miércoles, 27 de noviembre de 2013

Evelyn García Tirado


“Me gustaría desarrollar las historias que me han contado los campesinos”



Entrevista por Gianmarco Farfán Cerdán

Fotografía de Josseline García Tirado


Evelyn García Tirado (Lima, 1981) es una joven y talentosa escritora peruana. Ganó en 2011 el Premio Luces del diario El Comercio a la Mejor Novela, gracias a la impactante La casa del sol naciente (2011). Su novela previa, Un talismán para Liu (2008), que está basada en una crónica del siglo XVII del fray español Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, formó parte de la lista de los mejores libros del año 2008, según el mencionado periódico. Asimismo, dentro de la serie Mitos y leyendas de los cinco continentes del diario La República, Evelyn escribió las obras Thor. El poderoso dios del martillo, Pan Gu. Vencedor del caos, y Popol Vuh. El libro sagrado de los mayas. Por otra parte, ella ha estudiado narrativa en los talleres de Cronwell Jara, Alonso Cueto, Iván Thays, entre otros. La siguiente entrevista pública se realizó el año 2012 frente a los atentos estudiantes de la I.E. Carlos Lisson Beingolea, de La Molina, durante la VI Feria del Libro Arturo Corcuera.

(Evelyn) ganó el premio de El Comercio sobre escritores importantes como Oscar Colchado, Carmen Ollé, Miguel Gutiérrez. Entonces, Evelyn es una escritora con muchísimo potencial, mucho futuro. Estoy seguro que va a ser una conversación agradable. Acerca de ti, para que los chicos te conozcan un poco más: empezaste a escribir cuando tenías siete años.
Sí (sonríe).

¿Cuál fue tu primer texto literario?

Me acuerdo que tenía siete años y, como todos, jugaba mucho. Recuerdo que tenía unos juguetes, una muñeca, esas cosas, y empezaba a escribir historias sobre mis propios juguetes y a mostrarlos a mis familiares, a ver qué les parecía. Mi papá me dijo, por incentivarme, que tenía futuro como escritora y desde entonces empecé a elaborar un poco todas estas (historias). Recuerdo que con mi hermana, en nuestro cuarto, nos juntábamos a jugar y llamábamos a este sitio, a este país de juguetes, “juguetelandia”. Era nuestro lugar, en donde nos encerrábamos a inventar cincuenta mil historias y a escribirlas en una especie de revistita que hacíamos entre las dos. Y eso mostrábamos a nuestros familiares. Fue así como empecé a escribir.

Luego, cuando ya eres mayor, quieres entrar a una orden religiosa.
Sí. A los diecisiete años, más o menos, quise entrar a la Orden de las Carmelitas Descalzas, que es una orden contemplativa, que se dedica a la oración. Quise averiguar un poco cómo era la vida de estas personas que están dentro de un convento. Ellas no salen, evidentemente. Tuve una entrevista con la Madre Superiora y quise saber sobre su vida, cómo se desenvolvían ellas dentro de esta comunidad. Estuve un tiempo compartiendo con ellas: almorzaba con ellas, me quedaba a dormir, incluso, en el convento. Fue una experiencia bastante bonita. Pero, también, me di cuenta de que no era mi vocación, al final.

Estuviste probando tu vocación, porque estudiaste Geografía, estudiaste Literatura…

Sí.

…y una carrera más. ¿Cómo así nacieron estos intereses variados y, en algunos casos, contrapuestos?
Sí, pues. Empecé estudiando Geografía en la Universidad San Marcos. Me gustaba mucho la idea de viajar luego de salir del colegio, de visitar países lejanos. Veía muchos documentales. Quería recorrer un poco el mundo. Esa era la idea que yo tenía luego de salir del colegio. Quizás estudiar en otro país: en España, por decir. Y por eso, también, tenía curiosidad por fabricar mapas, por hacer este tipo de cosas, e ingresé a Geografía en el año 99 y luego hice mi traslado a la Facultad de Letras de San Marcos.

Otro lado por el que has tenido mucha cercanía con la literatura es que has trabajado en la Casa de la Literatura.
Sí.

¿Entraste a trabajar en la Casa de la Literatura antes de tu primer libro o después?
En la Casa de la Literatura estuve el año 2010 y la primera novela la saco en mayo del 2008. Ya tenía la experiencia de publicar. En la Casa estuve, más bien, en proyectos sobre revistas culturales, ese tipo de cosas.

¿Cómo fue el proceso de sacar tu primer libro a la luz? ¿Fue difícil, te costó mucho?
Sí, de hecho. Yo no conocía el mundo editorial. Fui a la Feria del Libro y encontré a todos los editores juntos en esa actividad. Aproveché para entregarles mis manuscritos a todos, hasta que dos o tres de ellos me llamaron y me dijeron que estaban interesados en publicar el primer libro -que se trata sobre una sirena que vive en un monasterio en la parte norte de España-, que podía ser que mi libro funcionara en el mercado, acá, en la capital.

Que se llama Un talismán para Liu.
Sí. Ese mismo. Es una novela corta.

Salió entre las mejores (novelas) del año por El Comercio.
Sí. Estuvo en la lista de las mejores novelas del 2008 por el diario El Comercio, en la sección Luces.

Ahora sí entremos de lleno al libro por el que estamos acá reunidos, que es La casa del sol naciente. Podríamos decir que el libro es sobre los problemas en la familia, problemas entre hermanos. Sobre estos temas familiares de los que no se habla muchas veces: los celos, el rencor; hasta el odio, llegando al extremo.
Sí. La novela trata de una niña de quince años que se llama Mina Stutzman. Esta chica tiene una relación muy cercana con su padre. Ella no logra superar el complejo de Electra que tiene. Se supone que a los cinco, seis años, uno tiene que superar ese complejo de apego al padre, pero ella no puede hacer esto y tiene que visitar una terapeuta, que se llama Geri Croizen, a que le ayude un poco…

A superar.
…a desligarse de su familia, salir adelante. De eso, más o menos, trata la obra. Sobre esta chica de quince años, Mina.

¿El título de la novela lo sacaste de esta canción (epónima) de The Animals, del año 1964?
Sí, claro. Tiene el mismo título. Es una canción de los años sesenta, más o menos, que es, también, de una temática bastante nostálgica, un poco triste. Pero la obra en sí es bastante simbólica, porque el personaje principal, Daniel Stutzman, es un símbolo del Sol y por eso he puesto la imagen del Sol en el título. Por eso se llama La casa del sol naciente.

Tú has leído muchísimo psicoanálisis para poder elaborar el libro. Al final, ¿se puede saber, realmente, quién mató a Daniel? ¿O lo podemos deducir?
Sí, de hecho. Al final, no lo digo directamente, pero yo pienso que el lector sí puede sacar sus propias conclusiones de quién fue la persona que mató al personaje principal.

Mina es un personaje malvado. ¿Sientes mucha atracción por los personajes malvados a la hora de hacer tus novelas?
Sí. En realidad, yo quería desde hace muchos años hacer un personaje como Mina Stutzman, que tuviera este lado maquiavélico, oscuro, pero que, al mismo tiempo, sea divertido, también. Una persona que tiene ideas bastante malignas, pero que, al mismo tiempo, es muy inteligente y rápida a la hora de conversar, de departir con otras personas. Quería que ella fuera así, muy brillante, y que no perdiera ese lado oscuro que tiene, también.

¿Qué libros o autores tomaste como modelos o influencias para elaborar La casa del sol naciente?
Para esta obra: a Ernest Hemingway, que es un autor bastante bueno. Tiene cuentos bastante efectivos, un lenguaje muy rápido en sí. Muy musical, también. Ustedes pueden leer sus obras y se van a dar cuenta que él le da mucha importancia a cómo suenan las palabras en sí. Para mí, es muy importante que cuando alguien escribe una novela luego pueda leerla en voz alta y ver, más o menos, cómo funciona auditivamente. Yo hago eso, es como una prueba para que luego quede ya la versión final del libro.

Para la parte en la que introduces la obra de teatro, ¿tuviste que hablar con algún dramaturgo previamente o todo fue de tu creatividad?
De hecho que tuve que consultar manuales de dramaturgia, porque no manejaba muy bien los aspectos básicos de cómo crear una obra teatral. Tuve que hablar con Alonso Alegría, que es uno de los autores más reconocidos en Lima. Él me facilitó sus libros. En dos horas me dio una clase maestra de cómo podía crear una obra dramática. Y, al final, resultó. Creo que el texto funciona. Este pequeño texto teatral sí funciona dentro de la historia más grande.

Comienzas tu novela con un texto de Martín Adán y lo terminas con otro pequeño texto de Dostoievski. Estos dos autores, ¿qué tan importantes son para ti?
Dostoievski, para mí, es como mi padre literario. Me encanta releer sus obras. Los hermanos Karamazov (1880) la he leído siete u ocho veces. Es una obra bastante larga, pero me encantan las discusiones filosóficas que él incluye dentro del libro. También se trata sobre un muchacho que quiere entrar a un monasterio. Por eso mismo es que me sentí un poco atraída, en ese sentido. Y es fantástico todo lo que él describe ahí. Es muy válido leer esa obra, para mí. De repente, a algunas personas no les gusta que (Dostoievski) describa demasiado, pero fue una obra bastante importante en mi desarrollo como escritora.

Me gustaría que contaras a los chicos del germen de la novela: un artículo de la revista Selecciones (que se llamaba El niño de azul). ¿Podrías contarnos un poco más de ese germen inicial de La casa del sol naciente?
En el año 2000, más o menos, yo quise ingresar a la carrera de Literatura en San Marcos. Recuerdo que no sabía nada de la parte de ciencias, matemáticas, química, biología. Recuerdo que en eso estaba en cero total, pero en la parte de literatura sí me desenvolvía bien. Entonces, cuando postulé a San Marcos, en el examen de admisión resolví todo letras y ciencias quedó en blanco, prácticamente. Saqué un buen puntaje, pero no el que se requería para ingresar a literatura. Tenía por delante un año sabático y me dije que por qué no desarrollar la historia que tú has mencionado, de la revista Selecciones, que me impactó. Es un artículo que trata sobre un niño que es hallado en medio de un bosque: han abandonado su cuerpo. Su padre, al parecer, lo ha matado en medio de un viaje que hacían en automóvil durante la Navidad. Dije: “¿Por qué no desarrollar este germen? Ya lo tengo ahí y puedo hacer una novela”. Poco a poco fui avanzando los capítulos en una máquina de escribir porque no tenía ni computadora en esa época. Empecé a escribir con mis apuntes, un block nada más y, al final, fue saliendo el libro. No tenía un proyecto en sí, algo global, pero sí fue desarrollándose.

A lo largo de la novela, empezando muchos capítulos, hay pequeños poemas. ¿La poesía, también, es algo importante para ti?
De hecho que sí. Ustedes pueden ver que al inicio de cada capítulo hay un fragmento de un poema cualquiera. Por decir, acá (coge su novela y elige la página trece): Goethe, que es un poeta alemán. Me gusta escribir estos fragmentos porque son como avances, y un poco como que le cuento al lector lo que va a venir, lo que está por suceder dentro de la historia. Son detalles, pequeñas citas que ustedes pueden coger para resolver el caso de este asesinato de Daniel Stutzman, que es el personaje principal de la obra.

Estás preparando una tercera novela acerca de campesinos migrantes del norte del país. ¿Puedes contarnos acerca de ese avance?
Sí. Mi tercera novela va a ser sobre la campiña de Cajamarca. Mis familiares son de allá, por parte de madre. He vivido allá todo un verano en el 2008. Me gustaría desarrollar las historias que me han contado los campesinos del pueblo de San Marcos. Un poco va por ahí: rescatar mis propias raíces. Es algo que, para mí, es crucial en este tercer libro.

¿Y cómo tomas los halagos de Luis Hernán Castañeda y Edgardo Rivera Martínez, que son escritores -sobre todo Rivera Martínez- con nombre en nuestro país? ¿Cómo los sientes, a favor de tu literatura, de tu narrativa?
A Edgardo Rivera Martínez lo admiro bastante. A Luis Hernán, que hizo la contratapa del libro, también. De hecho, le envié el archivo en Word a su correo y le dije que, por favor, lo leyera, pero no pensaba que le iba a gustar tanto la novela. Me dijo que se la leyó en un día y eso, para mí, fue increíble, recontrafantástico, porque no pensaba que a un escritor al que yo admiraba tanto le pudiera gustar una creación mía. Me alegré mucho, en verdad.

Gracias, Evelyn, por la conversación. Espero que los chicos puedan, también, disfrutar de La casa del sol naciente.
Gracias a ti. Gracias a todos por estar acá, chicos (aplausos de los estudiantes y profesores presentes).


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