martes, 27 de febrero de 2024

Roxana Blanco

 



“El cine es algo muy vivencial, donde el actor y personaje están muy fusionados”

 

Entrevista y fotografía realizadas por Gianmarco Farfán Cerdán

 

Hay actuaciones que quedan en los mejores lugares de la memoria. La que realiza la actriz uruguaya Roxana Blanco (Montevideo, 1967) en la conmovedora cinta “La demora”, dirigida por el uruguayo-mexicano Rodrigo Plá, es una de ellas. Con intensidad y profundidad, ella navega en remolinos a través de la angustia, la frustración y la desesperación que vive su personaje María, una madre soltera con tres hijos y un padre anciano con Alzheimer, todos viviendo en una pequeña casa, con un trabajo de bajo sueldo y sin recibir apoyo de ningún familiar. Blanco expresa todas estas dolorosas emociones con una convicción absoluta, desde las entrañas de la verdad. Sin duda, se trata de una de las mejores actrices iberoamericanas actuales. Por este impresionante papel recibió premios a Mejor Actriz en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz (Francia), el Festival de Catalunya (España), el Festival de Costa Rica y la Asociación de Críticos de Cine del Uruguay. La película “La demora” fue nominada a seis Premios Ariel, de los que ganó dos: Mejor Director y Mejor guion adaptado. También recibió el Premio del Jurado Ecuménico del Festival Internacional de Cine de Berlín, el Premio del Público del Festival de Cine 4 + 1 y el Premio a Mejor guion en el Festival de Cine de Lima.

Pero la inmensa calidad actoral de Blanco ha sido reconocida también, gracias a otras películas que protagonizó, con premios en el Festival de Toulouse (Francia), el Festival de Cine de Ourense (España) y el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana (Cuba). Ella ha protagonizado largometrajes en diversos países: “El sexo de las madres” (2013, Argentina) de Alejandra Marino, “El muerto y ser feliz” (2012, España) de Javier Rebollo, “La demora” (2012, Uruguay-México-Francia) de Rodrigo Plá, “Artigas: La Redota” (2011, Uruguay-España) de César Charlone, “Nochebuena” (2008, Colombia) de Camila Loboguerrero, “Matar a todos” (2007, Uruguay-Chile-Argentina-Alemania) de Esteban Schroeder y “Alma Mater” (2004, Uruguay-Brasil-Canadá) de Álvaro Buela.

Además, por sus actuaciones en el teatro, ha recibido el Premio Florencio de la Asociación de Críticos Teatrales del Uruguay, en los años 1992 (por “Roberto Zucco” del francés Bernard-Marie Koltés), 1994 (por “Menú de cuentos”) y 2002 (por “Agatha” de la francesa Marguerite Duras). Asimismo, obtuvo el Premio Iris a Mejor Actriz en los años 2006 (gracias a “El lector por horas” del español José Sanchís Sinisterra) y 2000 (por “Las Reinas” del canadiense Normand Chaurette).

En la siguiente entrevista, realizada en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica, en el marco del XVI Festival de Cine de Lima, Roxana Blanco nos cuenta acerca de su memorable rol en “La demora”, de su fuerte relación con el cine (valora la importancia de los festivales en Latinoamérica) y el teatro (su gran amor como profesional), así como de sus planes a futuro en el mundo de la actuación.

 

Muchísimas gracias por la oportunidad.

No, soy yo la agradecida (sonríe).

 

Usted es una de las mejores actrices de Latinoamérica. Es tan talentosa como Fernanda Montenegro, Patricia Reyes Spíndola, Carmen Maura (española) o Melania Urbina, que es peruana.

Me honra con las comparaciones.

 

Y como Cecilia Roth también. Yo quisiera saber, habiendo gente tan talentosa como usted en Uruguay, ¿por qué se conoce tan poco del cine uruguayo?

Creo que estos festivales y estas instancias son maravillosas para eso, porque de otra manera es muy difícil, con el gran monopolio que hay, que el cine pueda salir a otros países. Por eso yo festejo estas instancias de festivales de cine, que es la única manera de que nos conozcamos entre nosotros, si no es muy difícil.

 

Usted, justamente el año pasado, creo que tuvo más de sesenta viajes en festivales.

Sí, tuve unas películas que viajaron mucho y tuve la suerte de ser invitada, de recorrer y conocer. Y me gustó muchísimo. Tan apasionante como cansador. Y también eso me enfrentó a otras decisiones, de querer quedarme más quieta en Montevideo y entrar a formar parte del elenco de la Comedia Nacional para dejar un poco la vida del cine también.

 

Porque estos viajes tan frecuentes que ha tenido le hacían estar -como he leído en alguna entrevista- sola con usted y sus libros, que los llevaba a todos lados.

Sí, es una vida como mentirosa. Es extraño. Uno está en estos grandes hoteles y la vida de uno es tan distinta. Es raro. Estar con tanta gente y tan sola. La vida de los festivales de cine te enfrenta a unas contradicciones enormes. Tanta gente todo el tiempo alrededor y tanta soledad. Tanto lujo y no sé… Es bien curioso.

 

Al final, todos estos grandes hoteles son iguales en todos los países.

Sí. Tenía mucha ilusión con venir a Lima y me hubiera gustado conocer más el interior del Perú y todas sus maravillas. Pero caminaba por algunas calles donde están las casas de moda y entonces yo decía: “Es como si yo estuviera hoy en Nueva York o en Buenos Aires o en Sao Paulo”. A veces, esta globalización que ha unificado tanto todo… Por suerte, me llevaron a las ruinas de Pachacamac y ahí me pude quedar en silencio un poco, tratando de conectar con otra cosa, con esa diversidad de cultura, que es lo que uno busca. Es lo que tiene un festival de cine, en definitiva: la diversidad.

 

Así como en Brasil cuando levantas una piedra encuentras un futbolista, en el Perú cuando levantas una piedra encuentras una ruina.

Sí.

 

Una ruina arqueológica.

Maravilloso es.

 

Quisiera, de repente, ir a Machu Picchu.

No, ahora no pude. Este es un viaje muy rápido que hago, pero es uno de los debes que tengo, por supuesto.

 

He podido ver en su trayectoria, que en los siete largometrajes que ha hecho, siempre ha trabajado con directores distintos.

Sí.

 

¿Es algo que usted busca o se ha dado, simplemente?

Se ha dado. Tampoco uno tiene tanto trabajo ni tanta oportunidad como para decir: “Bueno, elijo con quién trabajo”. Claro que elijo y a la hora de actuar me importa mucho el guion y qué historia estoy contando y quién es el director, pero no. Se ha dado. En realidad, es un lujo que yo tenga siete películas. Nací en un país donde no había cine y hoy tengo la suerte de ser una de las actrices que más ha filmado. Se ha dado naturalmente y bien contenta estoy, con directores tan distintos.

 

La película que está acá en el Perú, en competencia, en el Festival de Cine de Lima, es “La demora” y está dirigida por Rodrigo Plá. ¿Cómo preparó el papel de María? Una mujer que no es mala, pero, al final, esta vida tan difícil, tener tres hijos, un padre con Alzheimer y estar insatisfecha con su trabajo… En algún momento la podemos rechazar por lo que le dice al padre, pero en otro momento sentimos como que podríamos ser nosotros también en esa situación.

Sí, fue un trabajo muy largo. Que empezó con un gran cuento de Laura Santullo, la guionista. Ella hizo su guion basada en un cuento que era muy claro, muy bien escrito. Era el punto de vista del padre y el punto de vista de la hija. Eran los dos protagonistas que hablaban. Yo me interesé mucho por ese cuento y por ella. Yo creo que el que escribe la historia, la matriz, el que genera el personaje, es como el dios creador que te da la vida. A mí me importa mucho siempre la palabra del autor. Yo vengo del teatro. Me estoy yendo del tema, pero voy a tratar de… Vengo del teatro, donde muchas veces he hecho textos maravillosos y uno no tiene la suerte de preguntarle a Esquilo algo o a Shakespeare. En el cine, como siempre son proyectos más de guionistas, los guionistas muchas veces están presentes y es muy lindo eso. Uno puede preguntarles: ¿por qué pensaste que soy así? Eso era muy bello. Entonces, el punto de partida fue muy claro y muy contundente, en cuanto a como una teoría teatral del actor, unas indicaciones que allí había. Emocionalmente estaba muy claro, en ese cuento, lo que sentía María. Después, en un proceso con el director, te empezás a dar cuenta qué es lo que el director va queriendo. Queríamos escaparnos del melodrama. (María era) un personaje que puede caer en lo melodramático o en lo trágico. Pero con mucha emoción contenida también. Entonces, sí, era muy difícil no tener desbordes emocionales. Todo contenido. Yo ayer la miraba (la película) y siempre tengo una relectura. Yo soy de las que cree que el cine también es como el teatro, en el sentido de que cuando uno ve una función y de acuerdo con quién la ve, cambia la percepción. Y yo ayer veía ciertas cosas nuevas, como que ella no se permite… Hay un momento que ella está con el padre mirando las fotos, un momento casi como de que aflojan. Hasta ella se ríe. Son muy pocas las veces que ella se ríe en esta película y en seguida se acorta: “Bueno, vamos a dormir”. O con los hijos. Le dice: “Bueno, pasate para mi cama”, pero se acuesta mirando para el otro lado. Incapaz de hacer una caricia. Un personaje que, afectivamente, está como cercenado, como mutilado. No tiene contención, no contiene a nivel sensorial. Entonces, fue muy difícil hacer esa mujer tan áspera. Fue difícil, porque hay que tenerla adentro. Y el cine es algo muy vivencial, donde el actor y personaje están muy fusionados.

 

¿Usted creó una historia previa a María para poder interiorizar toda esa amargura?

No mucho. Yo veo a los directores de cine… Un poco que se ve que las escuelas de cine tienen esos ejercicios de hacer la historia del personaje. Yo creo que el personaje comienza cuando comienza y termina cuando termina, ahí, en lo que tengo. No hago un fuera de campo grande. No me imagino el padre de los hijos quién era o si eran de padres distintos. Realmente yo no necesito… No quiero parecer arrogante con esto de que no lo necesito, pero realmente yo necesito estar ahí. El momento del rodaje es un momento sagrado y lo que pasa ahí es lo que me va a dar el personaje. Lo que se respira, cómo se vive. Realmente es muy importante para mí el presente. Eso es una reflexión que yo la tengo del teatro. Y de maestros como Ariane Mnouchkine, quien ha dicho: “El teatro es el arte del presente”. Yo creo que el teatro como actuación… Lo digo acá: “La actuación es el arte del presente”. Y el presente importa mucho. Yo no puedo venir con algo premeditado y llegar a un rodaje y querer imponer lo que yo traía desde la cabeza. El actor es algo que tiene que estar muy atento a lo que pasa. Y lo que pasaba en ese rodaje era que el que hacía de mi padre no era actor, era un señor que desconocía una cantidad de cosas y reglas básicas del cine, y tres niños, de verdad, absolutamente insoportables. Y las madres de esos niños que corrían todo el tiempo y que había que repetir las escenas. Entonces, de golpe, se hacían veinte tomas de una misma. Era muy difícil para mí. Realmente fue agobiante y empecé a usar ese agobio para el personaje.

 

Se nutrió del presente.

Me nutrí del presente, de cada vez que él cortaba las escenas y había que hacerlas de nuevo y yo decía: “¡Ay, no! Se olvidó de nuevo y hay que empezar de nuevo”. Y para mí era muy difícil. Además, esta película es casi coreográfica. Tenían que conjugarse muchas cosas para que saliera bien.

 

Pero Carlos Vallarino hizo un excelente papá.

¡Excelente trabajo! Después de eso yo lo invité a Carlos Vallarino a trabajar en teatro conmigo. Es alguien a quien aprecio, además, como persona y el trabajo es formidable. Pero, claro, fue muy difícil. El hecho que no fuera actor y fuera una persona mayor… Muchas veces se olvidaba, de verdad. Y yo utilicé todo eso. Dije: “Acá, esto tengo una riqueza y tengo que…”. Entonces, esa casita donde estábamos, esa casita tan pequeña, ese frío del invierno, esas noches, todo eso que me pasaba, de verdad lo utilizaba para esa María. Sí. Trabajo duro fue.

 

En algún momento, usted mencionó o dijo que no quería hacer cine.

Tomé una decisión muy importante el año pasado, que era entrar en el Teatro Nacional de Uruguay, lo cual no me va a permitir viajar tanto ni hacer tanto cine. Y estoy muy contenta también. Hice la experiencia del cine. Como que me reafirma cosas para el teatro. Y no sé, el cine es un lugar… Es muy lindo para el actor cuando es protagonista, porque construís la historia, sos autor y estás dentro del proceso. Si no, es algo muy ingrato. Yo escuchaba, incluso, ahora a mis compañeros y a mis colegas en la conferencia de prensa y ellos hablaban, como directores, que sí manipulan con las emociones. A veces, se usan palabras en el cine tan lejanas a lo que para mí debe ser la creación. Eso en el teatro nunca ocurre. Respeto mucho los proyectos que tuve, me gusta mucho hacer cine, me gusta mucho ver cine de los grandes maestros, pero tengo mis reparos. A la hora de trabajar en cine me parece que sí, que esa cosa que manipulan con tu emoción me parece un poco insano. Sí. Sé que es una respuesta jugada esta que te estoy haciendo, pero sí.

 

Es algo maniqueo.

Sí. Eso sí, yo me he enriquecido con estas siete películas. Ojalá los otros puedan decir lo mismo.

 

(Filmadas) no solamente en Uruguay. Además, han sido películas distintas (en sus temáticas).

Sí.

 

Distintos registros. De abogada, de personaje histórico.

Sí.

 

Busca que los personajes no se parezcan en el cine.

Sí, proyectos distintos. Yo siento que siempre soy la misma, igual.

 

Y la ricachona (argentina Carlota del film “Nochebuena”).

“Nochebuena”. Y tengo otra de “El sexo de las madres”. No sé si viste algo en Argentina, que hice en Tucumán. Se llama “El sexo de las madres”. Alejandra Marino la dirige. Yo siempre siento, cuando las miro, que siempre hay cosas mías, claro. Uno es el mismo, pero sí, creo que exteriormente por ahí son cosas distintas, pero interiormente, si las mirás con atención, son los mismos registros de una mujer fuerte, como soy yo. Me parece que, a veces, los personajes traslucen eso, siempre hay una fuerza ahí. A veces, al revés, miro y digo: “Ay, tendría que hacer algo distinto”. Creo que estar en el estado y que se provoque una emoción fuerte es fundamental. Cuando no pasa nada, todo es escuela de cine o… Yo veo a los nuevos directores de cine uruguayo con esa preocupación de no hacer nada, de no actuar y no hacer nada. ¡Nos tienen un miedo a los actores! Creo que cuanto más se actúe, cuanto más emocional, más fuerza expresiva, es mucho más interesante. Es lo que me gusta. A mí me gusta el cine de Bergman, aunque sea viejo. A mí me gustan esas actrices. Los actores que no hacen nada, no me interesan. Hay como una escuela de no hacer nada y la no emoción. No es una cosa que me interesa.

 

Hay una frase en la película “La demora” que me llamaba la atención, cuando el padre dice: “No recuerdo dónde está mi casa” y es como que no tiene casa.

Sí.

 

Demasiado parecido a la vida real.

Sí. Muy tremendo. “La demora” es de una crueldad… Sí, yo pocas veces estuve en una película donde por la universalidad del tema, por la edad que uno tiene, porque ya estoy pasando por un proceso parecido con mis padres… Sí, me impresiona mucho a mí también con esas frases. Y uno las dice. Pero lo bello de esta película es que da la oportunidad a un personaje de redimirse, de enmendar, de la reparación -es muy psicoanalítica, en ese sentido- de un daño. Ella repara un daño y eso es muy lindo. Ahí como que ella aprende a ser la cuidadora de su padre. Da una oportunidad la película. Yo creo que es optimista y es una película de amor también. Una relación de amor.

 

Nada fácil, por cierto.

Por supuesto. Hay una crítica muy bella que me hicieron en Uruguay. Alguien dijo: “El amor que no necesariamente se cultiva en el lecho de rosas, sino que está lleno de espinas”. Y sí, en un lugar lleno de espinas también hay amor, pero ¡qué dureza de película!

 

Muchísimas gracias por la entrevista y…

Por favor, a usted.

 

…que pueda seguir viniendo otros años a Perú.

Ojalá. Y gracias, porque uno, a veces, cuando da entrevistas siente que le hacen preguntas… Realmente, que alguien conozca las cosas de uno y disfrute del trabajo, es mucho más interesante hacerlas. Gracias.

 

Gracias a usted.

 

Nota importante: esta entrevista fue realizada en Lima, en agosto del año 2012. Por diversos motivos, recién ahora está al alcance del público lector y cinéfilo.