Por
Gianmarco Farfán Cerdán
Si tomamos en cuenta que las experiencias tempranas de vida
afectan profundamente la naturaleza y la calidad del desarrollo cerebral,
entonces debemos brindarle una gran atención a esta etapa esencial del
desarrollo de todo ser humano. La primera infancia siempre ha sido una etapa
formativa delicada donde los medios de comunicación tenemos todavía mucho por aprender e informar.
Hay que entender que los beneficios de invertir
adecuadamente en la primera infancia son palpables y contundentes cuando las
personas alcanzan la edad adulta: mayores ingresos económicos, mayor nivel de
educación, menor tasa de criminalidad, menor costo en programas asistenciales y
una mayor recaudación de los impuestos. Por cierto, existe un dato muy importante
y útil desde el punto de vista económico: la tasa de retorno es de cuatro a nueve
dólares por cada dólar invertido durante la primera infancia.
Por todo lo mencionado, debemos brindarle un entorno
adecuado a la niña o al niño para que se desarrolle, puesto que un entorno
adverso (donde ocurra violencia intrafamiliar, por ejemplo) puede retrasar
entre 90 % y 100 % su desarrollo cognitivo, emocional y de lenguaje. Tampoco
podemos olvidar que existe un riesgo tres veces mayor de sufrir enfermedades
crónicas para aquellos niños que tuvieron más de siete experiencias adversas
antes de los tres años. En dichos casos, también aumentan las posibilidades de abusos de
sustancias y de sufrir depresión.
Finalmente, resulta relevante saber que las desigualdades más grandes
se originan durante los primeros 24 meses de vida. En la actualidad, gracias a los cursos que imparten instituciones valiosas
como CENTRUM PUCP y Copera Infancia los periodistas de todo el Perú pueden formarse mejor sobre los conceptos y alcances de la primera infancia.
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