“Se está mirando un poco más a las propuestas que tienen un enfoque amazónico”
Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán
Diana Fiorella Riesco Lind (Pucallpa, 1980) es una prometedora pintora peruana, directora de una interesante residencia para artistas, así como una deportista reconocida. Máster en Artes Plásticas con especialización en Medios Digitales en la Escuela de Bellas Artes de Valand (Suecia), también ha sido finalista del III Concurso Nacional de Pintura (2011). Es licenciada en Artes Plásticas con mención en Pintura por la Pontificia Universidad Católica del Perú (2007). Sus trabajos han sido expuestos en Perú, Suecia, Alemania y Estados Unidos, en muestras individuales y colectivas. En 2010 llevó el curso Cine Experimental de la Escuela de Fotografía de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia. Su video A Feminine Game fue seleccionado ese mismo año para The Kunstfilmtag Dusseldorf, en Alemania. En 2011 su tesis de maestría, Legacy: a gift of property, a journey through the context of the artist and the art fue publicada por LAP Lambert Academic Publishing, de Alemania. Asimismo, es fundadora y directora de Centro Selva, residencia internacional para artistas, en la calurosa Pucallpa. Y ha sido docente de la Escuela Superior de Formación Artística Pública Eduardo Meza Saravia, en su ciudad natal.
Además, Diana proviene de una familia que ha resaltado en el atletismo nacional y sudamericano durante las dos últimas décadas: sus hermanos Patricia y José han tenido récords nacionales en pruebas cortas y largas de vallas. Ella misma ha destacado nítidamente en el deporte base, del mismo modo que hoy brilla en el rugby, donde acaba de ser medallista bolivariana. En la polifacética Diana se cumple, a la perfección, la legendaria y hermosa cita del poeta latino Juvenal: “Mente sana en cuerpo sano”.
Es un gusto estar contigo, Diana, en tu casa, en tu taller. Gracias por la entrevista.
Gracias a ti.
Tú eres una pintora peruana joven que ya ha expuesto en otros países: Suecia, Estados Unidos y Alemania. ¿Cuándo empiezan tus motivaciones artísticas?
Motivaciones artísticas: desde siempre, desde que empiezas a agarrar el pincel. Pero lo que hago actualmente viene a partir de terminar la universidad: la temática de origen, de identidad. Desde la universidad era tomar temas que son muy personales, con los que me siento cómoda o familiarizada. Y después de la universidad era más regresar a mis raíces. Igualmente, en la maestría era regresar a mis raíces y la temática va yendo por ese lado.
¿Tu raíz principal es Pucallpa?
Sí.
¿O la selva, en general?
Yo nací en Pucallpa, pero salí de ahí a los cinco años y viví en Iowa, en Estados Unidos.
¿Cuánto tiempo viviste en Iowa?
Cuatro años y medio. Lo común que tienen esos espacios es que la naturaleza, la parte agrícola, de vegetación, está muy presente. Entonces, al regresar a Pucallpa, eso es lo que sentí más cercano. Por eso es que al tomar los orígenes de la Amazonía, no tomo la parte urbana ni la familiar dentro de Pucallpa, porque al regresar la familia ya no estaba ahí y la ciudad cambió mucho. Lo que se queda conmigo es la naturaleza, el paisaje. Que estaba en Iowa, también: había bosques, agricultura y un ambiente así.
Tú has sido finalista del III Concurso Nacional de Pintura convocado por el Banco Central de Reserva del Perú, justamente con tus obras de temática de la naturaleza.
Sí, de naturaleza amazónica. El que haya sido finalista, también, es parte de un contexto cultural, de un boom amazónico. Se está mirando un poco más a las propuestas que tienen un enfoque amazónico. No necesariamente gente nacida en la Amazonía, pero que toma a la Amazonía como un referente en su obra.
Pero tu pintura no tiene, necesariamente, el color tan vivaz de la Amazonía. Es un poco más clásica, en ese sentido.
La Amazonía tiene de todo: sombras, espacios más coloridos, gran gama de verdes. El color en la Amazonía, muchas veces, es por la sensación de calor: una temperatura nos da un color. Eso, también, influencia mucho en la pintura amazónica.
Colores fosforescentes de muchos artistas de la Amazonía.
Sí, pero lo que nosotros vemos en Lima es mucho lo que se ha mostrado desde Iquitos. Pero la propuesta de Pucallpa, en general, tiene otros matices. Lo que se ve más en Lima de Pucallpa podría ser Pablo Amaringo: colores vivos, mucho detalle, cosas muy minuciosas. También hay una línea de trabajos muy mitológicos, mezclando temas tradiciones con mitología, que terminan no siendo estos (típicos) colores chillones. Más bien, son colores un poco más sobrios, a diferencia de lo que se ve en Iquitos.
Podríamos decir que tu pintura tiene un espíritu contemplativo. Porque casi siempre sitúa el espectador de tus cuadros como si fuera parte de esa naturaleza. Quizá, como si fuera algún animal que está metido entre esa naturaleza amazónica. Por ejemplo, recuerdo claramente el cuadro Extranjero -con hojas gigantes-: parece que uno estuviera abajo, escondido. Y varias otras de tus obras. Tú haces que el espectador se sienta parte de la naturaleza. ¿Te gusta esa mirada de “la naturaleza te protege”? ¿Es, más o menos, así como se lo planteas al espectador?
Sí. Creo que los significados de los cuadros o lo que el espectador percibe o yo percibo de los cuadros, ha ido desarrollándose a la par de armarlos: del proceso de ir a Pucallpa o a la parte más de campo de la Amazonía y hacer caminatas. Entonces, las imágenes que yo pinto, normalmente, son de esas caminatas. De vistas al piso, vistas arriba. Estar un poco envuelto en la naturaleza. Y sí, es como tú dices: al final, el espectador se siente un poco envuelto en esta naturaleza. En el tipo de composición que utilizo, también, busco que haya ciertas curvas. No totalmente notorias, pero ciertas ramas, ciertas sombras hacen que el cuadro, al final, termine como abrazando a la persona que observa.
Y no de una manera intimidante, que podría ser, de repente, la tentación más fácil para el tipo de cuadro que tú haces, sino de una manera casi de compañía. Es la naturaleza como guardián y no la naturaleza que nos intimida. Esa podría ser una tentación, pero tú la has evitado muy bien.
Sí. Creo que lo que hemos visto de la Amazonía desde las galerías de Lima ha sido, tal vez, una Amazonía un poco invasiva, por el asunto del color, de toda esta línea de Poder Verde y (Christian) Bendayán, que es una Amazonía bien fuerte y es…
Casi kitsch.
…como que te quiere golpear o algo así. En cambio, lo que yo hago es, simplemente, mi forma de acercarme a la naturaleza. Cuando terminé la universidad hice un estudio sobre arte shipibo, los kenes y toda su producción artística.
¿Kenes?
Los diseños shipibos.
¿También has hecho cerámicas con kenes?
La cerámica ha sido una interpretación. Lo de las cerámicas es un diseño un poco más abstracto. Pero, también, con la idea de cosas que nos influencian, la tierra que nos influencia. Y cada uno de los diseños o dibujos puestos en la cerámica trata sobre eso. Sobre las cosas que nos influencian del lugar donde nacemos, vivimos.
Justamente, ese tema de las influencias fue parte de tu exposición Afecta el año 2009 en La Galería. El Comercio la comentó muy positivamente.
Sí. Esa fue mi primera individual en el Perú. Basé todo el proyecto en una pieza que realicé en la maestría, que era una instalación interactiva. Había muchos aspectos de la pieza. La idea era que influenciamos el espacio solo por el hecho de existir. Entonces, utilizo la huella digital como imagen de un diseño propio, basándome en lo que dice la cosmovisión shipiba: que el mundo está lleno de diseños y cada persona tiene un diseño individual. Buscando una forma en que el resto del mundo captara esta idea de un diseño individual, tomé la idea de la huella digital que se extiende, se amplía y abarca todo el espacio.
Pero en tamaño macro.
Sí. Porque en esa pieza, la de la instalación Afecta, tú tocabas una pared y salía una huella digital. De ahí se extendían las líneas para cubrir toda una pared. Ese es un tema que he vuelto a tratar y se ha desarrollado en diferentes piezas.
Has presentado, también, este tema en La noche en blanco.
Sí. En La noche en blanco, también.
De este año.
También fue una idea sacada de ahí. Fue relevante ponerla ahí porque los Mil Metros de Arte Peruano era un poco la idea de la comunidad que se une: personas de diferentes partes del país que hacen arte, se juntan una noche y exponen juntas. Entonces, esa es un poco la idea de algunas de las piezas que trabajo: la idea de huella, la conexión entre personas y la influencia de cada uno sin necesidad de conocerse.
A través de tus estudios, de tus tesis que has realizado -licenciatura y maestría-, has podido indagar estos temas de conexiones y de migraciones. ¿Qué era lo más interesante que habías podido descubrir entre estas migraciones que se dieron entre Suecia y la Amazonía peruana tres décadas atrás, en los años setenta? ¿Cuáles han sido tus descubrimientos o aportes, en este sentido?
Lo más interesante al estudiar estos temas ha sido ver que uno no está solo. Que mi migración a lo que fue la maestría, a Suecia, es parte de una migración global de muchas mujeres que, en esta época, están migrando a Europa desde Latinoamérica. También la migración de mis familiares, de mis tíos, en el 73, justo cuando hay lo del golpe militar en Chile y empieza una ola gigante de migración latinoamericana. Sobre todo de chilenos hacia Suecia.
Como refugiados políticos.
Como refugiados políticos.
¿Tus tíos eran de izquierda?
No. En verdad, la migración de ellos no tenía nada que ver con los movimientos políticos de la época.
No los persiguió Pinochet.
No. Su migración era más porque su padre era sueco y uno de los hermanos decidió ir y ahí le siguieron los demás. Es interesante ver cómo nuestras historias personales o familiares son tan conectadas con movimientos migratorios gigantes. Pensamos que nuestras vivencias, tal vez, son especiales o tan personales que nadie podrá conectarse con ellas, pero todas las personas tenemos historias similares, de alguna manera. O hay muchas personas en el mundo que están viviendo circunstancias similares. Entonces, me gusta trabajar temas muy personales que, aunque son personales, las demás personas puedan identificarse con ciertos detalles de nuestra vida. Al final, todos somos seres humanos y percibimos el mundo, más o menos, de manera similar.
Sí. Y tú como artista peruana, latinoamericana, en Europa -en Suecia específicamente. Estuviste ahí un par de años-, ¿cómo sentías que te veían los suecos, como artista? ¿Te veían solamente en el lado profesional o había una mirada, también, antropológica -“la latinoamericana que viene”-? ¿Están acostumbrados a los latinoamericanos?
En Suecia hay bastantes chilenos. Ha habido bastante migración latinoamericana, en general. Creo que mi trabajo se vio como bastante elaborado. El trabajo que presenté ahí era de pintura, pero, también, de videos. Se vio como una obra que tiene bastante chamba, que es muy metódica, toma bastante tiempo. Que se ha hecho bastante en Europa, pero ahora como que está en una época de inclinarse más a trabajos conceptuales. A veces, los trabajos conceptuales se salen un poco de la parte manual. Pienso que mi obra tiene las dos cosas: una fuerte base conceptual, pero, también, todo este trabajo manual y técnico.
Ahora, muchos pintores nuevos se basan más en el concepto y casi no saben pintar. Parece un grave problema a futuro para la nueva pintura, porque (ellos) casi todo lo quieren hacer en instalaciones o utilizando un montón de materiales, pero no saben pintar. Y eso, creo que es un error de muchos.
Simplemente, son otras formas de trabajar, otras formas de ver el arte. Pero, por ejemplo, en la Escuela de (Bellas) Artes de Valand, donde hice la maestría, ya había una exigencia de alguno de los alumnos de pedir a la institución que les vuelva a incorporar estos temas técnicos que se van perdiendo. Porque la currícula no es como las escuelas tradicionales de acá sino que va cambiando, dependiendo de las necesidades de…
Del mercado.
Del mercado, de las nuevas tendencias o, también, de lo que requieren sus alumnos. Pero los mismos alumnos, cuando yo estaba, estaban pidiendo más estudios en técnicas de pintura, en cosas que acá son la base de tus estudios, muchas veces.
¿Y hubo algún artista, en Suecia, que te impresionara o viste alguna tendencia artística que te llamó la atención?
Los primeros meses que estaba en la maestría pudimos ir al norte de Italia. Hubo una muestra internacional de arte en diferentes ciudades, y lo que me gustó, me impactó gratamente, fue el arte documental. Casi todas las piezas tenían que ver con documentales. Era una exposición de arte muy grande en Europa, pero todo tenía que ver con documentales. Videos, escultura, instalaciones o solo audios, pero la mayoría de piezas tenía conexión a lo documental o a lo “documental” entre comillas: mostrar algo que quiere parecer real, que no necesariamente lo es.
Como un docudrama.
Claro. No necesariamente tiene que ser real, pero te lo muestran como si lo fuera. Entonces, cuando uno mira esas cosas dice: “Esto me interesa, es parte de mi tema y lo tomo”. Las piezas que siguieron en mi maestría tienen conexión con el arte documental.
Albergando artistas internacionales en la selva
Quería pasar al tema de Centro Selva. Me parece muy interesante, sobre todo el inicio. Eres la fundadora de este proyecto que trabaja con artistas de distintos países. Por ejemplo, este año han trabajado con ocho artistas de siete países, de cuatro continentes. ¡Fabuloso! ¿Cómo consigues que gente de tan diversos países venga?
El proyecto empieza desde que estoy en la maestría. Antes de ir a la maestría no estaba familiarizada con el concepto de residencia para artistas y en la maestría era algo común, a lo que muchos estaban yendo. Durante la maestría iban un mes a un sitio o unas semanas a otro, a hacer proyectos. Mi familia tiene fundos agroganaderos, entonces, me parecía algo que hacía falta a la región y que era factible hacer en los espacios que mi familia tenía.
¿Hay otras residencias así en el país?
Sí. Hay varias residencias en Lima que son urbanas. Cada residencia tiene diferente formato, forma de desarrollarse y ofrece diferentes cosas. Por ejemplo, hay otra residencia en la Amazonía: en Tarapoto, en San Martín. Y la que la organiza es una inglesa. Sé que hay proyectos de hacer (residencias) en Cusco. Es algo que está surgiendo bastante en Latinoamérica, en general, pero ha estado en el mundo desde los setenta. La idea surgió desde la maestría. ¿Cómo atraer personas para venir al Perú? Hay mucha gente a la que le interesa el Perú por diferentes motivos.
¿Los conoces tú antes?
No. Eso fue lo más grato, lo más interesante: que no conocía a ninguno, ninguna referencia antes de que vengan. Fue una convocatoria abierta. Inscribí a Centro Selva en una red mundial de residencias que se llama RES ARTIS (Worlwide Network of Artist Residencies). Ahí ellos aprueban y ponen tu proyecto en su red y publican tus deadlines, los requerimientos y fechas límites de entrega de portafolios. Entonces, se trató de hacerlo lo más serio posible. La página web: lo más seria posible y con toda la información ahí. La seriedad con que se asumió el proyecto hizo que la gente tuviera confianza y postulara. Tuvimos bastantes postulantes para una residencia que no ofrecía becas porque no tenía auspicios. El primero en empezar a preguntar era el de Zambia. Y eso fue muy raro para mí: que alguien de tan lejos quisiera venir a esta residencia, que era pequeña. Es un proyecto personal, pequeño. Así como vino el de Zambia, luego vino la de Israel, luego de Bélgica, Estados Unidos, Brasil, México. Gente de otros sitios, también, postuló. Algunos de Canadá. Bastantes personas de música. Algunos escritores. La idea era que fuera una convocatoria abierta a varias formas de arte y que se influencien entre sí, que haya este compartir.
¿Ese es el principal beneficio: el intercambio multidisciplinario?
Sí. Me parece muy importante el intercambio multidisciplinario dentro de las artes. En este caso, me gustaría que, en algún momento, haya una residencia que sea multidisciplinaría en ciencias y artes -que, también, es algo que estaba muy presente en la maestría-. Mi maestría era en medios digitales, pero podías sacar una maestría en artes o, también, en el área de tecnología. Mi maestría era parte del Instituto Tecnológico de la Universidad de Gotemburgo y, también, de la escuela de arte. La gente que entraba en la maestría venía de diferentes ramas. Tenían pregrados de ingeniería mecánica o química o era gente especializada en video. Entonces, toda esta vivencia de la maestría quería volcarla en un proyecto que beneficiara a la Amazonía, a Pucallpa, a la región. Y que las personas que vienen de afuera pudieran empaparse con lo que puede ofrecer la Amazonía.
¿Te quitó mucho tiempo elaborar este proyecto para tu propio trabajo como pintora? ¿O pudiste realizarlo tranquilamente, dedicarte a las dos cosas, a la vez?
No. Cuando estaba en este proyecto, especialmente en nuestra primera versión, no se pudo hacer nada más que eso: contestar mails, recibir todos los textos, revisar que todo esté bien, invitar al jurado. En verdad, toma mucho tiempo, mucha energía. Pero, también, es porque era una tarea que asumí casi sola. Tal vez con el apoyo de algunos familiares y amigos. Pero, en general, yo estaba supervisando todo lo que se necesitara para la estadía de las personas. Desde que estén los baños listos, hasta que vengan, que todo cuadre. Entonces, en los meses que se trabajó más intensamente el proyecto, en verdad, no pude avanzar mucho en la pintura.
¿Cuántos meses preparaste el proyecto?
Se abrió la convocatoria en febrero y cada vez pintaba menos. Espero que en la próxima versión tenga un grupo de trabajo un poco más establecido. Porque como era la primera vez, no sabía realmente cómo delegar ni qué cosas venían. Ha habido cosas que se esperaban de una manera y vinieron de otra.
Así es la vida.
Así es la vida (sonríe). Ahora que ya sé cómo funciona todo, puedo delegar de una manera mejor.
¿Te ves de acá a diez años como gestora cultural o como pintora?
Quisiera ser, primero, pintora. Y, como hobbie, gestora cultural. No quisiera dejar de ser artista. El crear Centro Selva yo lo he sentido, también, como una pieza más. El crear la residencia, el traer a las personas, todo eso yo lo siento como una pieza mía que tenía que hacerse.
Tanto has trabajado el tema de migraciones que tú misma has traído migraciones.
Sí, he traído (sonríe).
A tu fundo.
A mi fundo. Sí, un poco ha sido eso: que tengan una experiencia similar a la que yo he tenido. Se hicieron muchas caminatas por la naturaleza. También hubo charlas sobre arte shipibo-conibo, tenían que trabajar las piezas. También (se impartió) teorías sobre arte amazónico: ¿qué es lo que está pasando en el arte de la Amazonía, actualmente? Fue un resumen de mi experiencia con la Amazonía, un volcarlo a las personas que venían a visitar el fundo.
Deportista de alta competencia
Quería cambiar de tema: eres de una familia deportista. Tu hermano José fue récord nacional de 110 (metros) con vallas: 14.06 (segundos en) el año 96. Y Patricia, también, ha sido parte de la selección, ha tenido unos tiempazos (en 100 metros con vallas. Y en 400 metros con vallas fue récord nacional en 2005), ha sido destacada a nivel sudamericano. Y tú, además, has estado en Juegos Mundiales Universitarios, en reuniones para deportistas -en otros continentes- y has representado al país y a la Pontificia Universidad Católica del Perú durante muchos años. Has tenido cinco récords de la universidad en tu mejor momento. Algunos te los han batido, pero, en algún momento, han sido cinco a la vez.
(Sonríe).
Ahora te has dedicado al rugby y, también, has representado al país. Entonces, lo primero: felicitarte por esta medalla que has tenido en el rugby, en los I Juegos Bolivarianos de Playa. Cuéntanos acerca de esa experiencia. ¿Cuántos años llevas ya practicando?
Mi primer Sudamericano fue el 2007, entonces, debo haber empezado a fines del 2006. El deporte siempre ha sido, como dices, parte de mi familia. Sobre todo la experiencia de hacer deporte. La experiencia social, personal, el esfuerzo, todo eso, me encanta y lo seguiré haciendo mientras el cuerpo dé, mientras se pueda o mientras me quieran ahí, también. La experiencia en los Juegos Bolivarianos ha sido superlinda, superfuerte. El nivel del rugby (masculino) está subiendo. También el del rugby femenino. Ha estado un poco dejado de lado (el rugby), en general. Pero me gustó porque, también, se vuelve a entrenar de la misma manera que entrenaba atletismo. El atletismo se hacía de una manera muy, tal vez, profesional.
Tú tienes la flexibilidad del atletismo. Te viene de ahí.
Claro. Uno tiene una base de atleta que es para cualquier deporte que uno quiera asumir y, también, para la vida. Al final, el deporte es una disciplina, una forma de vida, y es algo que continuará paralelo a lo que haga artísticamente.
Entonces, seguirás siendo pintora, gestora cultural y deportista durante muchos años más, todavía.
Sí. Eso espero.
Muchas gracias por la entrevista, Diana, y te felicito por tu pintura. En verdad, creo que tienes mucho talento. Sigue adelante con Centro Selva y te seguiremos en el deporte. Que vengan nuevas medallas, triunfos y éxitos.
Muchas gracias por la confianza, por venir y compartir un rato mi vida.
Muchas gracias a ti.
Gracias.
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