jueves, 23 de agosto de 2012

Francisca Gavilán


“Fue genial la Violetita”


Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


Francisca Gavilán (Santiago, 1973), una de las mejores actrices chilenas, se convirtió en la mítica cantautora, pintora, escultora y folclorista Violeta Parra, en la estupenda película Violeta se fue a los cielos (2011), de Andrés Wood. Su actuación fue tan buena que ya ha ganado los premios a Mejor Actriz en el XVI Festival de Cine de Lima (Perú), el XXVII Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México), el XXXVII Festival de Cine Iberoamericano de Huelva (España), el Premio Pedro Sienna 2011 (Chile), y el Premio a las Artes Nacionales Altazor 2012 (Chile). Además, la cinta obtuvo este 2012 el Gran Premio Internacional del Jurado en el Festival de Cine de Sundance (Estados Unidos) y fue nominada a Mejor Película Iberoamericana en los Premios Goya (España).

El título del largometraje, remite directamente a una de las décimas más sentidas de Violeta: Rosita se fue a los cielos. La cantautora la escribió cuando falleció su hija Rosita Clara, a los dos años de edad. Asimismo, la cinta está basada en un libro de memorias homónimo (publicado el año 2006) de Ángel Parra, hijo de la folclorista. Así que esta película es profundamente Parra, por donde se le mire.

Aparte, pocas veces en la vida una actriz tiene la oportunidad de interpretar a un personaje tan emblemático y querido de su país, logrando salir totalmente airosa en ese arriesgado intento. Gavilán no solamente personificó a la talentosa, sufrida y apasionada Violeta sino que cantó, de magnífica manera, todas sus canciones en dicho film. Incluso, hoy da conciertos interpretando sus famosas composiciones.

A continuación, la actriz chilena nos cuenta el exigente proceso que siguió para construir al personaje de Violeta, el gran apoyo que recibió de Ángel Parra antes y durante el rodaje, y en lo que la recordada artista significa históricamente para ella y sus compatriotas. Al final de la entrevista, Gavilán nos relata sobre otro interesante largometraje que, también, protagonizó: Ulises (2010). El cual tiene mucho que ver con los peruanos que buscan un mejor futuro lejos de su tierra natal.

Muchas gracias por la oportunidad. Quería empezar recordando esa frase tan poderosa y bonita que dice Violeta en la película, cuando el periodista le pregunta: “¿Qué te dejó tu padre?”, y ella dice: “Nada”. Y él insiste: “Pero era profesor, te tuvo que dejar algo”. (Violeta respondió que) “¿Para qué? Si la guitarra…
…venía llena de cantos de pájaros”.

Una frase hermosa.
Sí, claro. Eso le dejó su padre: la guitarra con la que ella empezó a tocar. Lo que le gustaba era la música, cantar, recopilar -cuando su hermana la impulsó a que fuera por todo Chile a recuperar el folclore chileno. Ese folclore que se estaba perdiendo porque los abuelos que sabían esas canciones, versos o décimas estaban empezando a morirse. Y si alguien no las reescribía íbamos a perder, todos, esas maravillas-.

En Chile, la figura de Violeta (es sumamente importante, trascendental). ¿Hubo temor de tu parte al momento (de interpretarla)?
Fue muy emocionante. Fue, también, entender que venía una responsabilidad tremenda: hacer a Violeta Parra. Porque, además, mi personaje está en el inconsciente de uno, pero no la conocemos. Hay muy poco material filmográfico de ella. Entonces, había que agarrarse de lo que hubiera para poder enfrentarse a este personaje. Y Andrés (Wood) igual fue muy claro, porque me dijo: “Tú vas a ser Violeta, pero si el primer día del rodaje no das, te vas a tener que ir”. Fue así. Fue como: “Tengo que serlo, tengo que estudiar mucho, tengo que concentrarme mucho para poder hacer a este gran personaje”.

¿Hubo algún hecho o personaje de la historia de Violeta que tú dijiste: este hecho o este personaje (es determinante en su vida)?
Yo, lo que más hice fue tener conversaciones con Ángel. Él vive en París, pero se fue a Chile a estar conmigo casi dos meses. Nos juntábamos todos los días a ver la cosa de la voz y de cantar, pero conversábamos mucho. Yo quería tener su versión de esa mujer que era madre, artista, esposa, amante. Que era todas esas cosas. Creo que ahí me empecé a basar y empecé a estudiar, a leer. Claro, había momentos en que había que enfrentarse a ciertas situaciones, como la parte amorosa de la Violeta con Gilbert (Favre). Lo hablábamos con Andrés, decíamos que íbamos a tener que imaginar ese universo de Violeta, de cómo se enfrenta al sexo, cómo se enfrenta al amor, porque ella cuando escribe -lo dice claramente- es una mujer muy apasionada.

También esa escena bajo la nieve, en París, con su pareja, en que ella se va sacando la ropa y le dice: “Te dije que no me digas más ‘señora’”.
Sí. ¡Increíble! Parece que era una tremenda. No tenía pelos en la lengua, ella iba y decía. Y si se enojaba lo decía. Pero era muy dulce con sus hijos, muy dulce con sus amigos, también. Una mujer tremendamente especial.

¿La considerarías una genio?
Totalmente. Absolutamente. Creo que sí. Ella fue una mujer que pisó muchos escenarios. Además, fue una mujer de avanzada. Totalmente de avanzada. Una mujer muy moderna. Una mujer que al día de hoy hace ruido con sus canciones y sus versos. Claro, fue genial la Violetita.

¿Cuál es la parte de la personalidad de Violeta que más te atrae?
Me atrae su libertad. Si yo definiera a Violeta, creo que es una mujer libre. Una mujer que ama libremente, que dice libremente, que sacó adelante a su familia, a sus hijos. Cuando era una época en que las mujeres solo se dedicaban a estar en la casa, a hacerle el almuerzo al marido y a cuidar a los hijos, ella hizo todo lo que hizo. Incluso, a veces, era mal mirada porque era una mujer que cantaba en la noche, que salía a la peña, que cantaba boleros en un comienzo, que cantaba canciones españolas. Entonces, fue una mujer libre.

Su padre, esa figura tan fuerte…
Tan fuerte, sí.

…para bien y para mal.
Para bien y para mal, sí. Tal cual. Ella tenía su cable a tierra que era su madre, seguramente. Su madre ahí jugó un papel muy importante porque, también, cantaba. Pero no quería que ninguno (de sus hijos) tocara la guitarra. Le daba miedo que pasara lo mismo que con el padre. Sin duda, toda la familia Parra son grandes artistas. Está Nicanor Parra, que está vivo aún. Son (una familia) tremendamente inteligente, tremendamente creativa.

Ángel Parra sale llorando en algunos momentos de la filmación, porque sentía que estaba frente a su madre.
Fue increíble, sí. Ángel jugó un papel bien importante en esta película. De hecho, él cuando vio el cásting, se puso a llorar. “Ella es” (dijo Ángel). No sé qué vio, debe haber visto algo en los ojos. Yo, en ese momento estaba muy concentrada en hacerlo lo mejor posible. Hay una escena en que yo estoy solamente friendo sopaipilla, sin texto, sin nada, y él se tenía que ir llorando. En otras ocasiones, yo salía llorando. Él estaba ahí y me abrazaba. Me decía: “Ya, tranquila”.

De ahora en adelante, y para toda tu vida, vas a ser para mucha gente…
Violeta.

…Violeta Parra. Quizás no es el momento, ahora es de disfrutar más que nada el personaje, pero has pensado, más adelante, pueda ser (que te encasillen con Violeta).
¡Uy! Creo que es y será lo más importante que he hecho en mi vida de actriz. No sé si va a haber algo tan importante como esto. Era muy esperado el hacer esta película, para mí. Lo deseaba mucho. Seguramente, la gente va a asociar ahora el rostro de Violeta conmigo, pero es magnífico, es un honor.

Recuerdo que en alguna entrevista leí (que decías que tu madre se parecía más que tú) a Violeta Parra.
Se desmayaba ella, también. Se hacía la muerta. ¡Increíble! Llegábamos a la casa y ella estaba tirada en el suelo con la escoba. Con mi hermana muy asustada. Lo hizo muchas veces (sonríe).

Porque ya sabía que era parte de la historia de Violeta Parra. O era por una…
¡Ella lo hacía!

Una coincidencia.
¡Sí, coincidencia! Yo le contaba a Ángel que mi mamá, también, hacía lo mismo. Es muy gracioso (sonríe).

Como te dijo tu hijo en la película: “Malos chistes”, ja, ja...
Sí (sonríe). “Malos chistes”, claro.

Cruel.
Sí, cruel.

Ella siempre jugaba con la muerte.
Siempre jugaba con la muerte, jugaba con todo ella. Se hace la muerta cuando llega el alcalde y lo asusta, sí. Es que tenía un sentido del humor muy especial. Los Parra tienen un sentido del humor muy especial. Ángel, Angelito Parra, el nieto de ella, también. Un humor muy refinado. Yo siento que ella, por esa forma de ser tan especial, por esta genialidad que tenía, también, hizo cosas muy torpes. Sola se atrapaba ella y no podía salir adelante. Se equivocó en, por ejemplo, poner la carpa en un lugar al que no llegaba la gente. Y el acalde le decía: “En este lugar no”. Ella quiso que fuera ahí, como una forma de boicotearse ella misma. No sé si inconscientemente. Seguramente. Pero a ella en el extranjero le fue muy bien, en esa entrevista que es una maravilla. Y ella tuvo programas de radio. Es una mujer que hizo muchas cosas.

Aprendiste los gestos y la manera de hablar de Parra.
Sí.

¿Cuánto tiempo te demoró todo este proceso?
Diez meses. Tuve la suerte de tener mucho tiempo y de tenerlo con mucha calma. Entonces, cerré todas mis puertas y solo me dediqué durante diez meses a Violeta. Aprendí a bordar, a hacer papel maché, de todo. A pintar un poco. Tuve clases de todo para poder enfrentar esta Violeta. Clases de charango, de cuatro venezolano (o cuatro llanero), bastante. Lo que me pasó fue, en verdad, un regalo.

Tus tres hijos, con tantas cosas nuevas (que aprendiste), te dijeron: “Mamá, ¡wow!”.
Ellos están muy contentos. Les encanta. Ahora estoy cantando. Ya he hecho conciertos. He estado en conciertos muy grandes y ellos van. También con otros artistas muy conocidos en Chile.

Si pudieras cantar un poco.
Un poquito (sonríe). ¿Ahora?

Sí.
¡Qué amoroso! Cuando fui para la pampa llevaba mi corazón, contento como un chirigüe, pero allá se me murió. Primero perdí las plumas y luego perdí la voz. Y arriba quemando el sol… (Interpretando esta canción, Y arriba quemando el sol, Francisca ha revivido por unos instantes a Violeta en la sala de prensa del Festival de Cine de Lima. La actriz tiene una voz muy agradable y enérgica, perfecta para cantar folclore latinoamericano).

Gracias. ¡Qué hermoso!
Muchas gracias. No me esperaba esta petición, ja, ja, ja…

En verdad, cantas muy bien.
Muchas gracias.

Hay musicalidad, hay melodía.
Gracias (sonríe).


“¡Si no éramos tan pobres!”

Le comento a Francisca sobre la relación de Violeta con su padre, acerca de lo difícil que debió ser para ella su muerte temprana, cuando era una adolescente. La actriz, reflexivamente, señala: “Uno es un poco lo que fueron tus raíces, lo que fueron tus padres. Yo me veo imitando muchas cosas de lo que es mi padre, de lo que fue mi madre. Tiene que ver, también, con su personalidad tan especial. Porque tenía una hermana que cantaba con ella, pero que no era con esta personalidad tan avasalladora”.

Bastante fuerte (la violencia del padre, en un momento de la película). Destruye su guitarra.
Sí. Y ellos (sus hijos) ahí, todos, abajito del piano.

Escondidos.
¡Terrible! Hay bastante de la poética de Andrés, en el fondo. Yo me acuerdo que había escenas en que Ángel iba a ver las filmaciones y, por ejemplo, en el momento que muere la bebé (Rosita Clara), Ángel me miraba y decía: “¡Si no éramos tan pobres! No. Están superequivocados. ¡Si no éramos tan pobres!”. Yo le decía: “Es una película”. Él lo tomaba con mucho humor. Yo, por eso, agradezco mucho la nobleza y la generosidad de Ángel. Porque es muy difícil ver en la pantalla a tu madre, en todas estas caras de la moneda. Debe ser muy fuerte. No sé qué habrá pasado con el resto de la familia.

Hasta en las más íntimas.
¡Las más íntimas! Debe ser muy fuerte. Hay que enfrentarse de una manera muy grande para poder entender que es una película, que es ficción. Que era lo bonito que nos daba el libro, porque nos dejaba ser muy libres. Porque son los recuerdos de un hijo con una madre. Eso nos daba harta libertad a nosotros de creación.

Violeta Parra: Mercedes Sosa la admiraba.
Creo que la Violeta, sobre todo ahora, tiene importancia para los jóvenes (incluso, compuso el tema Me gustan los estudiantes a inicios de los años sesenta). Los jóvenes se sienten muy valorados en ella, en el fondo. Sienten que tienen ese sentimiento de empoderarse, de decir. Es como una nueva generación que está entendiendo muchas cosas que, tal vez, la generación mía no entendía. Mi generación no se iba a la calle, como estudiante, a exigir sus derechos. Y ahí van, pues, con todas las canciones de Violeta. Nosotros hicimos muchos visionados con alumnos de universidades y colegios. Fue muy increíble. La Violeta tiene esa cosa de que no tiene términos medios: o es odiada o es amada. Hay gente que la detestó y que la detesta por comunista, por comehombres, en fin.

Sí. Sobre todo son motivos políticos.
Sí.

Con la derecha y la izquierda tan marcadas (en Chile).
Claro. Seguramente esa exposición (de veintiséis pinturas, trece esculturas y veintidós arpilleras, en el Museo del Louvre, en 1964) para ella fue un reconocimiento, absolutamente. Era la única chilena que ha estado ahí. ¡Increíble! Nosotros filmando en el Louvre: se nos caían las lágrimas porque era muy emocionante estar ahí, muy emocionante filmar ahí. Y todo fue gracias al nombre de Violeta Parra si no, no nos hubieran dejado entrar. Tuvimos hartos problemas para poder entrar a filmar.

¿Crees que Violeta hubiera podido tener otro final?
No sé. Siempre he pensado que, tal vez, si hubiera habido un doctor, algún psicólogo, algún psiquiatra, si ella hubiera estado bien medicada, tal vez… Es que era una mujer muy intensa y seguramente tenía depresión. Si alguien la hubiera diagnosticado, tal vez… Porque ella intentó suicidarse varias veces antes. Tomó remedios, trató de cortarse venas. Estaba en su cabeza retirarse. No sé. También era una época en que la gente no creía mucho en ir al psicólogo. Esto es más de ahora, en Chile, al menos. Uno no se psicoanalizaba ni nada. Tal vez pudo haber sido bastante fácil, con una pastillita. No sé.

¿Cuál es tu escena favorita de la película?
El cumpleaños. Adoro esa escena, la adoro. Porque ella está ahí, con esa mirada en que está fascinada con este señor (Gilbert Favre).


Ulises: un trabajador peruano en Chile

Otra buena película que Francisca ha protagonizado y que se exhibió en el XVI Festival de Cine de Lima -en la sección La otra orilla- fue Ulises (2010), ópera prima de Oscar Godoy. Esta cinta obtuvo el premio a Mejor Película en el Santiago Festival Internacional de Cine (SANFIC) del año pasado. La historia trata acerca de Julio, un emigrante peruano que viaja a Chile buscando nuevos horizontes laborales. La gran actriz chilena nos dijo sobre esta experiencia que “es una película muy hermosa. Es como una introspección al ser humano. Habla de la soledad del extranjero viviendo fuera de su país. Y siempre está el querer volver, pero algo te ata. ¿Qué será? Tal vez alguna esperanza de que todo pueda ser mejor. No sé. Es la historia del peruano que se va a Chile a vivir”.

Que era profesor.
Que era profesor, que era un ser que sabía muchas cosas. Si me pongo a pensar, creo que tal vez se le murió su mujer o el gran amor de su vida y llega a Chile a ver qué pasa. Se encuentra con puros topes, en el fondo. Con gente que lo trata mal, que no lo reconoce. Y se encuentra con una chica muy simpática y amorosa, que sabe muy poco de la vida, a la que solo le importa pasarlo bien y trabajar. Una mujer muy simple y básica, que es Flavia, mi personaje, que me encantó hacerlo. Un personaje lleno de vida, muy chispeante, gracioso. Pero los dos están muy solos, enfermamente solos.

La comunidad peruana en Chile es abundante, ¿conversaste con muchos de ellos para entender un poco mejor a los peruanos, a la hora de hacer tu personaje?
No. Como yo hacía de chilena, el que tuvo que hacer el gran trabajo era Jorge Román (quien interpreta a Julio), que es argentino. Se vino a Perú a trabajar durante un tiempo con Oscar (Godoy). Se vinieron para ver la forma de hablar, las costumbres, conversar con mucha gente. Y el resto de los actores son chilenos, también, que hacen de peruanos. A ellos les tocó duro porque tuvieron que aprender y estudiar mucho. ¡Qué difícil es el acento de ustedes! ¡Es muy hermoso, además!

Gracias.
Uno ve la parte fea cuando va al centro y ve a la comunidad peruana que está ahí, marcando el paso. Es difícil. Están todos esperando un trabajo en lo que sea. Es duro. No sé cómo será la otra parte: del que llega a trabajar muy bien, se instala y tiene una buena vida.

Muchas nanas peruanas.
Muchas nanas peruanas, sí.

Inclusive la película La Nana tenía un personaje peruano.
Sí. Que la trataban pésimo, ¿te acuerdas? ¡Pésimo! Las nanas chilenas trataban pésimo a la peruana. ¡Tremendo! ¡Es increíble! Tengo amigos que se vinieron a vivir acá, están fascinados de vivir acá y, también, se encuentran con ese doble estándar. En Chile, el peruano es mirado en menos, en el fondo. No así un español o un italiano. Es raro. O un argentino. El argentino es mirado en menos por otras cosas. Estamos muy atrasados en eso, todavía.

Es una sociedad racista, igual que la peruana.
Sí. Enfermamente racista, superclasista.

Muchísimas gracias por la entrevista, Francisca.
No, gracias a ti.

Te vamos a recordar siempre como Violeta.
(Ella sonríe agradecida y relajadamente. Violeta parece haber bajado de los cielos, habitando a Francisca).

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