“Siento que crezco mucho con cada película”
Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán
El director de cine, guionista y productor chileno Matías Bize (Santiago, 1979) fue uno de los invitados más prestigiosos que tuvo el XV Festival de Cine de Lima. La legendaria revista francesa de cine Cahiers du Cinema afirma que Bize "es el cineasta más prometedor del cine chileno". Con su último film, La vida de los peces (2010), obtuvo el trofeo Luis Buñuel a mejor producción iberoamericana del festival limeño y el premio Goya 2010, en España, a la mejor película extranjera de habla hispana. Mientras que en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, España, realizado en 2010, la cinta se alzó con el premio a mejor guión. Por el mismo largometraje, Bize recibió en julio de 2011 el premio a mejor director en Los Angeles International Latino Film Festival (LALIFF). Anteriormente, dirigió Lo bueno de llorar (2006. Premio de la crítica en el Festival Internacional de Cine de Valdivia 2007, en Chile), En la cama (2005. Obtuvo 36 trofeos internacionales. Entre ellos, el premio del público en el Festival de Toulouse, Francia, en 2006, y la Espiga de Oro de la Seminci de Valladolid, España, en 2007. Asimismo, estuvo nominada a los premios Goya 2007) y Sábado (2002. Ganó once premios internacionales. De ese total, cuatro en el Festival Internacional de Cine de Mannheim-Heidelberg, en Alemania; incluyendo el Rainer Werner Fassbinder y el de mejor actriz para Blanca Lewin. Además, fue estrenada comercialmente en Eslovenia, Holanda, Hungría, Alemania y Chile). Del mismo modo, dirigió los cortometrajes El espejo de sus ojos (2007), Confesión (2006. Ganador del concurso Entel Sanfic 2006), Llamando (2005. Premio a mejor actriz para Elena Corredera en el IV Festival Internacional de Cine Digital de La Palma, España), Juego de verano (2005) y La gente está esperando (2000).
¿Cómo a los veintitrés años, aún sin terminar la escuela de cine, decide lanzarse con su primer largometraje?
Porque me di cuenta que para ser director de cine más que tener un título universitario había que tener una película, un largometraje. Y así fue como surge Sábado, que es mi primera película y fue la que me abrió las puertas. Gané varios premios afuera. Fue una película (en la) que me pude desarrollar muy bien y darme a conocer como director. Se estrenó en Chile, tuvo estrenos comerciales en varios países. Con veintitrés años y antes de salir de la escuela, teniendo una película, me convertí en director. Y eso fue buenísimo porque me permitió hacer En la cama, mi segunda película, con una mejor posición, con fondos de Chile, fondos alemanes. El inicio fue muy bueno.
Esa actitud inicial en su carrera demuestra que usted no cree mucho en los formalismos.
Es que me di cuenta que se podía hacer una película sin dinero, también. Y era el momento en que yo necesitaba hacer eso. Porque no iba a ganar un fondo, no tenía cómo demostrar que yo podía hacer un buen trabajo, y no quería esperar cinco o seis años para financiar mi primera película. Porque siento que crezco mucho con cada película, entonces, quería filmar muy pronto.
¿Cuándo empieza su relación laboral con Blanca Lewin? Que es casi su actriz fetiche, porque está en cuatro de sus obras.
Sí. Comenzó en la escuela de cine. Yo hice un cortometraje con ella, ya siendo una actriz muy famosa, con televisión, teatro y cine en Chile. Surge este cortometraje de segundo año en la escuela, un cortometraje de estudiante. Trabajé con Blanca, hicimos un muy buen trabajo, nos entendimos muy bien. Luego, hicimos un segundo cortometraje, de tercer año y, luego, ya trabajamos en Sábado. Entonces, fuimos poco a poco conociéndonos como director, actriz, y creamos una muy buena relación. Luego, hicimos En la cama y La vida de los peces. Hemos hecho tres largometrajes y dos cortometrajes, y hemos aprendido mucho cada uno del otro.
¿Qué siente que debe fluir entre un actor y un director para poder tener esa afinidad? Que casi, como referencia inmediata, hace recordar a Scorsese con De Niro (salvando las distancias).
Primero, una muy buena comunicación, entenderse. Como nos conocemos mucho, nos entendemos, sabemos qué es lo que quiere el otro, cómo yo la puedo ayudar como actriz, qué es lo que voy a necesitar como director. En ese sentido, siento que vamos a un nivel muy profundo, muy rápido. Desde los primeros ensayos vamos logrando buenos resultados y eso es buenísimo. Eso nos ayuda muchísimo, y siempre -o hasta ahora- que he pensado un nuevo proyecto, pienso en ella. Porque es una tremenda actriz, muy talentosa, conoce mucho el formato del trabajo de cine y se compromete mucho con la película. Yo necesito que un actor se comprometa al cien por ciento con la película y Blanca se compromete al quinientos por ciento.
En la cama: sesenta horas de rodaje
Usted comentaba los ensayos, el comprometerse mucho: justo para su película En la cama tenía más de sesenta horas grabadas…
Sí.
…de ensayos.
Esas sesenta horas, incluso, no eran de ensayo, eran de rodaje, de material. Sí tenía mucho ensayo. Grabé la película completa antes, en los ensayos, con una handycam. Siento que En la cama es una película que necesitábamos ensayar muchísimo porque había que tener una intimidad, ellos tenían que conocerse muy bien. Nosotros queríamos descubrir, también, la película con Gonzalo (Valenzuela) y con Blanca. Entonces, hicimos muchísimas pruebas y fuimos ganando una intimidad que fue muy importante para el proceso de rodaje.
(Tuvieron) un año previo de lectura, también.
Sí. Cerca a un año leyendo, conversando, yendo a la locación. Teníamos la suerte de que nos prestaban la locación, entonces podíamos ir a ensayar. Esos ensayos yo los grababa, los conversábamos. Eso fue buenísimo.
Tuvo anécdotas, porque en el piso de arriba se escuchaban…
(Risas).
…muchos ruidos en ese hotel.
Exacto. Porque era un hotel de parejas, un motel como… ¿Existen acá o no?
Acá le llamamos hostales.
Hostales. ¿Pero son para tener sexo?
Para tener relaciones sexuales con una pareja.
Claro. Entonces, el motel seguía funcionando. A nosotros nos prestaban una pieza, pero seguía funcionando. A veces, escuchábamos ruidos, je, y eso era muy divertido, también.
El sonidista la habrá pasado genial, ja, ja...
El sonidista, de repente, se levantaba y nos pedía… je… Grabábamos esos sonidos, también, para tenerlos ahí.
De fondo.
De fondo, claro.
Cortometrajes que cuentan, ocultan y duelen
Otra cosa que me interesaba mucho era que uno de sus temas preferidos en su obra era el ocultamiento. Lo podíamos ver, por ejemplo, en este cortometraje que…
El de Llamando, uno que es de una chica que llamaba (por celular a su novio)…
En Llamando, sí. También otro que no sé si tenga título, pero en Internet circula sin título. Que es de una chica…
Sí. Una chica que se está haciendo un aborto.
Claro. Que su pareja le está diciendo que va a ir a la casa de la mamá al día siguiente…
Claro.
…con los hermanos, a contarles que (ella) va a tener seis semanas de embarazo. ¿No tiene título, verdad?
Creo que no.
Pero es suyo.
Sí, es mío. Y el que actúa es mi hermano.
¡Es su hermano! Mire…
Mi hermano con su mujer.
¿Cómo logró hacerlo con una cámara de celular?
De un celular, sí. Era un cortometraje que me pidieron.
¿En un día? En segundos…
En un ratito, je, je, je… En tres minutos. Sí lo ensayamos y lo conversamos. Era un cortometraje que me pedían para un festival en España (Notodofilmfest), un festival de cortos que hacían por Internet.
Justo en ese cortometraje el tema es la esposa que está ocultando al esposo algo. Igual en Llamando: la chica le oculta que ya tiene otra pareja.
Sí.
El espejo de sus ojos, al final, parece una metáfora del mal, porque es una madre mala que tiene encerrado a su hijo en un lugar cerrado y oscuro.
Claro.
Y en Confesión, la chica oculta que quiere dejarlo (a su novio), pero no…
No se atreve.
…no se atreve a dejarlo porque, al final, él le dice: “¿Y todo está bien?” “Sí”.
Sí.
Entonces, el tema del ocultamiento es muy latente en su obra.
Sí. El ocultamiento, las contradicciones, el decir o no decir, el guardarse cosas, están superpresentes, siempre. Lo que nos pone en contradicción como seres humanos, qué es lo que contamos, qué es lo que no contamos. En Llamando es cuando llama la chica y le deja el mensaje: ¿lo digo o no lo digo? La duda.
Y el espectador no sabe si detestar o compadecer a esa mujer. Uno la detesta porque hay una traición…
Claro.
…de por medio. Pero, también, la compadece porque se enamoró de otro hombre y es difícil...
Y está sufriendo. Y ella tiene dolor, también.
Su obra (fílmica), si bien todavía, por su corta edad, no es muy abundante, hay muchos que la consideran una obra sobre el amor, pero más me pareció una sobre el dolor y lo que se oculta, al margen del amor.
Sí. Hay muchos temas. Sobre todo el dolor, las decisiones que tomamos en la vida, las opciones. En La vida de los peces es superclaro cómo es sobre el dolor y las decisiones, el miedo.
“Me siento como un estudiante”
La vida de los peces ha sido un éxito (notable en su país). Inclusive, a usted lo ha felicitado Sebastián Piñera por el Goya de este año (lo recibió en febrero de 2011). ¿Cómo se siente ya en este largometraje, mucho más maduro?
Sí. Que he ido creciendo mucho, pero que sigo aprendiendo. Siento que todo lo que aprendo con una película, lo pongo en la película siguiente. En ese sentido, me siento muy contento porque todo lo que puse en Sábado está en En la cama. Todo que aprendí con En la cama está en Lo bueno de llorar. Y todo lo que aprendí con las tres películas está puesto en La vida de los peces. Pero siento que sigo aprendiendo, por eso me gusta. Ojalá cada dos o tres años (pueda) rodar una nueva película, porque me siento como estudiante que voy creciendo y aprendiendo. Afortunadamente, ha sido un proceso muy lindo porque son películas que, primero, tienen un reconocimiento gigante, muchos premios, el mismo Goya; pero, sobre todo, a nivel personal, son muy satisfactorias. Porque son películas que a mí me gustan mucho y que me llenan cien por ciento, y eso me deja muy tranquilo.
¿Qué es más importante para usted en una película: los diálogos o los silencios?
Yo creo que exactamente las dos cosas. Pareciera que los diálogos porque en La vida de los peces hay mucho diálogo, pero a veces los silencios toman una importancia mayor y construyen, quizá, mucho más. Es una mezcla de las dos cosas. Lo bueno de llorar, por ejemplo, la película que hice en España, es muy silenciosa. En la cama es una película con muchísimo diálogo, pero a la vez cada silencio hace que la película avance muchísimo y tome mucha importancia. Y La vida de los peces es una mezcla, también, de mucho diálogo y silencio. Me gusta ir mezclando las cosas. Siento que el silencio toma importancia cuando hay un buen diálogo adelante, y el diálogo toma importancia cuando hay un silencio que marca algo importante.
Además, en La vida de los peces desde el inicio se crea mucha complicidad con el espectador.
Totalmente. La idea era que el espectador se sintiera muy reflejado en la historia, como si pudiera ser él. Ver la película a través de los ojos de Andrés y que el espectador pudiera conmoverse con la historia. Lo más lindo que me ha pasado con la película es la gente que se me acerca y me dice: “Esa es mi historia. Increíble”. “Eso me pasó” o “me conmoví, me emocioné”. Eso, como director, es lo mejor que te puede pasar. Y es un poco la idea de la película, que no sea solamente esta hora y media que dura en pantalla sino que permanezca en el espectador. Eso es muy bonito.
Incluso, al inicio de la película hay una parte cómica, cuando está un grupo de amigos reunidos…
Sí.
…y uno dice: “Porque él es tal cosa y el otro es tal cosa y ¿tú qué eres?”.
Sí. ¡Y son amigos! Entonces, habla del dolor, y no solo desde la pareja, también desde la amistad. Como (les ocurre) a ellos: “Pero, ¿cómo, qué somos ahora?”, dicen. “¿Qué somos? Desconocidos hablando del pasado, siempre del pasado".
A puertas de una pérdida.
Claro, también. De una pérdida de un (amigo: Andrés, el protagonista). Él se siente como un turista, también. En su propio país, con sus propios amigos.
Y es irónico porque sus amigos envidian su trabajo, pero a él le aburre.
A él le aburre, sí. Él viaja y está por todos lados, pero él quizás quisiera estar ahí (en Chile), también.
Cortometrajes, largometrajes y un cómodo espacio creativo
Usted ha hecho largometrajes y cortometrajes. Mucha gente ligada al cine considera al cortometraje como un género menor, cinematográficamente, y que es un paso previo y obligatorio para el largometraje. Para usted, ¿el cortometraje es un género menor o tiene la misma importancia?
Tiene la misma importancia. Siento que es un género muy difícil. Contar una historia en poco tiempo es igualmente difícil que hacerlo en más tiempo. A mí me ha ayudado mucho para probar cosas. He hecho muchos cortometrajes después -como estos que me mencionaste tú-: son cortometrajes que hice en festivales o por encargo, pero siempre intenté mantener el sello personal de mis historias. Y me gustaban mucho. Yo los hice casi todos con cámara de fotos o con un celular, para probar cosas de actuación, de guión. Me gustan mucho para aprender los cortometrajes y, también, las películas. Siento que -como te decía- todo me sirve mucho para ir aprendiendo.
A usted le gusta mucho experimentar.
Sí.
Si bien le gusta experimentar yo había visto en YouTube un video donde (usted) tenía todo totalmente programado, a pesar de que era algo muy experimental.
Sí. Es que me gusta experimentar, pero experimentar no es lo contrario de estar programado, en el fondo. Soy muy trabajador. Llego al rodaje con muchísima preparación, rayo la línea de tiempo de la película completa y me gusta probar muchas cosas en los ensayos. Llego muy preparado al rodaje. No es que sea como una improvisación.
¿Usted es de los directores que les da libertad a los actores o es de los que quiere trabajar junto con los actores, muy cerca?
Me gusta estar muy cerca de los actores, me gusta acompañarlos mucho. Siento que les doy libertad en algún momento, pero también los contengo mucho y me gusta estar mucho con ellos, conversar, probar cosas con los actores. Pero lo más importante para mí es proponerles un espacio creativo en el que ellos se sientan cómodos, puedan aportar, podamos conversar y descubrir la película. Siento que hay muchas cosas o detalles que, finalmente, hacen que esto se construya y se convierta en una buena película. Son las cosas que exploramos y descubrimos con los actores.
¿Y cómo se siente en el Festival de (Cine de) Lima? ¿Es la primera vez que viene?
Sí. Había venido antes de turista solamente, a Lima y Cusco, Machu Picchu. Tenía muy buenas referencias del festival, me habían hablado mucho. Había estado (compitiendo en ediciones anteriores del festival con sus películas) En la cama y Lo bueno de llorar. Yo no había podido venir por otro compromiso, en ningún año, y tenía muchas ganas de venir. Mi productor (Adrián Solar) me decía que era el mejor festival de Latinoamérica. Me ha gustado mucho.
¿Le parece el mejor festival de Latinoamérica?
No sé si el mejor, pero de los mejores, seguro. Tiene una programación muy buena, muy fuerte, de películas. Tiene una organización que está muy bien. Y, luego, tiene las salas llenas. Eso es increíble. El ir a presentar la película con entradas agotadas siempre hace que se complete, en el fondo, el círculo de un buen festival, donde hay una buena organización, una buena programación, donde las salas están completas. Entonces, yo lo he disfrutado mucho, lo he pasado increíble. Me parece que la comida del Perú es increíble, la gente es muy linda. Es un placer estar acá.
¿Le gusta el pisco?
Sí. Me gusta el pisco, el cebiche, todo. He comido demasiado.
Un trabajo de largo aliento
Para terminar: ¿cuál es el panorama actual del cine chileno? Porque hay pocas referencias del cine chileno, pero teniéndolo (en Lima) a usted ya podemos ver que hay nuevas generaciones que vienen con fuerza.
Siento que hay un buen momento -como el de la película-, que están ganando premios, películas que están funcionando bien afuera, aparición de universidades que están dando la carrera de cine. Están saliendo muchos técnicos, muchos directores jóvenes. Hay un buen momento. Ojalá que esto se mantenga, que no sean solamente directores jóvenes que aparecieron sino que se prolongue en el tiempo. Que estos directores jóvenes hagan carrera. La idea es ir creciendo. Siento que el cine es un trabajo de largo aliento. Entonces, lo que yo intento conmigo, por lo menos, (algo) muy importante para mí, es la carrera: cómo voy creciendo con cada película.
Usted ha probado la ficción, ¿algún día le interesaría probar el documental?
Sí. Yo no estoy cerrado para nada. Me gusta mucho el trabajo de guión, el trabajo con los actores, pero si algún día surge la necesidad de hacer un documental, seguro que lo voy a hacer.
Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán
El director de cine, guionista y productor chileno Matías Bize (Santiago, 1979) fue uno de los invitados más prestigiosos que tuvo el XV Festival de Cine de Lima. La legendaria revista francesa de cine Cahiers du Cinema afirma que Bize "es el cineasta más prometedor del cine chileno". Con su último film, La vida de los peces (2010), obtuvo el trofeo Luis Buñuel a mejor producción iberoamericana del festival limeño y el premio Goya 2010, en España, a la mejor película extranjera de habla hispana. Mientras que en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, España, realizado en 2010, la cinta se alzó con el premio a mejor guión. Por el mismo largometraje, Bize recibió en julio de 2011 el premio a mejor director en Los Angeles International Latino Film Festival (LALIFF). Anteriormente, dirigió Lo bueno de llorar (2006. Premio de la crítica en el Festival Internacional de Cine de Valdivia 2007, en Chile), En la cama (2005. Obtuvo 36 trofeos internacionales. Entre ellos, el premio del público en el Festival de Toulouse, Francia, en 2006, y la Espiga de Oro de la Seminci de Valladolid, España, en 2007. Asimismo, estuvo nominada a los premios Goya 2007) y Sábado (2002. Ganó once premios internacionales. De ese total, cuatro en el Festival Internacional de Cine de Mannheim-Heidelberg, en Alemania; incluyendo el Rainer Werner Fassbinder y el de mejor actriz para Blanca Lewin. Además, fue estrenada comercialmente en Eslovenia, Holanda, Hungría, Alemania y Chile). Del mismo modo, dirigió los cortometrajes El espejo de sus ojos (2007), Confesión (2006. Ganador del concurso Entel Sanfic 2006), Llamando (2005. Premio a mejor actriz para Elena Corredera en el IV Festival Internacional de Cine Digital de La Palma, España), Juego de verano (2005) y La gente está esperando (2000).
¿Cómo a los veintitrés años, aún sin terminar la escuela de cine, decide lanzarse con su primer largometraje?
Porque me di cuenta que para ser director de cine más que tener un título universitario había que tener una película, un largometraje. Y así fue como surge Sábado, que es mi primera película y fue la que me abrió las puertas. Gané varios premios afuera. Fue una película (en la) que me pude desarrollar muy bien y darme a conocer como director. Se estrenó en Chile, tuvo estrenos comerciales en varios países. Con veintitrés años y antes de salir de la escuela, teniendo una película, me convertí en director. Y eso fue buenísimo porque me permitió hacer En la cama, mi segunda película, con una mejor posición, con fondos de Chile, fondos alemanes. El inicio fue muy bueno.
Esa actitud inicial en su carrera demuestra que usted no cree mucho en los formalismos.
Es que me di cuenta que se podía hacer una película sin dinero, también. Y era el momento en que yo necesitaba hacer eso. Porque no iba a ganar un fondo, no tenía cómo demostrar que yo podía hacer un buen trabajo, y no quería esperar cinco o seis años para financiar mi primera película. Porque siento que crezco mucho con cada película, entonces, quería filmar muy pronto.
¿Cuándo empieza su relación laboral con Blanca Lewin? Que es casi su actriz fetiche, porque está en cuatro de sus obras.
Sí. Comenzó en la escuela de cine. Yo hice un cortometraje con ella, ya siendo una actriz muy famosa, con televisión, teatro y cine en Chile. Surge este cortometraje de segundo año en la escuela, un cortometraje de estudiante. Trabajé con Blanca, hicimos un muy buen trabajo, nos entendimos muy bien. Luego, hicimos un segundo cortometraje, de tercer año y, luego, ya trabajamos en Sábado. Entonces, fuimos poco a poco conociéndonos como director, actriz, y creamos una muy buena relación. Luego, hicimos En la cama y La vida de los peces. Hemos hecho tres largometrajes y dos cortometrajes, y hemos aprendido mucho cada uno del otro.
¿Qué siente que debe fluir entre un actor y un director para poder tener esa afinidad? Que casi, como referencia inmediata, hace recordar a Scorsese con De Niro (salvando las distancias).
Primero, una muy buena comunicación, entenderse. Como nos conocemos mucho, nos entendemos, sabemos qué es lo que quiere el otro, cómo yo la puedo ayudar como actriz, qué es lo que voy a necesitar como director. En ese sentido, siento que vamos a un nivel muy profundo, muy rápido. Desde los primeros ensayos vamos logrando buenos resultados y eso es buenísimo. Eso nos ayuda muchísimo, y siempre -o hasta ahora- que he pensado un nuevo proyecto, pienso en ella. Porque es una tremenda actriz, muy talentosa, conoce mucho el formato del trabajo de cine y se compromete mucho con la película. Yo necesito que un actor se comprometa al cien por ciento con la película y Blanca se compromete al quinientos por ciento.
En la cama: sesenta horas de rodaje
Usted comentaba los ensayos, el comprometerse mucho: justo para su película En la cama tenía más de sesenta horas grabadas…
Sí.
…de ensayos.
Esas sesenta horas, incluso, no eran de ensayo, eran de rodaje, de material. Sí tenía mucho ensayo. Grabé la película completa antes, en los ensayos, con una handycam. Siento que En la cama es una película que necesitábamos ensayar muchísimo porque había que tener una intimidad, ellos tenían que conocerse muy bien. Nosotros queríamos descubrir, también, la película con Gonzalo (Valenzuela) y con Blanca. Entonces, hicimos muchísimas pruebas y fuimos ganando una intimidad que fue muy importante para el proceso de rodaje.
(Tuvieron) un año previo de lectura, también.
Sí. Cerca a un año leyendo, conversando, yendo a la locación. Teníamos la suerte de que nos prestaban la locación, entonces podíamos ir a ensayar. Esos ensayos yo los grababa, los conversábamos. Eso fue buenísimo.
Tuvo anécdotas, porque en el piso de arriba se escuchaban…
(Risas).
…muchos ruidos en ese hotel.
Exacto. Porque era un hotel de parejas, un motel como… ¿Existen acá o no?
Acá le llamamos hostales.
Hostales. ¿Pero son para tener sexo?
Para tener relaciones sexuales con una pareja.
Claro. Entonces, el motel seguía funcionando. A nosotros nos prestaban una pieza, pero seguía funcionando. A veces, escuchábamos ruidos, je, y eso era muy divertido, también.
El sonidista la habrá pasado genial, ja, ja...
El sonidista, de repente, se levantaba y nos pedía… je… Grabábamos esos sonidos, también, para tenerlos ahí.
De fondo.
De fondo, claro.
Cortometrajes que cuentan, ocultan y duelen
Otra cosa que me interesaba mucho era que uno de sus temas preferidos en su obra era el ocultamiento. Lo podíamos ver, por ejemplo, en este cortometraje que…
El de Llamando, uno que es de una chica que llamaba (por celular a su novio)…
En Llamando, sí. También otro que no sé si tenga título, pero en Internet circula sin título. Que es de una chica…
Sí. Una chica que se está haciendo un aborto.
Claro. Que su pareja le está diciendo que va a ir a la casa de la mamá al día siguiente…
Claro.
…con los hermanos, a contarles que (ella) va a tener seis semanas de embarazo. ¿No tiene título, verdad?
Creo que no.
Pero es suyo.
Sí, es mío. Y el que actúa es mi hermano.
¡Es su hermano! Mire…
Mi hermano con su mujer.
¿Cómo logró hacerlo con una cámara de celular?
De un celular, sí. Era un cortometraje que me pidieron.
¿En un día? En segundos…
En un ratito, je, je, je… En tres minutos. Sí lo ensayamos y lo conversamos. Era un cortometraje que me pedían para un festival en España (Notodofilmfest), un festival de cortos que hacían por Internet.
Justo en ese cortometraje el tema es la esposa que está ocultando al esposo algo. Igual en Llamando: la chica le oculta que ya tiene otra pareja.
Sí.
El espejo de sus ojos, al final, parece una metáfora del mal, porque es una madre mala que tiene encerrado a su hijo en un lugar cerrado y oscuro.
Claro.
Y en Confesión, la chica oculta que quiere dejarlo (a su novio), pero no…
No se atreve.
…no se atreve a dejarlo porque, al final, él le dice: “¿Y todo está bien?” “Sí”.
Sí.
Entonces, el tema del ocultamiento es muy latente en su obra.
Sí. El ocultamiento, las contradicciones, el decir o no decir, el guardarse cosas, están superpresentes, siempre. Lo que nos pone en contradicción como seres humanos, qué es lo que contamos, qué es lo que no contamos. En Llamando es cuando llama la chica y le deja el mensaje: ¿lo digo o no lo digo? La duda.
Y el espectador no sabe si detestar o compadecer a esa mujer. Uno la detesta porque hay una traición…
Claro.
…de por medio. Pero, también, la compadece porque se enamoró de otro hombre y es difícil...
Y está sufriendo. Y ella tiene dolor, también.
Su obra (fílmica), si bien todavía, por su corta edad, no es muy abundante, hay muchos que la consideran una obra sobre el amor, pero más me pareció una sobre el dolor y lo que se oculta, al margen del amor.
Sí. Hay muchos temas. Sobre todo el dolor, las decisiones que tomamos en la vida, las opciones. En La vida de los peces es superclaro cómo es sobre el dolor y las decisiones, el miedo.
“Me siento como un estudiante”
La vida de los peces ha sido un éxito (notable en su país). Inclusive, a usted lo ha felicitado Sebastián Piñera por el Goya de este año (lo recibió en febrero de 2011). ¿Cómo se siente ya en este largometraje, mucho más maduro?
Sí. Que he ido creciendo mucho, pero que sigo aprendiendo. Siento que todo lo que aprendo con una película, lo pongo en la película siguiente. En ese sentido, me siento muy contento porque todo lo que puse en Sábado está en En la cama. Todo que aprendí con En la cama está en Lo bueno de llorar. Y todo lo que aprendí con las tres películas está puesto en La vida de los peces. Pero siento que sigo aprendiendo, por eso me gusta. Ojalá cada dos o tres años (pueda) rodar una nueva película, porque me siento como estudiante que voy creciendo y aprendiendo. Afortunadamente, ha sido un proceso muy lindo porque son películas que, primero, tienen un reconocimiento gigante, muchos premios, el mismo Goya; pero, sobre todo, a nivel personal, son muy satisfactorias. Porque son películas que a mí me gustan mucho y que me llenan cien por ciento, y eso me deja muy tranquilo.
¿Qué es más importante para usted en una película: los diálogos o los silencios?
Yo creo que exactamente las dos cosas. Pareciera que los diálogos porque en La vida de los peces hay mucho diálogo, pero a veces los silencios toman una importancia mayor y construyen, quizá, mucho más. Es una mezcla de las dos cosas. Lo bueno de llorar, por ejemplo, la película que hice en España, es muy silenciosa. En la cama es una película con muchísimo diálogo, pero a la vez cada silencio hace que la película avance muchísimo y tome mucha importancia. Y La vida de los peces es una mezcla, también, de mucho diálogo y silencio. Me gusta ir mezclando las cosas. Siento que el silencio toma importancia cuando hay un buen diálogo adelante, y el diálogo toma importancia cuando hay un silencio que marca algo importante.
Además, en La vida de los peces desde el inicio se crea mucha complicidad con el espectador.
Totalmente. La idea era que el espectador se sintiera muy reflejado en la historia, como si pudiera ser él. Ver la película a través de los ojos de Andrés y que el espectador pudiera conmoverse con la historia. Lo más lindo que me ha pasado con la película es la gente que se me acerca y me dice: “Esa es mi historia. Increíble”. “Eso me pasó” o “me conmoví, me emocioné”. Eso, como director, es lo mejor que te puede pasar. Y es un poco la idea de la película, que no sea solamente esta hora y media que dura en pantalla sino que permanezca en el espectador. Eso es muy bonito.
Incluso, al inicio de la película hay una parte cómica, cuando está un grupo de amigos reunidos…
Sí.
…y uno dice: “Porque él es tal cosa y el otro es tal cosa y ¿tú qué eres?”.
Sí. ¡Y son amigos! Entonces, habla del dolor, y no solo desde la pareja, también desde la amistad. Como (les ocurre) a ellos: “Pero, ¿cómo, qué somos ahora?”, dicen. “¿Qué somos? Desconocidos hablando del pasado, siempre del pasado".
A puertas de una pérdida.
Claro, también. De una pérdida de un (amigo: Andrés, el protagonista). Él se siente como un turista, también. En su propio país, con sus propios amigos.
Y es irónico porque sus amigos envidian su trabajo, pero a él le aburre.
A él le aburre, sí. Él viaja y está por todos lados, pero él quizás quisiera estar ahí (en Chile), también.
Cortometrajes, largometrajes y un cómodo espacio creativo
Usted ha hecho largometrajes y cortometrajes. Mucha gente ligada al cine considera al cortometraje como un género menor, cinematográficamente, y que es un paso previo y obligatorio para el largometraje. Para usted, ¿el cortometraje es un género menor o tiene la misma importancia?
Tiene la misma importancia. Siento que es un género muy difícil. Contar una historia en poco tiempo es igualmente difícil que hacerlo en más tiempo. A mí me ha ayudado mucho para probar cosas. He hecho muchos cortometrajes después -como estos que me mencionaste tú-: son cortometrajes que hice en festivales o por encargo, pero siempre intenté mantener el sello personal de mis historias. Y me gustaban mucho. Yo los hice casi todos con cámara de fotos o con un celular, para probar cosas de actuación, de guión. Me gustan mucho para aprender los cortometrajes y, también, las películas. Siento que -como te decía- todo me sirve mucho para ir aprendiendo.
A usted le gusta mucho experimentar.
Sí.
Si bien le gusta experimentar yo había visto en YouTube un video donde (usted) tenía todo totalmente programado, a pesar de que era algo muy experimental.
Sí. Es que me gusta experimentar, pero experimentar no es lo contrario de estar programado, en el fondo. Soy muy trabajador. Llego al rodaje con muchísima preparación, rayo la línea de tiempo de la película completa y me gusta probar muchas cosas en los ensayos. Llego muy preparado al rodaje. No es que sea como una improvisación.
¿Usted es de los directores que les da libertad a los actores o es de los que quiere trabajar junto con los actores, muy cerca?
Me gusta estar muy cerca de los actores, me gusta acompañarlos mucho. Siento que les doy libertad en algún momento, pero también los contengo mucho y me gusta estar mucho con ellos, conversar, probar cosas con los actores. Pero lo más importante para mí es proponerles un espacio creativo en el que ellos se sientan cómodos, puedan aportar, podamos conversar y descubrir la película. Siento que hay muchas cosas o detalles que, finalmente, hacen que esto se construya y se convierta en una buena película. Son las cosas que exploramos y descubrimos con los actores.
¿Y cómo se siente en el Festival de (Cine de) Lima? ¿Es la primera vez que viene?
Sí. Había venido antes de turista solamente, a Lima y Cusco, Machu Picchu. Tenía muy buenas referencias del festival, me habían hablado mucho. Había estado (compitiendo en ediciones anteriores del festival con sus películas) En la cama y Lo bueno de llorar. Yo no había podido venir por otro compromiso, en ningún año, y tenía muchas ganas de venir. Mi productor (Adrián Solar) me decía que era el mejor festival de Latinoamérica. Me ha gustado mucho.
¿Le parece el mejor festival de Latinoamérica?
No sé si el mejor, pero de los mejores, seguro. Tiene una programación muy buena, muy fuerte, de películas. Tiene una organización que está muy bien. Y, luego, tiene las salas llenas. Eso es increíble. El ir a presentar la película con entradas agotadas siempre hace que se complete, en el fondo, el círculo de un buen festival, donde hay una buena organización, una buena programación, donde las salas están completas. Entonces, yo lo he disfrutado mucho, lo he pasado increíble. Me parece que la comida del Perú es increíble, la gente es muy linda. Es un placer estar acá.
¿Le gusta el pisco?
Sí. Me gusta el pisco, el cebiche, todo. He comido demasiado.
Un trabajo de largo aliento
Para terminar: ¿cuál es el panorama actual del cine chileno? Porque hay pocas referencias del cine chileno, pero teniéndolo (en Lima) a usted ya podemos ver que hay nuevas generaciones que vienen con fuerza.
Siento que hay un buen momento -como el de la película-, que están ganando premios, películas que están funcionando bien afuera, aparición de universidades que están dando la carrera de cine. Están saliendo muchos técnicos, muchos directores jóvenes. Hay un buen momento. Ojalá que esto se mantenga, que no sean solamente directores jóvenes que aparecieron sino que se prolongue en el tiempo. Que estos directores jóvenes hagan carrera. La idea es ir creciendo. Siento que el cine es un trabajo de largo aliento. Entonces, lo que yo intento conmigo, por lo menos, (algo) muy importante para mí, es la carrera: cómo voy creciendo con cada película.
Usted ha probado la ficción, ¿algún día le interesaría probar el documental?
Sí. Yo no estoy cerrado para nada. Me gusta mucho el trabajo de guión, el trabajo con los actores, pero si algún día surge la necesidad de hacer un documental, seguro que lo voy a hacer.
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