“O eres autoritario o eres demócrata”
Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán
El periodista, historiador y expresidente boliviano -entre los años 2003 y 2005- Carlos Mesa Gisbert (La Paz, 1953) estuvo en Lima en octubre último como participante de la 67 Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Allí integró el interesante panel Expresidentes analizan la Libertad de Expresión en el Continente, junto al exmandatario peruano Alejandro Toledo. Por otra parte, Mesa es autor de trece libros sobre temas políticos, históricos, cinematográficos, deportivos y periodísticos. El más exitoso de ellos ha tenido hasta siete ediciones -Historia de Bolivia (1997), en coautoría con José de Mesa y Teresa Gisbert-. Sin embargo, el primero de sus libros publicados fue Cine boliviano. Del realizador al crítico (1979) -en coautoría con Jorge Sanjinés, Beatriz Palacios y Arturo von Vacano- y el último es Presidencia sitiada (2008), acerca de sus memorias políticas. Igualmente, tiene un blog epónimo donde expone de manera constante sus puntos de vista políticos, culturales e históricos. Asimismo, en 1994 ganó el Premio Internacional de Periodismo Rey de España y en 2000 obtuvo el Premio de Periodismo de la Fundación Manuel Vicente Ballivián. El exgobernante altiplánico accedió muy gentilmente a esta entrevista, en donde conversamos sobre la situación de la prensa latinoamericana -y la que él enfrentó durante su convulso régimen-, el pasado y presente político de su país, la permanente demanda marítima de Bolivia hacia Chile, y su visión del Perú en el contexto internacional.
Muchas gracias por la oportunidad. ¿Qué le parece que se esté realizando en Lima la 67 Asamblea General de la SIP?
Atravesamos un momento complicado en el mundo latinoamericano, vinculado a la libertad de expresión. Yo diría que los dos elementos más complejos están vinculados al autoritarismo de algunos gobiernos, que están limitando de maneras diversas la libertad de expresión, en algunos más, en otros menos. Y, por supuesto, a la violencia del crimen organizado y el narcotráfico con amenazas -narcoterrorismo, en realidad- que están costando la vida de muchos colegas periodistas en el mundo latinoamericano. Creo que esos son los dos elementos más complejos. En la parte positiva, decir que hay muchos países de América Latina donde se respeta plenamente la libertad de expresión, pero en este momento hay que poner el ojo en los países donde hay dificultades por estos dos problemas.
¿Cuál es la situación actual de Bolivia en cuanto a libertad de expresión y libertad de prensa?
En términos generales, diría que en Bolivia hay libertad de expresión. Las limitaciones están vinculadas a la presencia, me parece, inmoderada del Gobierno utilizando medios oficiales como si fueran medios de propaganda gubernamental. La ampliación de una red de radios mal llamadas comunitarias que, en el fondo, son el eco que repite la voz de la radio estatal, de la radio gubernamental. Y, luego, lo que puede ser una judicialización de la política que ha tocado a algunos empresarios, lo que ha bajado el tono de la crítica y la oposición de los medios al Gobierno. Pero no es una situación que pudiéramos considerar como grave o muy sensible.
¿En comparación con su Gobierno?
Mayores restricciones. El Gobierno (de Evo Morales) frecuentemente dice que la prensa es enemiga, que la prensa es la representación de la oposición y, como digo, con una presencia y uso de los medios del Estado de manera desmesurada, en función de intereses de Gobierno y no de intereses públicos, más este elemento de judicialización política.
¿Durante su Gobierno la prensa fue un aliado o fue mucho más opositora de usted?
Tuvo dos fases. Al comienzo fue un aliado muy importante. En los primeros meses de mi Gobierno hubo un respaldo muy importante porque veníamos de casi una guerra civil interna que logramos pacificar. Luego, poco a poco fue haciéndose más crítica. Sobre todo, los sectores más conservadores, de los empresarios de medios -dueños de canales de televisión en una línea ultraconservadora-: fueron durísimos contra mi Gobierno.
El poder de los movimientos indígenas en Bolivia, ¿tenía un representante o varios en la prensa escrita o televisiva?
Había periodistas importantes de origen indígena. Todos los medios, sobre todo en radio, tenían horarios de lenguas nativas. Fundamentalmente, quechua y aymara; algo, también, en guaraní. Pero, en los últimos años, la presencia de un presidente indígena ha generado un impulso de programación en quechua, en aymara, en guaraní, que son las tres principales lenguas indígenas del país.
El mito del separatismo boliviano
¿Por qué a pesar de tener un presidente indígena aún persiste un movimiento separatista?
Para nada. Nunca hubo un movimiento separatista. Este fue un gran equívoco y uno de los grandes cuentos mediáticos que se vivió sobre Bolivia. Lo que hubo fue una confrontación política: la derecha conservadora frente al Gobierno del presidente Morales, y una confrontación muy dura a nombre o con la bandera de una autonomía que se entendió equívocamente fuera de Bolivia como separatista. Ni Santa Cruz ni Beni ni Pando ni Tarija plantearon jamás el separatismo ni una línea independentista. Este es un elemento que debo dejar muy claro. Después del 2008 el Gobierno derrotó a los sectores más conservadores, pero la línea autonomista -que me parece positiva y que impulsé como presidente. Creo que fui el primer presidente que propugnó la autonomía como un modelo de Estado- se ha impuesto, aunque todavía con restricciones. Ahora bien, lo que en este momento tenemos es un Gobierno indígena, cuya legitimidad está fuera de discusión. Pero tenemos un presidente autoritario, poco democrático, que pretende un solo partido y un solo discurso, y que no está dando pie al diálogo y a la apertura, que es fundamental en el país.
¿De dónde surgió, entonces, este (equívoco del separatismo en Bolivia), que era conocido a nivel internacional?
Surgió de una manipulación. Surgió del catastrofismo que a los medios de comunicación del mundo les pareció que era el planteamiento autonomista de Santa Cruz. Surgió de las posiciones radicales de la derecha cruceña y beniana, y de la extrema posición del Gobierno antiautonomista, como si la autonomía fuera un pecado mortal. Eso dio lugar a una confrontación de regiones sobre la base de una demanda legítima: autonomía no quiere decir separatismo. Es lo mismo que plantear un federalismo en un país. Por lo tanto, lo que se manejó fue la radicalización de discursos que dieron lugar a un equívoco. Y la prueba de que fue un equívoco es que jamás el país estuvo en riesgo de separarse. Hubo una confrontación. Bolivia ha vivido muchos momentos de violencia en el pasado y esta no fue una excepción, lamentablemente, pero no tuvo nada que ver con posiciones separatistas.
Al menos al Perú llegaba la imagen de que…
A Perú, Colombia, Estados Unidos, al mundo entero. Es decir, toda una historia literaria. Cosa que lamento profundamente. Me acuerdo en esos años, el año 2008 en particular, cuando yo salía fuera de Bolivia todo el mundo me preguntaba lo que tú me estás preguntando. Y yo insistía, en mis respuestas, en lo que te acabo de decir. Afortunadamente, la Historia me ha dado la razón. Han pasado tres años y jamás hubo ni un milímetro de posición de ningún sector importante del país que pidiera el separatismo.
Chile, Boliviamar y la desaceleración económica latinoamericana
Cambiando de tema, en cuanto a las demandas de Bolivia sobre Chile por la salida al mar, ¿usted cree que hay un avance en ese sentido durante los últimos años?
No. Hubo una ilusión de avance: una buena relación entre la presidenta Bachelet y el presidente Morales. Fueron sonrisas, buenas palabras, pero nada en concreto. Cuando llegó el presidente Piñera las cosas entraron nuevamente en un escenario de tensión. El presidente Morales reclamó que en Chile pasaban cinco años y no daba ninguna respuesta. La postura de Morales, muy flexible e ingenua en su lógica de poca experiencia diplomática, tomó conciencia de que por ese camino no iba a ninguna parte. Entonces, el presidente ha recuperado la visión multilateralista que Bolivia había tenido en el pasado. Aceptar que la única posibilidad de resolver el problema es bilateral me pareció un error y Morales reconoció el error. Hoy día plantea una demanda boliviana en un ámbito multilateral que incluye a la comunidad internacional.
¿Qué opina de Boliviamar?
El logro que consiguió el presidente Paz Zamora y el presidente Fujimori en 1992 fue positivo. Yo creo que tanto Boliviamar como la zona franca económica especial de Ilo, es importante para el desarrollo de una opción alternativa a los puertos chilenos, que son los puertos que utiliza Bolivia mayoritariamente. Ahí hay un déficit de parte de Bolivia. Yo creo que la iniciativa privada boliviana y la iniciativa estatal boliviana han fallado, y me incluyo -en el momento en que fui presidente- en no haber impulsado esto. Aunque firmé el año 2004 con el presidente Toledo la integración energética y una complementación del Tratado de Libre Comercio, precisamente en el puerto de Ilo que, lamentablemente, por razones que habría que analizar largamente, no se pudo concretar.
¿Cuál le parece a usted que fue el logro más importante de su gobierno?
Yo resumiría los logros de mi gobierno en, primero: convoqué a la Asamblea Constituyente que permitió la nueva Constitución. Segundo: hice un referéndum nacionalizador de los hidrocarburos. El verdadero referéndum de nacionalización de los hidrocarburos, incrementando los impuestos, recreando la empresa estatal del petróleo y definiendo el destino de los hidrocarburos. Tercero: propuse las autonomías como una salida política a la nueva estructura de descentralización del país. Cuarto: propugné la recuperación del valor de la vida y los derechos humanos como un elemento esencial de Estado. Y quinto: logré superar una crisis económica, heredando un déficit del ocho por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) y lo dejé en dos por ciento del PIB.
Ahora Bolivia está mucho mejor económicamente, ¿a dónde cree que va? ¿Cómo se está manejando el presupuesto?
La macroeconomía se maneja razonablemente. Bolivia ha vivido cinco años de una bonanza económica espectacular, como todos los países de América Latina, aunque menos aprovechada, por ejemplo, que el Perú. El crecimiento promedio de Bolivia es la mitad del crecimiento promedio del Perú. Estamos terminando la etapa de bonanza y vamos a entrar en una etapa de desaceleración y hay que estar preparados para un nuevo momento, menos optimista; pero yo diría que las economías latinoamericanas -y la de Bolivia, también- están relativamente bien preparadas para ese momento.
La democracia no se apoya en una sola persona
¿Y a dónde le parece que nos lleva como continente el hecho de que haya varios presidentes de izquierda en diferentes países?
A mí no me preocupa que los presidentes sean de izquierda, de centro o de derecha. Ese no es el tema de discusión. El tema de discusión es si los presidentes son autoritarios y democráticos. Esa es la opción. O eres autoritario o eres demócrata. Y lo que yo creo, independientemente de la línea ideológica, es que hay presidentes que no entienden que el proceso democrático no puede apoyarse en una persona, que las elecciones deben generar un pluralismo de partidos y no un solo partido, y que debe haber alternancia en el poder -no se puede eternizar un presidente-. Que sea de derecha, de centro o de izquierda me es irrelevante, porque eso es legítimo en cualquier sociedad.
¿Diría que el personalismo ha sido uno de los grandes defectos de la historia política latinoamericana?
Sí, aunque en los últimos años la mayoría de los países latinoamericanos tienen elecciones, alternancia en el poder y una lógica de pluralismo partidario. Es decir, hay una tara histórica que ha sido superada por muchos países, aunque algunos todavía no lo han logrado.
Y su rol como expresidente, ¿es más de un ojo crítico o es un embajador de su país?
Yo, por supuesto, como boliviano siempre estaré al lado de los intereses del país y en defensa de que la visión que tiene Bolivia se pueda tener internacionalmente. Pero como ciudadano, por supuesto, en este momento tengo una visión crítica con lo que el Gobierno de Bolivia está haciendo. Acepto que han habido cambios importantes, acepto que el presidente Morales representa un cambio histórico -es el primer presidente indígena del país-, pero creo que es tiempo de cambio, también. La permanencia indefinida del presidente Morales en el poder no es saludable para el país.
¿Tendría algún interés usted en volver al Gobierno, más adelante?
No en este momento. Cuando uno ha entrado en política, decir “nunca más volveré” es un absurdo. Pero en este momento no está entre mis planes el participar directamente en política.
¿Cuáles son sus quehaceres (laborales) diarios?
Básicamente, mucha actividad internacional: dicto conferencias, participo en seminarios, hago consultorías y presido una fundación (Comunidad) vinculada al análisis de derechos humanos, gobernabilidad y observatorio democrático constitucional.
El Perú: un país importante en América Latina
Para terminar, ¿cómo ve al Perú, actualmente, tanto a nivel social como político?
Perú tiene una base económica importante, ha tenido un crecimiento sostenido en los últimos diez años, muy significativo, y hoy día tiene un presidente con un compromiso social que si lo lleva adelante adecuadamente, podrá ser una combinación muy interesante. Es decir, una redistribución de riqueza para búsqueda de igualdad. Está en una condición muy buena y espero que tenga éxito en su gestión.
¿Cree que (Perú) pueda ser el líder de Sudamérica a futuro?
La pregunta es: ¿el objetivo de un presidente es ser un líder sudamericano? Esto depende del peso específico de cada país. Perú ha crecido de manera significativa y hoy es un país importante de América Latina, pero, evidentemente, hay países como México y Brasil que, por su peso específico, probablemente generan un liderazgo de naturaleza mayor.
Mucho más convocantes.
Vuelvo a decir: tiene que ver con su peso, su tamaño, su economía, su producto interno bruto.
Muchas gracias por la entrevista y esperamos que siga disfrutando su estadía en Lima.
Mucho gusto. Gracias.
Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán
El periodista, historiador y expresidente boliviano -entre los años 2003 y 2005- Carlos Mesa Gisbert (La Paz, 1953) estuvo en Lima en octubre último como participante de la 67 Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Allí integró el interesante panel Expresidentes analizan la Libertad de Expresión en el Continente, junto al exmandatario peruano Alejandro Toledo. Por otra parte, Mesa es autor de trece libros sobre temas políticos, históricos, cinematográficos, deportivos y periodísticos. El más exitoso de ellos ha tenido hasta siete ediciones -Historia de Bolivia (1997), en coautoría con José de Mesa y Teresa Gisbert-. Sin embargo, el primero de sus libros publicados fue Cine boliviano. Del realizador al crítico (1979) -en coautoría con Jorge Sanjinés, Beatriz Palacios y Arturo von Vacano- y el último es Presidencia sitiada (2008), acerca de sus memorias políticas. Igualmente, tiene un blog epónimo donde expone de manera constante sus puntos de vista políticos, culturales e históricos. Asimismo, en 1994 ganó el Premio Internacional de Periodismo Rey de España y en 2000 obtuvo el Premio de Periodismo de la Fundación Manuel Vicente Ballivián. El exgobernante altiplánico accedió muy gentilmente a esta entrevista, en donde conversamos sobre la situación de la prensa latinoamericana -y la que él enfrentó durante su convulso régimen-, el pasado y presente político de su país, la permanente demanda marítima de Bolivia hacia Chile, y su visión del Perú en el contexto internacional.
Muchas gracias por la oportunidad. ¿Qué le parece que se esté realizando en Lima la 67 Asamblea General de la SIP?
Atravesamos un momento complicado en el mundo latinoamericano, vinculado a la libertad de expresión. Yo diría que los dos elementos más complejos están vinculados al autoritarismo de algunos gobiernos, que están limitando de maneras diversas la libertad de expresión, en algunos más, en otros menos. Y, por supuesto, a la violencia del crimen organizado y el narcotráfico con amenazas -narcoterrorismo, en realidad- que están costando la vida de muchos colegas periodistas en el mundo latinoamericano. Creo que esos son los dos elementos más complejos. En la parte positiva, decir que hay muchos países de América Latina donde se respeta plenamente la libertad de expresión, pero en este momento hay que poner el ojo en los países donde hay dificultades por estos dos problemas.
¿Cuál es la situación actual de Bolivia en cuanto a libertad de expresión y libertad de prensa?
En términos generales, diría que en Bolivia hay libertad de expresión. Las limitaciones están vinculadas a la presencia, me parece, inmoderada del Gobierno utilizando medios oficiales como si fueran medios de propaganda gubernamental. La ampliación de una red de radios mal llamadas comunitarias que, en el fondo, son el eco que repite la voz de la radio estatal, de la radio gubernamental. Y, luego, lo que puede ser una judicialización de la política que ha tocado a algunos empresarios, lo que ha bajado el tono de la crítica y la oposición de los medios al Gobierno. Pero no es una situación que pudiéramos considerar como grave o muy sensible.
¿En comparación con su Gobierno?
Mayores restricciones. El Gobierno (de Evo Morales) frecuentemente dice que la prensa es enemiga, que la prensa es la representación de la oposición y, como digo, con una presencia y uso de los medios del Estado de manera desmesurada, en función de intereses de Gobierno y no de intereses públicos, más este elemento de judicialización política.
¿Durante su Gobierno la prensa fue un aliado o fue mucho más opositora de usted?
Tuvo dos fases. Al comienzo fue un aliado muy importante. En los primeros meses de mi Gobierno hubo un respaldo muy importante porque veníamos de casi una guerra civil interna que logramos pacificar. Luego, poco a poco fue haciéndose más crítica. Sobre todo, los sectores más conservadores, de los empresarios de medios -dueños de canales de televisión en una línea ultraconservadora-: fueron durísimos contra mi Gobierno.
El poder de los movimientos indígenas en Bolivia, ¿tenía un representante o varios en la prensa escrita o televisiva?
Había periodistas importantes de origen indígena. Todos los medios, sobre todo en radio, tenían horarios de lenguas nativas. Fundamentalmente, quechua y aymara; algo, también, en guaraní. Pero, en los últimos años, la presencia de un presidente indígena ha generado un impulso de programación en quechua, en aymara, en guaraní, que son las tres principales lenguas indígenas del país.
El mito del separatismo boliviano
¿Por qué a pesar de tener un presidente indígena aún persiste un movimiento separatista?
Para nada. Nunca hubo un movimiento separatista. Este fue un gran equívoco y uno de los grandes cuentos mediáticos que se vivió sobre Bolivia. Lo que hubo fue una confrontación política: la derecha conservadora frente al Gobierno del presidente Morales, y una confrontación muy dura a nombre o con la bandera de una autonomía que se entendió equívocamente fuera de Bolivia como separatista. Ni Santa Cruz ni Beni ni Pando ni Tarija plantearon jamás el separatismo ni una línea independentista. Este es un elemento que debo dejar muy claro. Después del 2008 el Gobierno derrotó a los sectores más conservadores, pero la línea autonomista -que me parece positiva y que impulsé como presidente. Creo que fui el primer presidente que propugnó la autonomía como un modelo de Estado- se ha impuesto, aunque todavía con restricciones. Ahora bien, lo que en este momento tenemos es un Gobierno indígena, cuya legitimidad está fuera de discusión. Pero tenemos un presidente autoritario, poco democrático, que pretende un solo partido y un solo discurso, y que no está dando pie al diálogo y a la apertura, que es fundamental en el país.
¿De dónde surgió, entonces, este (equívoco del separatismo en Bolivia), que era conocido a nivel internacional?
Surgió de una manipulación. Surgió del catastrofismo que a los medios de comunicación del mundo les pareció que era el planteamiento autonomista de Santa Cruz. Surgió de las posiciones radicales de la derecha cruceña y beniana, y de la extrema posición del Gobierno antiautonomista, como si la autonomía fuera un pecado mortal. Eso dio lugar a una confrontación de regiones sobre la base de una demanda legítima: autonomía no quiere decir separatismo. Es lo mismo que plantear un federalismo en un país. Por lo tanto, lo que se manejó fue la radicalización de discursos que dieron lugar a un equívoco. Y la prueba de que fue un equívoco es que jamás el país estuvo en riesgo de separarse. Hubo una confrontación. Bolivia ha vivido muchos momentos de violencia en el pasado y esta no fue una excepción, lamentablemente, pero no tuvo nada que ver con posiciones separatistas.
Al menos al Perú llegaba la imagen de que…
A Perú, Colombia, Estados Unidos, al mundo entero. Es decir, toda una historia literaria. Cosa que lamento profundamente. Me acuerdo en esos años, el año 2008 en particular, cuando yo salía fuera de Bolivia todo el mundo me preguntaba lo que tú me estás preguntando. Y yo insistía, en mis respuestas, en lo que te acabo de decir. Afortunadamente, la Historia me ha dado la razón. Han pasado tres años y jamás hubo ni un milímetro de posición de ningún sector importante del país que pidiera el separatismo.
Chile, Boliviamar y la desaceleración económica latinoamericana
Cambiando de tema, en cuanto a las demandas de Bolivia sobre Chile por la salida al mar, ¿usted cree que hay un avance en ese sentido durante los últimos años?
No. Hubo una ilusión de avance: una buena relación entre la presidenta Bachelet y el presidente Morales. Fueron sonrisas, buenas palabras, pero nada en concreto. Cuando llegó el presidente Piñera las cosas entraron nuevamente en un escenario de tensión. El presidente Morales reclamó que en Chile pasaban cinco años y no daba ninguna respuesta. La postura de Morales, muy flexible e ingenua en su lógica de poca experiencia diplomática, tomó conciencia de que por ese camino no iba a ninguna parte. Entonces, el presidente ha recuperado la visión multilateralista que Bolivia había tenido en el pasado. Aceptar que la única posibilidad de resolver el problema es bilateral me pareció un error y Morales reconoció el error. Hoy día plantea una demanda boliviana en un ámbito multilateral que incluye a la comunidad internacional.
¿Qué opina de Boliviamar?
El logro que consiguió el presidente Paz Zamora y el presidente Fujimori en 1992 fue positivo. Yo creo que tanto Boliviamar como la zona franca económica especial de Ilo, es importante para el desarrollo de una opción alternativa a los puertos chilenos, que son los puertos que utiliza Bolivia mayoritariamente. Ahí hay un déficit de parte de Bolivia. Yo creo que la iniciativa privada boliviana y la iniciativa estatal boliviana han fallado, y me incluyo -en el momento en que fui presidente- en no haber impulsado esto. Aunque firmé el año 2004 con el presidente Toledo la integración energética y una complementación del Tratado de Libre Comercio, precisamente en el puerto de Ilo que, lamentablemente, por razones que habría que analizar largamente, no se pudo concretar.
¿Cuál le parece a usted que fue el logro más importante de su gobierno?
Yo resumiría los logros de mi gobierno en, primero: convoqué a la Asamblea Constituyente que permitió la nueva Constitución. Segundo: hice un referéndum nacionalizador de los hidrocarburos. El verdadero referéndum de nacionalización de los hidrocarburos, incrementando los impuestos, recreando la empresa estatal del petróleo y definiendo el destino de los hidrocarburos. Tercero: propuse las autonomías como una salida política a la nueva estructura de descentralización del país. Cuarto: propugné la recuperación del valor de la vida y los derechos humanos como un elemento esencial de Estado. Y quinto: logré superar una crisis económica, heredando un déficit del ocho por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) y lo dejé en dos por ciento del PIB.
Ahora Bolivia está mucho mejor económicamente, ¿a dónde cree que va? ¿Cómo se está manejando el presupuesto?
La macroeconomía se maneja razonablemente. Bolivia ha vivido cinco años de una bonanza económica espectacular, como todos los países de América Latina, aunque menos aprovechada, por ejemplo, que el Perú. El crecimiento promedio de Bolivia es la mitad del crecimiento promedio del Perú. Estamos terminando la etapa de bonanza y vamos a entrar en una etapa de desaceleración y hay que estar preparados para un nuevo momento, menos optimista; pero yo diría que las economías latinoamericanas -y la de Bolivia, también- están relativamente bien preparadas para ese momento.
La democracia no se apoya en una sola persona
¿Y a dónde le parece que nos lleva como continente el hecho de que haya varios presidentes de izquierda en diferentes países?
A mí no me preocupa que los presidentes sean de izquierda, de centro o de derecha. Ese no es el tema de discusión. El tema de discusión es si los presidentes son autoritarios y democráticos. Esa es la opción. O eres autoritario o eres demócrata. Y lo que yo creo, independientemente de la línea ideológica, es que hay presidentes que no entienden que el proceso democrático no puede apoyarse en una persona, que las elecciones deben generar un pluralismo de partidos y no un solo partido, y que debe haber alternancia en el poder -no se puede eternizar un presidente-. Que sea de derecha, de centro o de izquierda me es irrelevante, porque eso es legítimo en cualquier sociedad.
¿Diría que el personalismo ha sido uno de los grandes defectos de la historia política latinoamericana?
Sí, aunque en los últimos años la mayoría de los países latinoamericanos tienen elecciones, alternancia en el poder y una lógica de pluralismo partidario. Es decir, hay una tara histórica que ha sido superada por muchos países, aunque algunos todavía no lo han logrado.
Y su rol como expresidente, ¿es más de un ojo crítico o es un embajador de su país?
Yo, por supuesto, como boliviano siempre estaré al lado de los intereses del país y en defensa de que la visión que tiene Bolivia se pueda tener internacionalmente. Pero como ciudadano, por supuesto, en este momento tengo una visión crítica con lo que el Gobierno de Bolivia está haciendo. Acepto que han habido cambios importantes, acepto que el presidente Morales representa un cambio histórico -es el primer presidente indígena del país-, pero creo que es tiempo de cambio, también. La permanencia indefinida del presidente Morales en el poder no es saludable para el país.
¿Tendría algún interés usted en volver al Gobierno, más adelante?
No en este momento. Cuando uno ha entrado en política, decir “nunca más volveré” es un absurdo. Pero en este momento no está entre mis planes el participar directamente en política.
¿Cuáles son sus quehaceres (laborales) diarios?
Básicamente, mucha actividad internacional: dicto conferencias, participo en seminarios, hago consultorías y presido una fundación (Comunidad) vinculada al análisis de derechos humanos, gobernabilidad y observatorio democrático constitucional.
El Perú: un país importante en América Latina
Para terminar, ¿cómo ve al Perú, actualmente, tanto a nivel social como político?
Perú tiene una base económica importante, ha tenido un crecimiento sostenido en los últimos diez años, muy significativo, y hoy día tiene un presidente con un compromiso social que si lo lleva adelante adecuadamente, podrá ser una combinación muy interesante. Es decir, una redistribución de riqueza para búsqueda de igualdad. Está en una condición muy buena y espero que tenga éxito en su gestión.
¿Cree que (Perú) pueda ser el líder de Sudamérica a futuro?
La pregunta es: ¿el objetivo de un presidente es ser un líder sudamericano? Esto depende del peso específico de cada país. Perú ha crecido de manera significativa y hoy es un país importante de América Latina, pero, evidentemente, hay países como México y Brasil que, por su peso específico, probablemente generan un liderazgo de naturaleza mayor.
Mucho más convocantes.
Vuelvo a decir: tiene que ver con su peso, su tamaño, su economía, su producto interno bruto.
Muchas gracias por la entrevista y esperamos que siga disfrutando su estadía en Lima.
Mucho gusto. Gracias.
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