“Me interesa mucho explorar aquello que no se nombra”
Entrevista
y fotografía por Gianmarco Farfán Cerdán
Un ojo casi cuadrado y morado, y otro llamativamente rojo, ambos
bien abiertos, nos invitan desde la portada del libro de relatos “Mínima señal”
(Fondo de Cultura Económica, 2017), de la peruana Irma del Águila (Lima, 1966), a
introducirnos en sus breves e inquietantes historias. Un fragmento del cuadro “Abendliche
Figur” (1935) del famoso pintor suizo Paul Klee ocupa esta portada y llama la
atención de cualquier lector que se acerque, por primera vez, a este interesante
libro que es “Mínima señal”.
No hay ninguno de sus relatos, durante sus 71 páginas, que
nos deje indiferentes. Nos muestran cosas del ser humano que no queremos ver,
nos llevan a visitar temores que solemos evitar, nos llevan a ver al otro (al
supuestamente gentil prójimo) como alguien de quien debemos cuidarnos.
Desde hace años, Irma tiene un lugar ganado en la narrativa
peruana contemporánea. Suele asistir, como escritora invitada, a las diversas
ferias del libro que se realizan en Latinoamérica. Además, el año pasado
presentó su novela “La isla de Fushía” en París. Sus relatos han sido
traducidos al inglés y al francés. También ha publicado las novelas “Moby Dick
en Cabo Blanco” (2009), “El último capítulo” (2001) y “El hombre que hablaba
del cielo” (2011, III Premio de Novela Breve de la Cámara Peruana del Libro). Y
en 2005 ganó el II Concurso Internacional de Cuentos de Lan.com y el diario “La
Tercera” de Chile gracias a su relato “Primera travesía”. El premio fue un
viaje a Nueva York.
Como socióloga de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
con una maestría de la Universidad de Nueva York y una importante experiencia
como observadora electoral en Derechos Humanos de la ONU y la OEA, Irma tiene
muchos intereses en todo lo social y político que acontece en nuestro Perú y en
los países vecinos. También ha sido docente en la Universidad Peruana de
Ciencias Aplicadas. Sin embargo, ella se considera escritora, fundamentalmente.
Conversamos, a profundidad, sobre ese potente artefacto literario que es su “Mínima
señal”.
Muchas
gracias por esta oportunidad para “Entrevistas desde Lima”.
Yo quería, primero, agradecerte a ti, Gianmarco, por la
invitación. Siempre es un placer poder conversar con un lector tan atento como
tú.
Muchas
gracias. Lo último que has publicado es el libro de cuentos “Mínima señal” y es
muy interesante, dado que es sobre cuentos que, por momentos, no parecen
cuentos. Son relatos muy observadores, muy detallistas. ¿Tu intención, cuando
empezaste hace quince años (porque leí que eran quince años que habías estado
trabajando este libro), fue así? ¿Que fueran pequeñas escenas de momentos en la
vida de distintas personas?
En realidad, no son quince años de largo sino que hay relatos
que sí comencé a trabajar hace quince años. El de “Luces de las sombras”, por
ejemplo, que está ambientado en Haití, tiene que ver con la misión de derechos
humanos en la que participé en los años noventa. Tiene que ver con los casos de
linchamientos populares que se produjeron luego de la intervención militar
norteamericana que pone fin al régimen de facto, con el aval de Naciones
Unidas. Expulsan a los militares, que a su vez habían dado un golpe de Estado
al presidente Jean-Bertrand Aristide, pero en esos días que se desmoviliza el
ejército haitiano, que se desmoviliza la policía haitiana, hay un vacío de
poder. Y se producen linchamientos, saldando cuentas. Ese relato fue escrito
hacia finales de los noventa. Hay otros que son más recientes, como la “Pared
medianera”, que está ambientada en la Lima contemporánea, en algún lugar del
cerro El Agustino, donde se lleva a cabo programas para construir una pared que
separe las viviendas de un solo ambiente, para separar a los adultos de los
niños, a los adultos de las adolescentes. Entonces, como te digo, son relatos
que se han ido construyendo, algunos hace quince años y otros más recientes.
Justamente
ese que has mencionado, “Pared medianera”, (fue) el que más me conmovió. ¿Por
qué? Porque no solamente cuentas la historia del papá que vive con su familia y
quiere darle su independencia a la hija separando el espacio dentro de la casa
sino que, además, muestras la solidaridad que hay entre la gente de El Agustino.
(Irma asiente con la cabeza).
Cómo
entre ellos van subiendo los ladrillos y el cemento. Entonces, me parecía que
mostrabas parte de Lima, de un cono, y, además, mostrabas cómo un padre estaba
preocupado por su hija.
Claro. Allí hay dos dimensiones. Una, de la que poco se
habla, que es la capacidad de construir sobre la roca. Literalmente, sobre la
falda del cerro están colgados. Es como una terraza. Como las terrazas que
vemos en el Colca, que sostienen la vivienda. Sobre la ladera está recta, se cava
un poco por dentro del cerro y el resto se va construyendo. Esa superficie está
construida por la intervención de los vecinos. Esta terraza con relleno y todo.
Por un lado, se echa mano de técnicas antiguas. Por otro lado, están
suspendidos, prácticamente, en el aire. Yo creo que esta figura expresa muy
bien la situación de cómo migran millones de peruanos, construyendo en el aire.
Y volviendo a tu primera pregunta, me interesa mucho explorar aquello que no se
nombra, explorar atmósferas de acechanza, lo inminente que no llega. Son cosas
sobre las que no solemos escribir, pero están ahí latentes. Lo que Freud
llamaba “lo extraño dentro de lo familiar”. De repente, están ahí y nos
perturban por una fracción de segundo y luego volvemos a nuestra cotidianidad.
Es eso lo que cruza por nuestra mente mientras conversamos con alguien, las
reflexiones que tenemos cuando saludamos a alguien. Son estas cosas que nos
invaden, sobre las que no solemos escribir y tienen muchos sentidos. Pensaba escribir
sobre lo que no ponemos sobre la mesa, sobre la superficie. Porque también
decía Freud que lo que interesa, en una cuestión de psicoanálisis, no es solo
lo que el paciente nos dice sino lo que no nos dice. Es decir, los silencios
están cargados de sentido, las omisiones también, los actos fallidos también.
Esa otra dimensión es la que me interesaba explorar en estos relatos. Y en el
caso de “Pared medianera” también. La violencia, la promiscuidad que puede
haber de cuerpos entre padres e hijas, entre tíos y sobrinas que están
conviviendo en un solo espacio, espalda con espalda, hombro con hombro. Eso, en
un momento en que las inhibiciones desaparecen…
Es
peligroso.
Puede ser peligroso. De hecho, el programa se hace, sobre todo,
con el apoyo de las madres de familia, que son las que han impulsado este tema.
De nuevo, por razones que ellas mismas no van a enunciar, pero que todas
comparten.
Es algo
tácito ya.
Exacto. Eso es lo que me interesa: no tiene que hablarse.
Al final del relato, la madre solo dice: “Prevención”. Y es como una palabra
mágica que lo dice todo.
Muestras,
justamente en ese cuento, que podría ser que el padre no estuviera de acuerdo,
pero él está tranquilo. No es un personaje problemático.
Es un personaje que siente que, al separarse del cuerpo -digamos-
de su hija, es un acto de amor. Al final, él se imagina cómo la hija está en
otro lado.
Está
con sus amigas.
Riéndose, pensando en lo que harán en la calle, porque ya
es una adolescente. Es algo que perturba al padre.
Pero no
lo puede evitar.
Claro. Que no tenga control sobre esta (adolescente) que,
además, se está convirtiendo en mujer y es su hija. Que salga en la noche, una
noche oscura, y a un lugar donde él no podrá vigilarla.
Es
parte de crecer también.
Sí.
Irma,
tú comienzas a publicar a fines de los noventa y has estado trabajando en temas
de derechos humanos con la ONU y la OEA. Entonces, quería preguntarte si es que
toda esta experiencia tan fuerte de ir a Haití, vivir en Haití, ver todos estos
problemas gravísimos de corrupción, falta de todo...
(Irma asiente con la cabeza)
…fue
el detonante para que empezaras a publicar. Ya no a escribir, porque tú
escribías desde niña. ¿Sentiste que la sociedad o, en todo caso, los lectores
de acá deberían saber muchas de estas cosas?
No. Empecé a escribir pequeñas cosas. Y tenía en el cajón…
Estos relatos se fueron acumulando durante veinte (años).
Quería comentarte de tus otros cuentos. Por ejemplo, el cuento del señor que trabaja en el colegio con las niñas (“La piscina”). Un anciano y se nota que tiene algo patológico o enfermizo con los fluidos de las chicas. Has tocado ahí, tangencialmente, el tema de las amenazas que siempre hay para las niñas en los colegios. En general, de tus personajes de tus siete cuentos la mayoría son chicas. Solo hay dos (varones), que son Martín de…
“Ecos de la selva”.
…“Ecos
de la selva” y el otro señor, de la “Pared medianera”.
Sí.
De ahí
todos los demás son mujeres. Aparte de este tema que has tocado, de la amenaza
masculina siempre cerca de la mujer, sobre todo de las menores, veo que también
tienes un lado muy político, muy social. Tu profesión es socióloga, tienes una
columna en “La Mula”, en la que has escrito temas políticos.
Me invitaron a colaborar con “La Mula”. He publicado este
artículo, pero no publico regularmente en “La Mula”. Pero sí, evidentemente, he
publicado cosas esporádicamente. Además de socióloga, he viajado como observadora
electoral en Haití y en Colombia.
¿Sientes
que eres una escritora comprometida, en ese sentido?
No me gusta usar la palabra “comprometida”. Simplemente
interesada en seguir estos procesos.
No
todos los escritores tienen ese interés por la realidad. Ahora, muchos quieren
vivir solo en la literatura, como en una burbuja. No es tu caso.
Es su derecho. Cada uno tiene intereses particulares. En
ese sentido, no creo que (haya que) imponerle la agenda a nadie. Yo no creo
tampoco en la literatura -entre comillas- comprometida. Hay un interés en
procesos. Por ejemplo, en la realidad diversa, multicultural del país. Esto se
verá reflejado en los personajes y en las tramas que se vayan construyendo,
agrega riqueza argumental, pero no creo que la agenda deba imponerse sobre la
narración. Aunque, definitivamente, puede existir un vínculo invisible entre la
mirada y lo que luego se convierte en un texto narrativo, pero lejos de querer imponerle
agendas.
¿Eres
una mujer de izquierda?
(Hay) derechos ciudadanos respecto no solamente de sus
cuerpos, no solamente de la libertad de expresión, sino también derechos
colectivos de pueblos que tienen que ser reconocidos. Creo que hay mucha agenda
por construir en este país. Si eso puede ser considerado progresista: sí,
definitivamente. Pero se mira con sospecha. Mucha gente nos mira con sospecha.
Curiosa y paradójicamente, admiran países como Alemania o Francia y les gusta
viajar y está muy bien que así sea, pero no ven el lado de la modernización. Es
decir, ven la infraestructura, los puentes, las carreteras, las ciudades
modernas, los edificios o la herencia cultural, el patrimonio, pero no ven la
modernidad. Es decir, las relaciones sociales que estas sociedades promueven.
Sí creo que lo podemos llamar progresismo, aunque tampoco soy partidaria de usar
muchas etiquetas. Hablemos de una agenda progresista.
Sí hay
algunos escritores que lo tienen como una bandera casi. Por ejemplo, Diego
Trelles Paz. Que, evidentemente, se asume como un escritor representante de la
izquierda peruana. Y lo manifiesta.
Cada quien tiene el derecho de ubicarse en la posición que
desee. Respecto de una literatura comprometida, creo que el texto literario no
está sometido a una agenda. Sin embargo, puede transparentar una sensibilidad.
Quería
mencionar ese breve cuento de la mujer que está en su cuarto y entra la paloma
intrusivamente: “Tu voz existe”. Como dice Carmen Ollé: parece como si
estuvieras en un sueño. La protagonista le deja el cuarto al ave, pero yo me
preguntaba si eso, de repente, era una especie de sueño surrealista…
Funciona como la metáfora de lo que comentábamos al inicio:
lo extraño que irrumpe dentro de lo familiar. Aquello que perturba y que
ingresa de manera forzada a trastocar la calma, la tranquilidad del hogar, la
rutina. No es literatura fantástica justamente y eso es lo perturbador. No lo
podemos considerar literatura fantástica porque es algo que circula fuera del
mundo: los seres fantásticos, los elfos, las hadas, los monstruos. No. Lo
extraño perturba porque circula dentro de nuestra vida. Nos puede remitir a
algo: ¿por qué esa fobia? Justamente una amiga me comentaba lo mismo: que ella
sentía una profunda fobia por las aves. ¿Qué hay detrás que nos mueve, que nos
perturba, que puede marcarnos un día?
“Los
pájaros” (1963)…
Exacto.
…de
Hitchcock.
Y no es necesario poner palabras, porque no hay palabras
sino esta sensación de estar caído en desgracia durante unas horas.
Irma, tenía
una curiosidad final: siendo tú hija de la famosa diseñadora (de modas) Norka
Peralta, ¿nunca te ha atraído hacer relatos o, de repente, alguna novela sobre
el mundo de la moda?
No. Yo creo que en casa de herrero, cuchillo de palo
(sonríe). Mi hermana menor es la que se dedica, la que sigue la tradición, en
todo caso.
¿Qué
te dice tu madre sobre tu faceta de escritora?
Bien. Que cada día uno se desarrolle como quiere. Felizmente,
para ella y para todos, mi hermana menor está siguiendo la tradición del
negocio familiar.
Tu
próxima novela: leí que va a tratar sobre los desertores.
Sí. Pero acabo de terminar una nouvelle antes, en este verano, y tiene que ver con la enajenación.
Ya creo que podré dar la noticia a finales de año.
Para 2019,
más o menos, estará publicada.
No lo sé. Vamos a ver. Ya estoy terminando la redacción.
Excelente.
Muchas gracias, Irma.
Gracias a ti, Gianmarco.
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