“Lo políticamente correcto se está convirtiendo
en una especie de camisa de fuerza”
Entrevista
y fotografía por Gianmarco Farfán Cerdán
Conversar sobre cine con Isaac León Frías (Lima, 1944), uno
de los críticos e historiadores cinematográficos más emblemáticos del Perú, es
un verdadero lujo. Él ha contribuido a formar a varias generaciones de
cinéfilos y profesionales del cine desde su labor como docente en la
Universidad de Lima, donde enseñó desde 1970 hasta 2014 y fue decano de la
Facultad de Comunicación entre 1990 y 1996. Es Magíster en Periodismo y
Comunicación Multimedia. También fue director de la Filmoteca de Lima entre
1986 y 2001. Fundó, en febrero de 1965, la legendaria revista “Hablemos de
cine” (que se mantuvo durante dos décadas), junto con Juan Bullita, Federico de
Cárdenas y Carlos Rodríguez Larraín. En 2015 fue reconocido como “Personalidad
Meritoria de la Cultura” por el Ministerio de Cultura del Perú. Ese mismo año
recibió un homenaje por parte del Festival de Cine de Lima. Mientras que en
2017 obtuvo, en México, el Premio Iberoamericano Fénix al trabajo crítico. Por
otro lado, fue jurado en los festivales de San Sebastián, Guadalajara, Río de
Janeiro, Mar del Plata, BAFICI, Valladolid y Lima. Asimismo, ha publicado
numerosos libros, entre los que se encuentran “El cine de Jean-Luc Godard.
Rupturas y aperturas” (el cual presentó este 2024 en el BAFICI de Argentina),
“El cine de John Ford. La historia y la leyenda”, “El cine de Pasolini. En los
extramuros de la historia”, “Del clasicismo a las modernidades. Estéticas en
tensión en la historia del cine” (que presentó en el Festival de Mar del Plata
en 2022, así como en la Cinemateca de Bogotá), “Desde la Ventana Indiscreta.
Páginas de cine”, “Grandes ilusiones. De Eisenstein a la neo-comedia romántica”,
“Tierras bravas. Cine peruano y latinoamericano”, “La revolución de Netflix en
el cine y la televisión”, “Imitación de la vida. Crónicas de cine”, “El nuevo
cine latinoamericano de los años sesenta. Entre el mito político y la
modernidad fílmica”, entre otros.
En la siguiente entrevista hablamos de muchos asuntos: su
fuerte relación personal con el cine, de cómo su hija actriz se desarrolla ahora
en la televisión, el teatro y el cine; de cómo el ejercer la crítica de cine
puede alejar o quebrar amistades. También sobre su época en la revista
“Hablemos de cine” (cuando sus integrantes sostuvieron una larga polémica con
el director Armando Robles Godoy), de las satisfacciones que le ha brindado su
labor de docente universitario, del influyente crítico de cine español Miguel
Marías, de su numerosa producción de libros de cine, de su relación con
críticos cinematográficos más jóvenes, de los premios que ha recibido por su importante
trayectoria, así como de su gran y recordado amigo Federico de Cárdenas.
Igualmente, de series de televisión con calidad cinematográfica (como “Twin
Peaks”), de cómo el cine es considerado (por muchos) más un entretenimiento que
algo cultural, de los escritores importantes que tuvieron una estrecha relación
con el cine o acerca del trabajo fílmico de algunos destacados directores
contemporáneos, entre otros temas.
Queda este profundo diálogo, como el testimonio de Isaac
León Frías (conocido como “Chacho” por quienes lo aprecian, que son muchos,
durante varias generaciones), que ha hecho del cine el leitmotiv de su vida y,
mediante sus propias experiencias académicas y de crítica, enseña a las nuevas
generaciones que el séptimo arte puede merecer dedicarle, con el mayor
profesionalismo posible, la existencia entera.
Muchísimas gracias por esta oportunidad, Chacho.
Para mí es un honor. Debido a toda tu producción (intelectual) de cine,
podríamos hablar de mil cosas, pero quisiera empezar preguntándote: ¿cómo ha
evolucionado ese amor por el cine que tú tenías cuando empezaste con la crítica
de cine, en todas estas décadas de trabajo y de experiencia que tienes? ¿Es
igual el amor que sientes por el cine ahora que en tu juventud o se ha
incrementado?
Casi te diría que se ha incrementado, porque no ha habido
resta o disminución del entusiasmo que sentía por el cine cuando tenía veinte
años. En realidad, tengo que decirlo de manera lo más clara posible: yo creo
que aquí hay un asunto que tiene un lado fuertemente adictivo. En el sentido de
que, ver las películas, por ejemplo, me produce una ansiedad, me produce una especie
de excitación y de temor a no poder verlas o llegar a tiempo. Eso que sentía de
muchacho y que no ha cedido durante los años. Se ha mantenido esta inquietud,
esta ansiedad, este deseo constante de ver películas y, de cierto modo, se ha
incrementado. Es decir, estoy viendo más películas ahora que antes. También por
un hecho: hasta antes de la pandemia, yo era muy resistente a ver películas en
casa, en la Internet o en la televisión. Y lo que hacía era verlas por razones
de clases, de artículos que tenía que escribir, de ensayos, entonces necesitaba
revisar y, con frecuencia, no veía la película completa, la veía por partes,
cosa que jamás he hecho en el cine. El cine es una experiencia, el cine en
sala, para ir y ver la película completa. Y ahí no me muevo en todo el tiempo.
En casa, en cambio, sí la veía en partes y alguna que otra veía completa, con
mi familia, pero no mucho. Y también porque era programador, y sigo siendo, del
festival de cine de la Católica. Eso sí me obligaba a ver algunas películas,
pero fuera de eso no. Y como yo estaba en la Universidad de Lima y, además, sigo
conectado, porque sigo publicando con la Universidad de Lima, veía películas de
Netflix, por ejemplo, en la pantalla grande de la sala Ventana Indiscreta.
Entonces, trataba de ver películas de streaming en pantalla de cine. Con la
pandemia no me quedó más remedio que ver películas acá, en casa. Entonces, he estado
viendo en una proporción mayor a lo que yo veía antes. Podía ver una película
por día, más o menos. Veía alrededor de 350 películas al año, a veces un poco
más, a veces un poquito menos, porque no había tantos estrenos, no había tantas
proyecciones alternativas en salas como la Católica o la Ventana Indiscreta.
Entonces, se ha incrementado, en ese sentido. Además, otra cosa: durante muchos
años yo he sido profesor universitario y he tenido carga administrativa
también. Incluso, una parte de mi vida he hecho cursos que eran directamente de
cine, de sociología, que es lo que yo estudié en la universidad, y eso no me
permitía todo el tiempo para ocuparme del cine. En cambio, en prácticamente ya diez
años de mi salida de la universidad y aunque sigo dictando cursos de cine,
ahora en la Escuela Peruana de la Industria Cinematográfica, la EPIC, ahora
tengo mucho más tiempo para dedicarme a leer no solo de cine, aunque mayormente
de cine, a ver películas y a escribir.
¿Y ahora ves más cine con tu familia que antes,
en este tiempo que tienes?
Con mi esposa, que no es tan cinéfila como yo, veo con ella
una cierta cantidad de películas, no todas. Hay películas que yo sé que no le
van a gustar o que le cuestan más trabajo, entonces prefiero que se abstenga de
verlas. Y con mis hijas también, especialmente con la menor, que es actriz.
Está haciendo teatro, está también actuando para cine y televisión. Y le interesa
mucho el cine. Incluso, con planes de dirigir cine, sí. Pero siempre es mayor
la cantidad de películas que veo solo a las que veo acompañado, porque también tienen
otras cosas, otras actividades.
Justo te iba a preguntar de tu hija Matilde. Si
en algún momento le llega un protagónico a tu hija para una película y tú
tienes que hacer una crítica sobre esa película, ¿crees que podrías ser
objetivo, en ese momento, con una película que protagonizara tu hija?
Probablemente no. No es que sea tampoco neutro en mis
juicios. Por ejemplo, ella está actuando, en este momento, en una novela que se
llama “Papá en apuros” de Latina Televisión.
Canal 2.
Canal 2 y ella sabe. Yo la veo ocasionalmente. Como comento
a veces aquí, en casa, cada vez que veo una parte de la novela: ya me conozco
la historia completa. Porque esas historias vuelven sobre lo mismo y siendo
ella consciente de las limitaciones que tiene esa obra, hace lo que puede. Pero
yo le digo que allí el esfuerzo no es el que ella tiene cuando hacía teatro o cuando
hace cine. Es decir, no dejo de ser objetivo, creo. O trato de ser objetivo a
la hora de tener que darle mis observaciones. Y, a veces, puede ser con cierta
dureza, en guiones, en cosas que escribe. Pero escribir o comentar en un medio
público sí me produciría una cierta inhibición. Ahí preferiría no hacerlo, a la
hora de que tenga por ahí que valorar la película. No voy a dejar de hacerlo,
pero sí sería un problema.
Mejor que otro crítico lo hiciera.
Exactamente. A propósito, te cuento una anécdota.
Sí.
Emilio García Riera, que era un…
Crítico mexicano.
Un historiador, crítico de cine. Empezó como crítico de
cine, después se volvió un historiador. Español de origen, pero vivió en México
muchos años. Ha hecho diccionarios del cine mexicano.
Y sus hijas son poetas.
Las hijas son poetas.
Alicia y Ana.
En una ocasión, yo le pregunté… Ya él tendría cincuenta y
tantos años. Había sido crítico desde muy joven. En esa época era sobre todo
historiador. Falleció a los 71 años, de cáncer. Era muy fumador, era un hombre
de un tabaquismo excesivo, lástima. De una inteligencia y talento... Tuve buena
amistad con él. En una ocasión, le pregunté por las películas de uno u otro: “¿Qué
tal las películas de Hermosillo, Alberto Isaac?”… Tú manejas mucha información,
veo, sobre cine también… (Sobre Alberto Isaac), un director mexicano, que era
muy amigo de él, me dijo: “Mira, esa es una de las razones por las que yo no
estoy haciendo crítica de cine. Porque llegado un momento de mi vida, prefiero
la amistad, prefiero mantener a los amigos, que perderlos por una crítica. Y
cada película que hace Alberto me parece peor que la anterior”. Me dice: “Yo
puedo decirle algunas cosas personalmente, pero poner eso por escrito es muy
duro para el amigo”. Entonces, ocurre esto con la crítica de cine, la crítica
literaria, cualquier otra.
La crítica de arte también.
La crítica de arte, en general.
Son muy sensibles los artistas.
Muy sensibles. Cuando hay relaciones de amistad de por
medio… No sé si esto decírtelo, porque ha sido una conversación personal.
La situación, pero sin nombres, de repente.
Sí, de acuerdo. Un realizador amigo, me decía que sentía
que habíamos sido muy duros con sus películas. Y tal vez una de las razones, le
contestaba, ha sido para no evidenciar o no poner de manifiesto que hay una
amistad de por medio, mantener una cierta distancia. Es difícil. Hay críticos,
aquí y en todas partes, que... No tanto aquí, pero yo he escuchado en otras
partes decir: “Prefiero no conocerlos, no tener amistad con ellos”. Pero en un
medio como el literario o el cinematográfico, eso es muy difícil. Entonces,
herir susceptibilidades siempre es riesgoso. Ahora, hay que correr el riesgo
que a veces te trae y me ha traído a lo largo de mi vida, alejamientos…
¿Has perdido muchos amigos por hacer crítica?
Sí. He perdido.
En todo caso, ellos se han perdido de tu amistad.
No tanto amigos cercanos. Y todavía sigo manteniendo
posiciones críticas con algunos y toleran. A algunos les cuesta. Ya no estoy
haciendo crítica continua. Con otros lo que hay es: no me preguntan, yo no
comento. También es muy revelador. Prefieren no preguntarme y yo tampoco hago
un comentario. Te decía, más que amigos cercanos, sí algunos que no eran tan
amigos, pero que se han sentido afectados, ofendidos o incomprendidos. Otros
casos sí, lo reconozco, que hay gente que han sido muy tolerantes con mis
críticas escritas o personales. Que las sigo haciendo cuando me piden opiniones.
Entre ellos, algunos alumnos, por ejemplo. Todo depende del grado de ego. Depende
de la vanidad de las personas. Algunos no toleran.
Tienen demasiado ego.
Otros tienen mayor capacidad de tolerancia.
Como crítico de cine, ¿cuál consideras que ha
sido tu mejor momento?: ¿Conociendo a algún director, yendo a alguno de los
festivales que has sido jurado, publicando alguno de tus libros? ¿Cuál consideras,
como crítico, historiador de cine, tu mejor momento? ¿O todavía crees que ese
mejor momento está por llegar?
Ya es difícil decirlo. Hay varios buenos momentos. Yo
tengo, por supuesto, un recuerdo muy… no sé si feliz, no sería la palabra,
porque no es tanto un estado de felicidad sino es un estado de satisfacción, de
cierto grado de realización, de la época de “Hablemos de cine”, de los primeros
años. Fueron muy duros, porque éramos muy contestatarios, muy críticos con el establishment,
éramos muy atrevidos siendo muy jóvenes. Creíamos que a los veinte años
estábamos renovando la crítica de cine en el Perú. Y tildábamos de ignorantes,
de desconocedores, a buena parte de los que escribían. En algunos casos, yo
creo, y esto con la perspectiva del tiempo, con ciertas razones fundadas y
válidas, en otros tal vez con mayor injusticia. Hicimos una larga polémica con
Robles Godoy, por ejemplo, en su época ya no de crítico sino de director, pero
también luego de escritor. Y yo creo también, por supuesto, que hubo excesos. También
de él, porque era muy boca suelta y un provocador. Pese a lo cual llegó a haber
una relación amistosa con él. No éramos amigos íntimos, pero sí había una buena
relación, muy cordial, que no llegó a eliminar por completo las diferencias que
por ahí se mantuvieron y hubo encontrones. Pero esos tiempos, que era la
pregunta tuya, fueron tiempos en los que sí sentí, y bastante, satisfacción.
Luego, la tarea docente para mí también ha sido siempre muy estimulante, especialmente
en los cursos de cine. No he sido un convertidor ni mis alumnos han sido
conversos, pero vocaciones por el estudio del cine o por la cinefilia se han
reforzado a través del tiempo y eso también, para mí, ha sido muy estimulante.
Por supuesto, estos últimos años en que estoy produciendo libros como nunca en
mi vida lo había hecho, y eso también puede ser algo que podemos comentar luego,
me produce una satisfacción. Por supuesto, con la conciencia de que siempre la
lectoría es limitada, es insuficiente, siempre será insuficiente. Los poetas
dirán lo mismo. Y que puede haber algunos lectores fieles, algunos más
interesados, pero siento que hay poca interlocución. No hay muchas personas, no
hay muchos colegas, incluso, con los que uno pueda tener un diálogo mayor.
Indudablemente que aquí, en nuestro medio, lo tengo también con algunos amigos
de fuera, sobre todo en Argentina y Chile, aquí en el Perú el interlocutor
mayor que tengo es Ricardo Bedoya. Como tú sabes, es dueño de una voracidad
impresionante. Me gana viendo películas. Duerme poco, entonces dedica más horas.
Yo soy dormilón… Dedica más horas a ver cine y tiene una información
impresionante, como no lo tiene ninguno acá en el Perú. Y creo que muy pocos en
América Latina. Conozco muy poca gente, de los que he conocido en mi vida, con
la voracidad de Ricardo. De los que yo conozco, que son amigos cercanos, creo
que hay uno solo que yo diría supera o gana a Ricardo, que es el español Miguel
Marías, el hermano del escritor, el novelista…
Javier Marías.
De Javier Marías, claro. Y él, el hermano mayor, todavía
está en actividad. Además, es colaborador regular de muchos de los libros que hemos
publicado. Sobre Pasolini y Godard, por ejemplo, el año pasado, tienen
artículos de él. Y el de Fellini también. Él colaboraba con “Hablemos de cine”.
El mismo Ricardo reconoce que tiene que leer las críticas y las listas que hace
Miguel Marías para descubrir películas que no conoce.
Miguel Marías es un sabueso.
Sí, es una cosa impresionante. Además, tú le pides su lista
de diez mejores películas del año y te dice: “No puedo hacer una lista de 10 mejores
películas del año”. Te hace una lista de 40 películas. “¿Hacer diez? No me
cuadra la cifra” (dice Marías). Y así. Es de los que te hace listas de
películas por año. Te puede hacer listas desde la época del cine silente, desde
los años 10, los años 20, pero año por año. Tiene una erudición impresionante.
Y de una capacidad de ver cine también absolutamente, para mí, casi inexplicable.
Pero es uno de esos casos extremos. Creo que, entre nosotros, Ricardo es el
summum.
Chacho, tú dices que no tienes, de repente, interlocutores
que den la talla contigo. También podría ser, poniéndome en el caso de un
crítico más joven, que muchos se sientan intimidados por el peso histórico que
tienes tú como crítico. Dicen: “Tengo que conversar con Isaac León Frías y es
un hombre con muchísima trayectoria, muchísima experiencia, muchísimos libros
encima, ¿qué de nuevo le puedo decir que él no sepa?”. Imagino que hay un
poquito de intimidación con las nuevas generaciones, de repente. Por eso no se
atreven tanto a conversar contigo. Imagino que podría pasar algo así.
Algo de eso podría haber, pero no soy el tipo de persona,
que lo pueden decir en general mis alumnos o gente cercana… No soy el tipo de
persona que inhiba, porque tampoco me impongo. No soy categórico, concluyente. Y
cada vez creo que lo soy menos. Antes podía ser, en mi juicio, más cortante. A
veces, sobre algunas películas que no me gustan, puedo ser un poco lapidario,
pero en general no. No tiendo a cerrar sino, más bien, abro la comunicación.
Hay alguna gente que, creo yo, se siente muy libre de emitir opiniones y no
inhibirse de decir lo que piensa cuando está conmigo. Tal vez yo mismo, tengo
que decirte, no estoy propiciando, de manera suficiente, encuentros, espacios
donde pueda hacer un intercambio mayor. No es que no tenga intercambio. Por
ejemplo, con José Carlos Cabrejo. También José Carlos está muy ocupado. Ve mucho
cine, dedica muchas horas a la enseñanza, escribe mucho, tiene muchas tareas.
Entonces, tal vez falte eso, algunos mayores espacios de comunicación con gente
más joven. Rosa, mi esposa, también me dice: “Podrías tener reuniones regulares
con la gente”. No las tengo. En otros tiempos las tenía. Cuando hacíamos
“Hablemos de cine” teníamos reuniones semanales religiosamente y nos pasábamos
horas conversando de cine y películas. Siento que eso me falta ahora. Tal vez
hay falta de esos espacios.
Me parece, y viéndolo desde mi generación, que
muchos críticos de mi edad, que no pasen de los 45, de 30-40 años, no les
interesa mucho la historia del cine. Es decir, solamente ven el cine de las
últimas dos décadas. Si uno les pregunta del cine de los años sesenta del siglo
pasado, no saben nada. Del cine latinoamericano de los 50, 40 no saben nada.
Entonces, hay también una gran limitación por parte de ellos para poder abordar
el cine moderno viéndolo con esta perspectiva histórica. Muchos críticos
jóvenes están felices viendo todo lo que sale en Netflix y algunas películas
comerciales o del cine independiente, pero de las últimas dos décadas. Más
atrás, tienen un vacío gigante.
Sí. Incluso gente… Ahora que lo dices tú, algunos cinéfilos
probados, que están en actividad, que están participando en festivales,
participando en blogs, encuentras que han visto muy poco del cine clásico. Algunos,
en su lista de mejores películas del año que se publica en “Páginas del diario
de Satán”, sacan listas de grandes películas que han visto por primera vez y te
encuentras con títulos de Chaplin, John Ford, conocidos, y que ellos recién los
han visto. Y no es gente tan joven, es gente que está en sus 40 años. Y con los
medios que hay ahora… En otros tiempos eso podía explicarse, porque no teníamos
acá una cinemateca y había que ver lo que había en el mercado, lo que se
conservaba en las distribuidoras. Es decir, efectivamente, hay eso. Pero hay
también algunas excepciones. Por ejemplo, un escritor como José Carlos Yrigoyen,
que está escribiendo de cine y que, además, lo he logrado reclutar. Porque
escribió sobre Pasolini, que le apasiona como director, escritor, como figura. Luego
escribió también un texto sobre Godard, que ya lo hemos publicado. Ha escrito
uno sobre John Ford. No es su especialidad y ahí uno lo nota. No puede escribir
sobre John Ford como escribe sobre Pasolini, pero ahí está. Vamos a escribir
este año el libro sobre Scorsese y Bergman y también está él dispuesto a
hacerlo. Pero hay también otro, este sí es muy cinéfilo, por supuesto: Carlos
Torres Rotondo, que seguramente lo conoces, que sabe mucho sobre rock peruano,
conoce muchísimo sobre el cine clásico. En el libro de Ford, he logrado
incorporar a cuatro amigos de tiempo, amigos cinéfilos que no estaban
escribiendo de cine. Uno de los cuales es Carlos. Ahora, por supuesto, va a
escribir también sobre Scorsese, Bergman y está muy motivado. Otro es Alberto
Servat, que fue periodista, crítico de cine, un hombre que tiene una gran
cultura. Además, muy variada, porque le interesa el teatro, la música.
La moda también le interesa.
Sí. Él es el director de actividades culturales del Peruano
Norteamericano. Carlos Torres y él son grandes conocedores del cine clásico.
Otro es un amigo que es un ingeniero químico, pero que es un cinéfilo enorme.
Además, un aficionado a la música, sobre todo del rock, un admirador de Bob
Dylan, que se llama Rogelio Llanos.
Creo que he leído algo de él en una de las “Ventana
Indiscreta”.
(Chacho asiente). En “Ventana Indiscreta”. Escribió sobre
la película de Godard con los Rolling Stones. Es más de Rolling Stones que de Godard,
pero él es otro. Y otro amigo es un abogado que conoce mucho el cine clásico. Rogelio
ya no es cuarentón, él tiene más de sesenta años. Cuarentón todavía creo que es
Carlos Torres, aunque ya debe estar por los cincuenta, o llegando. Cuarentón sí
es José Carlos. Hay, pero no es la mayoría. Es cierto que hay ese
desconocimiento. Se encuentra ahí una fisura con mucha gente de ahora. Esa
puede ser una razón, sí.
Quería comentarte lo agradable que fue ver,
porque está en YouTube, cuando te entregan en el año 2017, el premio al trabajo
crítico, el Premio Fénix…
Ah, llegaste a verlo.
Sí. Y me dio mucho gusto que te lo entregó,
además, Jorge Perugorría. ¡Qué coincidencia, además, que el apellido Perugorría
tenga que ver con nuestro país! Este actor cubano, protagonista de “Fresa y
chocolate”, nominado al Oscar, ganó el Goya y también el premio del jurado en
la Berlinale. Para mí fue un enorme gusto ver que recibías un premio de un
actor tan bueno y, además, en México, que es uno de los centros del cine
latinoamericano históricamente. Tanto Argentina como México.
Sí.
¿Cómo te sentiste, más bien, cuando recibiste
el premio de él?
Muy feliz y muy agradecido por esto. Me pareció un
reconocimiento, una distinción muy importante. Creo que tanto el que el
Ministerio de Cultura nos diera, porque fue a Federico y a mí, pero, individualmente,
no en pareja, ese año, el reconocimiento como Personalidades Meritorias de la
Cultura.
Federico de Cárdenas.
(Asiente). Federico de Cárdenas. Ese mismo año Federico y
yo también habíamos obtenido el premio de la Católica, del Festival de Cine,
que fue un reconocimiento por los cincuenta años. Y todo eso, en la perspectiva
del tiempo, me alegra mucho más porque, como sabes, lamentablemente, Federico a
los tres años de esos episodios falleció. Y creo que con eso se hizo mucha
justicia con él, que era una personalidad muy poco apegada a los reconocimientos,
muy poco dispuesta, con muy poca exhibición pública. Casi no participaba en
mesas redondas, casi no hablaba en público. De joven lo hizo.
Pero tenía su columna en “La República”.
Sí, en “La República”. Durante 43 años mantuvo un espacio
crítico, que era un bastión de la crítica. Pero yo comentaba en una nota que
hice en el libro, que seleccioné textos de él, que se publicó como “El cine de
los maestros” (2019), que publicó la Universidad Católica, que cuando le
transmití… Porque yo fui el que le comenté primero: “Mira, nos han anunciado
que va a haber este premio, primero de la Católica y el otro”, su respuesta fue
como quien no se siente muy concernido. Aunque yo estaba seguro, y estoy seguro,
que, en el fondo, eso le satisfacía, pero que jamás hubiera movido un pelo para
lograr eso. Ese reconocimiento sí me resultó muy estimulante. Además, fui con
Rosa y con las chicas. Recuerdo, incluso, terminé mencionando en esa brevísima…
porque me cortaron el espacio, yo hubiera querido hablar más, pero me dijeron: “No,
tienes que hablar dos minutos”.
Como en los Oscars.
Como en los Oscars. ¡No pude decir nada! Incluso, tuve que adelantarles
qué cosa es lo que iba a decir. Porque me pedían que eso tenía que ponérselos
por escrito. Entonces, no es la forma que uno quisiera para poder hacer un
agradecimiento. Terminé con… A propósito de una comedia argentina muy reciente,
que se titulaba “El fútbol o yo” (2017), entonces yo decía: “Quiero terminar mi
intervención, diciéndoles que siempre estoy esperando que, en cualquier momento,
mi esposa me haga una pregunta similar a la del título de la película argentina
‘El fútbol o yo’, que sea ‘El cine o yo’”. Ahora que lo dices, creo que me
faltó, no se me ocurrió en ese momento, hacer una alusión al apellido de Jorge
y decir que me alegraba que quien me entregara el premio fuera nada menos que Jorge
Perugorría, cuyo apellido incluye, casi como una especie de prefijo, al Perú.
Medio peruano era, ja, ja…
Sí (sonríe). Tal vez sea motivo para decirlo en otra
ocasión.
Y con motivo de ese premio, además, vi que te
entrevistaron en la televisión mexicana.
Sí.
También está en YouTube.
Hay una entrevista en YouTube.
Estuvo bonita, porque investigó de ti (el
productor y director de cine Roberto Fiesco para su programa Cinema 20.1, donde
entrevistó a grandes cineastas como Guillermo del Toro, Lucrecia Martel,
Alejandro González Iñárritu, Carlos Saura, Barbet Schroeder, Miguel Littin,
Arturo Ripstein y Jan Svankmajer).
Sí.
Se notaba profesional.
Muy profesional. Creo que es actor también. Una personalidad
del mundo gay en México. Pero muy respetado. No es que sea tampoco un militante
desaforado, pero sí es conocido.
Ahora sí quería pasar al fragmento del artículo
“Godard: pistas para un itinerario creativo in-sólito” que escribiste en
“Ventana indiscreta” número 29: “Godard siguió hasta el último tramo de su
filmografía fiel a su línea de carrera: la del experimentador, la del
explorador-visionario que se mete en una jungla (la de las imágenes y sonidos,
la de los signos fílmicos) para intentar descubrir aquello que se encuentra
fuera de las ortodoxias, de los conductos normales, de los caminos trazados”.
Godard tuvo esta trascendencia enorme en la historia del cine. ¿Tú has visto,
de repente, en los últimos años, algún cineasta que pueda tener a futuro, (y
que sea) de las últimas dos décadas, esa trascendencia y ese impacto que tuvo
Godard a partir de los años sesenta? ¿O todavía no ves a alguien que tenga ese
aire renovador, ese ímpetu por cambiarlo todo, como lo tenía él?
No he encontrado todavía a ninguno de ese nivel, de la
talla de Godard. Creo que todavía Godard sigue marcando una valla muy alta. Hay
algunos que me parecen buenísimos. Algunos dentro de una narrativa menos
disruptiva. Pienso, por ejemplo, en un director como el finlandés Aki
Kaurismaki, cuya última película “Hojas de otoño”… “Fallen Leaves” (2023) es la
traducción literal del título.
Que es “Hojas caídas”.
“Hojas caídas”, pero aquí se estrenó como “Hojas de otoño”,
que es una película que, si puedes ver, te recomiendo.
La voy a ver.
Es una película realmente excepcional. Pero, te digo,
dentro de una narrativa menos radical. Por supuesto, hay también en la película
más de un homenaje a Godard. Además, es una película grandísima, en el sentido
de lo hermosa que es. Es muy sencilla y la demostración de cómo con pocos
elementos se puede hacer una película tan rica. También muy rica musicalmente y
muy llena de referencias al cine. Entre otras, a Godard. Pero no tiene esa
talla de explorador, vamos a decir, que tendría Godard. Hay algunos cineastas
exploradores en la actualidad y creo que son muy valiosos. Por ejemplo, el
tailandés Apichatpong Weerasethakul, un nombre tan difícilmente pronunciable. El
español Albert Serra. Hay talentos latinoamericanos también, como los
argentinos Lisandro Alonso y Lucrecia Martel. Y, en esa línea de apertura,
Mariano Llinás. Pero no creo que se puedan comparar con la altura que consiguió
Godard, con esa capacidad de abrir bosques.
Luego, también quería comentar de un artículo
que leí en “La gran ilusión” número 5, de 1995, que justo (la revista) la ganó
mi colegio, el Champagnat. La ganamos con un concurso que hicieron ustedes
(para escolares) en la Universidad de Lima, y el premio era varios libros de
“La gran ilusión”. Hubo como cinco o seis libros. Nos los repartimos. Éramos
(varios) compañeros. Los libros, creo que quedaron dos para el colegio y los
demás los repartimos entre nosotros. Justo un artículo tuyo, que es “Hacia la
cine novela: La segunda patria”, decía: “La segunda patria es,
también, la crónica de un desconcierto, de la confusión de una generación y una
época. De los años de la prosperidad y el milagro alemán y también de los años
del descontento, de la revuelta estudiantil y la crisis de los valores que
impuso esa prosperidad material (…) hay al menos cinco o seis capítulos que
alcanzan una categoría de obra maestra, coloca a su realizador, Edgar Reitz,
entre los pocos nombres realmente importantes del cine alemán del presente y
hace de La segunda patria uno de los acercamientos más legítimamente
proustianos que se hayan conseguido en el arte de las imágenes en movimiento”.
Mi pregunta era: esto que escribiste en 1995, hace 29 años, esta cine novela
ahora se ve mucho más, gracias a nuevas tecnologías, a toda esta digitalización
que ha abaratado los costos. Se ve mucho más este tipo de cine novela en los
medios de comunicación. ¿Tú lo ves así?
Creo que sí. Efectivamente. Cuando iniciaste la referencia
a esta crítica mía, a este comentario que hice sobre esta película, lo pensé
inmediatamente, porque creo que sí hay un enganche con lo que se está haciendo
ahora. Y es un tema sobre el cual me gustaría volver a escribir. Pero aquí sí
veo yo un escollo: y es que casi no veo series de televisión. Porque, claro, ¡falta
tiempo! ¿Cómo puedo ver series de televisión, si la cantidad de películas
individuales es tan gigantesca? Entonces, me limito a ver algunas, vamos a
decir muy claramente, “de autor”. Los “Twin Peaks” (tres temporadas: 1990, 1991
y 2017) de David Lynch. Ahora tengo pendiente una que se llama “Esterno Notte”
(2022), “Exterior noche”, de Marco Bellocchio, el italiano que recomendaban muy
entusiastamente José Carlos Cabrejo, Bedoya y otros. Entonces, son estos
trabajos de gente más ligada al cine que también está haciendo experiencias de
mayor duración, un poco de cine novela, pero veo muy poco. Por ejemplo, he
visto fragmentos de “Breaking Bad” (2008-2013). Y de otras más, pero capítulos,
fragmentos, no una serie completa. Ahí el sentido es la serie completa. Que yo
sepa Bedoya no las ve, salvo las que sean “de autor”, pero creo que Cabrejo sí
tiene mayor disposición o capacidad. No sé cómo hace. Algunos están trabajando
más en eso. Hay incluso un profesor, cuarentón ya, de la Universidad de Lima,
que es Giancarlo Cappello, que está escribiendo mucho sobre este tema. Creo que
está convirtiéndose en uno de los especialistas en producción serial. Pero sí
creo que el cine, en estos momentos, y gracias al streaming sobre todo -que
proporciona el medio, la plataforma, en el sentido de la base, el soporte para
hacerlo-, está desarrollando estas temporalidades que las salas de cine no
permitían. Limitadamente, se hizo en las seriales, en otra época, pero ya luego
el cine se diseñó para el producto serial, en el sentido de serie y continuidad.
Se habla de la producción serial también como una producción repetitiva, una
producción que vuelve sobre los mismos motivos. Hablo de la serie que continúa,
los capítulos que continúan una historia, la historia que sea larga, como una
novela. El cine no permite eso, más bien, tiende y aspira a la novedad. Incluso,
cuando la novedad no es tal, o lo es en un sentido muy restringido. Las
películas de la Marvel, por ejemplo. Pero se ofrece como que cada película tiene
algo nuevo o distinto.
Scorsese decía que el cine de Marvel no es
cine.
Exactamente, sí. Creo que un poco exageradamente. Ahí se puede
caer en un purismo. Pero no hay duda de que el streaming está haciendo realidad,
un poco, esta idea o hipótesis de la cine novela, el alargamiento de las
historias.
Y en tu libro “Desde la ventana indiscreta.
Páginas de cine” decías: “En las últimas décadas la mayor parte de los
proyectos cinematográficos en América Latina se organizan de manera
independiente, con realizadores-productores que se las ingenian para hacerse de
los presupuestos necesarios, con las ayudas de los fondos o préstamos asignados
por los Estados en condiciones casi siempre muy favorables”. Este artículo era
del año 2012 y yo te quería preguntar si sientes que, doce años después, sigue
siendo igual.
Yo creo que sí. Esa situación se mantiene todavía. Porque
si tú quieres hacer una película en Perú, una película en la que puedas moverte
con libertad, en la que puedas tú escoger lo que quieres hacer, no la vas a
encontrar con un productor privado. No digo que sea imposible, puede hacerse,
pero es muy problemático. En cambio, las ayudas, los fondos sí te van a
permitir hacerlo. Eso se mantiene.
Estoy viendo que Ani Alva Helfer está
produciendo una película por año casi y como está produciendo comedias -comercialmente,
es lo que el espectador peruano busca más- y me parece que le resulta a ella, en
un caso concreto, más sencillo conseguir esos fondos que, de repente, para
películas más exigentes, cinéfilas o artísticas, sí es más difícil conseguir.
Claro, ella lo hace porque son películas con figuras
conocidas, sus primeras actrices conocidas, películas con componentes
atractivos para el público, que ni siquiera aquí hay que hacer muy
creativamente eso. Sobre este punto también yo quisiera decir que no es que yo
abogue por un cine exclusivamente minoritario o un cine de autor. Creo que el
cine de género es importante en cualquier parte del mundo. Es importante por la
posibilidad de tener una industria, por pequeña, limitada, reducida que sea.
Porque en un país como el Perú no podemos pensar que va a ser un país
industrial, en términos de cine. No tenemos el mercado, no tenemos las
posibilidades de acceso a las distribuciones internacionales, que son
fundamentales para eso.
Controlan todas las salas de cine casi.
Controlan las salas, controlan las cadenas de…
La distribución.
…la distribución de cines y la distribución del streaming.
Son grandes cadenas, como Netflix y otras más, las que prácticamente tienen el
poder de decidir qué cosa se puede ver y lo que no se ve. Entonces, las
posibilidades son limitadas, pero creo que tendría que haber y debería haber,
como en otra época, un cine de género popular. En una época, la del nuevo cine
latinoamericano, ahora reconocemos, eran películas, no todas, muchas de ellas,
que tenían, primero, un estándar de calidad técnico que muchas películas de
ahora no tienen, si uno las coteja o compara. Había un núcleo de producción
bastante solvente y una cierta creatividad en el manejo del humor, en el manejo
del melodrama inclusive, que hace que sean películas que uno ve ahora y dice: “Esta
película, tal cual, no se podría hacer ahora”. Pero ahí funciona. Incluso, te
hace sentir parte de una época o te hace ubicarte en un momento en que esas
películas lograban tener comunicación con el público. Uno quisiera poder ver, y
se puede imaginar, por qué las obras de Shakespeare en su momento eran populares.
Ahora no. Los tiempos cambiaron. Claro, la época hace mucho. La relación con la
película que uno puede tener en su momento, no es la misma que puede tener
después. Actúan otros factores, de nostalgia, de evocaciones. En fin, toda la
cosa retro y lo que puede tener como elemento añadido. Pero volviendo a lo que
te decía antes, creo que los géneros son absolutamente legítimos. He podido ver
algunas películas argentinas o mexicanas, comedias o melodramas… Digo, ojalá se
hicieran más de estas películas, que tal vez no fueron hechas como las de antes,
que, en muchos casos, partían de una actitud o una disposición muy poco
intelectual. Ahora, algunos de los que las hacen sí son intelectuales, y tratan
de serlo legítimamente, de conectarse con un público mayor que ese público de
festival más especializado. Entonces, es una necesidad. Creo que la comedia en
el Perú no la está cubriendo. Son comedias muy estereotipadas, muy televisivas,
muy de fórmula, muy apoyadas en los mismos diálogos. Se trabaja muy poco el
humor visual, situaciones de sugerencias. Es como muy explícito, muy machacón,
estereotipado. Creo que ahí hay un gran desafío para el cine peruano: el poder
trabajar géneros. Por supuesto, el humor, el horror, el melodrama, las
historias criminales. Todo el material de lo que en otra época se consideraba
subliteratura o literatura popular y que se ha ido revalorando. Por lo menos,
algunas de las vertientes de esas obras o de esa literatura, que todavía
cuesta. Yo creo, por mi propia experiencia, de que todavía un sector de gente,
hombres y mujeres, interesados muy seriamente por la cultura selecta: teatro,
música clásica, danza, ópera, literatura, pintura, no tiene la apertura
suficiente frente al cine. Creo que, para muchos, el cine, tal vez por su
carácter comercial, por su dimensión de industria, sigue estando en un renglón
inferior al del teatro o de la música. Ir a ver una película no es lo mismo que
ir a ver un concierto. No es lo mismo que ir a ver una obra de teatro.
Probablemente, porque no hay la cercanía ni la presencia física en el cine de
los intérpretes, de los cantantes, danzantes, etcétera. Y, además, como que hay
materiales, insumos, que son más bastos, gruesos, groseros que otros. Siguen
funcionando esos estereotipos culturales.
Lo que has mencionado me parece importante,
porque eso también se debería a que en el Perú hay muy poca educación hacia el
cine como arte.
Sí.
Hay un entendimiento del cine como
entretenimiento, pero no hay entendimiento del cine como arte. Justo yo estoy
leyendo un libro de Vallejo, de crónicas, y César Vallejo, nuestro máximo
poeta, mostraba un interés brutal sobre el cine. Tiene varias crónicas sobre el
cine, analizándolo casi con pinzas.
Sí.
Y Javier Heraud quería ser cineasta. Y García
Márquez estuvo haciendo guiones. Incluso, apareció en una película en México.
Entonces, creo que hay mucho desconocimiento de que varios escritores importantes,
querían aparecer en el cine, acercarse al cine, querían ser parte del cine,
porque creo que entendían que el cine, me parece, no sé tú qué opinas, es el
arte supremo. Es el único arte en el mundo donde todas las demás artes
confluyen.
Claro.
Música, literatura, teatro… Todo confluye en el
cine. Y creo que eso muchísima gente no lo entiende, quizá porque hay una
sobreoferta de lo comercial.
Sí.
Y no hay este acercamiento más histórico, más
técnico, que nos haría ver el cine como el arte que es. Que es una cosa
impresionante, que ya tiene más de cien años.
Sí. Es cierto. Yo justamente estoy escribiendo un libro, ya
lo tengo casi terminado, un libro individual, que es el periodo del cine
latinoamericano que va del 70 al 2000. Justo estaba escribiendo un capítulo
sobre la parte literaria. Sobre todo, del realismo mágico en el cine que, en
general, no ha dado mucho fuego. (Chacho sale un momento de la sala y trae un
libro de título interesante) Hay un libro que se llama “Los amores
contrariados. García Márquez y el cine”. Estaba citando este libro, que ha sido
publicado en Cuba por el ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria
Cinematográficos).
¡Qué interesante!
Sí. Hace una revisión de todas las versiones, las
adaptaciones cinematográficas de García Márquez que se han hecho.
¿Y de dónde es (la autora) María Lourdes Cortés?
¿De Cuba?
No, ella es costarricense. Es una historiadora, una profesora
de literatura y cine. Acá (en el libro) se le ve más joven, pero ya yo diría
que María Lourdes puede tener ahora unos sesenta años. Acá está más joven. Y es
profesora en Costa Rica, ligada a Cuba, un poco en la órbita de la influencia
cubana, especialista en el cine centroamericano y caribeño. Ha escrito mucho
sobre esas cinematografías. Siempre le mando todo lo que escribo. Y es cierto,
a Cortázar le gustaba mucho el cine. A Borges también. Sobre todo, de muy
joven.
Incluso a Cortázar, (Michelangelo) Antonioni le
pidió para hacer “Blow-Up” (1966) basándose en un cuento de él…
Ah, “Las babas del diablo”.
Pero Cortázar dice que lo que Antonioni hizo no
tenía nada que ver con él. No quiso estar en el plató, porque él sentía que iba
a intervenir mucho, iba a criticar y prefirió estar lejos.
Y a Carlos Fuentes le interesaba por supuesto también mucho,
a Rulfo, a Vargas Llosa. Y a García Márquez es tal vez al que más, porque es
como que inicialmente quiso hacer cine. De pronto, si las circunstancias se
hubieran dado en su vida, tal vez hubiese derivado… ¿Sabes que tiene un hijo
Rodrigo?
Sí, que es director de cine.
Que es director de cine. En Netflix está ahora esa película
“Familia” (2023) de él, que es la primera película de Rodrigo García de
ficción, hablada en castellano. Porque todo lo que ha hecho antes ha sido en
Estados Unidos. Totalmente fuera de la literatura de su padre. Imagino que un
hijo de García Márquez lo que menos querrá… Algunos tal vez lo que más querrán
es parecerse al padre, pero otros…
No quieren.
No quieren, ¿no? Quieren tener su propia identidad.
Mucho peso encima, además. Un peso descomunal.
Imagínate, sí. Es un poco, probablemente, lo que ha pasado
con Álvaro (Vargas Llosa) en relación a su padre. Hay padres que aplastan a los
hijos.
Yo entrevisté a Juan Carlos Rulfo, hijo de Juan
Rulfo, el escritor. Gran documentalista, pero no quería ser escritor. La sombra
de su papá es inmensa. Carlos Fuentes consideraba a Juan Rulfo el mejor
novelista que había habido en su país, el mejor escritor de México. Juan Carlos
Rulfo tenía clarísimo que no iba a ser como su papá.
Que no iba a ser escritor, claro. Creo que ha acertado, en
el sentido de que es uno de los mejores documentalistas, ahora, en México y
América Latina.
Me decías que el interés de los escritores
Cortázar, García Márquez…
Sí. Todos esos referentes y otros importantísimos. En
España, por ejemplo, a Javier Marías, Pérez Reverte, Cercas, Juan Manuel de
Prada, son los que les interesa mucho el cine y, además, en una perspectiva muy
abierta, no culturalista. A pesar de eso, todavía el culturalismo sigue
teniendo mucho peso. En el medio universitario, por ejemplo. Quiero decir, si
tú convocas a profesores universitarios en las áreas de humanidades, a escoger,
a ver una proyección de “8 1/2” (1963) o “El hombre que mató a Liberty Valance”
(1962) de John Ford, van a escoger “8 1/2” abrumadoramente.
Sí.
Eso es lo que quería decirte. Que hay todavía un peso de
una cierta tradición muy exigente, muy elitista, muy purista, muy de los
valores culturales, como aquellos que están por encima de buena parte del cine.
Quiero decir que el cine no logra acceder a ellos. Eso genera un desencuentro
con una serie de expresiones. Está cambiando mucho. Las generaciones jóvenes ya
no tienen esa misma mirada. Incluso, está cambiando, al extremo que hay
sectores en los que ya los criterios de evaluación prácticamente se han diluido.
Entonces, ya no es la mejor película, es la película que más me gusta. Ya no es
la mejor novela, es la que me gusta, en la cual el criterio del gusto suprime o
desplaza al criterio de la valoración o del juicio. Ahora está ocurriendo
muchísimo.
Claro. Quería mencionar de tu libro “Del
clasicismo a las modernidades. Estéticas en tensión en la historia del cine”,
del año 2022, que decía en la página 398: “Sin olvidar otras influencias
originadas en una década marcada por estímulos extracinematográficos muy
eficaces: desde la guerra de Vietnam hasta las reivindicaciones y luchas
políticas, pasando por el hard rock, el heavy metal, la psicodelia y la cultura
del LSD y otras drogas alucinógenas. Ese mismo contexto sirve para ubicar el
surgimiento de las nuevas corrientes del terror en Hollywood. La noche de
los muertos vivientes es, sin duda, un título clave de fines de los años
sesenta, seguido por varios otros, considerados paradigmáticos del género, como
La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, 1972)
de Wes Craven, La Matanza de Texas de Tobe Hooper o Carrie:
extraño presentimiento de Brian de Palma. También el gran género criminal
en las modalidades del thriller u otras como las que representa El
padrino en la industria norteamericana son productos de esas nuevas
condiciones y del aire de la época”. Tú crees que todo este contexto, esta
explicación de esa época, de hace algunas décadas, ¿todavía tiene influencia en
el cine de ahora? ¿O ya vemos este tipo de cine como algo anterior?
Yo creo que es otro contexto. Hay un contexto que se está
viviendo, si trato de ubicarme en el paisaje norteamericano y, de paso, latinoamericano…
Creo que está habiendo una época muy contradictoria, porque, por un lado, hay
tendencias progresistas, en el sentido de aperturas a nuevas formas de entender
la sociedad, entender las relaciones humanas, que ya no es la de los años
sesenta, la bisagra de los setenta y los setenta. Es distinta, pero han recrudecido
tendencias renovadoras muy fuertes también, excluyentes y cerradas. El mundo ha
cambiado. El fenómeno migratorio está influyendo mucho. Tanto en Estados Unidos
como en Europa. Las sociedades se dividen, en ese sentido, en fuerzas encontradas.
Esta idea casi de la guerra cultural que se está levantando, de una o de otra
forma, en un país o en otro. Cuando leo, por ejemplo, muchas cosas de acá del
Perú, en las que se está convirtiendo al caviarismo en un gran frente cultural
organizado frente a un sector, un segmento, que tiene ideas más tradicionales, más
conservadoras. Una posición liberal, amplia, frente a posiciones conservadoras.
Por ejemplo, al documental de Javier Diez
Canseco, a “Rojo profundo” (2023), le han dado con palo ahora último.
Sí.
Y creo que ha sido injusto.
Es injusto. A pesar de que creo que hay una… He visto la
película, que creo que es interesante. Y tú la viste también, ¿no?
Sí. El documental.
Es una película muy ilustrativa. Sí. Es también, vamos a
decir, muy partidaria. Yo hubiese incorporado, es una manera de verlo, otras
miradas, otra visión desde el otro lado, darle…
Un poquito la voz del enemigo.
Sí.
Que hablara un poquito más.
Sí. Creo que la tendencia… Y esto, en personajes de
izquierda o de derecha, tiende a ser encomiástica. También en todos los documentales
biográficos, los documentales que se hacen sobre personajes en diferentes
campos. Es como la versión oficial. Incluso, creo que en la película hay hasta
algunos sesgos que son injustos con alguna gente muy cercana a Diez Canseco. Por
ejemplo, le dan mucho peso a Hugo Blanco, que no era miembro de Vanguardia ni
del Partido Socialista. Tenía otra posición. Pero es cierto que salta la gente
cuando hay películas (de izquierda). Hay otra sobre Hugo Blanco que se hizo y
que también, igualmente, protestaron. Y todo esto sirve de argumento para decir:
“Bueno, la ley de cine está favoreciendo a estas tendencias”.
A los progres.
Sí. ¡Están dándole premios! Hay todo este sector. Es todo
un problema y es una de las luchas que hay que tener aquí. Cuando converso con alguna
gente que no piensa como yo, les digo: “Bueno, presenten proyectos”. Me parece
legítimo que se hagan documentales sobre Riva Agüero o Víctor Andrés Belaúnde,
figuras del conservadurismo que también tienen sus méritos. Tendríamos que ser
demasiado ciegos a estas alturas o fanáticos. Creo que tú no lo eres.
No.
Y, afortunadamente, tampoco me siento yo así. Pero sí, hay
mucha… Es una etapa. Eso se está viviendo también en Estados Unidos. Hay que
reconocer que, desde el lado, vamos a decir, progresista, hay excesos. Y que el
asunto de lo políticamente correcto se está convirtiendo en una especie de
camisa de fuerza. Porque desde el lado de lo políticamente o progresistamente
correcto, se configura también una suerte de neoinquisición. Aquí están los réprobos,
aquí están los excluidos. Muy grave, muy serio.
Acá están los reaccionarios.
Sí, también. Pero un riesgo muy grande es eso. Puedes tú
eliminar a alguien, porque en algún momento de su vida tuvo una conducta sexual
cuestionable. Incluso, porque en algún momento plagió algún texto. No estoy
favoreciendo ningún tipo de abuso ni de plagio, pero acá las cosas se están
llevando a un extremo tal que preocupa.
Porque si no tendríamos que eliminar a la mitad
de los artistas, pintores, actores de cine…
Exactamente.
Desde Picasso que pegaba a sus mujeres, Woody
Allen que se metió con su hijastra. Entonces, hay tipos que moralmente eran
unos monstruos, pero su producción artística es otra cosa.
Claro.
Pero hay mucha gente para la cual eso es
difícil separar.
No pueden separarlo y eso es todo un problema.
Sobre todo, cuando tienes una formación
católica. En mi caso, soy católico, del colegio Champagnat, y me cuesta separar
eso, pero tengo que reconocer que Picasso hizo cosas muy innovadoras. Pero si
me hubieran dicho: “Vas a almorzar con Picasso”, yo le digo: “No, gracias”.
Porque creo que moralmente no vale la pena. Pero era un artistazo.
Claro. Exactamente. A mí también me pasa lo mismo. Hay
ciertas figuras de las que yo digo: “No creo que pudiera ser amigo de él”.
Humanamente, puedo no tener el aprecio, pero hay una obra que no se puede desconocer.
Y es la obra que se separa del artista. Queda como un producto, sí, pero,
al mismo tiempo, autónomo e independiente. Entonces, por allí hay un problema, que
habría que verlo con mayor cuidado. Porque si no estamos llegando a una especie
de neoconservadurismo excesivo y peligroso.
Muchísimas gracias por la entrevista. Ha sido un honor. Siempre he seguido lo que has escrito, desde que era adolescente. Es uno de los grandes días de mi vida, como amante del cine. Respeto mucho tu trayectoria. Espero que sigas produciendo muchos libros. También gracias por todos esos libros que estás produciendo ahora con muchísima mayor frecuencia que hace años. Son un aporte. Y eso tendríamos que hacer todos a los que nos interesa el cine en el Perú, en Latinoamérica: remar para el mismo lado. Ver que todo lo que escribamos, sea desde la crítica, artículos de cine o libros de cine, es un aporte para nuestra región. No vernos como enemigos y que tal me odia y le pongo la cruz. Al final, estamos educando a las nuevas generaciones para que se acerquen al cine, que es una cosa que puede transformar vidas, cuando son grandes películas. No todos tienen esa capacidad de entenderlo. Es un tema netamente técnico, profesional, como tú lo has demostrado durante décadas. Nuevamente, te agradezco. Un honor.
Gracias a ti, Gianmarco.
Y todo lo mejor para ti en el futuro.
Igual, de mi parte yo te agradezco la entrevista, agradezco
tus palabras. Y aquí me tienes para cualquier nueva conversación. Sea para una
entrevista o no. Ojalá podamos tenerlas más adelante.
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario