“La escritura es una manigua”
Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán
La poeta, ensayista y narradora Mayra Santos-Febres (Puerto Rico, 1966) es una de las voces literarias más interesantes de nuestro continente. Ha publicado los poemarios Anamú y manigua (1991. Uno de los diez mejores del año, según la crítica puertorriqueña), El orden escapado (1991. Primer premio para poesía de la revista Tríptico, en Puerto Rico), Tercer Mundo (2000) y Boat People (2005). Igualmente, los libros de relatos Pez de vidrio (1995. Premio Letras de Oro, USA) y El cuerpo correcto (1998. Uno de sus relatos, Oso blanco, obtuvo el Premio Juan Rulfo). Así como las novelas Sirena Selena vestida de pena (2000. Finalista del Premio Rómulo Gallegos de Novela 2001. Ya traducida al inglés, italiano y francés), Cualquier miércoles soy tuya (2002), Nuestra señora de la noche (2006. Finalista del Premio Primavera) y Fe en disfraz (2009). Además de la recopilación de ensayos Sobre piel y papel (2005) y la antología personal Abro mi sangre (2005). Santos-Febres tiene un doctorado en Artes y Letras de la Universidad de Cornell (New York), es catedrática de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Puerto Rico, y ha dictado clases como profesora visitante en Harvard y Cornell. Su obra ya ha sido objeto de diversos estudios académicos (por ejemplo, la tesis de doctorado de Jeandelize B. González Rivera: La humanización de lo perverso: erotismo y subversión en la obra de Mayra Santos Febres del año 2006). Y desde 1984, en los albores de su carrera literaria, publicó poemas en revistas y periódicos como Página/12 (Argentina), Revue Noir (Francia), Latin American Revue of Arts and Literature (New York) y Casa de las Américas (Cuba). Hace pocos años, la novelista boricua fundó y organizó el Festival de la Palabra, en Puerto Rico. Gracias a esta iniciativa la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la distinguió en 2010 con una medalla. Ese mismo año la escritora fue seleccionada como una de las iberoamericanas más influyentes por el periódico español El País. Asimismo, ha ganado una beca Guggenheim y tiene el blog Lugarmanigua. Vino al Perú como invitada de la FIL LIMA 2011, donde presentó su libro Cualquier miércoles soy tuya en una cuidada edición peruana, y participó de la mesa redonda Escribir desde la identidad. Cultura afrodescendiente junto a Octavio Santa Cruz. Disfrutando de su excelente humor y empatía conversamos con la estupenda autora borinqueña.
Muchas gracias por la entrevista y…
Gracias.
…qué bueno que usted esté en Lima. ¿Qué ha sido más determinante para su vocación como escritora: el hecho de sufrir asma a los cinco años…
(Risas).
…o tener un papá que era profesor de Historia o una mamá que era profesora de Español?
Tú sabes que las razones nunca son una. Siempre son una complicidad de razones que van empujando a una hacia un lugar. Definitivamente, el hecho de que mi papá y mi mamá fueran contadores de historias, de que mi papá era maestro de Historia, mi mamá maestra de Español, y que en la casa hubiese libros, definitivamente, me jaló por ese lugar. Aunque tenía un hermano que se crió en el mismo lugar y no se fue por ese lado. Yo creo que uno tiene que tener algún tipo de curiosidad, actitud, por los libros, para que su mera presencia te llame. Ahí está el misterio, porque no se puede explicar. Y el asma, también. Porque todo ese tiempo sentada, acostada, tenía que hacer algo. Mi mente volaba, pero mi cuerpo no podía porque me asfixiaba. Y más cosas. El hecho de que me gusta mentir mucho (risas) y tenía que buscar un lugar donde eso no le hiciera daño a nadie.
La ficción.
La ficción. Y también el hecho de que sentía que había historias que no se contaban. Cosas que había oído de mi abuela, que había visto en mi entorno cultural: no las encontraba en ningún libro, y decidí escribirlas.
La manigua, la selva tropical, ¿también es otra influencia para decidirse a escribir o, más bien, usted quiere representar a la manigua en su literatura?
Yo no crecí en la manigua, crecí en la ciudad. Soy de la ciudad de San Juan de Puerto Rico y (del municipio de) Carolina. Y es esto (señala con su mano derecha hacia la calle, por la amplia ventana. Estamos en el vestíbulo de un hotel de San Isidro), pero más verde, con sol y un calor terrible. La manigua simbólica, para nosotros los caribeños -sobre todo los de mi concentración de melanina en la piel (sonríe)- significa libertad, escaparse. Entonces, sí, en ese espacio tengo que decir que para mí la escritura es una manigua, un tipo de cimarronaje, una manera de escaparme de los lugares que me hacen sufrir y buscar un lugar de libertad.
La manigua significa un lugar físico -que queda en la selva tropical- y, también, la manigua simbólica es la libertad.
Sí. Cuando los esclavos se escapaban hacia la manigua a donde iban era hacia la libertad, el monte. La manigua era un espacio alterno al de la hacienda, al del Estado. Tú te ibas. Para mí la manigua -por eso mi primer libro se llama Anamú y manigua- es irte. Es poder escapar de esos controles terribles que los espacios organizados imponen. Siempre hay gente que se queda en los márgenes (es interesante y oportuno saber que, según el Diccionario de la Real Academia Española o DRAE, manigua también significa: “Abundancia desordenada de algo, confusión, cuestión intrincada”).
De escritores para escritores
Es llamativo que, buscando esa libertad, a largo plazo usted ha conseguido posicionar a Puerto Rico en el ambiente literario latinoamericano, con el Festival de la Palabra.
Sí. Eso es bien cómico. Lo único que quería era hacer un festival, a ver si las cosas salían como las imaginaba. Que Puerto Rico fuera parte del mundo, de la comunidad que yo siento le es más afín. Y, entonces, mira lo que pasó (risas). Invitamos a todo el mundo: todo el mundo vino. Son mis amigos (los escritores), yo los quiero mucho, nos queremos en cantidad, nos reímos como diablos. Yo dije: “¿Por qué no hacemos un festival en Puerto Rico sin apoyo estatal, editorial, de escritores para escritores? Nosotros, libres en la manigua”. Y salió. Y está saliendo. Damos los premios los escritores, nos organizamos los escritores, tratamos de hacer las cosas entre nosotros.
¿Va a ser o es una competencia para las ferias internacionales del libro de distintos países en América Latina?
No. Porque nosotros no queremos hacer feria, nosotros queremos hacer un festival. Las ferias están bien enfocadas en la venta de espacios, de libros, invitaciones, editoriales, librerías, libreros, distribuidores, y eso nosotros no tenemos. Como Puerto Rico tiene un espacio bien limitado en esa industria, nos damos cuenta que tendríamos que estar invitando a mucha gente de afuera y yo no sabría cómo hacerlo, porque no tengo los contactos. Sí con los escritores. Entonces, lo que nosotros queremos hacer es un festival literario donde nuestra meta es achicar el espacio entre escritor y lector. Que los escritores estén ahí hablando con los lectores, conversando, en ese tono. No te puedes poner muy arriba, por favor. Aunque seas Dios y Borges haya reencarnado en tu cabeza…
(Risas).
…no te pongas allá arriba porque creas una distancia, que nosotros no apoyamos, entre lector y escritor. Cada escritor es como quiere y como le sale, pero en el Caribe necesitamos esa cercanía. Así que esa es una de las cosas que hacemos y propiciamos. Es una actividad para el fomento de la lectura más que para venta de libros.
Entre la melancolía y la vitalidad poética
Me llamaba la atención que siendo su literatura tan vital (saco de mi viejo maletín un pequeño papel con un poema de Mayra Santos-Febres), usted empezó con poesía.
Claro.
Y justo este poema: “(…) No hay órbitas, ni eclipses, ni palomas grises. / Sólo estoy yo / sentada al pie de la escalera / con el universo revertido en mi cintura, / con el sol hinchándome las axilas, / con la soledad mamándome del seno”, representaba más bien a una poeta muy solitaria. No sé si así sea toda la poesía…
¿Mía?
…de Mayra Santos.
No. ¿De dónde tú sacaste eso? (Risas).
Eso estaba con su nombre.
No.
En una página (de Internet y con la siguiente URL: http://www.tainoworld.com/msfebres.html . También encontramos el mismo poema, y más completo, en: http://carlagastal.wordpress.com/2006/05/18/la-defensa-de-la-risa-yo-la-aprendi-temprano/. En esta segunda URL se indica, además, que se titula Tercer mundo) estaba con su nombre. Si no, no lo…
Pues, mira, no. Es que, la verdad, no le hago mucho caso a mi poesía (risas).
Están usurpando su identidad (risas).
Quizás (sonríe). Pero, sí, es cierto. Es una de las cosas que trabajo en la poesía: esa melancolía. Tengo textos infinitamente más tristes como, por ejemplo, Abro mi sangre. Tengo un poemario acerca de la violencia y la muerte de mi hermano, que estuvo metido en el narcotráfico hasta que se mató de una sobredosis. Me imagino que lo estaban buscando para matarlo. ¿Por qué? Porque la vida es así. La vida tiene esos dos espacios. Así como soy bien vital en algunos espacios narrativos, puedo serlo también en la poesía. Tengo poemas, Boat People, que son casi bachatas. Tengo boleros que llamo “boleros poéticos”, superseductores. Tengo grandes odas al mar. Hay muchas cosas. No creo que yo sea una escritora de fácil tipificación.
Tiene muchos registros.
Tengo muchos registros porque cada texto me pide un tono, un espacio de escritura, y cambio con cada proyecto.
José Watanabe: Sabines, Vallejo y Basho juntos
César Vallejo y Alejandra Pizarnik han sido y son influencias en su poesía.
Ciertamente. Vallejo es más. Y la Pizarnik me gusta mucho. Y eso cambia. Ahora, por ejemplo, estoy enamorada de Watanabe. Tengo una cosa con la poesía de Watanabe que es muy profunda.
Parece casi una conversación (con el lector) la poesía de Watanabe.
No, creo que son sonetos inventados por él. Es una mezcla del haiku con César Vallejo que nunca había visto antes. Es como Jaime Sabines, César Vallejo y (Matsuo) Basho en un ser humano. Todos los poemas son exactamente la misma estructura: presentación de imagen, historia -la historia de esa imagen que parece como un cuentito-, reflexión -donde tú ves el proceso de pensamiento y de descomposición de esa imagen que aparece al principio-. Todos terminan en un reposicionamiento de esa imagen en otro contexto. Entonces, todos los textos son así. ¡Es fabuloso! Son sonetos, de verdad, conceptuales. Me gusta mucho el trabajo de Watanabe. Mentira que es simple, mentira que es minimalista, nada más. Es una cosa de bastante ingenio.
Julián, la masculinidad y las Mayras posibles
Su obra Cualquier miércoles soy tuya, que ha presentado en la Feria del Libro de Lima: trata acerca de un periodista…
Que quiere ser escritor, sí.
Claro. Que conversa con M, que es usted.
Sí. Una de las Mayras posibles.
Una de las Mayras posibles.
(Risas).
Todo escritor, en el fondo, debería ser como ese periodista que trata de buscarse…
En los otros. Sí. Efectivamente. Yo no sé si todos deberían ser así, pero…
Julián.
…Julián es el tipo de escritor que también soy yo. Uno es mucha gente, uno es multitud. Y Julián es este escritor que está tratando de encontrarse en los otros. Y M es esta mujer tratando de dejar de ser la nena linda y mantenida para encontrarse en los otros. Mucha gente tratando de encontrarse. Es una novela que escribí hace tiempo, en el 2004. Tuve la suerte de que Estruendomudo la quisiera volver a editar en una primera edición muy peruana que me ha hecho revalorar la novela y darme cuenta de que es un proyecto muy hermoso. No tan solo a niveles de contar el Caribe, las ciudades, cómo funcionan, cómo se mueve esta cosa tan rara de la “posmodernidad moderna” que estamos inventándonos en este momento de la globalización. Que es, a la misma vez, de una intensa violencia y una gran posibilidad. De eso, realmente, trata la novela.
También toca el tema de la masculinidad.
Sobre todo toca el tema de la masculinidad. Inclusive, la masculinidad de mí (misma). Porque Julián soy yo, M también soy yo, el Chino Pereira, también. Qué es la masculinidad que yo estoy viendo y qué es, también, este proyecto nuevo de los hombres latinoamericanos.
Esta novela surgió con esta anécdota de que su esposo, el segundo, le dijo que usted era demasiado hombre para…
Para él.
Para él.
Sí (risas), ahí surgió.
Y eso le ha provocado tener dos matrimonios más.
No.
(Risas).
Eso no me ha provocado tener dos matrimonios más. Eso me provocó escribir la novela (risas).
Quiero agradecerle muchísimo su tiempo. Esperemos que vuelva en otra oportunidad al Perú.
Muchísimas gracias. Ha sido una conversación muy inteligente.
Muchas gracias.
Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán
La poeta, ensayista y narradora Mayra Santos-Febres (Puerto Rico, 1966) es una de las voces literarias más interesantes de nuestro continente. Ha publicado los poemarios Anamú y manigua (1991. Uno de los diez mejores del año, según la crítica puertorriqueña), El orden escapado (1991. Primer premio para poesía de la revista Tríptico, en Puerto Rico), Tercer Mundo (2000) y Boat People (2005). Igualmente, los libros de relatos Pez de vidrio (1995. Premio Letras de Oro, USA) y El cuerpo correcto (1998. Uno de sus relatos, Oso blanco, obtuvo el Premio Juan Rulfo). Así como las novelas Sirena Selena vestida de pena (2000. Finalista del Premio Rómulo Gallegos de Novela 2001. Ya traducida al inglés, italiano y francés), Cualquier miércoles soy tuya (2002), Nuestra señora de la noche (2006. Finalista del Premio Primavera) y Fe en disfraz (2009). Además de la recopilación de ensayos Sobre piel y papel (2005) y la antología personal Abro mi sangre (2005). Santos-Febres tiene un doctorado en Artes y Letras de la Universidad de Cornell (New York), es catedrática de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Puerto Rico, y ha dictado clases como profesora visitante en Harvard y Cornell. Su obra ya ha sido objeto de diversos estudios académicos (por ejemplo, la tesis de doctorado de Jeandelize B. González Rivera: La humanización de lo perverso: erotismo y subversión en la obra de Mayra Santos Febres del año 2006). Y desde 1984, en los albores de su carrera literaria, publicó poemas en revistas y periódicos como Página/12 (Argentina), Revue Noir (Francia), Latin American Revue of Arts and Literature (New York) y Casa de las Américas (Cuba). Hace pocos años, la novelista boricua fundó y organizó el Festival de la Palabra, en Puerto Rico. Gracias a esta iniciativa la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) la distinguió en 2010 con una medalla. Ese mismo año la escritora fue seleccionada como una de las iberoamericanas más influyentes por el periódico español El País. Asimismo, ha ganado una beca Guggenheim y tiene el blog Lugarmanigua. Vino al Perú como invitada de la FIL LIMA 2011, donde presentó su libro Cualquier miércoles soy tuya en una cuidada edición peruana, y participó de la mesa redonda Escribir desde la identidad. Cultura afrodescendiente junto a Octavio Santa Cruz. Disfrutando de su excelente humor y empatía conversamos con la estupenda autora borinqueña.
Muchas gracias por la entrevista y…
Gracias.
…qué bueno que usted esté en Lima. ¿Qué ha sido más determinante para su vocación como escritora: el hecho de sufrir asma a los cinco años…
(Risas).
…o tener un papá que era profesor de Historia o una mamá que era profesora de Español?
Tú sabes que las razones nunca son una. Siempre son una complicidad de razones que van empujando a una hacia un lugar. Definitivamente, el hecho de que mi papá y mi mamá fueran contadores de historias, de que mi papá era maestro de Historia, mi mamá maestra de Español, y que en la casa hubiese libros, definitivamente, me jaló por ese lugar. Aunque tenía un hermano que se crió en el mismo lugar y no se fue por ese lado. Yo creo que uno tiene que tener algún tipo de curiosidad, actitud, por los libros, para que su mera presencia te llame. Ahí está el misterio, porque no se puede explicar. Y el asma, también. Porque todo ese tiempo sentada, acostada, tenía que hacer algo. Mi mente volaba, pero mi cuerpo no podía porque me asfixiaba. Y más cosas. El hecho de que me gusta mentir mucho (risas) y tenía que buscar un lugar donde eso no le hiciera daño a nadie.
La ficción.
La ficción. Y también el hecho de que sentía que había historias que no se contaban. Cosas que había oído de mi abuela, que había visto en mi entorno cultural: no las encontraba en ningún libro, y decidí escribirlas.
La manigua, la selva tropical, ¿también es otra influencia para decidirse a escribir o, más bien, usted quiere representar a la manigua en su literatura?
Yo no crecí en la manigua, crecí en la ciudad. Soy de la ciudad de San Juan de Puerto Rico y (del municipio de) Carolina. Y es esto (señala con su mano derecha hacia la calle, por la amplia ventana. Estamos en el vestíbulo de un hotel de San Isidro), pero más verde, con sol y un calor terrible. La manigua simbólica, para nosotros los caribeños -sobre todo los de mi concentración de melanina en la piel (sonríe)- significa libertad, escaparse. Entonces, sí, en ese espacio tengo que decir que para mí la escritura es una manigua, un tipo de cimarronaje, una manera de escaparme de los lugares que me hacen sufrir y buscar un lugar de libertad.
La manigua significa un lugar físico -que queda en la selva tropical- y, también, la manigua simbólica es la libertad.
Sí. Cuando los esclavos se escapaban hacia la manigua a donde iban era hacia la libertad, el monte. La manigua era un espacio alterno al de la hacienda, al del Estado. Tú te ibas. Para mí la manigua -por eso mi primer libro se llama Anamú y manigua- es irte. Es poder escapar de esos controles terribles que los espacios organizados imponen. Siempre hay gente que se queda en los márgenes (es interesante y oportuno saber que, según el Diccionario de la Real Academia Española o DRAE, manigua también significa: “Abundancia desordenada de algo, confusión, cuestión intrincada”).
De escritores para escritores
Es llamativo que, buscando esa libertad, a largo plazo usted ha conseguido posicionar a Puerto Rico en el ambiente literario latinoamericano, con el Festival de la Palabra.
Sí. Eso es bien cómico. Lo único que quería era hacer un festival, a ver si las cosas salían como las imaginaba. Que Puerto Rico fuera parte del mundo, de la comunidad que yo siento le es más afín. Y, entonces, mira lo que pasó (risas). Invitamos a todo el mundo: todo el mundo vino. Son mis amigos (los escritores), yo los quiero mucho, nos queremos en cantidad, nos reímos como diablos. Yo dije: “¿Por qué no hacemos un festival en Puerto Rico sin apoyo estatal, editorial, de escritores para escritores? Nosotros, libres en la manigua”. Y salió. Y está saliendo. Damos los premios los escritores, nos organizamos los escritores, tratamos de hacer las cosas entre nosotros.
¿Va a ser o es una competencia para las ferias internacionales del libro de distintos países en América Latina?
No. Porque nosotros no queremos hacer feria, nosotros queremos hacer un festival. Las ferias están bien enfocadas en la venta de espacios, de libros, invitaciones, editoriales, librerías, libreros, distribuidores, y eso nosotros no tenemos. Como Puerto Rico tiene un espacio bien limitado en esa industria, nos damos cuenta que tendríamos que estar invitando a mucha gente de afuera y yo no sabría cómo hacerlo, porque no tengo los contactos. Sí con los escritores. Entonces, lo que nosotros queremos hacer es un festival literario donde nuestra meta es achicar el espacio entre escritor y lector. Que los escritores estén ahí hablando con los lectores, conversando, en ese tono. No te puedes poner muy arriba, por favor. Aunque seas Dios y Borges haya reencarnado en tu cabeza…
(Risas).
…no te pongas allá arriba porque creas una distancia, que nosotros no apoyamos, entre lector y escritor. Cada escritor es como quiere y como le sale, pero en el Caribe necesitamos esa cercanía. Así que esa es una de las cosas que hacemos y propiciamos. Es una actividad para el fomento de la lectura más que para venta de libros.
Entre la melancolía y la vitalidad poética
Me llamaba la atención que siendo su literatura tan vital (saco de mi viejo maletín un pequeño papel con un poema de Mayra Santos-Febres), usted empezó con poesía.
Claro.
Y justo este poema: “(…) No hay órbitas, ni eclipses, ni palomas grises. / Sólo estoy yo / sentada al pie de la escalera / con el universo revertido en mi cintura, / con el sol hinchándome las axilas, / con la soledad mamándome del seno”, representaba más bien a una poeta muy solitaria. No sé si así sea toda la poesía…
¿Mía?
…de Mayra Santos.
No. ¿De dónde tú sacaste eso? (Risas).
Eso estaba con su nombre.
No.
En una página (de Internet y con la siguiente URL: http://www.tainoworld.com/msfebres.html . También encontramos el mismo poema, y más completo, en: http://carlagastal.wordpress.com/2006/05/18/la-defensa-de-la-risa-yo-la-aprendi-temprano/. En esta segunda URL se indica, además, que se titula Tercer mundo) estaba con su nombre. Si no, no lo…
Pues, mira, no. Es que, la verdad, no le hago mucho caso a mi poesía (risas).
Están usurpando su identidad (risas).
Quizás (sonríe). Pero, sí, es cierto. Es una de las cosas que trabajo en la poesía: esa melancolía. Tengo textos infinitamente más tristes como, por ejemplo, Abro mi sangre. Tengo un poemario acerca de la violencia y la muerte de mi hermano, que estuvo metido en el narcotráfico hasta que se mató de una sobredosis. Me imagino que lo estaban buscando para matarlo. ¿Por qué? Porque la vida es así. La vida tiene esos dos espacios. Así como soy bien vital en algunos espacios narrativos, puedo serlo también en la poesía. Tengo poemas, Boat People, que son casi bachatas. Tengo boleros que llamo “boleros poéticos”, superseductores. Tengo grandes odas al mar. Hay muchas cosas. No creo que yo sea una escritora de fácil tipificación.
Tiene muchos registros.
Tengo muchos registros porque cada texto me pide un tono, un espacio de escritura, y cambio con cada proyecto.
José Watanabe: Sabines, Vallejo y Basho juntos
César Vallejo y Alejandra Pizarnik han sido y son influencias en su poesía.
Ciertamente. Vallejo es más. Y la Pizarnik me gusta mucho. Y eso cambia. Ahora, por ejemplo, estoy enamorada de Watanabe. Tengo una cosa con la poesía de Watanabe que es muy profunda.
Parece casi una conversación (con el lector) la poesía de Watanabe.
No, creo que son sonetos inventados por él. Es una mezcla del haiku con César Vallejo que nunca había visto antes. Es como Jaime Sabines, César Vallejo y (Matsuo) Basho en un ser humano. Todos los poemas son exactamente la misma estructura: presentación de imagen, historia -la historia de esa imagen que parece como un cuentito-, reflexión -donde tú ves el proceso de pensamiento y de descomposición de esa imagen que aparece al principio-. Todos terminan en un reposicionamiento de esa imagen en otro contexto. Entonces, todos los textos son así. ¡Es fabuloso! Son sonetos, de verdad, conceptuales. Me gusta mucho el trabajo de Watanabe. Mentira que es simple, mentira que es minimalista, nada más. Es una cosa de bastante ingenio.
Julián, la masculinidad y las Mayras posibles
Su obra Cualquier miércoles soy tuya, que ha presentado en la Feria del Libro de Lima: trata acerca de un periodista…
Que quiere ser escritor, sí.
Claro. Que conversa con M, que es usted.
Sí. Una de las Mayras posibles.
Una de las Mayras posibles.
(Risas).
Todo escritor, en el fondo, debería ser como ese periodista que trata de buscarse…
En los otros. Sí. Efectivamente. Yo no sé si todos deberían ser así, pero…
Julián.
…Julián es el tipo de escritor que también soy yo. Uno es mucha gente, uno es multitud. Y Julián es este escritor que está tratando de encontrarse en los otros. Y M es esta mujer tratando de dejar de ser la nena linda y mantenida para encontrarse en los otros. Mucha gente tratando de encontrarse. Es una novela que escribí hace tiempo, en el 2004. Tuve la suerte de que Estruendomudo la quisiera volver a editar en una primera edición muy peruana que me ha hecho revalorar la novela y darme cuenta de que es un proyecto muy hermoso. No tan solo a niveles de contar el Caribe, las ciudades, cómo funcionan, cómo se mueve esta cosa tan rara de la “posmodernidad moderna” que estamos inventándonos en este momento de la globalización. Que es, a la misma vez, de una intensa violencia y una gran posibilidad. De eso, realmente, trata la novela.
También toca el tema de la masculinidad.
Sobre todo toca el tema de la masculinidad. Inclusive, la masculinidad de mí (misma). Porque Julián soy yo, M también soy yo, el Chino Pereira, también. Qué es la masculinidad que yo estoy viendo y qué es, también, este proyecto nuevo de los hombres latinoamericanos.
Esta novela surgió con esta anécdota de que su esposo, el segundo, le dijo que usted era demasiado hombre para…
Para él.
Para él.
Sí (risas), ahí surgió.
Y eso le ha provocado tener dos matrimonios más.
No.
(Risas).
Eso no me ha provocado tener dos matrimonios más. Eso me provocó escribir la novela (risas).
Quiero agradecerle muchísimo su tiempo. Esperemos que vuelva en otra oportunidad al Perú.
Muchísimas gracias. Ha sido una conversación muy inteligente.
Muchas gracias.
Gracias por acercarnos a escritores de gran talento y conocerlos desde tu amena y profunda redacción. Te animo a seguir ilustrandonos con tu agudas entrevistas que disfruto mucho en leerlas. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Rolando. Ten por seguro que seguiré entrevistando a escritores talentosos y destacados -y a personalidades de otros ámbitos, también- de nuestra América y de la vieja Europa. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminar