezco tanto por metro cuadrado” y no te gusta, te vas a un peritaje. Y si el peritaje da una cifra mayor, el Gobierno te la paga. Hemos avanzado bastante más de lo que pensamos en el derecho de propiedad. Sobre todo en el reconocimiento de la gente sobre ese derecho. Obviamente, siguen habiendo invasiones de tierras del Estado, hay invasiones de concesiones mineras. Pero son temas más acotados para eso. A ningún Gobierno se le ocurre hoy recortar la libertad cambiaria o meter la mano a los ahorros de alguien. Lo que pasa con Argentina, la expropiación de Repsol: no veo una manera de que pueda ocurrir en el Perú.


Las décadas de 1970 y 1980: veinte años perdidos

Digamos que esta mejora, en cuanto a los conceptos del derecho de propiedad, ha contribuido al boom de construcción que hay en el país.
Es correcto. La gente hoy construye su casa, toma un alquiler o un crédito hipotecario, entra al programa Mi Vivienda, al programa Techo Propio. Gente de clase media que tiene la oportunidad de comprar una segunda vivienda para alquilar, sabe que la va a alquilar y no van a venir con un control de alquileres. Lo que hubo en el gobierno de Velasco y duró hasta comienzos de los noventa era un control de alquileres. Mucha gente de clase media que había ahorrado, teniendo una segunda vivienda para alquilarla, se pauperizó porque le ponía un alquiler tan bajo que ni siquiera cubría el costo de esa vivienda. Eso era lo que teníamos en el Perú en los setenta y ochenta, no hay que olvidar. El Perú perdió dos décadas. Bien por tu generación que no vivió esas épocas. Mal por la mía que perdimos esos veinte años. El Perú de los setenta y ochenta fueron veinte años absolutamente perdidos por un pésimo manejo de la economía y, entre otros conceptos, fue una falta de respeto para los derechos de propiedad.

Pero, también, fue parte de un proceso latinoamericano. Había otros países en situaciones similares: sociopolíticas, socioeconómicas.
Eso es cierto. Es cierto que hubo, pero diría que el Perú fue de los más extremos. De los que llevó a un mayor extremo e incompetencia eso. Mucha gente dice que el Estado Peruano se destruyó en los noventa: no. Se destruyó en los ochenta. Recordemos que el primer semestre del año noventa, en plena hiperinflación, el último semestre del primer (gobierno de Alan) García, la presión tributaria era de 3%, 4%. Ahí destruyes el Estado. ¿Cómo un Estado vive con 3%, 4% de presión tributaria? No recaudaba. No había ningún control ni supervisión, (los impuestos) los pagábamos por inercia. El Estado se destruye ahí. Se destruye la administración pública, las instituciones del Estado. Es cierto lo que dices, que en otros países de América Latina hubo esta tendencia, pero en ninguno duró veinte años y pocos llegaron a un proceso hiperinflacionario como el que Perú llegó a fines de los ochenta. Entonces, esos veinte años fueron perdidos. Y se empiezan a recuperar en los últimos veinte. En esa recuperación hay actividades de la sociedad e instituciones que han avanzado muy bien, sobre todo en el sector privado, y otras que se han rezagado. Dentro de las que se han rezagado está buena parte del Estado.


Obstáculos para la inversión privada

Quería conversar sobre algunas cosas que usted había escrito en su columna. Por ejemplo, del tema de la inversión privada: que no se le estaba promoviendo sino que, incluso, en instancias gubernamentales, se le está obstaculizando, y hasta atacando. ¿Hasta qué nivel es este tipo de obstaculización?
Primero, lo siguiente: cuando el Estado no funciona bien, determinadas actividades económicas que dependen mucho de su relación con el Estado, se pueden trabar. Y eso pasó, sobre todo, en el primer cuatrimestre de este Gobierno, donde en el sector público se empezaron a trabar muchos proyectos de inversión, proyectos de infraestructura, donde no había una contraparte en el Estado que ayudara a facilitar. Era por proyectos de concesión, por ejemplo, de líneas de transmisión. Proyectos entregados en concesión por el Gobierno y donde el (sector) privado no sabía si le aplicaban la ley de consulta previa: no había nadie en el Estado que le responda. Nadie.

En el sur sobre todo.
En el sur, claro. Son procesos que se han atrasado. El tubo de gas de TGP (Transportadora de Gas del Perú), la ampliación, está atrasada muchos meses. Entonces, el Perú tiene necesidades infinitas de inversión de infraestructura. Eso es una necesidad y, también, una inversión. Hay dinero del sector privado, hay proyectos, pero el Estado, que debe facilitarlos, muchas veces los dificulta. O no cumple su rol de facilitador en la relación del sector privado con las comunidades locales que, evidentemente, cuando ven un proyecto cerca, quieren ver “¿cómo me gano con eso?”. Y, en ese proceso de negociación, el Estado no siempre cumple el rol que debería cumplir, sobre todo en las regiones. Que deberían ser las más interesadas en sacar adelante esos proyectos porque favorecen económicamente a sus ciudadanos.


Petroperú y el gasoducto del sur

Por otra parte, ¿qué explicación le encuentra usted a este interés de Petroperú de participar en 20% en el proyecto del gasoducto del sur?
Uno de los conceptos más básicos y fundamentales de la teoría económica, el más básico, es el costo-oportunidad. Más o menos, significa: “Si este dinero lo quiero gastar en esto, ¿qué mejor uso podría tener?”. Yo te pregunto, como ciudadano: ¿dónde crees que los siguientes 400 millones de dólares del Perú, de tus impuestos, están mejor gastados: invirtiendo 20% en un gaseoducto que podría ser financiado totalmente por el sector privado o en los primeros 400 millones de un Metro para Lima? O 400 millones de dólares para combatir la pobreza rural. ¿Dónde están mejor gastados?

Obviamente, en combatir la pobreza.
¿Y en segundo lugar?

El Metro.
No meterías 400 millones de dólares de tus impuestos en algo que el Estado no tiene nada que hacer porque, fácilmente, el (sector) privado lo puede hacer.

Claro.
Te digo, Gianmarco, hoy día...

Es casi una invasión (al sector privado).
Es una invasión, pero, además, hoy día, el sector privado tiene todo el aval del mundo para hacer todas las obras de infraestructura que sean rentables. Esta se supone que es rentable. Entonces, si es rentable, deja que el sector privado lo haga. ¿Qué tiene que hacer Petroperú ahí?

Es un interés político.
Claro. Hay el sueño de tener una empresa de petróleo. ¿Para qué? ¿Suiza tiene una empresa de petróleo? Que yo recuerde, no. Chile tiene una ENAP (Empresa Nacional del Petróleo), que es chiquitita. Claro, hablan de Petrobras (Petróleo Brasileiro). Ok, Brasil la tiene, ¿y qué importa? ¿En qué va a cambiar el desarrollo del Perú por tener una empresa de petróleo? El costo-oportunidad de los 400 millones de dólares que el Perú quiere meter en el gasoducto, es muy alto. Te reitero: yo, como ciudadano, prefiero mil veces que se vaya a programas de desarrollo rural, carreteras, vías de penetración, para articular a las comunidades de los andes con los mercados. Ahí deberían ir los 400 millones de dólares. ¿No quieres gastar ahí? Haz en Lima. Empecemos con el Metro, de una vez. ¡De una vez! Para transitar bien por esta ciudad. Pero no en eso. Me parece un desperdicio de recursos de un país que no se puede dar ese lujo.


El crecimiento económico redujo bastante la pobreza

El ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, había comentado que el Perú, actualmente, es el segundo país con menor nivel de endeudamiento de América Latina. Con una deuda pública bruta, ligeramente por encima del 20% del PBI. Estamos bien a nivel económico. ¿Qué nos falta para estar mejor encaminados como país?
Falta que el Estado funcione. Para mí, el mayor reto es que el Estado funcione, porque si tú ves lo que ha pasado en el Perú en los últimos veinte años, desde que la economía cambió hacia un modelo de apertura económica -regresando a la estabilidad macroeconómica, promoviendo la inversión privada-, desde que se cambió a ese modelo, la economía ha tenido un crecimiento impresionante. Es un crecimiento que ha sacado de la pobreza a muchísima gente. Los índices de pobreza estaban por encima del 50%, casi 60%, y hoy están en 30%. Sigue siendo alto. ¿Qué hacemos para reducir ese 30%? Está muy concentrado en zonas rurales. Hay que combatir la pobreza ahí. Nadie tiene una idea de qué hacer en términos de desarrollo rural. Lo que sí tienes que combatir es la desigualdad de oportunidades. En el Perú, ahí se ha basado todo. Lo que tiene que hacer el Estado es tratar de que todo el mundo llegue lo más parecido a la línea de partida.

Sí. Porque esto genera muchos conflictos sociales. Este ver que hay dinero en el gobierno regional o en el presupuesto nacional y no llega a las zonas rurales.
No llega a las zonas rurales, pero tampoco se gasta apropiadamente en educación, salud, nutrición, aunque ha habido avances muy importantes. Y esto hace que un chico malnutrido no vaya a poder competir con un chico bien nutrido. Entonces, ya de arranque, a ese chico lo condenaste a ser pobre. O un chico con una educación muy pobre no puede competir con uno con buena educación. Ahí ya generaste, de arranque, una desigualdad. Buena parte de esa tarea es del Estado. Uno paga los impuestos, entre otras cosas, para que el Estado haga eso.

Aparte que hay una transmisión intergeneracional de la pobreza, por lo general.
Por supuesto. Porque si tú eres pobre y no puedes educar a tu hijo en un colegio que le dé una buena enseñanza, lo estás condenando a que sea pobre. Y si tú eres pobre extremo y no puedes alimentar bien a tu hijo, estás condenando a tu hijo a que no pueda nivelarse con otros chicos. Eso es, en buena medida, tarea del Estado. Entonces, si el Estado no funciona, la igualdad de oportunidades, que es fundamental para un país, (tampoco). Incluso, desde el tema ético hasta un tema de estabilidad. Lo puedes ver en el tema de los principios o en lo pragmático. Eso no se da ahora.

Le quiero agradecer muchísimo la entrevista.
Encantado.

martes, 22 de mayo de 2012

Santiago Cueto



“Educar, dar servicios en zonas pobres, cuesta más”


Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


Santiago Cueto Caballero (Washington, 1960) es un reconocido especialista en la problemática educativa peruana. Actualmente, es investigador principal de GRADE (Grupo de Análisis para el Desarrollo) y coordinador del importante estudio Niños del Milenio en el Perú. Doctor en psicología educacional por la Universidad de Indiana, trabajó como investigador visitante en la Universidad de California, en Davis. Asimismo, es presidente de la Sociedad de Investigación Educativa Peruana (SIEP) y profesor del Departamento de Psicología y de la Maestría en Políticas Educativas de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Además, obtuvo el Premio Nacional de Psicología 2010 y, en el año 2003, en la conferencia anual del Global Development Network (GDN), un trabajo suyo fue premiado con la medalla a la mejor investigación en la categoría Educación, Conocimiento y Tecnología.

Algunas de sus publicaciones son: Promoting early chilhood development through a public programme: Wawa Wasi in Perú (2009), La calidad de la participación de los padres de familia y el rendimiento estudiantil en las escuelas públicas peruanas (2008, en coautoría con María Balarín), Capital social y resultados educativos en el Perú urbano y rural (2005) y Educación ciudadana, democracia y participación (1998). En la siguiente entrevista, el experto profundiza sobre los resultados de la tercera ronda del estudio longitudinal Niños del Milenio, el cual analiza las causas y consecuencias de la pobreza infantil en cuatro países: Perú, Etiopía, India y Vietnam.

Este estudio, conocido internacionalmente como Young Lives, sigue la vida de 12 000 niñas y niños de los cuatro países mencionados, durante quince años (2000 a 2015). En el caso peruano, los niños y niñas del estudio viven en catorce de los veinticuatro departamentos de nuestro país: Amazonas, Ancash, Apurímac, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Huánuco, Junín, La Libertad, Lima, Piura, Puno, San Martín y Tumbes.

Muchas gracias por la oportunidad. ¿Cuál es el principal avance que se podría mencionar de la primera ronda del estudio a esta tercera ronda?
Hay muchas cosas positivas, en términos de la situación de los niños, de acuerdo al informe. En el informe lo que se busca es ver cómo crecen algunos niños, y este es un dato interesante porque en la mayor parte de estudios lo que tenemos es datos de niños de la misma edad, pero no los mismos niños, como en este caso. Aquí seguimos la vida de los mismos niños. Y lo que uno nota, por ejemplo, es una gran expansión en servicios de electricidad, agua, desagüe, acceso a la educación, al DNI, a servicios de salud. Muchas de esas cosas -acceso a servicios, en general- han mejorado mucho. Esa es una noticia buena.

Ha aumentado el acceso a los servicios y, también, la cobertura. ¿El siguiente paso es enfocarse en la calidad?
Exactamente. Ese es el tema. Porque un primer paso muy importante, hablando de educación, es que todos los niños van a la escuela. Ya ese es un pre-requisito fundamental y está muy bien. Ahora, el asunto está en que aprendan todos en la escuela. Y uno nota, con los datos de Niños del Milenio y otros, que eso no ocurre. Ocurre de una manera desigual. Entonces, lo que encontramos en Niños del Milenio, para resumirlo, es que los niños que tienen madres menos educadas, que viven en zonas rurales, que pertenecen a familias indígenas o que son relativamente pobres acceden, en general, a servicios de menor calidad y tienen menores resultados o peores indicadores. Y si se concentran todos estos indicadores a un niño o una niña que presente todas estas características, la combinación es un poco explosiva, en términos de las oportunidades que va a tener para salir adelante. No estoy diciendo que el Estado se haya desentendido totalmente de estos asuntos. Por ejemplo, uno de los temas que tocamos en la encuesta es Juntos, que es un trabajo dirigido a los más pobres, un programa muy importante e interesante. Lo que estamos diciendo es que programas como Juntos o similares necesitan tener mayor énfasis porque las brechas, todavía, son notables.

En cuanto a lo que me mencionaba de esta transmisión intergeneracional de la pobreza, de las madres a los hijos: ¿sobre todo en qué sectores de nuestro país se da? ¿O en qué departamentos de nuestro país está enfocada?
El estudio Niños del Milenio no tiene representatividad para cada una de las regiones, pero de otros estudios lo que uno sabe es que la pobreza está muy concentrada en algunas regiones. En particular, por ejemplo, los datos de Huancavelica, Apurímac, Ayacucho, suelen estar más bajos que el resto. Si uno mira datos educativos de otras encuestas, no solo Niños del Milenio, lo que uno encuentra es que las regiones de la selva tienen un muy bajo rendimiento: Loreto, Pucallpa. En el otro extremo, lo que uno va a notar en, prácticamente, todos los indicadores, es que los niños y las familias de la costa castellano-hablante más industrializada, sobre todo urbana, son los que más sacan ventaja. Es una cosa bien interesante porque ya hay mucha información sobre quiénes son y dónde están los que van a tener peores resultados en algunos años. El tema es la decisión política para llegar a ellos. Ese es un tema que se está trabajando ahora.

El tema de las brechas educativas: ¿está aumentando o está igual que en la primera ronda? ¿Cómo ha sido el avance?
Es una muy buena pregunta. No solo de Niños del Milenio sino de otros estudios, lo que uno ve es que los niños peruanos nacen y crecen hasta los seis meses a un ritmo que es el esperado. Este indicador de talla para edad, que es tan importante, si uno mira los datos de los niños hasta los seis meses: están bien los niños peruanos. Lo que pasa es que hasta los seis meses hay lactancia materna, que los protege un poco. El problema está cuando empiezan a consumir otros alimentos: ahí empiezan a aparecer las brechas. Porque la calidad de la dieta y la estimulación, después de los seis meses, difiere mucho de acuerdo a las características familiares, individuales, que mencioné antes. Allí empiezan a abrirse las brechas. Entonces, una pregunta interesante es, justamente, la que tú haces: ¿en qué medida las brechas se van abriendo? ¿Continúan abriéndose siempre o se mantienen o se cierran? Son las tres posibilidades. Si yo pudiera hacer una generalización de los datos que hay en Niños del Milenio, mi impresión es que las brechas no están aumentando y no están disminuyendo, a medida que los niños crecen. Más o menos, se están manteniendo en el tiempo. Tal vez hay una pequeña disminución, pero, en general, yo diría que, a medida que los niños crecen, no es que el sistema logre darles mayores oportunidades a los que menos tienen. Ahora, espero que esto empiece a cambiar porque este Gobierno se ha propuesto hacer de este tema uno de sus ejes. Ahí está la creación del MIDIS, por ejemplo -que me parece una iniciativa muy interesante-: el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.

¿Hay suficientes mecanismos y redes de soporte público para los estudiantes?
Me parece que no. Ese es uno de los temas que hay que trabajar. En este país, ya hablando de educación, a los niños les puede ir mal en la escuela y no pasa nada. Pueden jalárselos y todo termina siendo responsabilidad del chico. Me encantaría ver sistemas de apoyo porque los docentes ya saben, al final del primer o segundo mes de clases, cuáles son los chicos que van a tener dificultades. Claro, si la familia tiene recursos, si la escuela tiene recursos, le ponen un tutor especial, clases especiales, lo mandan al médico, lo hacen venir los sábados. En la mayor parte de estudiantes en el sistema público esto no ocurre. Y terminan ocurriendo cosas tan dramáticas como que la madre o el padre de familia se entera que su hijo ha repetido de año cuando lo va a matricular el siguiente año. Hay un problema de comunicación, un problema de apoyo. Otra historia que ilustra un poco esto es: nosotros habíamos visto un niño que tenía buenas notas, pero cuando volvimos (a verlo) repitió. Le preguntamos qué es lo que había pasado y dijo que no tenía padre, su hermano había tenido un accidente, su madre estaba enferma y, entonces, él tenía que trabajar.

Tuvo que abandonar el colegio.
Tuvo que abandonar el colegio. El mayor motivo de deserción escolar en el Perú no es, principalmente, el bajo rendimiento sino la presión económica por producir, ayudar para la familia. Juntos es un programa que está bien, de ayuda rural y, básicamente, para primaria. El problema principal de la deserción está en secundaria y existe, también, en zonas urbanas. Quisiera ver mucho más redes de soporte que identifican grupos, individuos y se les asiste de alguna manera que les permite no quedarse atrás.

¿Cuál es el panorama futuro para la educación peruana? ¿Hay, de repente, alguna posibilidad de que podamos tener una crisis educativa como la que ha ocurrido en Chile, ahora último?
Ese es un tema muy interesante. Porque los estudiantes chilenos justificaban sus protestas con base en los resultados de PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, por sus siglas en inglés), que es esta evaluación internacional.

Que a nosotros nos deja muy mal.
Que a nosotros nos deja muy mal, exactamente. Estamos bastante más abajo, en promedio, de Chile, si lo queremos mirar en términos comparativos. Nuestro promedio es más bajo y, además, las brechas socioeconómicas en el Perú, de acuerdo a PISA, son más grandes que en Chile. Pero los chilenos decían: “Nuestro rendimiento y las brechas que vemos en PISA son inaceptables, entonces, esto no puede ser. Tenemos educación de primera, de segunda, de tercera, de acuerdo a las características de los estudiantes, y nos vamos a levantar contra esto”. En el Perú la situación es bastante más dramática y, sin embargo, no hay levantamientos -que yo, en realidad, podría esperarlos cualquier día-. Lo que alguna gente ha dicho que podría estar explicando esto es que Chile ha logrado un crecimiento sostenido durante un cierto número de años, que ha llevado a una mayor conciencia y discusión de los temas sociales que las que tenemos en el Perú. Si esta hipótesis es cierta, lo que tenemos que hacer es mirar casos como el chileno y actuar de manera preventiva para generar un sistema educativo y social que lleve mayores oportunidades y sea eficaz. Que no sea solo construir escuelas y que los chicos vayan, sino que, efectivamente, la calidad de la educación sea equitativa.

Si bien ha sido un accidente, al parecer, el incendio del local (un inmenso almacén, en marzo de 2012) del Ministerio de Educación. ¿Cómo puede ocurrir eso con algo tan importante?
Sí. Eso tiene que ver con una gestión que, todavía, está demasiado centralizada. Porque se producen millones de textos, se almacenan en Lima para enviarse a todo el país. Accidentes van a ocurrir siempre y hay que tratar de evitarlos, por supuesto. Pero, tal vez, lo que deja de lección esto, el tema de fondo, es que el Ministerio de Educación, como agente que es, se encarga de surtir materiales, necesidades, para todos. Es un esquema que debe ser reemplazado para reforzar la descentralización -que, por supuesto, ya empezó hace varios años- que permita que los servicios materiales y las facilidades estén más cerca de los estudiantes y no todo en Lima.

Volviendo al estudio Niños del Milenio: comparativamente, ¿cómo quedan los niños peruanos con los de los otros tres países? Que también son países en desarrollo.
Vietnam es un caso muy interesante y, por supuesto, no voy a decir que es comparable con el Perú, por el sistema político. Como sabemos, hay un partido único y no hay una democracia como la que tenemos en el Perú. Pero ellos le han puesto mucho énfasis al crecimiento económico y educativo. Entonces, lo que nosotros observamos, entre una ronda y otra, en los estudiantes vietnamitas, es rendimientos que se van para arriba muy rápidamente, más que en el Perú. Si seguimos con Vietnam, lo que se observa allí -también acá- es que los estudiantes de las minorías étnicas la tienen más difícil en oportunidades y resultados educativos. Hay un tema que es común a los cuatro países, que tiene que ver no solo con la calidad del sistema educativo sino con estructuras de poder en las cuales los estudiantes de las minorías tienen menos voz y se les da menos importancia por razones que no se pueden justificar.

¿Puede ser, también, por una herencia histórica colonialista?
Totalmente. El tema de la educación -en el Perú- de poblaciones indígenas se trata a través de una oficina que tiene gente muy capaz, pero que está pensando en reformar el sistema porque la educación intercultural bilingüe ha estado dirigida básicamente a zonas rurales y escuelas multigrado. Esas escuelas, por tradición y herencia, son la última rueda del coche. No deberían serlo, pero son. Y el dejarles a ellos la exclusiva responsabilidad de llevar adelante la educación intercultural bilingüe no funciona porque los padres mismos perciben que el poder está de lado de los que hablan castellano y son urbanos. En muchos casos, cuando estos programas van a estas escuelas, los padres y madres dicen: “Yo quiero que mi hijo aprenda castellano, y si va a aprender otra lengua, que aprenda inglés. Yo no quiero que aprenda a leer y escribir en lengua indígena porque eso ¡de qué le va a servir!”. Y mientras eso no cambie en las estructuras, de mayor respeto entre las diferentes etnias, como ocurre en países europeos como España, donde hay mucho respeto por las lenguas locales… O en Sudamérica, el caso de Paraguay, donde hay mucho respeto por el guaraní. Entonces, no es solo un tema educativo, es un tema social y político.

En Bolivia, también, se respeta su idioma aymara, quechua.
Sí. Ahí la discusión es más complicada como educación bilingüe, pero sí.

En vista de los resultados de esta tercera ronda del estudio Niños del Milenio: ¿nos acercamos a los Objetivos del Milenio? ¿Se puede decir que vamos al 2015 bien enrumbados?
En muchos indicadores vamos bien. Lo que pasa es que los Objetivos del Milenio se plantean como objetivos mundiales y, en muchos casos, ya estábamos muy cerca o, incluso, habíamos superado la meta. Por ejemplo, en cuanto a matrícula. Algunas de estas metas son más relevantes para países africanos que habían empezado un poco de más abajo. Lo que, tal vez, habría que hacer con Objetivos del Milenio y otra iniciativa muy similar que se llama Educación para Todos, de UNESCO, es plantear metas para el Perú. Por ejemplo, el Ministerio de Educación acaba de decir que para segundo grado de primaria, al 2016, quiere aumentar, más o menos, 20% el rendimiento de los estudiantes. 20% más que llegue a los niveles satisfactorios. Lo que quisiera no solo es que me digan que va a aumentar 20% sino que la brecha que es de tanto se va a reducir a la mitad o algo así. Porque yo puedo aumentar 20% de una manera muy inequitativa, haciendo que los mismos estudiantes de la costa, en zonas urbanas, industrializadas, tengan casi todos un buen rendimiento, olvidándome de los estudiantes de zonas rurales, indígenas, pobres. Esa combinación, seguramente, me daría 20% de incremento.

Pero solo buscando mejorar los promedios, en general.
Así es. Entonces, no solo hay que buscar mejorar promedios, hay que buscar reducir brechas. Mejorar promedios y reducir brechas: las dos cosas, simultáneamente. Es un reto fundamental y muy complicado de hacer porque a cualquier Gobierno en el Perú le resulta más fácil y políticamente rentable hacer más obra en zonas urbanas porque el acceso es más fácil, hay más chicos y, finalmente, todo esto redunda en mayores votos para la siguiente elección. Llegar a zonas rurales es llegar a zonas aisladas, con peores caminos. En pocas palabras, cuesta más. El Estado tiene que aceptar que educar, dar salud, luchar contra la pobreza en estas zonas cuesta más. Como, efectivamente, ocurre con algunos de estos programas. Yo, en educación, por ejemplo, pensaría en mecanismos en los cuales uno dice: “Vamos a ver, ¿cuáles son los resultados de las escuelas y los distritos?”. Y ahí donde hay peores resultados, aumentaría la inversión por estudiante para hacer programas específicos para levantar la base. Educar, dar servicios en zonas pobres, cuesta más. Hay que aceptarlo y estructurar el presupuesto de esta manera, para que sea más equitativa.

¿Presentan, en general, los países andinos -y no solamente Perú- problemas para el sector educación? Porque para llegar a una comunidad campesina tengo que irme tres horas en una camioneta por un camino chiquito. ¿Eso es un problema de los países andinos o es, más que nada, un mal manejo gubernamental?
Los problemas que vive el Perú son muy parecidos a los que viven otros países. Pero cada país tiene una particularidad y hay algunos que han decidido darle más importancia a la educación rural. Por ejemplo, Colombia creó hace algunos años un programa muy interesante, que parece que ha tenido un impacto positivo, que se llama Escuela Nueva. Es un programa para escuelas rurales, multigrado. Parece que ha funcionado bastante bien. Los chilenos, hace unos años, pensando en el tema de equidad, tenían un programa que se llamaba De Las Mil Escuelas, donde buscaban las mil escuelas de peor rendimiento y trataban de trabajar con ellas. Aun así, tienen el problema de inequidad que hemos mencionado. Pero insisto, con algunas excepciones interesantes, los problemas son muy parecidos: menor servicio educativo o menores servicios sociales, en general, para las poblaciones indígenas, pobres, aisladas. Es una cosa que tiene que cambiar.

Es una combinación letal.
Una combinación letal.

Muchísimas gracias por la entrevista.
Encantado.

jueves, 17 de mayo de 2012

Azucena Gutiérrez


“El empresario tiene mucho por compartir”


Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


No hay límites empresariales para Azucena Gutiérrez Sánchez (Lima, 1982). Nadie puede decir hasta donde llegará, pero, sin duda, será muy lejos. Porque a los 25 años, durante la primera temporada de su exitosa juguería Disfruta -de la que es socia fundadora y directora de marketing-, ella ya facturaba 100 mil dólares. Hoy, cinco años después, cuenta con doce locales en todo el Perú. Y proyecta expandirse pronto a Chile y otros países sudamericanos. Azucena tiene recién 29 años, pero ya varias de las mujeres de negocios más importantes de nuestro país le han prodigado merecidos elogios por su desempeño empresarial.

Ella es administradora de empresas por la Universidad del Pacífico, directora académica del Centro del Emprendimiento, catedrática de la Universidad del Pacífico y del Instituto San Ignacio de Loyola, presidente del comité de universitarias de OWIT Perú (Organización Internacional de Mujeres en Negocios), invitada de la CADE 2010 y expositora de la CADE Universitaria en los años 2008 y 2009, miembro organizador del comité de jóvenes de Perú 2021, así como coach y promotora del programa EmprendeAhora.

Cuando uno escucha a Azucena hablar de Disfruta, su empresa, se contagia de su energía y optimismo. La pasión que ella transmite hacia su ascendente negocio, el evidente cariño que siente por su trabajo, el cuidado permanente que tiene para que no se le escape ningún detalle empresarial, y sus ganas infinitas de seguir creciendo como emprendedora, la convierten en una mujer con un futuro brillante. Hoy, es un verdadero ejemplo a seguir para muchos jóvenes peruanos.

Muchas gracias por la oportunidad. Con un capital de treinta y cinco mil dólares empezaste tu negocio. ¿Tuviste que ahorrar mucho tiempo para conseguir este capital o te hiciste préstamos?
Esos treinta y cinco mil eran en papel. No los logré juntar. Te soy totalmente sincera. Los treinta y cinco mil incluían desde la infraestructura hasta la compra de insumos, equipos, uniformes de los chicos, material gráfico. Incluía todo eso, pero no me alcanzó el dinero. No nos alcanzó, en realidad, porque somos tres socios. Entonces, fue comenzar con lo que podíamos, que en ese momento llegaba a menos de doce mil dólares, que era menos de la mitad del presupuesto inicial. Comenzamos con cuatro mesas, una licuadora, un equipo de frío, y de ahí se vendía uno, dos jugos, diez, y así se iba sumando. Se compraba una mesa más, una silla más. ¿Cómo se obtuvo ese dinero? Fondos propios, ahorro. En realidad, el proyecto estaba para lanzarse el 2005. Lo lanzamos el 2007. Tuvimos dos años de ahorro. De ahí nos hicimos préstamos personales con unas tasas altas de interés, pero teníamos que asumirlos. Así arrancamos Disfruta.

Al primer medio año ya tenías otro local en el norte y, además, una franquicia por Minka. Ahora, tienes muchos más locales, después de cinco años. ¿Cómo has sentido este avance? ¿Te lo esperabas? ¿Estaba dentro de tu plan estratégico?
Fíjate que sí. Quizás no el tiempo, pero sí convertir Disfruta como una marca a nivel nacional. Llevarla al extranjero, también, era importante. Lo teníamos visto. No sabíamos que iba a ser en tan corto tiempo, pero siempre, desde el inicio, pensamos en tirar la piedrita lo más lejos posible e ir a buscarla. Desde siempre. Eso viene desde casa. Mis papás, mis abuelos: una familia de emprendedores. La ambición sana de buscar los mejores resultados posibles. Eso fue Disfruta. Su crecimiento, si bien se ha dado de una manera muy natural, ha sido de años de trabajo. No solamente los años de nosotros sino la educación invertida en nosotros, que es experiencia pasada de familias en temas de emprendedurismo. Entonces, sí, estaba presente el tema. Todavía hay mucho por recorrer, recién cumplimos cinco años. Queremos seguir creciendo a nivel nacional, se abren muchas oportunidades. Y, también, sacar la marca que ya. Prácticamente, es una realidad para nosotros porque estamos con propuestas muy avanzadas en Chile. Queremos concretar este año una apertura en Chile: sería un lindo regalo por estos cinco años.

En el tema de las ganancias, el primer año, 2007, tuviste cien mil dólares. ¿Cuánto han avanzado ahora tus ganancias, si se puede saber?
En realidad, las ganancias se han ido incrementando, pero, con la misma magnitud, queremos tener un crecimiento sostenible. Para eso la reinversión es crucial: nuevos equipos, nueva tecnología. Integrarnos hacia adelante, integrarnos hacia atrás. ¿Qué significa eso? Buscar tanto los procesos como las máquinas necesarias para mejorar nuestra producción. No solamente es comprar fruta y picarla. Hay una tecnología detrás de eso para generar mejor rentabilidad. Entonces, la inversión: eso hasta ahora sigue. Si bien tampoco es que no tengamos calidad de vida -todo el equipo que trabaja en Disfruta-, nuestra principal meta es seguir reinvirtiendo. Todavía somos juniors, somos chiquitos. Tenemos cinco años, hay mucho por recorrer. Y si queremos que esto sea sostenible, tenemos que reinvertir mucho. Toda ganancia es reinvertida en el negocio. No se hubiese dado este crecimiento si no fuera así. Quizás por la juventud uno piensa: “Gano un poquito de dinero y ¡living la vida loca!”. O comienzo a gastar: me compro casa, carro, ropa, me voy de viaje. No ha sido así. La política de austeridad y compromiso con Disfruta: desde el inicio hasta ahora.

¿Ya han superado el medio millón (de dólares)? ¿Han llegado a esa cifra?
No. Todavía no. Pero estamos en búsqueda de ese sueño.

Están cerca.
Sí. Ojalá que se dé pronto. Queremos seguir creciendo.


El know how y la experiencia familiar

¿Disfruta es Azucena Gutiérrez Sánchez o la familia Gutiérrez Sánchez?
Son los hermanos Gutiérrez Sánchez, ja, ja… Pero involucraría a los Grados, a los Valdés, que son la familia de mis papás. A los Gutiérrez, en general. A los Sánchez. Es la suma de esfuerzos. Definitivamente, es un negocio familiar, comenzando por los fundadores. Pero no falta mi mamá que viene y dice: “Me cambian las plantas… Esto está sucio”. O viene mi abuela y dice: “Hijita, he visto que una persona no se ha sentido atendida”. Por más que no están directamente, sus ojos no dejan de estar puestos en Disfruta. Y todo comentario de ellos es muy bien escuchado. Sobre todo de ellos, porque los papás de mi papá tenían una juguería. Los papás de mi mamá tenían bodegas. Mis papás tienen un restaurante de pescados y mariscos que se llama El Piano. Entonces, imagínate si todo ese know how -como se dice en temas administrativos- o toda esa experiencia no se volcara en Disfruta. Es mucho más allá de los socios o los fundadores. Tiene que ver mucho con la familia.

¿Crees que todo ese know how de tus antepasados te ha permitido un crecimiento sorprendente, para una persona tan joven? ¿Crees que si no tuvieras todo ese know how previo, hubieras podido estar donde estás?
Yo creo que no. Pero, también, es la suma de lo aprendido académicamente. Es muy importante el respaldo que recibí, tanto de la universidad en la que estuve, en la que está mi hermano menor -porque todavía sigue estudiando- y el mayor.

En la Universidad del Pacífico.
Sí, en la Universidad del Pacífico. El menor está en la Universidad Católica. Entonces, ese respaldo y esas experiencias, también. Los profesores que tuvimos, que compartieron con nosotros sus experiencias académicas, profesionales. Ha sido la suma. Y eso es, yo creo, el éxito de un negocio, de un emprendimiento que quiere buscar resultados exitosos: sumar esfuerzos. El empresario tiene mucho por compartir. Si uno no comparte… En eso están basadas las grandes economías: en temas de asociatividad. La Bolsa de Valores, si lo queremos ver en un tema mucho más profundo, es un compartir: comparto mis acciones, adquiero capital, sigo creciendo. Si no compartimos, no crecemos. Y eso ha sido Disfruta desde un inicio: un compartir con el equipo de trabajo, creer en el crecimiento a través de la franquicia, buscar nuevos socios. Compartir lo que tenemos. Y no solamente el “nosotros”. A ese paso, nunca hubiésemos crecido. Siempre es un compartir, creer en el riesgo, reinvertir y otra vez. Esa es la clave para seguir creciendo: el compartir.

Me gustaría que me cuentes un poco acerca de este estudio de mercado previo que hiciste. Fue profundo y académico, antes de sacar adelante tu proyecto Disfruta.
Así es. Es muy importante el conocimiento, el planeamiento, si quieres lanzar un proyecto. Está muy bien aprender de los errores, pero la idea es equivocarse lo menos posible. Esa es la base de Disfruta. Nosotros teníamos poco capital, éramos jóvenes y queríamos equivocarnos lo menos posible. Para eso hay que adquirir conocimiento. Que nos dio la universidad y que pudimos plasmarlo en un plan de negocios. Ahora, si no hay la capacidad de ir a una universidad, hay institutos, academias, programas, en los que se pueda, de alguna manera, aprender. Y eso estamos viéndolo ahora que soy directora académica del Centro del Emprendimiento. Es un proyecto independiente y lo hicimos entre mis socios y otros grupos de empresarios para apoyar a pequeños empresarios. Son programas cortos de emprendimiento, en los que los ayudamos a hacer su plan de negocio, ver temas de costos -que es difícil-.

¿Tienen una página web?
Sí. Es: www.centrodelemprendimiento.com.pe Es buenazo (el centro). La verdad es que me nutro de buenas ideas, transmito ideas. Todos los chicos que trabajamos ahí, también. Muchos somos empresarios, otros son profesores de universidad o profesionales en otras empresas, en cargos gerenciales. De alguna manera, es justamente lo que te decía: compartir conocimiento. Y Disfruta se basó en eso, en hacer un plan estructurado de negocio, analizar bien la idea de negocio, ver todas las aristas importantes, como el plan operativo, el plan financiero, el plan de marketing. Profundizar en ello, hacer la investigación de mercado, que es la fuente de conocimiento para realizar estos planes -el operativo, el financiero, todos estos planes que vienen-. Hicimos encuestas, entrevistas a profundidad -dentro de la investigación de mercado, para mí, la entrevista a profundidad es la clave-. Entrevistarte con personas que sepan del tema, que te compartan las experiencias que han tenido, es clave.

El know how.
Aprender de los que ya saben. Claro, es compartir el know how. Eso es en las entrevistas a profundidad. Compartir con alguien…

Todos los casos de estudio.
…todos los casos, investigar, estar ahí. Leer bastante sobre el tema que vas a desarrollar. La verdad es que sí se hizo un estudio. Nuestro plan de negocio demoró un año. No fue como que “ay, me desperté un día, una semana después ya lo hice”. No.

Pero tú eres la promotora de todo esto.
Sí. Si bien era parte de un curso integrador, lo hicimos muy real. No era sacar una nota. No era “quiero hacer el mejor plan, sacar una nota, terminar con buen promedio”. No era eso. Era llevarlo a cabo. Y dos cosas tan importantes sí pueden converger: sacarte una buena nota y tener la pasión para hacerlo, todas las ganas de hacerlo. Esto yo lo iba a hacer realidad. No era un curso que llevábamos bien alegres, para pasar (de ciclo), sino que era algo que se iba a realizar. Eso fue importante para desarrollar un buen plan de negocio: tener esa intención de llevarlo a cabo.

Habiendo conocido o trabajado con gente tan importante en el tema de negocios como Inés Temple y Carmen Rosa Graham, te habías separado de ellas y habías formado tu propio negocio. Muchos jóvenes, lo que quieren es estar cerca de estas grandes mujeres de negocios en nuestro país.
¡Tuve una suerte espectacular! De ellas aprendí muchísimo. De alguna manera, estamos relacionadas porque pertenecemos a OWIT. Nos vemos poco, pero nos vemos. Sigo aprendiendo de ellas. Yo les comenté mis planes de crecimiento y están superorgullosas, y yo superorgullosa de ellas. Fue muy agradable aprender. Eso es lo que tiene que pasar un joven: tener experiencia. Alguien que quiere aprender tiene que, primero, ser empleable. Lo que habla mucho Inés: el tema de la empleabilidad. Y en todo el proceso de emprendimiento no debe perder esa empleabilidad. Eso fue lo que hice: aprendí mucho de ellas, todo lo que pude. Era una esponjita abierta, siempre he sido así. El adquirir nuevo conocimiento tiene que ser nuestra tarea diaria. Eso es lo que me motiva a seguir. En Disfruta cada día aprendo más y, si me aburro, trato de buscar un nuevo horizonte, una nueva línea de negocio.


Disfruta por dentro

¿Cuántas personas conforman el material humano con el que trabajas?
Somos 155 personas, más o menos.

¿En cuántos locales?
Somos doce locales operando. Es bastante gente, bastantes chicos. La mayoría, el 95%, son menores de treinta años.

¿Estás pendiente de ellos todos los días?
Trato. A veces. Por eso hay administrador en cada local, pero, de alguna manera, me vinculo con todos los administradores. Trato de darme vueltas por los locales, viajo. Es importante estar ahí, ver cuál es su trabajo, preocuparse por ellos. Estamos hablando de personas. Cada persona es diferente una de la otra. Tratamos de buscar siempre los mismos perfiles, pero es difícil. A veces, falla uno, a veces, tienen buenos resultados otros. En el negocio de servicios, la clave es la gente que te acompaña.

¿Y tú eres la persona que selecciona? Obviamente, eres el paso final antes de que entren a la empresa, pero ¿los vas viendo durante el proceso o simplemente das la aprobación final al personal que va a trabajar en tu empresa?
Antes hacía eso. Ahora ya no soy el último paso. Ahora está la gerente de operaciones, que es la última persona que ve ese tema. Pero sí trato de ver el servicio: estar ahí para ver cómo atienden, qué están haciendo. Es más, la primera capacitación que recibe cualquier persona nueva, es conmigo. Se hace todo el proceso de reclutamiento, selección, y cuando ya están aprobados y comienzan a trabajar, la primera capacitación es la mía. Me conocen al instante, a la semana de haber comenzado a trabajar. Les hablo sobre Disfruta, nuestros objetivos, nuestra estrategia como empresa, nuestros logros, para que nos acompañen en eso.

Es una manera de engancharlos rápidamente con la empresa.
Exactamente. Rápidamente me ven y comparto todo este sentimiento que es Disfruta.

Por lo general, en una empresa grande se suele ver al jefe, a los gerentes, cuando ya se tiene un mes, dos meses…
Sí.

…trabajando en una empresa.
Es realmente superrápido. A veces, se extiende un poco el tiempo cuando es en otras ciudades. Pero la rotación no es tan alta como en Lima. En Lima la gente rota bastante porque son jóvenes, estudian, se cambian de horarios.

¿Tu personal va rotando dentro de los locales, también, o no?
No. A veces, por temas de urgencia, sí se intercambian. “Necesito a alguien, apóyame”, pero generalmente se respeta su horario porque son chicos que trabajan. Yo no les puedo estar moviendo el horario porque ellos tienen ya ocupada toda la mañana o la tarde.

¿Y cuál es tu local estrella?
El primero, el que comenzó: San Borja. De hecho, no sé si le tengo más cariño, pero sí admiración, porque de este salió todo (sonríe). Así que es el mejor Disfruta, yo creo.

¿Y la temporada alta de Disfruta?
Verano. De todas maneras.

¿En enero-febrero-marzo?
Enero-febrero-marzo. Está abril coqueteándonos con el calor, pero, básicamente, es enero-febrero-marzo.

Te has preocupado mucho por el aspecto visual de tu carta.
Sí.

Es una carta fresca, juvenil, tiene colores vivos y con excelentes fotos. ¿Tu interés por la parte visual parte de ti o es, más que nada, por las asesorías que has recibido de gente especializada en marketing?
Cuando uno comienza un emprendimiento, uno es mil oficios. Lo que no sabes lo aprendes en el camino o te matriculas en algo. Yo siempre digo que el tema de estarte capacitando es importante. Me he metido en todos los cursos que te puedas imaginar (sonríe), en temas de negocio. De por sí, me llama mucho la parte visual. Tengo un sesgo marketero porque comencé practicando en temas de recursos humanos y marketing.

Porque tú eres administradora.
Sí, soy administradora. Mi primera práctica fue en recursos humanos.

¿En DBM?
No. En la Universidad del Pacífico. Fui asistente de Elsa del Castillo, que ahora es la directora de la Escuela de Postgrado de la Universidad del Pacífico. Antes fue la gerente general y antes mi profesora. ¡Trome, trome! Aprendí muchas cosas de temas de recursos humanos. Los primeros conocimientos que tuve de responsabilidad social, también. De ahí pasé a Teknoquímica, como practicante de marketing. De ahí a DBM. En el ínterin estuve en Henkel, haciendo una práctica, antes de Teknoquímica. En DBM estuve en marketing. Trabajé dos años. Ahí sí es “trabajé”.

Y de ahí ya a tu propia empresa.
Sí. Pero Disfruta estuvo todo el tiempo ahí, de alguna manera. Yo no me acordaba, pero excompañeros de trabajo de Tekno me decían: “Oye, yo me acuerdo cuando me hablabas de Disfruta” (sonríe). Claro, tenía otro nombre, que ya no me acuerdo.

El nombre fue variando…
Sí.

…pero el concepto lo tenías siempre.
El concepto, también, fue variando. Porque comenzamos con una juguería chiquita y así fue mejorando.

Una tradicional.
Claro. Tuvimos un año de perfeccionarlo. Encima, lo presentamos y después cambió. Dos años después, cambió más, ja, ja...

Porque no son solo jugos. Veo que también hay muchos más (productos). ¿Cuál es tu producto o productos estrella?
El jugo, siempre. Queremos que Disfruta esté basada en temas de frutas y de ahí sacar productos. Por ejemplo, tenemos el Frozen Yogurt, que es natural, o postres frutados, chocolates frutados, todo alrededor de la fruta. Pero siempre se lleva las preferencias los jugos. Es la estrella-estrella. Somos más conocidos como juguería.

¿Y algún jugo, en especial?
Está el Zúmbate, que es granadilla, mandarina y naranja. Es un jugo superfresco. Otra estrella: el Té Sandía, para verano. Es muy rico, combina té verde con sandía, así que es muy fresco. En invierno, el chocolate caliente de lúcuma, probablemente, se lleva los bombos y platillos. Y el Frozen Yogurt de Fresa.

¿Cada año presentas algún nuevo producto?
Sí. Tratamos de sacar nuevos productos. Todos los años hemos agregado un nuevo producto. Esta carta es cambiante.


Equilibrando la vida personal y empresarial

Se nota que eres una empresaria totalmente metida en tu negocio. ¿Eres de esas empresarias que tratan de equilibrar su vida personal con los negocios o eres de esas que se dejan absorber, engullir totalmente por el negocio?
Yo creo que sí realizo un balance. Mi mamá me dice que mi día dura treinta y dos horas, ja, ja, ja…

Ja, ja, ja…
Pero mira que, desde muy chica, me he metido en muchas cosas. Siempre he estado metida aquí, ahí. He sido una saltimbanqui. Tú, seguramente, eres hijo, hermano, quizás papá, sobrino, primo, tío y, encima, trabajas en una empresa, tienes amigos. ¡Es una serie de contactos tu entorno! Yo creo que sí, de alguna manera, trato de balancear eso y que me haga feliz. Mi trabajo me hace feliz, así que le dedico mucho tiempo. Mi familia, también, me hace feliz. Y mis amigos.

¿Te da tiempo para tener una pareja?
Sí tengo enamorado. Me olvidé de Diego, ja, ja, ja… ¡Diego es lo máximo! Nos conocemos hace cinco años y estamos de enamorados hace cuatro. Casi todo Disfruta, ¡imagínate!

¿Lo has conocido acá, en Disfruta?
No. ¡Esto fue muy bonito! Los dos participamos en un programa de liderazgo organizado por la Universidad del Pacífico y la Georgetown University. Fue hecho acá, él era arequipeño…

Carmen Rosa Graham era…
¡Claro! Ella era la coordinadora.

…la coordinadora.
Nos conocimos ahí. Él vino de Arequipa para hacer estos quince días y yo en Lima estaba los quince días.

Es arequipeño.
Es arequipeño. Nos conocimos…

¿Y tú eres limeña?
Yo soy limeña. Creo que había ido una vez a Arequipa cuando tenía cinco años.

¿Tus papás son limeños?
Mi papá es huancaíno y mi mamá es canteña, de la sierra limeña.

Por Obrajillo.
Ella es de Obrajillo. En verdad, somos de Obrajillo. Me acuerdo que toda mi niñez he ido a Obrajillo en Semana Santa. Hermoso lugar. Sí. Somos de Obrajillo. Mi bisabuela, que todavía está viva. Mi mamá vivió en el mismo Obrajillo hasta fin de primaria. Toda su niñez la pasó en Obrajillo y de ahí vino recién a Lima.

¿Y tu familia quiere a Diego, también?
Sí. Nos conocimos con Diego, un año de amigos, superbuenos amigos. Él venía siempre. Al año ya nos convertimos en enamorados, hasta ahora.

¿Ha podido equilibrar tu vida personal?
Sí. Casi cuatro de los cinco años he estado con Diego.

¿También es empresario?
No. Mis papás sí son empresarios los dos y trabajan juntos. Restaurantes ya tienen. Diego trabaja en relaciones comunitarias de Buenaventura. Así que tiene un feeling muy social. Está de mina en mina y, también, en Lima. Para viajando. Mi hermano mayor trabajó en Buenaventura. Tengo un cariño muy especial a Buenaventura. Porque él renuncia y todo lo que ahorró en Buenaventura, todo su trabajo (lo invirtió en Disfruta). Igual yo, de DBM. Siempre he sido muy agradecida con mis empleadores o con las organizaciones. He cuidado cada empresa en la que he estado como si fuera mía. Eso ha sido clave.

Dejar siempre en alto tu imagen, tu trabajo.
Sí. La verdad que sí. En DBM yo cuidaba hasta el papel. “Hay que ahorrar aquí”, siempre. La vida, como tú das, te devuelve. Tengo un equipo de gente que siento que cuida bastante su trabajo. Lo valora y lo quiere como uno. Mi cariño hacia DBM porque todo lo que yo, con mi esfuerzo, ganaba ahí, lo traía para Disfruta, para comprar algo nuevo. Y a Buenaventura, también, porque Lalo, mi hermano, todo lo que conseguía ahí era para el colchón y reinvertir en Disfruta. A Inés y a Don Alberto un cariño especial.

Veintinueve años (de edad), doce locales: ¿cuál es el techo de Disfruta?
Todavía seguir creciendo, tener más locales. ¡Imagínate, queremos llegar a la selva! Hay una opción para abrir en Pucallpa, Huánuco, Iquitos, Tarapoto. Ojalá que ya se dé pronto. Siempre acompañada con los centros comerciales.

¿Te buscan empresarios de allá o tú vas viendo las personas?
Hay muchos interesados, eso es lo bueno. Gracias a Dios, hay muchas propuestas. Con Promperú, el viaje a Chile que tuvimos fue muy exitoso. Estamos con todas las ganas. Queremos seguir creciendo no solo en el país sino en la región: Chile, Ecuador, Argentina, Brasil, Colombia, ver por dónde vamos. Siempre acompañados de Promperú, de todo el equipo de exportación de servicios, que está pendiente de apoyarnos, generar conocimiento. Nos ha capacitado en temas de negociación, marketing, tributarios -porque a veces uno no conoce, en otros países, cómo funciona la cosa-, registro de marca. El apoyo ha sido espectacular del departamento de exportación de servicios. Ojalá que sigamos en eso, que haya esa comunicación Estado-empresa privada para seguir creciendo.

Muchísimas gracias por la entrevista, Azucena, y que sigan los éxitos para Disfruta. Es un orgullo que una persona tan joven y que ama tanto lo que hace, siga en lo suyo.
Gracias, Gianmarco. ¡Qué lindo! Muchos éxitos para ti, también.

martes, 15 de mayo de 2012

Zoé Valdés


“Mi literatura tiene que ver mucho con la libertad y la vida”


Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


La novelista, poeta y guionista cubana Zoé Vadés (La Habana, 1959) es una de las figuras más importantes de la literatura latinoamericana actual. Este 2012, el último galardón que ha recibido es el Grande Mèdaille de Vermeil de la Ville de París (lo han recibido antes Toni Morrison -Premio Nobel de Literatura 1993- y Paul Auster -Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2006-, entre otros). En 1999, la autora fue condecorada como Chevalier des Arts et des Lettres de la República Francesa. Entre sus novelas, tenemos: Te di la vida entera (finalista del Premio Planeta en 1996. Traducida a once idiomas), La eternidad del instante (Premio Ciudad de Torrevieja en 2005), Lobas de mar (Premio Fernando Lara de Novela en 2004), La nada cotidiana (Premio Liberatur en 1997. Traducida a veintidós idiomas), La hija del embajador (Premio de Novela Breve Juan March en 1995), Sangre azul (finalista en el certamen de novela erótica La Sonrisa Vertical en 1987), El pie de mi padre (2000) y El todo cotidiano (2010). Algunos de sus poemarios: Vagón para fumadores (finalista del Premio Casa de las Américas en 1988), Todo para una sombra (accésit del Premio Carlos Ortiz de Poesía en 1985) y Respuestas para vivir (Premio de Poesía Roque Dalton y Jaime Suárez Quemain en 1982). También ha publicado el ensayo novelado La ficción Fidel (2008) y obtuvo el Premio Coral, en el Festival de La Habana de 1990, al mejor guión cinematográfico inédito por Vidas paralelas.

Asimismo, Valdés colabora en publicaciones españolas y francesas como El País, Le Monde, Le Nouvel Observateur, El Mundo, Qué leer, Libération, El Economista, Vogue, Beaux Arts y Elle. Además, ha codirigido -con Ricardo Vega- el cortometraje Caricias de Oshún, fue subdirectora de la revista Cine Cubano y ha sido jurado del Festival de Cannes en 1998. En 2005 fue reconocida con un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Valenciennes, en Francia. Actualmente, tiene un muy leído blog -que ha recibido casi tres millones y medio de visitas- y es una anticastrista a ultranza.

En 2011 la escritora cubana -que reside en Francia desde 1995- vino al Perú como invitada del Festival Eñe América, donde ofreció la conferencia Me moriré en París con aguacero. Durante dicho festival nos concedió la siguiente entrevista que, si bien tiene algunos momentos ásperos, comparte otros muy reveladores sobre su propia obra literaria y respecto a la historia y la política de su país -la fuerte presencia soviética que tuvo Cuba durante décadas es un tema del que, hoy, pocos hablan-. Finalmente, es enternecedora la manera en que la estupenda narradora y poeta caribeña muestra su lado más humano, al detallar fragmentos de su biografía -que, por momentos, ha sido dramática-.

Quería empezar la entrevista leyéndole este pequeño fragmento que usted seguramente va a reconocer: En este bar se hablaron nuestras almas / y se dijeron frases deliciosas. / En este bar pasaron tantas cosas / por eso vengo siempre a este rincón. ¿A qué le remiten estas…?
Primero, tiene que ver con mi obra Te di la vida entera: es la canción que cantaba Benny Moré, con la que mis padres se conocieron. Una de las canciones preferidas de mi madre.

En el fondo, Cuca y Juan Pérez eran un homenaje a sus padres.
Son personajes inspirados en mi madre y mi padre. Por ejemplo, Juan Pérez no tiene nada que ver con mi papá, pero mi mamá sí tiene mucho que ver con la Cuquita Martínez, que es el personaje de Te di la vida entera.

Me preguntaba si acaso usted, también, había tenido su primer bolero con alguien llamado Juan.
No (sonríe). No he tenido el primer bolero con alguien llamado Juan. De hecho, yo creo que mi primer bolero fue ya muy tarde y con mi madre. Tarde, en el sentido de que los boleros dejaron de oírse en Cuba. Temprano, porque desde que yo nací estuve oyendo los boleros cantados por mi madre. En realidad, fueron muy temprano para mí porque era muy pequeñita, pero muy tarde porque los boleros existían desde hace mucho tiempo y no llegaron a mí sino a través de la voz de mi madre. No de manera normal, no a través de la radio. Muchos boleros fueron prohibidos en Cuba.

Y cuando uno, desde otro país, mira a Cuba, es imposible no pensar en Cuba sin su música, sus boleros.
Desde luego. Es una de las marcas principales de Cuba. La gran calidad que tuvo esa música de los cuarenta y los cincuenta, y la gran calidad y cantidad de músicos cubanos que hubo y existieron en esa época, dentro y fuera de Cuba. Sobre todo en México, porque muchos fueron a México, Venezuela.

Cuquita Martínez, en el fondo, es la personificación de una época previa al castrismo y de casi todo el castrismo. ¿Usted pensó que iba a durar tanto el castrismo en su país?
Yo nací en el 59. Lo único que he conocido ha sido el castrismo. Lo que me propuse, más bien, con la novela era contar varias décadas de Cuba en la piel de una mujer que se llama Cuca. Cuca es Cuba. Entonces, yo quería contar desde los años treinta que ella nace hasta los años noventa. Unas cuantas décadas no solo de cultura popular sino de sociedad habanera, sobre todo.

Cuquita Martínez es un cierto homenaje a su madre. Entonces, usted es María Regla.
Sí, pero yo no fui tan extremista como María Regla. Más bien, María Regla está inspirada en una prima mía, aunque, desde luego, tiene el sentimiento de la hija que de alguna manera se cuestiona: ¿dónde está su padre, por qué su padre se ha ido? En ese sentido, sí, pero yo no fui una extremista castrista nunca, no tengo nada que ver con eso. María Regla son varios personajes y desde luego que todos tienen mucho de mí, incluido Juan, el personaje del padre. Yo sí creo que hay una relación muy importante entre el autor y sus personajes, una relación autobiográfica. En el caso mío, los permeo bastante de mi personalidad y mi vida.

Claro. Es imposible leer su literatura y no darse cuenta de las hondas preocupaciones políticas que encierra. Tanto su obra novelística como su ensayo, poesía. Por otra parte, esta otra novela suya, El pie de mi padre, de una pobre Alma Desamparada que sueña con encontrar a su padre, es un tema muy tierno. Uno se pregunta si este sueño de encontrar lo perdido tiene que ver con algo perdido en Cuba.
Ahí te das cuenta que el personaje de Alma Desamparada, que busca todo el tiempo a su padre, tiene que ver con María Regla. En el sentido de que los dos personajes pierden al padre y no lo vuelven a ver hasta mucho tiempo después. Yo no sé si tiene que ver con la búsqueda de lo esencial cubano, pero sí tiene que ver, sobre todo, con la búsqueda de una identidad individual, cosa que se perdió en Cuba. Todas las identidades se amalgamaron para hacer una especie de masa colectiva informe o deforme. En este sentido, ha sido una necesidad de buscarse una identidad individual con una historia personal, dolorosa. Y, al mismo tiempo, darle importancia a algo que se perdió en Cuba, que es la familia y el sentido del respeto por los padres, por la autoridad familiar. Eso se ha perdido totalmente. La autoridad familiar la recuperó el Estado. La tenía Fidel Castro por encima de todos y, ahora, Raúl Castro.

Pérdida de la identidad familiar: si bien en Cuba puede ser algo mucho más notorio, también ha ocurrido en las demás sociedades del mundo. En Sudamérica, Europa, Asia: esta invasión de la tecnología, que ha pasado a ser como los nuevos padres.
Sí, pero no de la manera que ocurrió en Cuba. En Francia, por ejemplo, no viven las familias separadas por un problema político. Porque sencillamente el padre era comunista y la madre no lo era, pues no. La tragedia cubana, de los balseros cubanos, de tanta gente muerta en el mar por irse a Estados Unidos, a una tierra de libertad. De los padres que vivían en Estados Unidos, de los hijos que vivían en Cuba, que no se podían escribir porque el Gobierno no lo permitía, las cartas no llegaban. Esa tragedia es específica de Cuba. Que la tecnología el día de hoy haya dividido a la familia, ya es una cosa que la familia misma ha decidido, pero no porque nadie haya decidido por ella.

Entonces, los sueños de Alma Desamparada de reencontrarse con su padre son, en verdad, los sueños de Cuba por recuperar esa libertad.
No. Los sueños de Desamparada son los sueños de una novela. Yo no escribo novelas para hacer semblanzas con lo que pasa en Cuba. Yo escribo la historia de personajes que hablan de Cuba porque el contexto es cubano, pero no me impongo dar, cada vez, a algún personaje, una carga ideológica, política o de significación de ese tipo. No. Es una historia que cuento, como tantos escritores cuentan historias que podrían, también, ser inspiraciones para el lector, pero no me lo impongo.

Estaban traduciendo una novela (suya) al francés. ¿De qué novela se trata esta nueva traducción?
Todos mis libros han sido traducidos al francés en las editoriales de Actes Sud, Gallimard, Calmann-Lévy y ahora estoy trabajando con la editorial JC Lattès. Esta obra se llama El todo cotidiano. Es la segunda parte de La nada cotidiana, que fue la novela que me dio a conocer en el año 95 en el mundo. Era una continuación de lo que le pasó a Yocandra, de lo que le pasó a todos esos personajes. Es sobre el personaje de la madre. Siempre está presente en mi obra, es muy importante para mí porque en mi vida lo fue. En mi obra siempre está la presencia materna de manera muy relevante.

Es cierto que su madre le dijo alguna vez: “Zoé ya deja de escribir y aprende a hacer croquetas”.
Es cierto, me lo decía. Más de una vez me lo dijo. Aprendí a hacer croquetas y a cocinar muy temprano.

Hasta ahora cocina para su esposo y su hija Attys Luna.
(Ella asiente con la cabeza).


El erotismo, el cine y la religión

Su esposo es cineasta, usted ha dirigido un cortometraje con él: Caricias de Oshún (2000). ¿De que trata este cortometraje?
Era una serie (L’érotisme vu par) que se creó en Francia para dar la oportunidad a seis escritores que dirigieran, por primera vez, un cortometraje. En esa serie está Michelle Houellebecq, Alina Reyes. Nosotros podíamos escoger la persona con la que queríamos trabajar. Yo escogí a Ricardo porque es cineasta. Era sobre el erotismo y la literatura: cómo podía contar un escritor el erotismo a través del cine.

¿Es fácil contar el erotismo para un escritor?
Es difícil, pero yo lo hice a través del cine. Es difícil porque hay que evitar caer en los maniqueísmos de que se convierta en un espectáculo comercial. Entonces, yo lo conté a través de un guaguancó, de una rumba, del baile, de la relación que se establece -erótica- entre dos danzantes, dos personas que bailan, y la diosa del amor Oshún, en la religión afrocubana.

Hay mucho movimiento religioso, casi como en Brasil. Creen en dioses, (y son) panteístas. Es una tradición…
Eso forma parte de la cultura.

De la idiosincrasia de Cuba.
Sí, claro. El cubano es mayormente católico, pero hay cristianos evangélicos y, sobre todo, hay gente que cree en el candomblé, que es lo que tiene más que ver, como usted dice, con Brasil. No con el vudú haitiano sino con Brasil.

Con los santeros.
Con los santeros, la santería.

¿Esta corriente santera que existe en Cuba está reflejada en sus novelas?
Cuando un novelista escribe, escribe historias, y esas historias están dentro de contextos, ya sean sociales o religiosos. No es que me proponga hacer una novela para contar la religión cubana o la ideología castrista o la dictadura castrista. Yo escribo una historia y dentro están esos elementos. La religión yoruba -así se llama- está muy presente en la vida de los personajes que cuento. Son personajes que vivieron en lugares donde yo viví. Es como cuando en Los cachorros o Los jefes o La ciudad y los perros uno va por la calle Pardo hasta el parque Central, hasta Diego Ferré: uno se da cuenta de cómo es el ambiente.


Su blog y la poca fiabilidad de Wikipedia

Se lo preguntaba por el hecho de que usted tenía catorce novelas, entonces, quería saber si alguna…
Yo tengo veintiuna.

¡Veintiuna! Yo había buscado en Internet (leo mi ficha sobre la autora): catorce novelas, un libro de cuentos, un ensayo novelado, cinco poemarios y un libro para niños. Al menos, en Wikipedia estaba así.
Pero Wikipedia no es una fuente fidedigna. En Wikipedia se agregan y quitan cosas y, a veces, ponen mentiras.

¿Se ha puesto, alguna vez, una mentira sobre usted ahí?
En Wikipedia sí. Y mi esposo ha tenido que quitarla.

¿Podría saber de qué se trataba? Ni me acuerdo.
Yo, las mentiras que me insultan, las olvido al momento.

Usted tiene un blog. En una entrevista que le hicieron, que está en YouTube, usted decía que había hecho el blog para decir lo que piensa. Y que nunca la iban a callar, que tendrían que matarla para callarla.
Así mismo. Sí. Hay muchos periódicos que, cuando yo decía las cosas, o me las cambiaban o no las publicaban, y dejaron de entrevistarme. Algunos periódicos.

¿En Cuba?
En Cuba no, fuera de Cuba. Me imagino que era porque no les gustaban las verdades que yo decía sobre Cuba. Yo no fui la que abrió el blog, la que tuvo la idea fue mi hija. En el 2004 empezó ese blog, Ella tenía (un blog) de fotos y me dijo: “Es una buena idea -ella era chiquita-, mamá, que abras un blog”. Así lo abrí y así empezó. Me di cuenta que el blog servía para decir las cosas que yo no podía decir en ninguna otra parte, que tenía una independencia fabulosa. Tengo mi blog personal, donde puedo decir todo lo que quiero.

Llega a muchos más países de los que uno se imagina.
Llega a todas partes donde hay Internet.


Tensos minutos

¿Es cierto que usted fue parte del régimen?
Yo fui parte del régimen como lo fueron todos los escritores cubanos que vivieron en Cuba. Guillermo Cabrera Infante fue diplomático cubano en Bélgica. Juan Arcocha, escritor cubano, fue diplomático en París. Alejo Carpentier fue diplomático en París. Leonardo Padura fue dirigente importante de la UNEAC, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, que es el modelo soviético de cómo aglutinar a los artistas. Pedro Juan Gutiérrez trabajó como periodista en la revista Bohemia y creo que en la revista militar Verde Olivo. Todo el que ha trabajado en Cuba trabaja para el Estado. Yo trabajé en la UNESCO porque mi esposo fue nombrado por un escritor diplomático a la fuerza, lo mandaron fuera de Cuba, en la UNESCO, y trabajé como documentalista cultural, medio tiempo, durante cinco años. Después fui jefa de redacciones, subdirectora de la revista Cine Cubano durante cuatro años, en Cuba. A los treinta y cinco años me exilié. Yo no fui militante castrista ni del partido comunista ni de la juventud comunista, ni tuve ninguna relevancia en ningún acto que pudiera haberle perjudicado a nadie en Cuba porque no delaté a nadie ni me ocupé nunca jamás de ninguna actividad política dentro de Cuba. Justamente, porque no quería comprometerme. Eso siempre lo tuve muy claro desde adolescente. Tuve muchos amigos míos que tuvieron que irse de Cuba porque sus padres decidieron irse. A los que deprimieron, persiguieron, y todo eso lo viví directamente. Eso está claro en mi blog. Lo he contado en mis novelas, en La Ficción Fidel, que es un libro de ensayos sobre el castrismo y no sé por qué siempre aparece esa pregunta y no se la hacen, por ejemplo, a Pedro Juan Gutiérrez o a Leonardo Padura, que también fue funcionario, mucho más que yo, del régimen castrista. Con un cargo importantísimo que decidía qué escritores se publicaban y qué escritores no.

Mi pregunta no iba como una crítica. Yo no estaba tan enterado de estos (escritores) representantes de Cuba. A lo que iba era: ¿en qué momento…?
Yo no fui la representante social, fue mi marido, que fue nombrado. Yo tenía veintitrés años en ese momento. Estaba en la universidad.

Trabajó para el Estado.
No, yo no trabajaba para el Estado Cubano, yo trabajaba para la UNESCO. Nunca trabajé, en esos cinco años, para el Estado Cubano. Lo que hacía era como documentalista cultural. Mi trabajo era cultural, no tenía nada que ver con la política. Eso que quede bien claro porque en mi pasaporte de la época está. Lo puedo, incluso, probar.

No hay ningún afán de incomodar. Yo, a lo que iba…
Pero veo que se lo digo y usted sigue con que yo representaba al Gobierno Cubano.

De repente, me he expresado mal. Discúlpeme en todo caso.
No me importa. Está muy bien. Usted hace su trabajo de periodista y yo hago el mío de aclarar mi vida.


Prohibiciones dolorosas

A lo que yo iba era: ¿en qué momento decidió escribir sobre la realidad cubana de una manera tan clara, tan radical?
Fue un proceso lento, desde mi niñez. Desde que a los siete años yo iba a la iglesia con mi abuelo: teníamos que ir a escondidas porque todo lo que tenía que ver con la religión estaba prohibido. Y cuando me fueron a dar la pañoleta de pionera comunista -que era obligatoria a los siete años, que me ponían en el cuello- me apartaron. Era una pañoleta roja. El director de la escuela era amigo de Julio Antonio Mella, uno de los primeros comunistas, creadores del partido comunista en Cuba. Lo mataron en México al lado de Tina Modotti. El director de la escuela, Jesús Escandel Rey, que era un señor mayor ya, que había sido amigo de Mella, preguntó: “¿Por qué la apartan a ella con otros estudiantes, con otros niños?”. La maestra dijo: “Porque van a la iglesia”. Entonces, el director nos miró y dijo: “¿Tú quieres ser hija de Dios o de Fidel?”. Estaban los familiares presentes, yo miré a mi abuela y mi abuela me hizo así (eleva dos dedos de su mano derecha) y yo dije: “De los dos”. Y me pusieron la pañoleta comunista. Ahí empezó un proceso de doble moral, doble lenguaje. Mi abuela me explicaba que había cosas que se podían decir en la escuela, otras que no. Perdí amigos que se tuvieron que ir a Estados Unidos porque pusieron a sus padres presos. Mi padre cayó preso durante cinco años por problemas políticos, sin juicio. Yo tenía que callarlo, no podía decir que mi padre no vivía con nosotras. Era mi padre, como quiera que sea. Mi madre me había dicho las razones por las que estaba preso. Todo eso fue creando en mí una especie de pozo de rebeldía que no podía aflorar, porque si lo afloraba, también me perjudicaba. Después, una parte de mí quería creer en las partes buenas de la revolución. Yo pensaba que aquello podía ser positivo, que eso era un momento, un periodo por el que había que pasar, pero, al mismo tiempo, estaba sufriendo lo que le estaba pasando a mi familia.

Tenía una lucha interna.
Una lucha interna que hemos tenido muchos. En el ochenta y nueve, ochenta y ocho, ya empiezo a tener relaciones con disidentes, empiezo -dentro de Cuba- a hacer una especie de trabajo clandestino, pero no con el objetivo de pertenecer a la disidencia sino de ser contestataria. Porque ya yo no soportaba muchas cosas que pasaban, sobre todo, dentro del ambiente cultural: películas prohibidas, artículos prohibidos, exposiciones de pintores prohibidos.

Vargas Llosa también estaba prohibido. Las novelas de Vargas Llosa.
Vargas Llosa prohibido, escritores prohibidos. Todo eso provocó que yo empezara en un movimiento contestatario, el de los años ochenta, que empezó con los pintores. Fue el movimiento pictórico de los ochenta.

Un movimiento civil.
Un movimiento civil, artístico, al que mandaron fuera con lo que se llamó “el exilio de terciopelo”. Mandaron a los protagonistas a que viajaran y se quedaran fuera, tranquilos, que no hablaran. Si no hablaban y se portaban bien, podían regresar a Cuba. Si daban declaraciones, hacían entrevistas y hablaban mal del castrismo, no podían regresar a Cuba. Así fue como desmantelaron ese movimiento, que era de una gran autenticidad artística, política y social.

Supongo que ha sido un logro para el castrismo anularlo, en ese sentido.
No solo lo anularon sino que crearon voces que contrarrestaron a todos esos artistas que estaban fuera. Por ejemplo, crearon a escritores y artistas que viajaran, que defendieran el castrismo fuera, en conferencias. Cuando uno está en una conferencia, siempre aparece uno que es un enviado de ellos y hace el contradiscurso. Todo eso lo han perfeccionado de una manera extraordinaria.


Los verdaderos reyes de Cuba: los soviéticos

Y esto que han podido (perfeccionar) durante muchos años, esto que usted me dice, esta especie de contrainteligencia cubana, era apoyada por los rusos.
Durante treinta años dependimos de los soviéticos. Treinta años de invasión soviética. Todo el mundo habla de las invasiones norteamericanas, pero nadie ha protestado por la invasión soviética que hubo en Cuba durante treinta años, donde un soviético era más importante que un cubano.

Se veían muchos ciudadanos soviéticos.
Sí. Tenían barrios residenciales y salarios especiales para ellos. Había una moneda especial para los técnicos soviéticos y vivían en apartamentos que los cubanos ni soñaban con poder vivir. Tenían automóviles Ladas, soviéticos, y tenían unas tiendas -que se llamaban Tecnitiendas- para ellos, donde podían comprar cosas que los cubanos no podían adquirir.

¿Eran barrios o departamentos como los que se puede ver en la película Guantanamera (1995)?
Eran barrios en Alamar.

Pero eran barrios completos.
Completos. La mayor parte de esos barrios, como La Habana del Este y Alamar, como ellos tenían automóviles, no tenían problemas de traslado. Frente a la playa, en lugares maravillosos. Muchos de los barrios que dejó la burguesía cubana, se los dieron a ellos. Destruyeron muchas de esas casas y allí vivieron durante treinta años. ¡Eran los reyes de Cuba!

Esa es una parte de la historia cubana que casi nadie conoce. Casi siempre ha habido un trabajo, de un lado, de mitificar a Cuba como el paraíso que no pudo ser, por culpa de Estados Unidos y, por otro lado, están los exiliados que critican al sistema cubano.
Es que Estados Unidos ni se mencionaba en esos años ni se mencionaba el bloqueo. Se vino a mencionar el bloqueo cuando se cayó el campo socialista y el muro. Cuando ya no recibía más la ayuda por una tubería de este gordo de la Unión Soviética. Entonces, él (Fidel Castro) se dio cuenta que tenía que aferrarse a la idea del bloqueo para recibir ayuda de otros países. Pero el bloqueo, la verdad que nunca lo mencionó hasta el año 89. Lo mencionaba esporádicamente, pero no le importaba porque él, sin hacer nada, tenía una deuda con los soviéticos impagable, una deuda extraordinaria. Durante treinta años nos mandaron de todo, pero de mala calidad, de la calidad que eran los productos soviéticos.


La literatura infantil y la poesía

Cambiando radicalmente de tema, tenía mucha curiosidad por este libro para niños que usted había publicado: Los aretes de la luna (1998).
Tiene una segunda parte que se llama Luna en el cafetal (2003). Va por una serie. Yo no he podido continuar con la tercera, porque me gusta estar bien centrada en el tema de los niños, no escribir cualquier cosa. Los aretes de la luna y Luna en el cafetal tienen como personaje central a mi hija Luna. Es una niña cubana que vive en el exilio con sus padres y va aprendiendo a través de las canciones, de los cuentos que le hace su mamá, lo que es Cuba, lo que fue el país donde nació, pero que no conoce porque se fue muy pequeña. Los aretes de la luna eran sus amiguitos y sus abuelos que habían quedado atrás, en Cuba. Y Luna en el cafetal es una historia de unos trabajadores que pierden las tierras. Era para explicar un poco lo que había pasado en Cuba con la revolución, pero de manera más metafórica. Diciendo que iban dar las tierras a los campesinos, se las quitaron, y lo que hicieron fue repartir parcelas pequeñísimas de tierra que pertenecían al Estado, para que ellos las trabajaran. El beneficiado siempre era el Estado.

Por otra parte, usted empezó en la literatura, al menos oficialmente, publicando poesía.
Sí.

¿Cómo así deriva de la poesía de esos años ochenta a ser una novelista exclusiva?
No soy una novelista exclusiva. Yo he publicado cinco libros de poesía, porque hay uno que se llama Anatomía de la mirada, que acaba de salir en la editorial Difácil en España.

Eso no, como le digo…
No aparece.

…no figura (en Wikipedia).
Entonces, ese libro es muy importante porque es ya muy directamente sobre el exilio, Cuba y el discurso social de los últimos años. Yo sigo escribiendo poesía. Lo que pasa es que la poesía es muy difícil terminarla. Es muy difícil creer uno mismo que un libro está terminado. Y cuando el poemario está terminado, es aún más difícil publicarlo. Aun siendo una novelista reconocida. Pero la poesía, he tenido la suerte de poderla publicar, y todavía más suerte de seguir teniendo deseos de escribirla.

¿Cuál disfruta usted más: su faceta de poeta o de novelista?
Las disfruto de manera igual. El trabajo es diferente. En el trabajo de la novela lo que disfruto es la historia. Descuido todo menos la historia y, al final, pues le doy un cuidado a todo, claro. Pero lo que me interesa mucho es crear la historia, los personajes, hablar con ellos. Con la poesía lo que me interesa es que mis sentimientos discurran a través de la palabra, del lenguaje, y que dejen de ser mis sentimientos para que un día puedan ser los de otros. Que en soledad puedan leerlos o que encuentren una semblanza con un tipo de pensamientos que tuve o una percepción de la realidad, del paisaje, de una pintura, una melodía. Eso, también, lo disfruto mucho. De manera más lenta, más rigurosa.

¿Busca mucho el ritmo en las palabras cuando escribe poesía?
Para mí, la literatura es ritmo. También es música, melodía. Incluso, en la novela. Hay maneras de decir las cosas que acentúan la pérdida del ritmo y otras que lo exacerban. Me gusta cuando hay escenas donde el ritmo es como golpes secos de tambor, y me gustan otras escenas donde pudiera ser que los movimientos fueran los de un vals o un guaguancó o una guaracha. Todo eso lo voy escribiendo y lo voy oyendo, porque yo escribo oyendo música.

Nunca escribe sin música.
Rara vez. Suele ocurrir, sobre todo, en los artículos de periodismo: sí los (escribo) sin música. Pero en la literatura siempre estoy oyendo música.

¿Y tiene alguna canción preferida para escribir?
¡Oh, muchas! Sobre todo boleros, desde luego. Me gusta mucho oír a Olga Guillot cuando escribo. Me gusta mucho oír a Benny Moré, Celia Cruz. Siempre estoy llenándome de energía por la música.

Que eran las canciones que su madre le cantaba cuando era niña.
Sí. Y que después yo, en el exilio, compré todos los discos, retomé toda esa música.


El cine: otra manera de narrar

Aparte de su faceta literaria, también ha sido guionista o lo es.
Sí.

Usted ganó un premio en el Festival de La Habana. ¿Cuánto se parece la literatura al cine?
Yo salí de la poesía rumbo al cine, y del cine a la novela. El camino que escogí para escribir novelas es a través del guión cinematográfico, que considero un estilo literario. Por una razón: el guión cinematográfico facilita que uno tenga un sentido de cuándo puede entrar un diálogo en una novela y cuándo no debe estar el diálogo, cuándo debe estar la descripción, cuándo debe haber el párrafo descriptivo, el párrafo largo, en una novela. El trabajo de guionista me permitió manejarlo mejor en la novela.

¿Cree que si no hubiera sido guionista, hubiera sido novelista?
Yo siempre escribía historias, pero cuentos, más bien. Lo que me interesaba era el cuento. Sin embargo, no he desarrollado bien el cuento. El cuento es, para mí, más difícil que la novela: hay que saber bien terminarlo. Probablemente, a través del cuento hubiera llegado a la novela, pero de seguro el cine me produjo la necesidad de contar historias largas.

¿Y no le provoca, de repente, ya que su esposo es director, algún día, dirigir un largometraje?
Ojalá, me gustaría muchísimo. Además, Ricardo tiene muchísimo talento. Es una persona de una gran generosidad. Creo que sería el mejor para, por ejemplo, hacer La nada cotidiana o La hija del embajador, que a él siempre le gustó mucho. Pero vamos a ver, porque hacer cine en estos momentos es bien difícil, sobre todo en la producción, pero me gustaría muchísimo.

Escuché a Fernando Pérez, el año pasado que vino a Lima, que decía que no había una industria del cine en Cuba, pero con coproducciones se podía tratar de sacar adelante un largometraje. ¿Esa es una manera, también, en que su esposo ha podido sacar adelante películas?
Lo hemos hecho con mucha dificultad porque no (hay que) olvidar que mientras los cineastas chilenos o argentinos en una dictadura eran apoyados en el mundo entero con sus producciones -España, por ejemplo, los apoyó mucho-, en el caso de los cineastas exiliados cubanos no ha habido ese apoyo. A los productores españoles les interesa más hacer cine mediocre en Cuba que gran cine del exilio cubano. Por eso ha habido tantas películas mediocres, hechas por directores cubanos mediocres: porque la gran cantidad de directores cubanos exiliados de buena calidad no han sido tomados en cuenta por producciones de fuera de Cuba: españolas, norteamericanas, incluso, independientes. No les interesa porque no quieren ponerse en contra del castrismo, mientras que el cine chileno o argentino denunciaba esas dictaduras. A esas producciones, como son de izquierda, no les interesa denunciar el castrismo. Lo que un día les revirará en contra. Porque yo pienso que en un momento determinado, el cine que se verá en Cuba, el cine que se verá en el mundo serán historias como La vida de los otros (2006), del director alemán (Florian Henckel von Donnersmarck) que se llevó el Oscar o las historias que pasaron con el comunismo en esos países del este, que ahora tienen tanta relevancia. Lo mismo ocurrirá con esas historias cubanas.

Sin embargo, el cine cubano, a pesar de haber tenido poco apoyo por parte de su Estado, ha dejado algunos clásicos, como Memorias del subdesarrollo (1968), por ejemplo, que es una gran película.
Una gran película de un gran cineasta. Sí. El cine cubano existía antes de 1959. En Cuba se hacían películas extraordinarias. Lo que nos dijeron de que en Cuba no existía el cine antes del 59: eso es falso. Había grandes productores, una gran cantidad de cines en La Habana, una gran estructura cinematográfica hecha y el pueblo cubano amaba el cine. De hecho, el público cubano es absolutamente cinematográfico, bueno, de calidad. Se hicieron películas con el director “Titón”, Tomás Gutiérrez Alea: Las doce sillas (1962), Memorias del subdesarrollo, Fresa y chocolate (1993). Fresa y chocolate ya es una coproducción, pero, en un momento determinado, el cine cubano se paró porque no había -en los años setenta, ochenta- producción. Además, había mucha censura. Hay que preguntarle a un director negro como Sergio Giral -hizo El otro Francisco (1975), vivió en Miami- cuántas veces no lo censuraron a él, el propio Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, el ICAIC. ¡Cuántas personas fueron censuradas con historias interesantísimas que querían hacer dentro de Cuba y no les permitieron!


Los libros que otros no necesitan

Cambiando de tema, usted decía que “la biblioteca más importante de Cuba es la itinerante, los libros que van de un lado a otro, que cuando los coges son ya un trapito”. Y lo decía por esta condición (de censura) que había de determinados autores.
Porque los libros existen de manera itinerante. Todos los libros que no se encuentran en las librerías ni en las bibliotecas porque están prohibidos, la gente consigue entrarlos en Cuba a través de los turistas, se los prestan de mano en mano. Es donde puedes encontrar títulos que no se encuentran de manera oficial dentro de Cuba.

¿Usted ha prestado muchos libros?
Me han prestado muchos, también. Y he enviado muchos libros para Cuba: algunos han podido entrar, otros no. Otros los han botado a la basura en la aduana, en el aeropuerto.

Otra curiosidad: ¿usted robaba libros de la biblioteca?
Robé dos libros de economía en el pedagógico superior con otra muchacha y nos sancionaron por eso. Nos descubrieron y nos sancionaron. ¿Nos descubrieron? No. Ella delató el asunto. Era una estupidez porque esos dos libros nos los llevamos, para poder estudiar, a la casa. Al otro día los íbamos a devolver. Ella se adelantó, le metieron miedo y lo denunció. Después, le he robado libros a gente que no le interesaban los libros. Yo estuve en una embajada una vez, había una gran cantidad de libros ahí y le pregunté al señor de la embajada: “¿Usted ha leído esos libros?”. Me dijo: “No, porque están ahí desde que yo vine” y que el otro (embajador) los había dejado. (Pensé:) “A este hombre no le interesan los libros”. Me llevé uno que me interesaba mucho.

A veces, ocurre eso: las cosas están en el lugar…
Inadecuado.

Exacto. Y la persona que realmente lo quisiera…
No lo tiene. No lo puede tener.

…no lo puede tener. Para ir terminando la entrevista, tengo que preguntarle si había podido afilarse la nariz con la pinza, como Amy de Mujercitas (Valdés consideraba a Amy su alter ego, por eso la imitaba cuando era niña).
Ja, ja, ja… No. Mira cómo la tengo (sonríe). Nunca logré hacerlo. Y no me interesa hacerme cirugías, ya lo que se cayo se cayó, y lo que fue así, como nací, que se quede así.


Letras peruanas y cubanas

¿Qué opina usted de la literatura peruana? De lo que ha podido conocer de nuestra literatura.
Yo siempre he leído mucha literatura peruana porque tengo muchos amigos escritores peruanos. Ayer, mi conferencia trató sobre César Vallejo. He leído mucho a Arguedas.

Lo menciona en su blog, también: una nota sobre Vallejo (post del 15 de abril de 2011).
Sí. He leído muchísimo de todo lo publicado usualmente, los clásicos peruanos, y ahora voy descubriendo jóvenes. Solo lo puedo hacer a través de lo que se publica en España o lo que se traduce en Francia porque no tengo directamente la conexión aquí. Ahora me regalaron algunos libros de poetas peruanas, y claro que me interesa mucho porque es un país que ha tenido grandes escritores. Siempre ha tenido una tremenda fuerza del verbo y de la palabra. Eso lo respeto y lo aprecio mucho.

Después de José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante, ¿hay alguna figura señera en la literatura cubana en estos momentos o hay varias?
Lydia Cabrera es una persona que se habla poco de ella: antropóloga, grandiosa escritora, de la altura de Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas, Severo Sarduy. José Triana, que vive en París, es un grandísimo dramaturgo. Eduardo Manet, que es un grandísimo dramaturgo, novelista. Otro novelista, también, poco conocido es Juan Abreu: vive en Barcelona, con novelas extraordinarias publicadas en Mondadori. Es un gran escritor de peso, de reflexión. Un escritor erótico, también. Lo que se da muy difícilmente en la literatura cubana.

¿Y cómo definiría la literatura de Zoé Valdés?
No podría hacerlo. Sería impropio que me definiera a mí misma. Mi literatura tiene que ver mucho con la libertad y la vida. Son las dos palabras que más me interesa que definan mi obra: libertad y vida.

Muchísimas gracias por la entrevista.
Gracias.