jueves, 23 de agosto de 2012

Francisca Gavilán


“Fue genial la Violetita”


Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


Francisca Gavilán (Santiago, 1973), una de las mejores actrices chilenas, se convirtió en la mítica cantautora, pintora, escultora y folclorista Violeta Parra, en la estupenda película Violeta se fue a los cielos (2011), de Andrés Wood. Su actuación fue tan buena que ya ha ganado los premios a Mejor Actriz en el XVI Festival de Cine de Lima (Perú), el XXVII Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México), el XXXVII Festival de Cine Iberoamericano de Huelva (España), el Premio Pedro Sienna 2011 (Chile), y el Premio a las Artes Nacionales Altazor 2012 (Chile). Además, la cinta obtuvo este 2012 el Gran Premio Internacional del Jurado en el Festival de Cine de Sundance (Estados Unidos) y fue nominada a Mejor Película Iberoamericana en los Premios Goya (España).

El título del largometraje, remite directamente a una de las décimas más sentidas de Violeta: Rosita se fue a los cielos. La cantautora la escribió cuando falleció su hija Rosita Clara, a los dos años de edad. Asimismo, la cinta está basada en un libro de memorias homónimo (publicado el año 2006) de Ángel Parra, hijo de la folclorista. Así que esta película es profundamente Parra, por donde se le mire.

Aparte, pocas veces en la vida una actriz tiene la oportunidad de interpretar a un personaje tan emblemático y querido de su país, logrando salir totalmente airosa en ese arriesgado intento. Gavilán no solamente personificó a la talentosa, sufrida y apasionada Violeta sino que cantó, de magnífica manera, todas sus canciones en dicho film. Incluso, hoy da conciertos interpretando sus famosas composiciones.

A continuación, la actriz chilena nos cuenta el exigente proceso que siguió para construir al personaje de Violeta, el gran apoyo que recibió de Ángel Parra antes y durante el rodaje, y en lo que la recordada artista significa históricamente para ella y sus compatriotas. Al final de la entrevista, Gavilán nos relata sobre otro interesante largometraje que, también, protagonizó: Ulises (2010). El cual tiene mucho que ver con los peruanos que buscan un mejor futuro lejos de su tierra natal.

Muchas gracias por la oportunidad. Quería empezar recordando esa frase tan poderosa y bonita que dice Violeta en la película, cuando el periodista le pregunta: “¿Qué te dejó tu padre?”, y ella dice: “Nada”. Y él insiste: “Pero era profesor, te tuvo que dejar algo”. (Violeta respondió que) “¿Para qué? Si la guitarra…
…venía llena de cantos de pájaros”.

Una frase hermosa.
Sí, claro. Eso le dejó su padre: la guitarra con la que ella empezó a tocar. Lo que le gustaba era la música, cantar, recopilar -cuando su hermana la impulsó a que fuera por todo Chile a recuperar el folclore chileno. Ese folclore que se estaba perdiendo porque los abuelos que sabían esas canciones, versos o décimas estaban empezando a morirse. Y si alguien no las reescribía íbamos a perder, todos, esas maravillas-.

En Chile, la figura de Violeta (es sumamente importante, trascendental). ¿Hubo temor de tu parte al momento (de interpretarla)?
Fue muy emocionante. Fue, también, entender que venía una responsabilidad tremenda: hacer a Violeta Parra. Porque, además, mi personaje está en el inconsciente de uno, pero no la conocemos. Hay muy poco material filmográfico de ella. Entonces, había que agarrarse de lo que hubiera para poder enfrentarse a este personaje. Y Andrés (Wood) igual fue muy claro, porque me dijo: “Tú vas a ser Violeta, pero si el primer día del rodaje no das, te vas a tener que ir”. Fue así. Fue como: “Tengo que serlo, tengo que estudiar mucho, tengo que concentrarme mucho para poder hacer a este gran personaje”.

¿Hubo algún hecho o personaje de la historia de Violeta que tú dijiste: este hecho o este personaje (es determinante en su vida)?
Yo, lo que más hice fue tener conversaciones con Ángel. Él vive en París, pero se fue a Chile a estar conmigo casi dos meses. Nos juntábamos todos los días a ver la cosa de la voz y de cantar, pero conversábamos mucho. Yo quería tener su versión de esa mujer que era madre, artista, esposa, amante. Que era todas esas cosas. Creo que ahí me empecé a basar y empecé a estudiar, a leer. Claro, había momentos en que había que enfrentarse a ciertas situaciones, como la parte amorosa de la Violeta con Gilbert (Favre). Lo hablábamos con Andrés, decíamos que íbamos a tener que imaginar ese universo de Violeta, de cómo se enfrenta al sexo, cómo se enfrenta al amor, porque ella cuando escribe -lo dice claramente- es una mujer muy apasionada.

También esa escena bajo la nieve, en París, con su pareja, en que ella se va sacando la ropa y le dice: “Te dije que no me digas más ‘señora’”.
Sí. ¡Increíble! Parece que era una tremenda. No tenía pelos en la lengua, ella iba y decía. Y si se enojaba lo decía. Pero era muy dulce con sus hijos, muy dulce con sus amigos, también. Una mujer tremendamente especial.

¿La considerarías una genio?
Totalmente. Absolutamente. Creo que sí. Ella fue una mujer que pisó muchos escenarios. Además, fue una mujer de avanzada. Totalmente de avanzada. Una mujer muy moderna. Una mujer que al día de hoy hace ruido con sus canciones y sus versos. Claro, fue genial la Violetita.

¿Cuál es la parte de la personalidad de Violeta que más te atrae?
Me atrae su libertad. Si yo definiera a Violeta, creo que es una mujer libre. Una mujer que ama libremente, que dice libremente, que sacó adelante a su familia, a sus hijos. Cuando era una época en que las mujeres solo se dedicaban a estar en la casa, a hacerle el almuerzo al marido y a cuidar a los hijos, ella hizo todo lo que hizo. Incluso, a veces, era mal mirada porque era una mujer que cantaba en la noche, que salía a la peña, que cantaba boleros en un comienzo, que cantaba canciones españolas. Entonces, fue una mujer libre.

Su padre, esa figura tan fuerte…
Tan fuerte, sí.

…para bien y para mal.
Para bien y para mal, sí. Tal cual. Ella tenía su cable a tierra que era su madre, seguramente. Su madre ahí jugó un papel muy importante porque, también, cantaba. Pero no quería que ninguno (de sus hijos) tocara la guitarra. Le daba miedo que pasara lo mismo que con el padre. Sin duda, toda la familia Parra son grandes artistas. Está Nicanor Parra, que está vivo aún. Son (una familia) tremendamente inteligente, tremendamente creativa.

Ángel Parra sale llorando en algunos momentos de la filmación, porque sentía que estaba frente a su madre.
Fue increíble, sí. Ángel jugó un papel bien importante en esta película. De hecho, él cuando vio el cásting, se puso a llorar. “Ella es” (dijo Ángel). No sé qué vio, debe haber visto algo en los ojos. Yo, en ese momento estaba muy concentrada en hacerlo lo mejor posible. Hay una escena en que yo estoy solamente friendo sopaipilla, sin texto, sin nada, y él se tenía que ir llorando. En otras ocasiones, yo salía llorando. Él estaba ahí y me abrazaba. Me decía: “Ya, tranquila”.

De ahora en adelante, y para toda tu vida, vas a ser para mucha gente…
Violeta.

…Violeta Parra. Quizás no es el momento, ahora es de disfrutar más que nada el personaje, pero has pensado, más adelante, pueda ser (que te encasillen con Violeta).
¡Uy! Creo que es y será lo más importante que he hecho en mi vida de actriz. No sé si va a haber algo tan importante como esto. Era muy esperado el hacer esta película, para mí. Lo deseaba mucho. Seguramente, la gente va a asociar ahora el rostro de Violeta conmigo, pero es magnífico, es un honor.

Recuerdo que en alguna entrevista leí (que decías que tu madre se parecía más que tú) a Violeta Parra.
Se desmayaba ella, también. Se hacía la muerta. ¡Increíble! Llegábamos a la casa y ella estaba tirada en el suelo con la escoba. Con mi hermana muy asustada. Lo hizo muchas veces (sonríe).

Porque ya sabía que era parte de la historia de Violeta Parra. O era por una…
¡Ella lo hacía!

Una coincidencia.
¡Sí, coincidencia! Yo le contaba a Ángel que mi mamá, también, hacía lo mismo. Es muy gracioso (sonríe).

Como te dijo tu hijo en la película: “Malos chistes”, ja, ja...
Sí (sonríe). “Malos chistes”, claro.

Cruel.
Sí, cruel.

Ella siempre jugaba con la muerte.
Siempre jugaba con la muerte, jugaba con todo ella. Se hace la muerta cuando llega el alcalde y lo asusta, sí. Es que tenía un sentido del humor muy especial. Los Parra tienen un sentido del humor muy especial. Ángel, Angelito Parra, el nieto de ella, también. Un humor muy refinado. Yo siento que ella, por esa forma de ser tan especial, por esta genialidad que tenía, también, hizo cosas muy torpes. Sola se atrapaba ella y no podía salir adelante. Se equivocó en, por ejemplo, poner la carpa en un lugar al que no llegaba la gente. Y el acalde le decía: “En este lugar no”. Ella quiso que fuera ahí, como una forma de boicotearse ella misma. No sé si inconscientemente. Seguramente. Pero a ella en el extranjero le fue muy bien, en esa entrevista que es una maravilla. Y ella tuvo programas de radio. Es una mujer que hizo muchas cosas.

Aprendiste los gestos y la manera de hablar de Parra.
Sí.

¿Cuánto tiempo te demoró todo este proceso?
Diez meses. Tuve la suerte de tener mucho tiempo y de tenerlo con mucha calma. Entonces, cerré todas mis puertas y solo me dediqué durante diez meses a Violeta. Aprendí a bordar, a hacer papel maché, de todo. A pintar un poco. Tuve clases de todo para poder enfrentar esta Violeta. Clases de charango, de cuatro venezolano (o cuatro llanero), bastante. Lo que me pasó fue, en verdad, un regalo.

Tus tres hijos, con tantas cosas nuevas (que aprendiste), te dijeron: “Mamá, ¡wow!”.
Ellos están muy contentos. Les encanta. Ahora estoy cantando. Ya he hecho conciertos. He estado en conciertos muy grandes y ellos van. También con otros artistas muy conocidos en Chile.

Si pudieras cantar un poco.
Un poquito (sonríe). ¿Ahora?

Sí.
¡Qué amoroso! Cuando fui para la pampa llevaba mi corazón, contento como un chirigüe, pero allá se me murió. Primero perdí las plumas y luego perdí la voz. Y arriba quemando el sol… (Interpretando esta canción, Y arriba quemando el sol, Francisca ha revivido por unos instantes a Violeta en la sala de prensa del Festival de Cine de Lima. La actriz tiene una voz muy agradable y enérgica, perfecta para cantar folclore latinoamericano).

Gracias. ¡Qué hermoso!
Muchas gracias. No me esperaba esta petición, ja, ja, ja…

En verdad, cantas muy bien.
Muchas gracias.

Hay musicalidad, hay melodía.
Gracias (sonríe).


“¡Si no éramos tan pobres!”

Le comento a Francisca sobre la relación de Violeta con su padre, acerca de lo difícil que debió ser para ella su muerte temprana, cuando era una adolescente. La actriz, reflexivamente, señala: “Uno es un poco lo que fueron tus raíces, lo que fueron tus padres. Yo me veo imitando muchas cosas de lo que es mi padre, de lo que fue mi madre. Tiene que ver, también, con su personalidad tan especial. Porque tenía una hermana que cantaba con ella, pero que no era con esta personalidad tan avasalladora”.

Bastante fuerte (la violencia del padre, en un momento de la película). Destruye su guitarra.
Sí. Y ellos (sus hijos) ahí, todos, abajito del piano.

Escondidos.
¡Terrible! Hay bastante de la poética de Andrés, en el fondo. Yo me acuerdo que había escenas en que Ángel iba a ver las filmaciones y, por ejemplo, en el momento que muere la bebé (Rosita Clara), Ángel me miraba y decía: “¡Si no éramos tan pobres! No. Están superequivocados. ¡Si no éramos tan pobres!”. Yo le decía: “Es una película”. Él lo tomaba con mucho humor. Yo, por eso, agradezco mucho la nobleza y la generosidad de Ángel. Porque es muy difícil ver en la pantalla a tu madre, en todas estas caras de la moneda. Debe ser muy fuerte. No sé qué habrá pasado con el resto de la familia.

Hasta en las más íntimas.
¡Las más íntimas! Debe ser muy fuerte. Hay que enfrentarse de una manera muy grande para poder entender que es una película, que es ficción. Que era lo bonito que nos daba el libro, porque nos dejaba ser muy libres. Porque son los recuerdos de un hijo con una madre. Eso nos daba harta libertad a nosotros de creación.

Violeta Parra: Mercedes Sosa la admiraba.
Creo que la Violeta, sobre todo ahora, tiene importancia para los jóvenes (incluso, compuso el tema Me gustan los estudiantes a inicios de los años sesenta). Los jóvenes se sienten muy valorados en ella, en el fondo. Sienten que tienen ese sentimiento de empoderarse, de decir. Es como una nueva generación que está entendiendo muchas cosas que, tal vez, la generación mía no entendía. Mi generación no se iba a la calle, como estudiante, a exigir sus derechos. Y ahí van, pues, con todas las canciones de Violeta. Nosotros hicimos muchos visionados con alumnos de universidades y colegios. Fue muy increíble. La Violeta tiene esa cosa de que no tiene términos medios: o es odiada o es amada. Hay gente que la detestó y que la detesta por comunista, por comehombres, en fin.

Sí. Sobre todo son motivos políticos.
Sí.

Con la derecha y la izquierda tan marcadas (en Chile).
Claro. Seguramente esa exposición (de veintiséis pinturas, trece esculturas y veintidós arpilleras, en el Museo del Louvre, en 1964) para ella fue un reconocimiento, absolutamente. Era la única chilena que ha estado ahí. ¡Increíble! Nosotros filmando en el Louvre: se nos caían las lágrimas porque era muy emocionante estar ahí, muy emocionante filmar ahí. Y todo fue gracias al nombre de Violeta Parra si no, no nos hubieran dejado entrar. Tuvimos hartos problemas para poder entrar a filmar.

¿Crees que Violeta hubiera podido tener otro final?
No sé. Siempre he pensado que, tal vez, si hubiera habido un doctor, algún psicólogo, algún psiquiatra, si ella hubiera estado bien medicada, tal vez… Es que era una mujer muy intensa y seguramente tenía depresión. Si alguien la hubiera diagnosticado, tal vez… Porque ella intentó suicidarse varias veces antes. Tomó remedios, trató de cortarse venas. Estaba en su cabeza retirarse. No sé. También era una época en que la gente no creía mucho en ir al psicólogo. Esto es más de ahora, en Chile, al menos. Uno no se psicoanalizaba ni nada. Tal vez pudo haber sido bastante fácil, con una pastillita. No sé.

¿Cuál es tu escena favorita de la película?
El cumpleaños. Adoro esa escena, la adoro. Porque ella está ahí, con esa mirada en que está fascinada con este señor (Gilbert Favre).


Ulises: un trabajador peruano en Chile

Otra buena película que Francisca ha protagonizado y que se exhibió en el XVI Festival de Cine de Lima -en la sección La otra orilla- fue Ulises (2010), ópera prima de Oscar Godoy. Esta cinta obtuvo el premio a Mejor Película en el Santiago Festival Internacional de Cine (SANFIC) del año pasado. La historia trata acerca de Julio, un emigrante peruano que viaja a Chile buscando nuevos horizontes laborales. La gran actriz chilena nos dijo sobre esta experiencia que “es una película muy hermosa. Es como una introspección al ser humano. Habla de la soledad del extranjero viviendo fuera de su país. Y siempre está el querer volver, pero algo te ata. ¿Qué será? Tal vez alguna esperanza de que todo pueda ser mejor. No sé. Es la historia del peruano que se va a Chile a vivir”.

Que era profesor.
Que era profesor, que era un ser que sabía muchas cosas. Si me pongo a pensar, creo que tal vez se le murió su mujer o el gran amor de su vida y llega a Chile a ver qué pasa. Se encuentra con puros topes, en el fondo. Con gente que lo trata mal, que no lo reconoce. Y se encuentra con una chica muy simpática y amorosa, que sabe muy poco de la vida, a la que solo le importa pasarlo bien y trabajar. Una mujer muy simple y básica, que es Flavia, mi personaje, que me encantó hacerlo. Un personaje lleno de vida, muy chispeante, gracioso. Pero los dos están muy solos, enfermamente solos.

La comunidad peruana en Chile es abundante, ¿conversaste con muchos de ellos para entender un poco mejor a los peruanos, a la hora de hacer tu personaje?
No. Como yo hacía de chilena, el que tuvo que hacer el gran trabajo era Jorge Román (quien interpreta a Julio), que es argentino. Se vino a Perú a trabajar durante un tiempo con Oscar (Godoy). Se vinieron para ver la forma de hablar, las costumbres, conversar con mucha gente. Y el resto de los actores son chilenos, también, que hacen de peruanos. A ellos les tocó duro porque tuvieron que aprender y estudiar mucho. ¡Qué difícil es el acento de ustedes! ¡Es muy hermoso, además!

Gracias.
Uno ve la parte fea cuando va al centro y ve a la comunidad peruana que está ahí, marcando el paso. Es difícil. Están todos esperando un trabajo en lo que sea. Es duro. No sé cómo será la otra parte: del que llega a trabajar muy bien, se instala y tiene una buena vida.

Muchas nanas peruanas.
Muchas nanas peruanas, sí.

Inclusive la película La Nana tenía un personaje peruano.
Sí. Que la trataban pésimo, ¿te acuerdas? ¡Pésimo! Las nanas chilenas trataban pésimo a la peruana. ¡Tremendo! ¡Es increíble! Tengo amigos que se vinieron a vivir acá, están fascinados de vivir acá y, también, se encuentran con ese doble estándar. En Chile, el peruano es mirado en menos, en el fondo. No así un español o un italiano. Es raro. O un argentino. El argentino es mirado en menos por otras cosas. Estamos muy atrasados en eso, todavía.

Es una sociedad racista, igual que la peruana.
Sí. Enfermamente racista, superclasista.

Muchísimas gracias por la entrevista, Francisca.
No, gracias a ti.

Te vamos a recordar siempre como Violeta.
(Ella sonríe agradecida y relajadamente. Violeta parece haber bajado de los cielos, habitando a Francisca).

lunes, 13 de agosto de 2012

Irene Hofmeijer


“El consumo está dirigido hacia productos de corta vida útil”


Entrevista y foto por Gianmarco Farfán Cerdán


La joven ambientalista peruana Irene Hofmeijer Merkelj tiene una evidente preocupación por hacer de nuestra Lima un mejor lugar para vivir. A través de LOOP, empresa social que ella dirige, quiere que cada vez más compatriotas suyos -empezando por los niños- consideren el reciclaje de plásticos como una forma efectiva de disminuir la peligrosa contaminación ambiental que soportamos a diario. Con esa finalidad, LOOP realiza campañas sociales y ofrece talleres educacionales a municipalidades, colegios y empresas. Además de comandar LOOP, Hofmeijer es investigadora asociada de la Unidad de Salud Indígena, de la Fundación Cayetano Heredia.

En la siguiente entrevista, ella nos cuenta el origen suizo -luego desarrollado en Canadá- de su prometedora iniciativa empresarial y ambiental, la cual ya ha cumplido su segundo año de labor. También nos relata lo bien asumida que se encuentra la necesaria cultura del reciclaje en otros países, y analiza críticamente la poca conciencia que, todavía, tenemos los peruanos sobre nuestro frágil y herido medio ambiente.

LOOP es una empresa social dedicada al cuidado ambiental en nuestro país. Sobre todo al tema de los plásticos. ¿Cuáles son los alcances de LOOP?
LOOP son las siglas de Life out of plastic, que significa La vida desde el plástico. Entonces, la misión de LOOP como empresa es concientizar acerca de la problemática de la contaminación plástica. Por eso somos una empresa social y no una empresa tradicional. Nuestra misión central, ante todo, es comunicar esta problemática para incentivar a la gente a adoptar hábitos de vida sostenibles. Esto lo logramos con la comercialización de productos derivados del reciclaje de plástico. Específicamente, con un bolso hecho de botellas recicladas. Cada bolso es hecho de treinta y cinco botellas de plástico. La parte más social son las campañas de educación ambiental que, mayormente, son en colegios donde se hacen talleres. Al final, concluimos con una actividad de limpieza de playas.

Eres una profesional del tema ambiental: este interés por crear una empresa, ¿cómo empezó?
Mi interés por el medio ambiente es algo que siempre he tenido. He crecido en una zona semirural, no urbana. Una vida bien campestre.

¿En dónde?
En Suiza.

Pero eres peruana.
Sí. Soy peruana, nacida en el Perú, pero he vivido dieciocho años fuera del país y acabo de regresar hace año y medio para empezar esta empresa. Siempre he regresado, con regularidad. Siempre he venido a ver a la familia. Pasábamos Navidad acá.

Empieza en Suiza tu interés por el tema ambiental.
Sí. Yo creo que el tema ambiental siempre me ha interesado porque he estado rodeada de naturaleza. Inicialmente, ha sido un interés inconsciente. Una vez en la universidad, cuando vi la oportunidad de estudiar una carrera en medio ambiente, me interesó muchísimo. Ahí fue que realmente profundicé ese interés y lo convertí en mi profesión.

¿Por qué no estudiaste el tema ambiental en una universidad de Suiza y sí en una universidad de Canadá?
El tema de que me fui a estudiar a Canadá es: hice un colegio internacional, y nuestra educación era en inglés, bilingüe. Entonces, al final de los estudios promovían mucho ir a estudiar en un país anglófono. No me interesaba la cultura inglesa, menos la americana, y Canadá como que fue un país neutro entre estos dos. Con muy buenas universidades, también. Quería algo diferente, conocer una cultura totalmente diferente. Yo creo que más que nada ha sido por la universidad. Porque McGill es una de las diez mejores universidades del mundo, es reconocida. Dentro de las que apliqué, ingresé, y era una de las mejores.

En otros países, como Suiza y Canadá, el tema ambiental está bien desarrollado.
Sí, de hecho. Suiza es un país donde en la cultura está el medio ambiente, el reciclaje es algo que se practica hace muchos años. Ya son hábitos culturales el cuidado del medio ambiente. Canadá, también, es un líder en todo lo que es el movimiento ambiental. Quizás parte de eso ha influenciado en mi decisión para ir a estudiar allá. En el ambiente en el cual he crecido, el interés por el medio ambiente es bien diferente. Hay muchos hábitos de vida que la gente no se da cuenta de que son ecoamigables, pero más que hacerlo por un cuidado ambiental, lo hace porque es parte del modo de vida. También por las políticas. Por ejemplo, en la gestión de residuos -que es más lo que yo veo-: en Suiza es costumbre del fin de semana irte a la déchetterie comunal. No te estoy hablando de una ciudad, te estoy hablando de pueblos de mil, dos mil personas. Déchet en francés son residuos. Entonces, déchetterie viene a ser como punto residual. Es un lugar comunal donde tienes un espacio para lo que es la maleza. Otro espacio para todos los muebles antiguos, mesas, sillas. Son como containers: tú vas a cada container y vas a botar lo que (debes). Todo eso tiene una cadena productiva detrás para reaprovechar las sillas de un lado, la ropa.

Hay una cultura del reciclaje.
Claro. Pero es algo que siempre ha existido. Ahora se habla de reciclaje, pero hace veinte años la gente igual lo ha hecho. Es más una cuestión cultural: hay cosas que uno tiene en la casa, en un momento ya no generan utilidad y hay que disponerlas de tal manera. La municipalidad no se encarga de recogerlas. Entonces, tú como ciudadano: es tu responsabilidad de ir a disponer de ellas de la manera adecuada. Para eso, la municipalidad brinda estos puntos de déchetterie, para poder disponer de ellas.

¿Cuando viniste al Perú ya tenías la idea de tu empresa social o es que cuando viste la falta de cultura del reciclaje te animaste?
Lo de la empresa social, lo de LOOP, es algo que se fue desarrollando como idea. Yo siempre he regresado al Perú. Hemos viajado mucho cuando hemos ido al interior. En el 2009 regresé para hacer mi proyecto de tesis en Independencia, en uno de los barrios de las partes altas. Estando ahí me crucé con la falta de manejo de residuos y el hecho de que no se recoja la basura. Yo estaba estudiando factores ambientales. Entonces, era un factor la acumulación de basura y todo. Allí, como que inconscientemente me empezó a interesar. Estuve cuatro meses en Independencia haciendo este estudio, de ahí regresé a Canadá.


Menos reparos a la canadiense que a la miraflorina

¿Cómo sentiste el cambio de vivir en Independencia cuatro meses?
Me gustaba.

¿Sí?
Sí. En realidad, era bien chévere. Fue una muy buena experiencia.

Vivir en un distrito que es tan distinto (al tuyo). Porque tú eres de clase alta.
Sí. Ir para allá es un cambio. ¿Sabes lo que era difícil, para mí, todos los días? El traslado, porque dormía acá (en Miraflores). Pero ese contraste diario: estar en un barrio de clase alta e irte al otro extremo, de una estera que acaba de ser instalada hace una semana, y ver toda la gama de por medio (se queda pensativa)… Porque de Miraflores a Independencia vas como que bajando todos los niveles sociales. Esa transición diaria era agotadora emocionalmente.

¿Tú crees que te enriqueció como ser humano?
Una se siente comprometida. Por ejemplo, para mí, lo más difícil en esta experiencia era cuando me preguntaban: “¿Y tú de dónde vienes? ¿Dónde vives? ¿Dónde te quedas?”. Casi sentía vergüenza de decir que vivía en Miraflores y siempre trataba de evadir la conversación. Era mucho más fácil introducirme como una estudiante de Canadá viniendo a hacer un estudio que introducirme como peruana haciendo un estudio.

Había menos reticencias.
Y menos racismo, en el sentido inverso, también. Y mayor facilidad para que la gente converse conmigo. Cuando me iban conociendo era como “pero tú no eres canadiense, tu mamá es peruana”. Como que ahí salía un poco más la cosa. Hay mucha gente que nunca había salido del barrio. No te hablo del distrito de Independencia: no habían salido del barrio de Villa del Carmen. Eso era muy interesante para mí: ver estos submundos que existen en las ciudades. El cono norte, de por sí, es un lugar sumamente interesante socialmente, con todas las construcciones que se están realizando allá.

Ahí podrías trabajar mucho más, porque en estos distritos de clase baja o pobre, el reciclaje tiene mucho más por recoger.
Sí. ¿Sabes qué? Te voy a terminar de contar la historia de LOOP primero. En la universidad teníamos un concurso para ideas de empresa y un amigo me dijo: “Siempre has tenido esta idea, presenta algo. Hay que escoger una problemática, una cosa puntual”. Dije: “Ya, la basura”. Dijo: “No, eso como que no es muy sexy. Tiene que ser algo más tangible”. Dije: “Ya, los plásticos”. Porque dentro de todas las materias residuales, el plástico es el que genera más problemas, porque nunca desaparece.


El plástico puede desintegrarse en mil años

¿Cuánto tiempo se puede quedar un plástico antes de desintegrarse?
Esa es la palabra clave: el plástico se desintegra, no se biodegrada o se descompone. En desintegrarse puede demorar cien a mil años, pero el pedacito microscópico de plástico va a perdurar en el medio ambiente para siempre.

Siempre va a ser un factor contaminante.
Sí, siempre. El plástico es un derivado del petróleo. Igual como si al petróleo o a cualquier aceite lo mezclas con agua, se hacen burbujas cada vez más chiquitas: nunca se va a homogeneizar el líquido. Es igual con el plástico: nunca va a lograr homogeneizarse con el medio ambiente, integrarse.

Digamos que es un mal necesario, para nuestra sociedad, el plástico. Porque lo usamos para beber, guardar. En el fondo, siempre va a estar.
El plástico antes de los años 50 no existía. No existía, simplemente. Se empezaron a desarrollar las materias plásticas desde los años 20, 30, pero a nivel industrial, comercializado, antes de los 50 no existía. De hecho que hay muchas tecnologías ahora que necesitan del plástico para envasar, pero hay materias derivadas de un proceso natural que sí son biodegradables.

El plástico es un producto de la sociedad de consumo.
Totalmente. El plástico se presentó como el producto liberador de la ama de casa. Era una materia que apareció en los años 50 y va a liberar al ama de casa porque ya no tendría que lavar los platos, podía usar platos descartables, le iba a facilitar la vida en la cocina, y así fue que se presentó. Entonces, realmente es emblemático de nuestra sociedad de consumo. También lo es del consumo descartable. Porque es la materia prima que se usa para todo lo que es descartable: esa noción de que compramos para usar una, dos veces y botar. Ahora, el consumo está dirigido hacia productos de corta vida útil cuando, en realidad, un producto debería durarte un largo tiempo para minimizar el volumen de residuos generados, su impacto ambiental.

Es algo que es muy difícil de reducir.
No estamos tratando de traernos abajo la industria plástica. Para nada. Porque es algo que ya está integrado en esta sociedad. Lo que buscamos es que el consumidor (sepa que) cada vez que compra, él está votando por algo, está apoyando un sistema y un modus operandi con el cual concuerda. Entonces, lo que buscamos es presentarle otras alternativas. Este primer producto es un bolso grande, reutilizable. El objetivo es que en algo tan simple como ir a hacer las compras, te llevas tu propio bolso (saca de su cartera el bolso negro que ha traído envuelto y me lo muestra). Se presenta de una manera compacta. Es algo chiquito, no ocupa sitio, lo puedes poner en tu cartera y al momento que necesitas una bolsa porque estás en el supermercado, puedes sacarla y tienes una bolsa grande para tus compras. Al usar este bolso reduces tu consumo de bolsas plásticas. Puede parecer algo bien tonto, pero cada vez que vas a hacer tus compras son veinte, treinta bolsas plásticas cada semana. Al mes…

Treinta y cinco botellas (de plástico forman un bolso de LOOP).
Claro. Entonces, es un doble beneficio ambiental. Más el hecho de que, por un lado, disminuyes el consumo personal y, por otro lado, haces aprovechable el residuo. La botella que tiene una vida útil de dos días o un día, se va a reutilizar para hacer un producto que tiene una vida útil de tres, cuatro, cinco o diez años.

Tu trabajo, el de tu empresa, es recoger estos residuos de las playas, supongo. Porque en las playas, en los veranos, uno ve un mar de plásticos de todo tipo, sobre todo botellas. Y uno dice: ¿todo esto a dónde va?
Claro.

¡Cuánta contaminación!
Sí. En la parte de las campañas es justamente lo que buscamos. Cuando hacemos la limpieza de playas el objetivo es llamar la atención al consumidor de que su basura termina en algún lugar y hay que disponer de ella de la manera adecuada: en un tacho. Y dos, en la medida de lo posible, reciclarla. Y en lo que recogemos que es reciclable de las playas, entran a la cadena productiva del reciclaje. Ahí contribuimos a una escala simbólica, porque no tenemos la capacidad para limpiar y reciclar las playas del Perú, pero el objetivo es demostrar que nosotros podemos hacer pequeñas cosas en nuestra vida diaria para evitar este problema.

Además, como dicen, todo empieza por el primer paso.
Claro.

Poco a poco se va sumando más gente a tus proyectos.
Y cada vez nuestras campañas, de hecho, han ido creciendo. La primera campaña que hicimos era con cincuenta niños, la última que acabamos de hacer (en Ancón) ha sido con ciento veinte. La primera limpieza de playas que hicimos fue en Chilca. De ahí hicimos en Pachacútec, en Ventanilla. De ahí en el pueblo de Asia, en El Rosario y, ahora, en las colonias de Ancón. Esas han sido campañas de educación ambiental con limpieza de playas.

¿Cuál ha sido la playa donde has encontrado más plásticos, de esas cuatro?
Ancón. Y Pachacútec, también. Las playas del norte de Lima, debido a las corrientes mismas que traen mayor cantidad de residuos, son las más sucias.


Los niños pueden ser agentes positivos de cambio ambiental

¿Y sientes que hay una buena recepción por parte de los escolares en estos talleres, en estas campañas?
Sí. En los talleres, de hecho, los niños están bien conscientes. Y cuando les hablas de la problemática de los residuos sólidos, no les es nada ajeno. Todos han visto basura. Una de las preguntas que siempre hago empezando la clase es: ¿cuántos de ustedes han visto a alguien tirando una botella por la ventana de la combi? Y el 70% siempre levanta su mano. De ahí les pregunto: ¿creen que eso es normal? Y hay como un momento de reflexión. Esto es justo lo que buscamos: que reflexionen sobre el hecho de que lo que ven a su alrededor, ellos como niños lo pueden ir cambiando, pueden ir adoptando un hábito nuevo, y demostrarles las consecuencias de ese gesto. El hecho de ese gesto, de botar por la ventana, ¿a qué lleva? Mostramos el recorrido de esta botella de plástico. Cómo desde la mano del consumidor puede terminar en el mar y las consecuencias que va a tener para la fauna marina.

Los niños se pueden convertir en -a escala micro- gestores de cambio ambiental dentro de sus propias familias.
Exacto.

En su propia comunidad.
Claro. El ideal es empoderarlos a que puedan ser agentes de cambio, darles el conocimiento más allá de que “debes de botar al tacho”. Explicarles el por qué lo debes de botar al tacho y lo que pasa si no lo botas al tacho.

¿Quisieras agregar algo más acerca de LOOP para los lectores?
Que nos apoyen, que compren las bolsas. Por la web nos pueden escribir y nos pueden comprar directamente a nosotros. A treinta soles están. También están en venta en la tienda de Consumidor Verde, en Miraflores, y en los estudios de Lima Yoga. Si por ahí hay un lector con un comercio, interesado en vender bolsas LOOP, también estamos buscando puntos de venta.

¿Están buscando inversores?
Más que inversores, comercios donde podamos poner el producto.

Puntos de venta.
Sí, puntos de venta.

Es un proyecto maravilloso. Que siga creciendo.
Muchísimas gracias. No es solo la parte de las campañas activas en los colegios, también estamos buscando crecer en todo lo que es campañas virtuales. La idea es que la página web de LOOP sirva como un punto de referencia. Dentro de la problemática de los desechos marinos -todos estos residuos que llegan al mar, de los cuales un 80%, 90%, son plásticos- hay muy poca información en castellano. Lo que buscamos es que en la página web de LOOP se cuelgue con regularidad sobre esta problemática en castellano. Y, en paralelo, que Facebook sirva como un punto dinámico de interacción y de información. Ahí a cada rato estamos colgando videos de nuestras campañas, todo. Y links a cualquier artículo, tanto en castellano como inglés, sobre la problemática.

Ejecutores y difusores…
Exacto.

…en el tema ambiental.
Queremos un poco, también, recopilar toda esta información y todas estas iniciativas. Creemos mucho en que colaborando y trabajando juntos se logra más.

Sobre todo con iniciativas privadas.
Sí. En realidad, con cualquiera. Por ese lado, estamos bien abiertos. Por ejemplo, cuando hicimos nuestra campaña de relanzamiento de la marca -que fue en noviembre, con una muestra de arte- invitamos a todas las ONG que están involucradas en temas de conservación marina a usar el espacio para talleres. Siempre buscamos ese tipo de modalidad: de que si queremos hacer algo, no necesitamos hacerlo todo nosotros. Buscamos invitar gente.

Como alianzas.
Exacto, alianzas. Y difundir. Si hay temas que son vinculados a los desechos marinos, la gestión de residuos sólidos, el emprendimiento social, estamos siempre interesados en discutirlos por nuestras redes sociales y la web.

Muchas gracias.
De nada.