sábado, 23 de noviembre de 2013

Jaris Mujica


“Tenemos tantas violaciones como hace diez años”



Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


El antropólogo Jaris Mujica Pujazón (Lima, 1981) es, actualmente, uno de los investigadores sociales más importantes del país. En la siguiente entrevista, realizada el año 2012, las preguntas se han basado en su revelador libro Violaciones sexuales en el Perú 2000-2009. Un informe sobre el estado de la situación (2011). Las respuestas de Mujica, que son bastante especializadas y precisas, pueden sorprender a muchas personas, pero están basadas en datos concretos. Ocurre que la mayoría de medios de comunicación se encargan de exagerar algunos problemas sociales -seguramente, buscando más ventas para sus periódicos o más rating para sus programas radiales y televisivos- todos los días, lo cual no significa que dichos problemas no sean importantes y merezcan toda la atención posible por parte del Estado y la ciudadanía. Porque la violencia contra la mujer merece el más absoluto rechazo en nuestra sociedad.

Mujica es candidato a Doctor en Ciencia Política, Máster en Ciencia Política y ha recibido el Premio IASSCS en Madrid, la Mención de Honor del Premio Néstor Kirchner en Nueva York, el Premio a la Investigación de la Asamblea Nacional de Rectores, el Premio a la Investigación de la Universidad Católica, el Premio Sur de Investigación sobre Corrupción, el Premio de Ensayo Político del Congreso y el Premio de Honor del Consejo Latinoamericano de Administración para el Desarrollo. También ha obtenido la Beca Nacional de Concytec, la Beca Latinoamericana Dirsi-IDRC, la Beca Andina del IFEA y la Beca Iberoamericana del Colegio Mexiquense. Sus principales temas de investigación son: antropología política, crimen, violencia y corrupción. Ha investigado, también, temas de biopolítica, grupos conservadores y fundamentalismos. Ha sido Comisionado de la Unidad Anticorrupción de la Defensoría del Pueblo, Jefe de la Oficina de Asuntos Internos del Sistema Penitenciario, investigador para varias oficinas del Sistema de Naciones Unidas, e investigador y asesor de diversas instituciones nacionales y extranjeras. Es investigador afiliado al Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (PROMSEX) y miembro de Casa Sur. Es profesor del Doctorado en Salud Pública de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y profesor de la Maestría en Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha sido profesor invitado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Universidad Jesuita Antonio Ruiz de Montoya. Es autor de los libros Armas pequeñas en el crimen urbano. Delitos, acceso y mercados ilegales de armas de fuego en Lima (2012), Micropolíticas de la corrupción. Redes de poder y corrupción en el Palacio de Justicia (2011), Microscopio. De la bioética a la biopolítica (2009), El mercado negro (2008), Economía política del cuerpo. La reestructuración de los grupos conservadores y el biopoder (2007), y editor de Después de Michael Foucault. El poder, el saber, el cuerpo (2006).


(La cifra) ascendente que ha tenido el número de violaciones (desde) 1995 hasta el año 2009, como muestran varios de sus cuadros o gráficos: ¿a qué se ha debido, principalmente, este incremento constante?
Es interesante, pero no hay un incremento. Más bien, lo perverso es que se ha mantenido la cifra. Cuando uno hace un recuento estadístico de un tipo de fenómeno criminal, por ejemplo, uno no cuenta los números absolutos. De hecho, en los años noventa había, en números absolutos, menos violaciones que hoy, porque había menos población que hoy. Se comparan las tasas. Entonces, las tasas, al menos en la última década, han sido, más o menos, estables: 22, 23, 24, 20, 21. No hubo, estrictamente, un aumento en la tasa de violaciones sexuales. Por el contrario, a pesar de todos los programas sociales, los programas de prevención, el aumento de los Centros de Emergencia, de las comisarías de mujeres, de la difusión de programas contra la violencia, la cifra se ha mantenido estable. Y tenemos tantas violaciones como hace diez años. La cosa no ha mejorado nada. Pero, ojo, esto es lo denunciado. La tasa promedio de los últimos diez años es 22 por 100 000 habitantes, cuando contamos varones y mujeres. Cuando contamos solamente mujeres, construimos la tasa comparada de mujeres -la cantidad de mujeres violadas por 100 000 mujeres-, la tasa llega hasta 40. En resumen, no es que haya un aumento en las denuncias, más bien, hubo cierta estabilidad en la cifra, en los últimos diez años. Eso es perverso.

Digamos que ha sido proporcional el aumento de la población con el número de denuncias.
Claro. El número de denuncias. Lo no denunciado es abismal.

Sobre este número de once violaciones al día en 1995 y entre dieciocho y diecinueve al 2009, en ese caso…
Cuando contamos se cuenta en tasa. Cuando haces un recuento estadístico de algo, siempre tienes que compararlo en su proporcionalidad. Si yo tengo una población de 100 o de 365 personas y violan una al día, es diferente que si tuviese una población de 100 000 personas y violan dos al día. Teóricamente, violan dos veces más, pero, en realidad, la tasa es menor. Tengo menos violaciones por índice total de población.

Claro. Tomando el universo (analizado).
No se puede comparar por días, no se puede comparar por número absoluto. Sobre el tema de feminicidios: técnicamente, no hay un aumento, hay hasta una disminución en el volumen por tasa comparada de feminicidios. Y, de hecho, la cifra real es que tenemos una de las más bajas tasas de feminicidio del mundo. Claro, a ti te dicen: “El año pasado hubo 120 feminicidios”. Ya, pues, 120 feminicidios en un país de treinta millones de habitantes… Construye la tasa: es 0.6 por 100 000 habitantes. Tenemos la tasa de feminicidios de Francia.

Es un dato estadístico interesante.
Estamos preparando un texto sobre el tema con mi equipo en la Universidad Católica.

Aparte de eso, hay otra estadística fuerte: que el 93% de las denuncias por violación sexual…
Son mujeres.

…recibidas por la Policía Nacional eran mujeres. Si bien es algo más o menos conocido, a veces, uno no imagina que el porcentaje es tan alto.
Claro. Casi todas las denuncias por violación sexual son de mujeres. La cifra, que es brutal, es más brutal cuando la contrastas con el tipo de mujeres, que son menores de edad: entre catorce y diecisiete, entre diez y trece años, es el conglomerado más grande de las víctimas. Y si haces el correlato con 93% de mujeres: 75% menores de edad y 25% -en la (cifra) oficial- de violadores cercanos al entorno familiar. Entonces, son las niñas y adolescentes mujeres víctimas de alguien cercano a su propio entorno. Ese es el problema.

Usted, como antropólogo, ¿qué explicación le encuentra para que, justamente, el 45% de víctimas tengan entre 14 y 17 años, siendo mujeres? ¿Por qué hay una preferencia por ese rango de edades?
Establecer un perfil no es función de los científicos sociales. Quizás habría que trabajar con los psicólogos forenses sobre eso, pero lo que sí podemos decir desde las ciencias sociales es que, aparentemente, esta estructura parece más un sistema local de dominación o un mecanismo de pensar las relaciones de poder, de género, de dominación varones/mujeres - adultos/menores de edad, que una patología. Y eso es el problema.

Es parte del sistema patriarcal del Perú.
No me gusta la categoría “patriarcal”, prefiero llamarla “sistemas de dominación”, en amplia gama. Una de las cuales es la forma de dominación patriarcal. También hay una dominación etárea, económica, política, familiar, control social, etcétera. Lo que nos muestra la brutalidad, continuidad y estabilidad de la cifra; la brutalidad, continuidad y estabilidad de las víctimas; y el tipo de victimario, nos pone en cuestionamiento si se trata de un asunto de salud mental o de un mecanismo de dominación. En otras palabras: ¿es que estamos frente a -en los últimos años- 70 000 psicópatas? ¿Estamos frente a 70 000 enfermos mentales violando niñas y adolescentes o estamos frente a un sistema recurrente y estructural de control del cuerpo y de dominación? Tengo la impresión que habría que profundizar los trabajos. Este libro (Violaciones sexuales en el Perú 2000-2009. Un informe sobre el estado de la situación) es un primer trabajo de una serie sobre el tema, para entender de qué se trata. ¿Esto nos lo van a resolver un montón de psiquiatras? ¿Necesitamos 70 000 psiquiatras, cada uno para el violador que debe resolver su problema? ¿Es un problema de impulsos sexuales? ¿Es un problema de castración? ¿Es un problema bioquímico? ¿O es un problema asociado, probablemente, más con una estructura sistemática y bastante profunda de dominación y control del otro? Me da la sensación que es lo segundo.

Podríamos ver inclusive, ya históricamente, si lo pensamos en retrospectiva, que el Perú ha sido en tiempos de los Incas, el imperio más fuerte de América del Sur. De repente, desde ahí esa manera masculina de tener poder viene hasta ahora.
No lo creo. Y, en términos científicos, no se puede asegurar eso. Me late que tampoco tiene que ver con estas estructuras. Las explicaciones genéticas, históricas, de ese tipo de fenómenos, al menos, en la criminología crítica y en la antropología criminal no tienden a ser muy fructuosas.

Porque somos el primer país en Sudamérica en violaciones.
Con las tasas más altas sudamericanas. Estamos cercanos a Bolivia, Ecuador, Colombia.

Esos son países andinos.
Son países andinos, pero, también, si nos vamos a América Central, México, El Salvador, Jamaica, son tasas brutales.

Claro, pero hay una especie de relación entre países andinos y violencia sexual.
Hay que ser muy precisos con el uso de la terminología, porque si no dicen: “Los países andinos son más violadores per se”. No necesariamente. Probablemente, se debe, también, al tipo de mecanismos de denuncia. Somos países que tenemos mecanismos de denuncia desarrollados más recientemente, hay menos tradición en nuestros mecanismos de denuncia. Tenemos menos tradición de un sistema policial, penitenciario y judicial, abierto y amigable hacia las mujeres o los menores de edad. Yo no asociaría el correlato geográfico, todavía. No hay prueba para decirlo.

En la mayoría de las comunidades (campesinas) no hay ningún Centro de Emergencia Mujer ni una comisaría. No hay nada para denunciar. Se quedan, a veces, calladas (las víctimas de violencia sexual) entre las familias de las comunidades.
Actualmente, estamos haciendo con mi equipo una investigación en un pequeño pueblo, al este de Iquitos, que se llama Mazán, para estudiar el índice de cifra oscura, lo no denunciado, y la recurrencia en el uso de la violencia sexual.

¿Qué es cifra oscura?
La cifra oscura es el volumen de lo que no se convierte en cifra oficial. Estamos haciendo el trabajo en este instante, mi equipo está allá. Y se está viendo que, si hay diez denuncias en la comisaría, cuántas mujeres dicen haber sido violadas. Allí hay un correlato no denunciado. ¿Cuántas denuncian? La cifra, probablemente, sea realmente escandalosa.

Es decir, lo que se callan las mujeres.
Digamos. Entonces, ahora estamos haciendo ese trabajo, pero todavía en algunos meses tendremos los resultados.

Otro dato que me llamaba la atención de su libro era que, sobre todo, las regiones de la Costa eran las que tenían más denuncias de violación, entre los años 2000 y 2009. De las cuatro principales regiones con denuncias de violación, son tres de la costa y una de la sierra. ¿Esto se debe a este mecanismo -que sí hay- de denuncia de violación en la costa más que en la sierra y la selva?
Sí. Dos cosas. Evidentemente, una ciudad como Lima, que tiene casi diez millones de habitantes, va a tener el número absoluto más grande. Quiéranlo o no, lo va a tener, porque es la ciudad más grande, ampliamente, del país. Entonces, cuando compares ese tipo de datos, siempre tienes que comparar la tasa. Si haces la comparación de cantidad de denuncias en comparación a la tasa de denuncias, los departamentos que te van a ir para arriba son Ucayali, Loreto, los de selva. Tasas proporcionalmente más altas. No necesariamente Lima. Primer asunto: comparemos por tasa. El libro tiene una gráfica de la tasa comparada. Lima está en la media, no está arriba.

Claro, tiene el mayor número de denuncias, pero la tasa (comparada)…
Siempre tienes que comparar la tasa. Que hayan violado cinco personas en un departamento que tiene cien habitantes es diferente a que hayan violado cien personas en un departamento que tiene un millón de habitantes.

Por supuesto.
A pesar de que el número absoluto en el primero es menor, probablemente la tasa sea mayor. Compara tasas. Segundo asunto: es cierto que hay un desfase. Porque hay departamentos como, por ejemplo, Madre de Dios o Huancavelica, que se espera tengan altas tasas de violaciones y de otro tipo de delitos ligados a la violencia sexual y doméstica, debido a las condiciones de pobreza, precariedad y ausencia del Estado. Sin embargo, esas son las razones que explican por qué hay tan baja tasa. De hecho, Madre de Dios y Huancavelica están en la tasa baja del comparado. ¿Por qué? Por lo que tú decías: porque son regiones en las que existen menos mecanismos de denuncia, espacios de denuncia, y son muy rurales. Hay menos posibilidades de denunciar. Porque cuando uno lee las cifras -y está explicado en el texto-, hay que tener en cuenta dos elementos: primero, la tasa comparada y, segundo, hay que cortarle los extremos a las tasas. ¿Por qué? Porque en el extremo superior es que hay siempre mejores condiciones para denunciar. En el extremo inferior podrían estar lugares que tienen más incidencia en la violencia, pero tienen menos condiciones para la denuncia. Por eso se te van hacia abajo. Hay que tener mucho cuidado con la lectura de cifras, porque te pueden llevar a conclusiones no precisas. Un ejemplo más, con el que empezaba el libro, es la tasa comparada de los países: si tú ubicas los países, arriba te va a salir Sudáfrica, pero también te sale Canadá. Pensar que Canadá, un país con un índice de desarrollo humano tan alto, tiene tasas tan altas, está asociado más a que tiene un alto índice de desarrollo humano, mejores y amplias condiciones de denuncia. Es fácil pensar que casi todas las violaciones son denunciadas. Entonces, la tasa canadiense como las tasas de los países con alto desarrollo humano y amplia presencia de su Estado, a pesar de que sean altas, se debe menos a que haya más violencia y más a que haya mejores condiciones de denuncia.

Hay muchas variables que analizar.
Muchas variables por controlar. Esto se ve en temas de seguridad ciudadana, de manera recurrente. Se usan cifras arbitrarias y la gente ve lo que quiere. Hay mucho desconocimiento sobre la lectura de cifras. ¡Es terrible! Y se usan de manera muy perversa. Igual en el tema del uso de armamentos: el discurso extendido de que aquí nos estamos disparando a cada rato. Tenemos la segunda tasa más baja de homicidio doloso con arma de fuego del continente.

Es que en esto contribuye mucho el periodismo (sensacionalista) a hacer la noticia más vendible.
Claro. En cambio, estos temas -violaciones, por ejemplo- tienen una cifra descomunal: 22 por 100 000. Eso es un problema.

El presidente de la Secretaría Nacional de la Juventud, René Galarreta, había propuesto que se exija certificados psicológicos a las personas que quisieran contraer matrimonio civil para evitar futuros feminicidios (noticia aparecida en la página 17 del diario Perú.21, el lunes 9 de abril de 2012). ¿Le parece esto una opción viable o no?
Yo prefiero no opinar de nada coyuntural. De temas de noticias no emito ninguna opinión, porque a la Academia la saca de eso, de su posición. Te lleva a debates coyunturales realmente innecesarios. (Jürgen) Habermas en Facticidad y validez (1992), en su capítulo cuarto, hacía una referencia a la Alemania nazi. Y decía algo así como: “El gran problema de la Alemania nazi no es que estaban locos. No estaban locos. Estaban completamente cuerdos y completamente racionales”. Eso es lo horroroso. Lo horroroso es cómo gente tan cuerda y tan racional puede cometer atrocidades tan monstruosas como las que ellos cometieron. La pregunta para nuestras sociedades es esa. No es que estemos dementes. No es que nuestro país esté lleno de 70 000 enfermos mentales violando niñas. El problema es cómo gente tan normal -nuestros amigos, familiares, jefes, vecinos-, tan cuerda, pueda cometer monstruosidades como estas. ¡Ese es el problema!

Justo (el domingo 19 de febrero de 2012, en la página 2 del diario Perú.21) había salido que a través del Facebook, ahora, están atrayendo a jovencitas para falsos castings de modelos, a través de los cuales después las chantajean y las violan, en muchos casos. ¿Las nuevas tecnologías, también, pueden atraer posibilidades para los violadores?
Sí, por supuesto, como cualquier otro tipo de medio de comunicación y vínculo social. Pero no olvidemos que el volumen grande de estas violaciones ocurre en el seno de la vida doméstica. No necesitas Facebook para eso. No le echemos la culpa a una tecnología solamente, cuando la estructura es la que permite ese tipo de vínculos. Y lo otro: el Perú no es Lima. El resto del país rural, que no tiene Facebook ni Internet ni electricidad, sigue participando de ese tipo de fenómenos tan terribles. Entonces, es un elemento más entre muchos otros y, seguramente, no es el más importante.

Finalmente, ¿usted cree que va a disminuir la tasa de violaciones, según los cuadros que ha podido establecer en su libro?
Eso no lo podemos predecir. Las ciencias sociales no predicen el futuro. Lo que sí podemos decir es que, hasta hoy, la cifra se ha mantenido estable. Como en casi todos nuestros delitos, con excepción de algunos pocos: el robo -que ha sido exponencialmente creciente-, el tráfico ilícito de drogas. Pero homicidios, violaciones, han tenido una cifra estable. Brutal, pero estable. No es que haya más. Es tan terrible como hace diez años. Ese es el asunto.

Muchas gracias por la entrevista.
Muchas gracias.


1 comentario:

  1. Los datos estadístico sobre las violaciones sexuales no me parece un gran aporte. Por otra parte, no queda muy clara la idea de sistemas de dominación local o como como diría Foucalt microfísica del poder.

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