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viernes, 24 de febrero de 2012

Felipe Cazals



“Las películas se quedan o se olvidan”


Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


Felipe Cazals Siena (Guéthary, 1937) es un legendario director de cine mexicano. A pesar de haber nacido en Francia y tener padres galos, su obra fílmica demuestra que él se siente más identificado con México que muchos otros cineastas nacidos en tierras aztecas. Incluso, muchas de sus películas son verdaderos clásicos del cine mexicano y latinoamericano. Algunos de sus largometrajes son: Emiliano Zapata (1970), Aquellos años (1972), Canoa (1975, Premio Especial del Jurado en Berlín al año siguiente), El apando (1975), Las poquianchis (1976), El año de la peste (1978), Bajo la metralla (1982), Los motivos de luz (1985, Concha de Plata en San Sebastián), Las inocentes (1986), Su alteza serenísima (2000), Las vueltas del citrillo (2006) y Chicogrande (2009). Asimismo, el maestro Cazals ha sido distinguido con muchos premios y homenajes durante su dilatada trayectoria: Mejor Director en la XIII Muestra Internacional de Cine de Santo Domingo 2011, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007, Premio Coral de Dirección 2005 (en La Habana), Mayahuel de Plata 2004, Medalla de Plata de la Filmoteca de la UNAM el año 2004, Premio ACE (en Nueva York) de 1972 a Mejor Director y tres veces galardonado con el Premio Ariel. Su documental Digna hasta el último aliento (2004) inauguró la 54 Muestra del Festival Internacional de Cine de Berlín. En la siguiente entrevista, realizada en el marco del XV Festival de Cine de Lima -donde el gran Damián Alcázar, protagonista de Chicogrande, se llevó el premio a Mejor Actor-, el reconocido cineasta hace un repaso crítico a su vasta filmografía y rememora gratamente a dos estrellas peruanas -la actriz Patricia Aspíllaga y la cantante Tania Libertad- con las que ha trabajado en distintas épocas.

Muchas gracias por la oportunidad. Empecemos con su última obra: Chicogrande. Treinta años o un poco más de espera para poder tenerla ya en pantallas de cine.
De espera no, je, je… No es absolutamente exacto. Es decir, no la pude filmar hace treinta y siete años y la metí en un cajón. Pero no es cierto que los guiones no filmados se mueran en los cajones. Siempre siguen ahí respirando porque uno suele abrir el cajón, volver a leer y corregir cosas. Y volverlo a guardar, soñar con que si se puede filmar más adelante, en fin. Un buen día sí se pudo finalmente filmar. Es, necesariamente, una película totalmente distinta a la que hubiera sido hace treinta y siete años.

Claro. Porque usted es distinto, también.
Sí, claro. Porque el guión se fue transformando y yo me fui transformando, también. Pero creo que, medularmente, está contenido lo que era el propósito inicial.

Ahí muestra una parte de la historia -que es lo que a usted le gusta hacer, en verdad, en su filmografía- de México.
Sí. Casi siempre mis películas tienen que ver con el pasado remoto o reciente. Y casi siempre están relacionadas o con la literatura o con la nota periodística o con algo que tenga que ver con la letra escrita.

Para esta película, Chicogrande, ha podido contar con un elenco de lujo, como Damián Alcázar, Patricia Reyes Spíndola. Eso es un atractivo para el público.
Sí. Tengo la suerte de que aunque no soy un director de cine muy afable ni muy fácil para trabajar -sino que me temo que lo contrario-, los actores con los cuales he hecho películas, nos entendemos bien, rápido y de buen modo. Y tengo la suerte de tener casi siempre magníficos actores.

Chicogrande gira sobre el episodio Columbus (ocurrido en la madrugada del 9 de marzo de 1916, cuando el general mexicano Francisco Villa invade el poblado estadounidense fronterizo de Columbus con 300 hombres. Otras versiones afirman que fueron 400 y 500).
El episodio Columbus, sí. Pero, sobre todo, gira sobre el espíritu de lealtad que se tiene a un hombre, un ideal o una creencia. Me interesaba -y siempre me ha interesado en este proyecto- que el espectador, al término de la película, se hiciese la pregunta: ¿y yo a quién le soy leal? Es decir, en un momento de riesgo absoluto: ¿a quién le debo lealtad? ¿Todavía soy leal a algo? Porque, al final de cuentas, Chicogrande es un héroe anónimo. Los verdaderos héroes siempre son anónimos. No tiene conocimientos tácticos de guerra, no sabe mucho más allá de lo que es su limitada vida campesina. Ha sufrido, por generaciones, atropello, hambre, despojo, y encontró en Villa un hombre que le dijo: “No te dejes, levántate. Vente conmigo”.

Se jugó la vida por él.
“Vamos a acabar con esto”. Cuando Villa cae en desgracia, este hombre está dispuesto a dar su vida por eso. Hoy, en la actualidad, esos principios, ¿siguen vigentes o no? Me parece que en América Latina es una pregunta interesante.

Y es parte, también, de que la Revolución Mexicana crea mucho sentido de lealtad y unidad entre los mexicanos. Pocos países en Latinoamérica tienen ese grado de sentimiento nacionalista.
No. Yo creo que existe muy anclado en muchos otros países. Lo que pasa es que se presenta aquí de forma distinta. En cada país latinoamericano -lo poco que conozco- hay hechos históricos donde aparecen personajes que tienen una visión de lealtad a sus principios de forma tan notable como los de la Revolución Mexicana. Lo que pasa es que no conozco la materia a fondo. Pero creo que en Perú, Ecuador, Venezuela, es notable la cantidad de personajes que hicieron la Historia a base de principios ideológicos y de lealtad a algo.


No hay justificación para las películas

Me interesaba esta otra película en la cual había sido García Márquez uno de los guionistas: El año de la peste.
El año de la peste es de 1978. Es una película que sufrió un problema de estructura grave porque el sindicato de actores en aquel tiempo en México se dividió, se fraccionó en una sección independiente y una sección que siguió perteneciendo a su asociación gremial. Yo había comenzado la película con unos y tuve que suspender la filmación y recomenzar con otros. Luego, se hizo en unos estudios que no eran los previstos. Una película con muchos accidentes. Esto no es una justificación. Las películas no tienen justificación. El espectador no las merece ni tiene por qué conocerlas. Pero las películas con accidentes graves es raro que queden bien. Y, en este caso, El año de la peste es una película muy desigual, a mi juicio.

A pesar de la intervención de García Márquez.
La colaboración de García Márquez es de primera etapa, en el guión. Después, él ya no tiene ninguna intervención. Donde estuvieron los problemas fue en la filmación.


La verdad sobre Las poquianchis

Esta otra película suya, Las poquianchis, que está basada en el libro Las muertas
No. Eso es falso. Es absolutamente falso. Eso es una nota que ha circulado por ahí, pero Jorge Ibargüengoitia y su novela no tienen nada que ver…

Así lo encontré (el dato) en Internet.
Sí, pero está equivocado. Internet también se equivoca.

Sí, claro. Por supuesto.
Y los DVDs que se venden dicen erróneamente “basado en la obra de Jorge (Ibargüengoitia)” y es absolutamente falso. Hay pruebas irrefutables: el guión es de Tomás Pérez Turrent, el mismo de Canoa, y de Xavier Robles. Lo que sucede es que Jorge Ibargüengoitia tenía una parte de las revistas… Se hicieron unas pequeñas revistas, de estas con lomitos, dibujos, y yo tenía otra parte. Le dije a Jorge que me pasara las que me faltaban, y me dijo: “No, porque yo estoy haciendo mi libro”. Le dije: “Yo estoy haciendo mi película, que saldrá mucho antes que tu libro”. No nos distanciamos por ello, pero son dos visiones distintas y dos cosas totalmente distintas.

Ahí, también, tiene muy buenas actrices, como María Rojo, Ana Ofelia Murguía…
Yo creo que es un casting histórico. Está en esa película. Es el reparto más notable de ese decenio. Está Manuel Ojeda, Enrique Lucero, Ramón Menéndez, Jorge Martínez de Hoyos, Diana Bracho, Leonor Llausás, Malena Doria, Pilar Pellicer, Tina Romero, un reparto extraordinario.

Esta película, basada en la historia de las tres hermanas apodadas Las poquianchis, ¿qué recepción tuvo en México?
Fue un éxito de taquilla.

Le gusta mucho el cine realista a México.
Canoa, El Apando y Las poquianchis son tres éxitos de taquilla, tres películas consideradas como clásicos en la actualidad. Y las tres, casi siempre, navegan juntas. Los jóvenes estudiantes preparatorianos cada año se enteran de qué son los años setenta viendo Canoa, El apando y Las poquianchis.

En el caso de su filmografía, ¿se podría considerar un cine, si bien basado en hechos históricos, también de denuncia social?
No. Eso es un calificativo un poco desplazado. No. En el mejor de los casos, es un cine testimonial. Que haya un punto de vista crítico del autor con respecto del tema no hace que la película sea de denuncia social.

Tampoco le gusta el término.
No me gusta el término. No. Yo no tengo nada por qué andar denunciando ni nada. Yo cuento mi historia desde mi punto de vista y la de mis colaboradores.

Las historias que a usted le interesa contar.
Sí.


Recuerdos de Patricia Aspíllaga y Tania Libertad

En Emiliano Zapata usted trabaja con la actriz peruana Patricia Aspíllaga.
Sí. Eso es un caso muy curioso. Patricia Aspíllaga interpreta a la novia (Josefa Espejo) de Emiliano Zapata en la película.

Que es Antonio Aguilar.
Sí, con Antonio Aguilar (que obtuvo en Nueva York, personificando a Zapata, el Premio ACE de 1972 a Mejor Actor). Lamentablemente, la película a mí me parece perfectamente olvidable porque, realmente, es nula. Pero recuerdo con muchísimo afecto a Patricia, que era una mujer encantadora, muy joven y guapa. Luego, tiene un accidente de avión terrible y volvió a Perú, que era su tierra natal, y ya no supe más de ella.

En todo caso, ¿fue la única actriz peruana con la que ha trabajado?
No. Vine hace dieciséis años por aquí a hacer unos spots musicales con Tania Libertad. Fuimos a este restaurant que está aquí en el mar.

La Rosa Náutica.
A La Rosa Náutica. Fuimos a unas partes desérticas que están por aquí cerca, también. Que es como un desierto de arena, y a una escuela de danza. Estuvimos por aquí seis, siete días. Hicimos tres spots musicales con Tania, me acuerdo muy bien.

¿Se vieron acá o eran para México?
Eran para México.

Para México. Las locaciones eran acá.
Sí.

Y supongo que le gustará la música de Tania Libertad.
Sí. Además, es una extraordinaria amiga.


Digna Ochoa no se suicidó

El caso de Digna hasta el último aliento, está basado en el documental sobre esta abogada veracruzana, Digna Ochoa. Es un tema muy fuerte cómo la mataron: dicen que se suicidó, pero, en verdad, aparentemente…
El documental Digna hasta el último aliento es una preocupación mía y de la Academia Mexicana de Derechos Humanos que, en su momento, decidimos, junto con los productores Luis Kelly y Vicente Silva, hacer un documental, mejor dicho, un docudrama -parte ficción, parte documental- sobre este triste y lamentable episodio de la muerte de la defensora de derechos humanos a quien se han empecinado en decir que se suicidó, cuando todo demuestra que, en verdad, fue asesinada. Lamentablemente, el documental cumplió a medias su objetivo, que era informar y, sobre todo, sacudir un poco la opinión pública al respecto de esta injusta decisión de la justicia mexicana.

Hay muchas injusticias en la justicia mexicana porque, también, muchos periodistas son asesinados y, luego, no pasó nada con ellos (los asesinos), por ejemplo.
Sí, no es el único caso, pero este era francamente escandaloso.

Hasta ahora sigue siendo escandaloso.
Y el asunto sigue enterrado, sin remedio.


“Tengo más suerte que mala fortuna”

El apando
trata sobre el tema de la cárcel de Lecumberri. Está basado en el libro (homónimo) de José Revueltas.
De José Revueltas. El apando fue adaptado al cine por José Agustín, un escritor mexicano. Yo trabajé un poco en la adaptación, también. El propio Pepe Revueltas hizo sus observaciones. Érase una película filmada en 1975. Una película que todavía circula cada año por televisión, en DVD. Yo no sé si las películas son buenas o malas, yo sé que las películas se quedan o se olvidan. He tenido la suerte de que muchas de mis películas se quedan. Eso es lo que sé.

¿Y cuál es la película que más se ha quedado en usted, de las suyas?
Algunas como El jardín de tía Isabel (1971), de los años setenta. Alguna otra como Su alteza serenísima (2000), que no encuentran su momento y desaparecen. Quizás, años después, volverán a encontrar su lugar o no. Tengo más suerte que mala fortuna porque muchas son las que se han quedado. Lo cual no quiere decir que sean buenas todas, son bastante deficientes, pero interesan al público y eso es lo que importa.


Otra vez Chicogrande

Para ir terminando: ¿Chicogrande es un homenaje al western?
No. Chicogrande es demostrarme a mí mismo que sí podía hacer un western. Eso es muy importante cuando se tiene setenta y cuatro años.

Y, además, qué impresionantes los paisajes. ¡Qué maravilla!
Es que el espacio lo es todo. El espacio es la dimensión del western. El espacio justifica una sola frase que define el western: la acción define al hombre. En el western, así de sencillo es. Lo que hacen o lo que no hacen.

El pueblo donde se filmó la película perteneció a John Wayne.
Parte del pueblo. Se filmó en toda la sierra de Durango, pero en algunos lados John Wayne llegó a filmar algunas cosas en su momento.

Le quiero agradecer mucho la entrevista y estamos contentos de que usted esté en Lima.
Hoy di un paseo por Barranco, por abajo, por la costa, por Miraflores. Es una ciudad muchísimo más grande y más importante que cuando vine hace veintisiete años. Lamento haber venido en invierno, me gustaría verla con sol.

¿Y el Festival de Cine (de Lima) que le ha parecido?
Muy bien. He sido atendido maravillosamente y con muchísima generosidad.

Muchísimas gracias.
A ti.

viernes, 19 de agosto de 2011

Damián Alcázar



“Si no hubiera hambre en nuestros países, no serían violentos”


Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


Un admirable camaleón. Así es el mexicano Damián Alcázar (Jiquilpan, 1953), uno de los mejores actores de Latinoamérica. Puede ser un sacrificado villista (Chicogrande, 2010), un exmilitar que se convierte en asesino (Satanás, 2007), un hombre tímido con cierto retardo mental (Cruz, 1998), un narcotraficante que ama a su familia (El infierno, 2010), el presidente municipal interino de un pequeño pueblo con muchos problemas y cero presupuesto (La ley de Herodes, 1999), un sacerdote partidario de la Teología de la Liberación (El crimen del padre Amaro, 2002), y, todo, con una profundidad enorme en sus personajes. El camaleón mexicano no hace distingos en actuar para cortometrajes o largometrajes. Le encanta participar en óperas primas, como una manera de apoyar a talentosos cineastas jóvenes, así como para disfrutar de esa poderosa energía juvenil a la hora de filmar. Asimismo, ha compartido roles con los mejores actores de su país (como Patricia Reyes Spíndola, Ana Ofelia Murguía, María Rojo, Ernesto Gómez Cruz, Alejandro Calva, Bruno Bichir, Joaquín Cosío, Jesús Ochoa, entre otros) y ha obtenido premios por sus interpretaciones en España, Mónaco, Estados Unidos, Colombia, Cuba, México y Perú. Incluso ha actuado en Hollywood, en Las Crónicas de Narnia: El príncipe Caspian (2008). También se ha organizado retrospectivas cinematográficas en distintas partes del mundo para difundir su notable trayectoria actoral. Este 2011, vino al Perú para ser homenajeado en la edición número quince del Festival de Cine de Lima y, además, se llevó el premio a Mejor Actor por su papel en Chicogrande -film dirigido por el gran Felipe Cazals-. No obstante, más allá de todos los merecidos premios y reconocimientos que obtiene -y seguirá obteniendo, seguramente-, Alcázar es un hombre reflexivo, con una gran conciencia acerca de la dura realidad social en su país y nuestro continente. Él no se deslumbra con las entrevistas, las alfombras rojas, los flashes fotográficos o los aplausos prolongados. Esta es una entrevista donde podemos identificar, más que a un maravilloso actor, a un ser humano sensible y solidario, el cual mantiene un amor enorme por ese gran país -como él mismo dice- llamado Latinoamérica.


Gracias por estar en el Festival de (Cine de) Lima. Usted que es de Jiquilpan, ¿extrañará su ciudad con tantos viajes que tiene que hacer al exterior por el cine?
Extraño que me digan que soy de Jiquilpan porque solamente nací ahí, pero nunca más regresé. A los tres meses me sacaron de ahí mis padres y he ido dos o tres veces de vacaciones. Siento también que, por cultura familiar, me ha tocado vivir en muchas ciudades. Entonces, no tengo exactamente un lugar. Cuando me preguntan ¿de dónde eres?, siempre dudo mucho decir de dónde. Porque me siento de Veracruz, donde estuve más de veinte años; de repente vivo en San Miguel de Allende, en donde estoy hace ocho años, pero solamente he estado ocho meses. He vivido más en Colombia que en la ciudad donde vivo ahora. En fin, soy errante.

Al menos su acento lo define como mexicano.
A veces. Porque he trabajado en cinco películas colombianas y muchos colombianos todavía creen que soy colombiano.

Sí. Por ejemplo en Satanás, usted el acento lo hace…
Absolutamente.

…perfectamente.
Ahora traemos otra película que se llama García (2010), en donde también hago un “cachaco” (así se dice de una persona bien educada, en Colombia) puro.

¿Es difícil aprender el acento de otro país?
No. Yo creo que es cuestión de adquirirlo. Hay que ir y vivir un poco la vida de la ciudad en la que vas a trabajar. Si yo hiciera de peruano, tendría que venirme a algún lugar del Perú unos dos meses, mes y medio antes, para poder entenderlos. Porque somos muy similares, pero también muy diferentes.

En García tuvo una coprotagonista bella: Margarita Rosa de Francisco.
Sí, bellísima. Y siempre digo que fue una pena que a mí no me tocaran las escenas de cama, ja, ja, ja…

Ja, ja, ja…
Es una gran compañera de trabajo, una excelente actriz. Pero lo mismo te puedo decir también de Fabio Restrepo, que es un excelente, brillante actor. Lo pasé muy bien con ellos, con Margarita Rosa y Fabio como compañeros, y con todos los demás, por supuesto. Pero con ellos tuve mucho más tiempo de trabajo. En general, lo paso muy bien cuando filmo alguna película. Ya sea en México, Ecuador, Costa Rica o Colombia.

Volviendo a Colombia, justamente de Satanás me llamó mucho la atención Eliseo: esta relación edípica que tiene con su madre, siendo un hombre tan mayor. No puede separarse de su madre (hasta que la mata). ¿Cómo así manejar esta historia de una madre tan terrible, tan castradora? Para mí, el momento detonante de la película es cuando justamente (ella) le dice a Eliseo: “Es que eres un soldadito fracasado”. Ahí estalla Eliseo y todo lo que, después, va a hacer.
Sí. Se acerca un poco, pero es una buena historia, una muy buena película, me parece, justo porque toca esos temas. Una madre castradora es capaz de “deshuevar” a su hijo o de hacerlo un brutal asesino o una gente apática. Es una cosa muy fuerte. Y es apenas un toquecito que tiene la película. Pero habla mucho de quien es este señor, qué le pasó. Eso es lo que hace a una película interesante. Me parece que, aunque no se explota mucho ese ángulo de la película, con mi personaje sí asoma un poco cómo fue su vida en casa.

Y es un personaje muy contenido en todas las escenas que aparece.
Muy contenido, sí. A veces pienso -ya reflexionando sobre él, después de ver la película- que lo hice demasiado contenido. Que debería haberlo soltado un poco. Pero tú no puedes hacer más nada. El guión es así, tú tienes que asumirlo. En fin. Yo creo que si volviera a hacer la película le daría un poquito más de relax en el cuerpo del personaje. Que no fuera tan duro. Pero no sé: tendría que ser otro guión.

En el fondo, la película es una historia sobre solitarios y culpables. Solitario, Eliseo, y culpable, el cura. Y la chica (Paola), también.
Y de víctimas de una sociedad siempre hostil, siempre violenta y con necesidades no resueltas en lo social, que genera este tipo de situaciones. Por un lado, el sacerdote: me parece que fue una idiotez al señor que se le ocurrió que no tuvieran relaciones sexuales, que fueran…

El celibato.
…¡célibes! Me parece la cosa más idiota. Pero luego, hace poco, alguien me decía: “¿Sabes por qué se instituyó el celibato?”. “¿Por qué?”. “Pues porque los sacerdotes tenían hijos”. Y al tener hijos tenían que dejarles a los hijos, de alguna manera, resuelto su…

Su futuro.
…su futuro. Por lo tanto, obligan a los sacerdotes a no tener hijos y a ser célibes. Dije: “¡Vaya, la Iglesia, qué inteligente!”, ja, ja, ja…

Para preservar…
Exactamente.

…los bienes materiales de la Iglesia.
Para preservar los bienes materiales y, de repente, también, para pudrir a la gente. Porque un ser humano que no tiene la evolución normal de un individuo, pues evidentemente se vuelve un enfermo. Entonces, resulta que tenemos, seguramente, el 40 % de sacerdotes pederastas. ¡Qué cosa más jodida! Y a lo largo de la historia.


Derrumbar las fronteras latinoamericanas

Claro. Uno puede pensar que esta historia es -de repente, por lo mismo que se desarrolla en Colombia- mayormente colombiana, pero en el fondo es una historia muy latinoamericana. Todo el conjunto es reflejo de Latinoamérica.
Absolutamente. Creo que porque somos el mismo país. Hay unos señores que se empeñaron en separarnos desde hace tiempo y pusieron ahí unas líneas fronterizas, pero deberíamos tirarlas. Deberíamos derrumbarlas porque seríamos una gran nación, con una riqueza formidable. En todos los sentidos.

Tenemos mucho más potencial que la misma Europa.
Por supuesto. Además, con muchas más riquezas naturales que la misma Europa.

Claro.
Pero se han encargado de separarnos y, al contrario, de estar alimentando el odio y la separación en nuestros pueblos. Cosa bastante idiota que los ciudadanos deberíamos reflexionar y solucionar.


Cinco dólares diarios para mantener una familia

A usted siempre le han interesado estos temas políticos, sociales. Se ve marcadamente, tanto en los personajes como en las películas que elige.
Sí.

¿Cuándo surgen estos intereses en usted?
Yo creo que porque siempre me di cuenta, desde muy chico, de qué ocurría. Conozco la vida del campo, sé de las penurias de nuestros indígenas, por ejemplo; del abandono en el que se encuentran. Sé cuánto gana un obrero y las horas de trabajo que implican para él ganarse cinco dólares diarios, con lo cual tiene que mantener una familia. Lo sé, perfectamente. Entiendo muy bien a la gente. No me voy por el camino fácil. No soy un actor al que le importen la fama, los cocteles, que la pase formidable y diga: “Soy un gran actor”. Y que se levante así, orgulloso. No. Para nada. Soy un hombre pensante y una persona que quiere trabajar por la cultura de nuestros países o de nuestro país -para llamarle de una sola forma-, y que está interesada en lo que ocurre en nuestra historia, nuestra cotidianidad, avizorando un futuro -ojalá- mucho mejor.

Inclusive usted, durante su juventud, quiso unirse a alguna de las guerrillas centroamericanas.
Sí. Yo creo que esas cosas se adquieren, no sé de qué forma. Seguramente porque fui siempre muy introvertido, muy reflexivo. Más que un niño de acciones -porque era bastante enclenque y delgaducho-, seguramente era mucho más pensante. Me acuerdo que prefería la ficción a la realidad. La realidad me parecía espantosa, terrible. Hasta que fui papá. Ya cuando fui papá es que me interesó muchísimo la realidad y tratar de transformarla. Hasta ahora. Hace como un año me he dado cuenta que estoy muy colérico, muy enojado, y que solamente vocifero en contra de las circunstancias sociales y políticas de nuestros países. Desde hace un año para acá estoy pensando en modificar y decir: “Quiero ser mucho más participativo”. Quiero vociferar menos y conducir muy bien mi ira, mi cólera, para producir cosas, para ser mucho más sensato y propositivo.

Sin embargo, pudo concretar este deseo de juventud cuando realizó la película El último comandante (2010).
Ahí también hay una crítica fuerte respecto a esta quimera o utopía de ser comandante sandinista, y darse cuenta de que el ser humano siempre es muy complejo. Y las circunstancias sociales y políticas, más todavía. Fueron hombres que se entregaron a una lucha. Muchísimos murieron. Y los que quedaron no pudieron llevar a buen término todos sus objetivos. Fueron presionados, principalmente por la contra de Ronald Reagan, matando a todos sus jóvenes. Y, finalmente, algunos decidieron -ya que habían luchado por emanciparse- tener mejores condiciones de vida. Entonces, entraron a aquella cosa mal llamada “la piñata”, pero en todas las revoluciones ha ocurrido lo mismo. Tal vez me equivoque y Lenin y Trotsky hayan tenido otro tipo de vida, pero llegaron al poder, a ejercerlo, y a tener realmente dominio sobre las masas y los otros. Y a imponer su ideología, que en aquel entonces era lo mejor que podía ocurrir. Pero siempre es así. Los movimientos siempre son temporales.

Y la gran ironía de El último comandante es que este comandante, que todos pensaban muerto, era un profesor de baile. Muchos que empezaron en la izquierda o tuvieron esa inclinación por causas sociales, revoluciones, en los años sesenta, setenta, luego han terminado en el otro lado: abandonando, totalmente, esta lucha, o volviéndose, inclusive, parte del capitalismo más salvaje que existe.
Pero es por lo que te digo: porque siempre hay un movimiento. Nunca algo puede ser estático. Y es lo normal. Ahora yo estoy muy alejado de las circunstancias que vive el Perú, pero estoy consciente y, desde hace mucho tiempo, atento. Digo: “Creo que no le va a ir peor con este señor que acaba de entrar”. Estoy seguro que no les va a ir peor de lo que ya se alharaquea tanto de las bonanzas del neoliberalismo. Como decíamos en México: “A la chingada el neoliberalismo”.

Ja, ja…
Necesitamos algo que tenga que ver con los ciudadanos. Ojalá que este señor Humala pueda variar y darle un poco a los que están tan desatendidos desde hace muchos años.


Combatir el hambre y, luego, la ignorancia

Alguna vez, usted dijo que el cine reflejaba el tipo de sociedad que cada país era. ¿Qué tipo de sociedad refleja México, según su cine?
Tienes que ver El infierno, ja, ja, ja, ja... Ya te vas a dar cuenta.

El narcotráfico más puro, entonces (es que sí había visto la película: es magnífica, cinematográficamente hablando. Y muestra, con crudeza, la terrible y violenta realidad en la que vive gran parte de la población mexicana).
Ahorita es esta brutal enfermedad que se fue generando como caldo de cultivo de generaciones y generaciones en el abandono y la pobreza. Porque no es gratuita. La gente no es mala de por sí. No se van a hacer delincuentes porque son malas personas o perversos. No. Se van porque no ven otras circunstancias. La gran mayoría de ellos. Estoy hablando del 90% de esa gente, que lo que quiere es elevar su nivel de vida y no ve otras posibilidades más que delinquir. Si tuviéramos lo necesario, si no hubiera hambre en nuestros países, no serían violentos. Primero, si no hubiera hambre podríamos trabajar para que no fuéramos ignorantes. Quiero decir: después de combatir el hambre habría que combatir la ignorancia. No al revés. No se puede tratar de combatir la ignorancia cuando la gente tiene hambre. Primero hay que combatir el hambre. No hay cosa más horrible que regresar a casa con las manos vacías y que tus hijos tengan hambre. No hay cosa más horrible.

Para terminar la entrevista: ahora va a ser homenajeado en el Festival de (Cine de) Lima. Aunque usted ya ha recibido homenajes en otros festivales, ¿cómo se siente con este reconocimiento?
Pues muy honrado. Sé que (Francisco) Lombardi y Edgar Saba, ambos, me han elegido un poco por lo cálidos que son y, seguramente, porque les gusta mi trabajo. Entonces, pues yo estoy feliz de que me hayan elegido. Me da un gusto enorme. Me hace responsable de mis actos y de querer hacer mi mejor esfuerzo en el siguiente proyecto. Porque no me voy a conformar con que me den el Spondylus ahora: quiero ganarme otro, je, je… actuando.

Ya tiene bastantes reconocimientos.
Tengo un Spondylus por Crónicas (2004), una película ecuatoriana de Sebastián Cordero. Y ahora me dan este, je, je, y yo quiero otro todavía, por actor. Si no es este año, vendré por él, prontamente.

Muchas gracias por la entrevista y que siga disfrutando…
Encantado.

…su estadía en Lima. Gracias.