martes, 24 de diciembre de 2024

Sonia Luz Carrillo

 


“Yo soy una mujer que vive agradeciendo”

 

Entrevista y fotografía por Gianmarco Farfán Cerdán

 

A los grandes poetas se les recuerda por haber creado uno o muchos poemas memorables. Al trujillano Alejandro Romualdo (1926-2008) lo recordamos por “Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad”, “Si me quitaran totalmente todo” o “Perú en alto”. Al iqueño Abraham Valdelomar (1888-1919) por “Tristitia” o “El hermano ausente en la cena pascual”. Mientras que el salaverrino Arturo Corcuera (1935-2017) trascendió con “El hereje”, “Los amantes”, “Balada de la brevedad de la vida”, “Ciclos de vida” o “La rosa de la escritura”. Igualmente, recordamos al inmortal César Vallejo (1892-1938) por “Masa”, “A mi hermano Miguel”, “Los heraldos negros”, “Los pasos lejanos”, “Los dados eternos”, “El poeta a su amada”, “Piedra negra sobre una piedra blanca”, entre otros. Y no podemos referirnos a la limeña Blanca Varela (1926-2009) sin mencionar sus poemas “Bodas”, “Currículum vitae”, “Así sea”, “Nadie nos dice” y “Fútbol”.

En ese sentido, la estupenda poeta nacional Sonia Luz Carrillo Mauriz (Bellavista, 1948) tiene un abanico de poemas por los cuales permanecerá en la historia de la poesía peruana. Por ejemplo, “En el rostro limpio de la mañana”, “Cuando levante mis manos”, “Como sabiendo”, “Labor”, “Utilidad de los claveles rosa”, “Llueve”, “Lo sencillo” o “A mi hijo Ricardo Lenin, mientras llegaba”. Este último poema, dice así: “Saltarás hecho un ovillo / ciego y mudo / y te daremos las armas / para hacerte crecer. / Luego / nos negarás superándonos, / discutiremos / y tú saldrás ganando / -conocerás mejor los hechos de tu época- / te extenderás / te extenderás / mientras nos encogemos. / Pero somos conscientes: / tu sola presencia es nuestro triunfo”. De igual forma, es también conmovedor su poema “Nombrar las cosas”: “Hoy dijo árbol / y fui una hoja. / Nombró el agua / y sus novísimos labios / la inventaron. / Hoy la niña / repitió papá / y nació el hijo / ahora padre. / Hoy ella señala / el mundo / todo reluce nuevo. / 2004 / Angelina nombra las cosas / recrea el orbe, / resuena la voz primera. / Y todo es bello / y bueno”. Otro de sus poemas notables (que refleja muy bien el ambiente contradictorio y envanecido de muchos poetas en el Perú) es el irónico “Sobre los poetas de mi aldea”: “Ah los poetas / los poetas de mi aldea; / personas importantes / tienen un mundito / a su medida: / en él / todo les pertenece, las palabras / salen de sus manitas, / iridiscentes, / puras / iconoclastas. / Solo de vez en cuando / suelen abrir sus puertas / y entonces puedes verlos / revolcándose juntos, / dándose dentelladas / o suaves palmaditas”.

Este año, Carrillo ha publicado “Piedra labrada. Poesía total 1973-2023” (Artífice, 2024), donde están reunidos sus siete poemarios a lo largo de medio siglo de creativa producción literaria. Sobre este valioso libro dialogamos con la poeta, que también es una emblemática y querida catedrática sanmarquina, así como investigadora en temas de comunicación (tiene varios libros al respecto). Si bien la poesía ha sido el punto central de esta conversación, también hubo reflexiones sobre educación, cultura, periodismo y política. Igualmente, la renombrada poeta contó parte de su historia familiar, que viene desde España e Italia.

Sonia Luz Carrillo está incluida en numerosas antologías de poesía peruana, sus poemas están traducidos a varios idiomas, participa frecuentemente de recitales de poesía, así como también es invitada a ferias del libro y festivales literarios en nuestro país y el extranjero. Asimismo, ha formado parte de la directiva de la Unión Católica Latinoamericana de Prensa.

 

Es un honor ahora estar acá, en su casa. Es un privilegio para mí.

Gracias.

 

Usted sabe que la admiro, la respeto desde hace muchos años, desde que fui su alumno. Empezamos con “Piedra labrada”, su antología de 50 años. Si bien es cierto que es una antología sobre todos sus poemarios anteriores, hay uno nuevo: “Mientras cae la tarde”. ¿Cuál sería la diferencia de este último poemario, incluido aquí, en “Piedra labrada”, con sus anteriores poemarios?

Yo creo que laten los mismos temas. Hay una línea de preocupaciones, el conjunto de temas se va reiterando conforme pasan los años y tengo yo más vida, más lectura de la vida y más lectura de libros también. Se están acercando a mi libro, al que le tengo mucha gratitud, porque me está acercando con el afecto de mucha gente y me está haciendo sentir muy arropada, muy querida. Es decir, lo primero que yo veo es que de la joven que en el año 73 sale rompiendo todos los cristales del entorno, como dice el doctor Luis Alberto Grados… Entré a la poesía en 1973, se publica mi primer libro, pero, en realidad, yo había estado trabajando desde el año 67, 68. En el 68 tengo la redacción de una revista. Soy una chica bastante precoz. Todo eso lo hago entre los 18, 19, 20 años. Esta joven que a los 20, 21 años manda a rodar a Schopenhauer o le dice “peludo y mercenario”, a los poetas de mi aldea también, me río de ellos. En fin. Trajo a la poesía la irreverencia de esta joven. De esa poesía irreverente y con la pata en alto (sonríe), como digo yo, en términos coloquiales, a “Mientras cae la tarde”, la diferencia es que he vivido y he visto vivir y tengo la misma ira para las situaciones injustas, pero más calma para la reflexión.

 

Ese primer poemario “Sin nombre propio” entró fuerte al mundo literario porque tiene bastantes poemas potentes.

Sí.

 

Por ejemplo, “Ella no sabe nada”, “Sobre los poetas de mi aldea”, “Hablando de las cosas que ocurren en mi casa”, “Pongamos de una vez”, son poemas muy potentes y es muy raro, realmente, ver que alguien en su primer poemario ya impacta. Uno dice: “Si así empieza, ¡cómo viene!”.

El otro día yo leía una frase que decía que “en los últimos años Sonia Luz Carrillo”… Y yo te podría decir que no es cierto. Te podría decir que ese primer libro tuvo buena prensa, lo que pasa es que no tengo el testimonio, pero sí tuvo repercusión. Era una chiquilla. Yo trabajaba en la revista “Vistazo” y dice el director en la revista que era una chiquilla que llegó a plantear las cosas con mucha fuerza también en el periodismo. La actitud ha sido esa, de recusar lo que no me gustaba. Yo he sido una respondona desde chiquita.

 

Usted es una pionera del feminismo literario acá en Lima, sin quererlo.

Sí, puede ser. ¿Sabes qué pasa? Que yo llego de sectores muy populares a tener una educación. Primero, termino la secundaria en un medio donde no era frecuente que las mujeres terminaran la secundaria, ingreso a la universidad, y desde siempre he sido muy curiosa, me ha interesado lo que ocurría a mi alrededor. Entonces, esa curiosidad frente a la realidad y ese gusto por la palabra… Yo me he deleitado siempre con la palabra y todas sus posibilidades. Lo saben mis alumnos también, que a veces, en el aula incluso, se me viene el vuelo poético y los dejo un poco así, en la búsqueda de sentido. Eso me llevó a escribir tal como yo sentía la realidad. Y yo la sentía deforme y daba mi opinión.

 

Tengo una pequeña duda: yo sé que su madre se apellida Mauriz.

Sí.

 

Y sé que su abuela se apellida Larco.

Sí.

 

¿Usted ha tenido familia Larco, que son una familia de cierto renombre acá, en Lima?

Llegaron de Génova los familiares de mi padre. En realidad, eso se va perdiendo en el caso peruano, donde somos el resultado de múltiples mestizajes. Sí, pues. La familia Larco procede de Italia. La familia Mauriz es española. Chiquitito lo trajeron, pero mi abuelo había nacido ahí. Una historia muy curiosa, porque mi abuelo se junta con mi abuelita, él ya un hombre mayor, ella una adolescente. Allí hay una especie de nebulosa, nunca se sabe por qué él… Que la familia era vasca, otros dicen que no, que era asturiana, pero el caso es que en la casa de mi infancia había muchas costumbres que mi abuelo instauró. Mi abuela murió a los 32 años, después de dar a luz a diez hijos, una cosa así. Pero en la casa se instauró una forma muy castiza de hablar. Y yo recuerdo a mi abuelo explicándome que tenía que pronunciar todas las sílabas, por ejemplo. Eso no es muy usual. Entonces, “habla correctamente, habla bien”.

 

Parecía un abuelo lingüista.

Mi abuelo, un panadero. Mi familia ha sido muy humilde, de oficios muy humildes, pero ilustrada. Él sabía de literatura. Un tío que era obrero y, sin embargo, fue el que me enseñó a recitar. Luego las monjitas en el colegio del Rímac también, al ver mi memoria, que al parecer era notable para una chiquita de seis, siete años, me empiezan a dar ese papel de aprender de memoria largos poemas, de los que yo no entendía ni pío, pero los decía con un sentimiento tal que a ellas les gustaba. Entonces, sí, fui una niñita que estaba siempre sobre el proscenio diciendo las cosas. Elogiada por las monjas y envidiada por las alumnas. Sí. Porque es una cosa que también siempre he notado: que el cariño y el privilegio que te da el hecho de ser dicharachera también trae bastante rabia alrededor. Y yo me mato de risa.

 

Vemos ahora políticas y políticos que no saben ni hablar, entonces, escuchar a alguien que habla bien, siempre es un gusto. Sobre todo, en el Perú. De su poesía ha escrito mucha gente importante, pero yo quisiera mencionar a uno que, seguramente, la mayoría de lectores recuerda. Al menos, los lectores de poesía: Alejandro Romualdo, que usted, en las clases, lo mencionaba con mucho cariño.

Con cariño.

 

Con respeto.

Con agradecimiento, con gratitud.

 

Usted ha estado en la inauguración de la exposición de Alejandro Romualdo en la Casa de la Literatura Peruana.

Sí, he estado ahí por encargo de Laurita, la hija de Romualdo a la que conozco desde chica. Y el recuerdo de Teresa Pereira, la esposa del poeta, que también es una mujer maravillosa, que me regaló una amistad maravillosa también. Ya fallecida. Sí. Romualdo fue fundamental. Lo que no me daban las aulas universitarias, esta mirada global, también bastante desacralizada, que en eso coincidíamos mucho, me la dio Jano. De una generosidad, uy… Sería motivo de toda una entrevista.

 

Yo lo mencionaba porque a Romualdo, básicamente -aunque es evidente que no es solo por eso- se le recuerda por el “Canto coral a Túpac Amaru”. Hay poemas que marcan a un poeta para toda la vida.

Sí.

 

Después de su muerte, incluso.

Sí.

 

Yo lo mencionaba porque a usted muchas de las chicas, las poetas (que tienen) 30, 40, 50 años la consideran muy en alto.

Gracias, no lo sabía.

 

Sí. Por ejemplo, le menciono, yo he visto que una amiga que también es poeta, Navale Quiroz, que estuvo allá…

Ah, Navale, sí.

 

…en el Festival de poetas…

Sí.

 

…publica una foto con usted, orgullosa. Y había otra poeta también, creo que Úrsula Alvarado.

Sí, encantadora.

 

Estas jóvenes de 40 años la admiran y usted va a quedar, seguramente, con muchos de sus poemas, como un ejemplo a seguir para estas nuevas generaciones de poetas mujeres.

Sí. No soy más que un modelo. Yo soy una maestra. Sí me considero una maestra. Y lo digo con gusto. Lo que quisiera, más que marcarte mi palabra o mi nombre, es una actitud frente al arte, Gianmarco. A mí lo que me interesa es que la gente trabaje poesía, que se vayan olvidando del repentismo. No todo lo que sale de tus manos inmediatamente va a ser publicado. Esto a mí me duele. Porque yo digo, a veces: “Aquí late, aquí latía un poema… Esto es un protopoema. ¿Por qué lo publican como poema? Todavía no”. Y hay una cosa que yo he hecho siempre. De esto he hecho una cuestión fuerte: la poesía no tiene hora de cierre. Hay que darle su tiempo. Dejar el protopoema ahí y mirarlo a la semana y mirarlo cuando has vivido un poco más o has leído un poco más. Y ver las posibilidades de la palabra. El otro día que he estado yo… No sé si tú has visto, habían grabado mi exposición en los Poetas en la Arena, en Huacachina, y se ha publicado, está en YouTube.

 

El conversatorio.

Sí. Ahí está, es un fragmento, porque yo había empezado con un poema justo de Jano. Pero ahí también repito dos versos de Romualdo, cuando dice: “Soy del Perú / sencillamente siendo”. Para llegar a esa simplicidad tienes que haber observado, tienes que haber pensado, haberte esforzado en pensar la frase, pensar la palabra. Porque ha empezado con un verbo: “Soy del Perú / sencillamente siendo”. Entonces, ese tiempo presente y ese gerundio: le ha dado vueltas, pues.

 

Claro. No sale así, a la primera.

No sale. No. O cuando él dice también: “No se es peruano por partida de nacimiento / sino por partida de sentimiento”. Sencillo. Y esto te empareja con el habla imaginativa del lenguaje popular. Entonces es sencillo también proponerlo y hacer de la literatura -que es una de las cosas en las que yo me he interesado- un goce universal. No puedes dejar al docente en las aulas o para los grupos de los muy informados. Yo tengo una postura ética frente a la vida y creo que todo lo que uno alcance dentro de la experiencia humana, tiene que intentar distribuirlo.

 

Creo que usted es la poeta de su generación que más difunde poesía, de manera activa. Por lo menos, de lo que yo recuerdo, la veo en un montón de eventos que, si uno no supiera su edad, pensaría que es una poeta de cuarenta, treinta años.

Gracias, porque me acabas de hacer notar la edad que tengo, ja, ja, ja…

 

Lo digo de manera respetuosa, porque mucha gente no es tan activa cuando ya tiene un poco más de edad.

No. ¿Y sabes qué?

 

Por eso lo comentaba.

Este año fue curioso, porque empezó con cuatro cirugías a mi vista. Yo me quedaba ciega.

 

¿Qué tenía? ¿Cataratas?

Varias cosas. Y ahora veo, porque la maravilla de la cirugía ha sido muy buena. Yo tengo una protección divina. Porque realmente ya la cosa era bastante complicada. Entonces, me vi obligada a un año de descanso. Mentira. Porque ahí mismo Josué Barrón quería publicar “Sin nombre propio”. Lo publica y es un boom.

 

Con la editorial Qwerty.

Sí. Es un boom. Y me llaman, que entrevistas, y esto y el recital acá y la otra cosa. Entonces, sí, pues, da una idea de ser…

 

De ubicuidad.

Ubicuidad. Pero no. A mí me gusta mi vida reposada, me gustan mis plantitas, tener tiempo para la lectura. Y ahora que tengo la vista buena, puedo recuperar ese goce.

 

Es que, además, usted también es activa en las redes sociales.

Sí.

 

Entonces, eso le da una visibilidad mucho mayor que a otras poetas de su generación.

Claro, y si tú lo notas, y tú eres un hombre sensible, no solamente hablo de literatura. Estoy preocupada, por ejemplo, por…

 

Los temas sociales.

Los temas sociales.

 

Política.

Estoy muy preocupada por nuestra patria, porque no le veo un norte, todavía no hay nitidez. Estoy preocupada por el problema medioambiental. Yo tengo nietos y alumnos y digo: ¡Qué planeta estamos dejando! Resulta que habíamos sido muy felices nosotros y no lo sabíamos, cuando solíamos disfrutar de niños de tantas cosas que ahora la delincuencia, la inseguridad… Como dice Ribeyro: las ciudades son unas sociedades demenciales. Los niños antes podíamos jugar en la calle. Ahora no están. ¿Cómo está el parque? Solamente paseando perros y los niños están encerrados en pequeños departamentos, viendo televisión, jugando con su celular.

 

Yo podía quedarme afuera de mi casa -tenía ocho, siete años- con un amiguito del barrio, de la cuadra, y mi abuela iba después de dos horas a ver si estaba.

Y yo jugaba en la Alameda de los Descalzos también.

 

Ahora hacer eso con un niño es un peligro.

Y salía de compras al mercado, de nueve, diez años. Corriendo hasta el mercado y regresaba a la Alameda de los Descalzos. Un poema, que es el poema a mi alameda, es porque yo estudiaba la secundaria, teníamos un grupo de chicas y chicos que salíamos a estudiar de madrugada casi. La educación era bastante memorista, entonces salíamos a memorizar los temas recorriendo la alameda. Y por eso mi poema dice que “sube la niebla y yo descubro las estatuas” y no sé qué. En la pista hacíamos las operaciones de matemáticas.

 

Con libertad, sin miedo.

Con una sensación de seguridad. Sí. “Avisa, nomás” (le decían). Claro, avisaba: “¡Mamá, aquí estoy!”. Mi mamá se asomaba, yo estaba jugando en la calle. Sí, con esa sensación que era feliz.

 

Su mamá Elvira.

Mi mamá Elvira, sí. Murió muy jovencita también, de 46 años.

 

Vi una foto de ella en que tenía, creo, un gorrito español.

Que se disfrazó, que fue un año antes que yo naciera. Se fueron con mi padre a un baile de disfraces. Y es que, en la familia, la cultura española estaba muy presente. Ahí está ella de manolas.

 

¿Y a usted le gusta la cultura española también?

He tenido la suerte de ir varias veces a España. La primera vez que fui, todo el avión yo iba con una canción en mi cabeza, de las calles de Alcalá. Una cosa que yo cantaba de niñita, que me hacían cantar en el colegio, disfrazada de españolita. Yo cantaba: “Por la calle de Alcalá, / la falda almidonada / y los nardos muy bien puestos en la cadera”. Una madrileñita. Una de las primeras cosas que yo quise fue recorrer la calle de Alcalá. Y luego en Salamanca he ido varias veces invitada, he sido homenajeada.

 

En el Encuentro Iberoamericano de Poetas, con Alfredo Pérez Alencart.

Dos, tres veces. Sí. Y después en Madrid también, con una familia amiga, con un joven estudiante, un exalumno sanmarquino que estuvo de primer secretario en la embajada también. He estado en varias ocasiones. He estado en Segovia y después conozco Béjar, Ciudad Rodrigo, he hecho un tour de poetas en una ocasión. Tengo lindos recuerdos. Yo puedo decir, como Romualdo, que he sido feliz en España.

 

¿Y todo, o la mayor parte, se lo debe a la poesía o también a su función de educadora?

No. A la poesía. Como comunicadora cristiana católica sí he viajado también, porque he estado en la directiva de la Unión Católica Latinoamericana de Prensa. Esa es otra dimensión que pocos conocen. Pero yo no solamente soy creyente, no solo practicante, sino también soy participante en muchas tareas. He tenido el privilegio de estar cerca del padre Gustavo Gutiérrez. También de ahí viene mi posición frente a la vida.

 

¿Y cuál de sus papás, o de repente los dos, le enseñaron este orden? Porque para hacer tantas cosas hay que ser muy ordenado u ordenada.

Sí. Ahora estoy un poco preocupada, porque tengo que corregir trabajos de los alumnos, que con la gripe ayer no terminé. Mis hijos me dicen: “Mamá, deja ya todo”. Es que San Marcos es una droga. He estado un año fuera y, en realidad, no he estado fuera. En ese año he dado una charla magistral para un grupo que terminaba (su carrera profesional). No sé qué cantidad de gente ha querido que le vea su proyecto de investigación. “Léemelo, léemelo, porque no lo puedo leer yo” (ella les decía). Sí, le tengo mucho cariño a San Marcos. Soy así, pues. Soy tonta con las cosas. ¿Quién me enseñó? La vida. Porque desde muy chica, como tienes ahí un poema, mi madre me decía: “Las niñas grandes no lloran”.

 

Sí.

Es un poema que a mí me duele, no lo puedo leer mucho en público, porque mi madre sabía que se iba a morir. Ella tenía el problema cardiaco. Como yo soy la mayor, desde muy pequeña muchas actividades descansaron en mí. Yo tenía que estudiar, yo tenía que cuidar a las niñas. Después ella falleció. Yo tenía que hacer la comida. Fue una cosa… Y el deseo de hacer cosas, pese a las limitaciones. Yo creo que no es nada excepcional. Lo que pasa es que tal vez se está luciendo una actividad que cualquier mujer del pueblo peruano la hace. De repente, es un poco más visible cuando una es escritora. Pero si tú revisas la historia de muchas mujeres en nuestro país… Yo tengo una teoría: que cuando nos nacen los hijos inmediatamente nos salen dos o tres pares de brazos más. Sí. Y somos capaces de tener al hijo acá y con la otra mano, y un poco el codo, como sea, estamos arreglándole la vida a la familia.

 

Esa función de multitareas, creo, es muy natural en la mujer.

Muy natural, sí.

 

El hombre está más enfocado en una labor. Puede hacer muchas labores, pero las va haciendo una por una.

Sí, en eso somos emperatrices del detalle. Mira, me salió una frase bonita. Sí, el detalle. Yo creo que es una cosa ya como que arquetípica. Una mujer descubre más rápido la tristeza de una persona, por ejemplo. En su forma de caminar, en el semblante que tiene, en cómo lleva los hombros. No necesita hablar. Si tienes un poco de sensibilidad y, además, eres mujer, dices: “A este le está pasando algo. Voy a tratar de conversar”.

 

Saben leer el lenguaje no verbal.

Sí. Y el reparto de los recursos. Aquí está faltando, ¿qué hago? Tengo poco pan, ¿qué hago? Lo cortaré, ¿no? Y otras mujeres se dan cuenta: esta cortó el pan porque le estaba faltando. Y tú tienes mamá, vives cerca de tu madre y seguro que te estoy haciendo recordar momentos.

 

Sí. Las mujeres siempre están viendo los detalles, como usted dice.

Hay un poema ahí (en su último libro) que habla de la lectura. Me encanta haber encontrado un poema de Romualdo, que lo dije, solo que no han difundido todo el video. Mira, ¡es una belleza! Ay, se viene este miserable a comerse mi flor de ruda (en su ventana de la sala).

 

Un colibrí.

Sí. Se vienen, pues.

 

Mucha gente conoce el lado de poeta de Sonia Luz Carrillo. Ese es el lado más visible.

No conocen a la maestra.

 

Claro. Y el lado de la maestra, más que nada, por los que han pasado por la universidad, por San Marcos. Pero si no eres de San Marcos, la conocen más como la poeta. Por eso yo decía que usted es ordenada para hacer tantas cosas. Tengo acá uno de sus libros de comunicaciones. Tiene varios libros de comunicaciones. Y escribir libros sobre investigación en comunicación no es una tarea sencilla. Aparte de la creatividad literaria, tiene ese espíritu de investigadora. Usted maneja muy bien los dos lados.

Creo que la curiosidad y la capacidad de ver detalles, más bien, es un valor en la investigación. La curiosidad y el gusto por el conocimiento también. Yo soy una mujer que vive agradeciendo. Definitivamente, he tenido mucha suerte. Tengo mucha suerte. Y una de las cosas que también tengo que agradecer a la vida es que me ha enseñado a perdonar, a no vivir rascándome dolores. Lo digo el otro día ahí, en el video. No vale ser víctima ni sentirse pesaroso por cosas que pasaron en el pasado. Yo creo que, en la medida en que uno es feliz, también puede dar cosas de buen sabor a la gente. Para eso es maravillosa la docencia, porque hay momentos en que uno está muy agobiado por circunstancias nefastas, pero entras al aula, te metes en el tema que tienes que exponer y te olvidas. Y sales a las dos horas y dices: “Ay, verdad, yo tenía tal cosa”. Y otra vez puede venir el pesar.

 

Algunos compañeros y compañeras la recuerdan a usted como estricta. ¿Usted siente que ha sido una profesora estricta?

Lo soy.

 

Que no ha sido una profesora para todos. Algunos, incluso, decían: “No me voy a poner con Sonia Luz en el curso, porque me va a poner baja nota y yo no quiero baja nota”.

Sí. Claudia Montalvo, una alumna que escribe muy bonito, dice que ella había llevado en un mismo semestre un curso con Ricardo Falla y otro conmigo, lo cual era algo así como un turismo de aventura.

 

A ver si sobrevivía.

Claro. Porque llevaba un curso tanto con Ricardo como conmigo. Y después un dibujante, Walter Mechato, una vez hizo una especie de caricatura de los profesores. Y nos pone a Ricardo y a mí como dos delincuentes, con un arma, y Ricardo me pregunta: “¿Cuántos te jalaste tú?”. Y yo le digo: “El 50%. ¿Tú?”. “A todos”.

 

Ja, ja, ja…

(Sonríe) Yo no soy de jalar. Sí soy de fregar, sí soy de insistir. ¿Y sabes por qué? Por respeto. Porque sé que cuando presionas al individuo, va a dar sus mejores frutos. Y años después me lo corroboran el testimonio de mis alumnos. Me dicen: “Profesora, por usted yo leí, por usted yo busqué, por usted…”. En fin.

 

También me acuerdo que nos incentivaba en la universidad a no solo temas literarios sino también a ver buenas películas.

Hasta ahora.

 

Cine clásico.

Ir a conciertos, ir a películas, indagar en la poesía, en la narrativa, en la pintura. Es decir, lo repito siempre: estar en permanente cultivo. Porque la cultura no es algo que aprendiste en un cuadernito y tu examen de cultura general. Eso no vale. Hasta el último día de la vida, me cultivo. Mira, acá, este poema. No es muy largo: “Lectura de gestos”. (Y lo empieza a leer) “Largo aprendizaje / pasión / por lo pequeño / lo que día a día / configura / el instante. / El eco de un saludo esquivo, / el rastro de una sonrisa velada. / La palabra / que dice / lo contrario. / Certezas que se imprimen / con el movimiento de una mano. / Tristeza de hombros / inflexiones y silencios. / Ojos desbordando / innombrables discursos. / Ya tersos / ya violentos / infinidad de / leves / menudos / gestos”.

 

Gracias por leerlo. Un gusto escucharla.

Gracias.

 

También han publicado un ensayo en la revista “Ptyx”, número 11, sobre su poesía. De Jorge Nájar.

Sí. ¡Qué bueno! Lo has visto todo.

 

Estoy enterado. Esta revista se presentó en la Biblioteca Nacional del Perú el miércoles 25.

No pude ir a la biblioteca porque tengo clases los miércoles.

 

Lo mencionaba porque, si bien ya han hecho muchos ensayos de usted, siguen haciendo estudios sobre su poesía.

Sí. Y traducciones. Este libro tiene esa virtud. Hay que mencionar que “Piedra labrada” y el trabajo de Artífice es maravilloso. Y tiene esta virtud.

 

De Jesús Raymundo.

De Jesús Raymundo, un exalumno, para variar.

 

No hay exalumno suyo malo, profesora.

¡Ah, qué bueno! ¿No? Ja, ja… Mira, esto tiene esta maravilla, me gusta mucho que tiene acá, no solo el relato, miradas y reflexiones, para que se pueda buscar y para leerlos, y algunos otros materiales. Se tiene este QR. Hay que decirlo. Porque, claro, es también hacer uso de una técnica contemporánea, moderna, para poder llegar. Porque, como me decía Jesús Raymundo: “Muchas de las cosas que usted tiene, permanecen totalmente desconocidas”.

 

Habría que digitalizar todo ahora.

Digitalizarlo o escanearlo. Porque he hecho mucho periodismo.

 

Ahora, lo que no está en la red, se desconoce.

Ahora, de alguna forma, hago periodismo en el Facebook, porque coloco temas.

 

Y sigue con su blog, además.

Sigo. El blog lo alimento poco.

 

Pero sigue ahí.

Pero sigue y es muy leído, sí. Es increíble, el blog ya tiene como dos millones y medio de visitas.

 

¡Felicitaciones!

Sí. Es muy fuerte. Todos los días, es un promedio de cien personas, mínimo, que llega por distintos materiales.

 

Magnífico.

Sí, tengo que alimentarlo. Pero es que me falta vida.

 

No alcanza el día.

No alcanza.

 

Justo escribió usted un post en su Facebook de que los días deberían tener muchas más horas.

Porque ese día estaba yo agobiada. Es que les había ofrecido a los chicos el día miércoles darle sus notas y no he podido. Y son muy buenos. Son chiquitos sanmarquinos de la nueva hornada, traen las dificultades de una secundaria limitada. La limitación en el contenido, definitivamente. Pero son sanmarquinos. Tienen una inquietud muy grande y una gratitud también. Me recompensan sus actitudes de gratitud por lo que les voy dando. No sé qué tanto les doy, pero ellos me agradecen (sonríe).

 

¡Qué bueno! Profesora, ¿se acuerda del año 2022 que tuve el gusto de invitarla y que usted pudiera participar en el II Festival Panhispánico de Poesía, de Casa Bukowski, con Antonio Cillóniz, Carlos López Degregori y Alejandro Susti?

Que estaba delicadito (de salud) Cillóniz. Sí.

 

¿Qué recuerdos de ese evento virtual, con esos compañeros suyos que no veía en mucho tiempo?

Sí, no los veía de años. A Antonio lo vi hace unos cinco años en Lima. Le tengo mucho afecto, por supuesto. Y a López Degregori también lo había visto en la Universidad Ricardo Palma. Hemos recitado. Al profesor…

 

Susti.

…no lo conocía (personalmente). Sí sabía quién era. Muy agradable. Fue muy lindo, las fotos preciosas. ¿Y has seguido tú con esa actividad?

 

En Casa Bukowski ya no están haciendo más recitales así, pero sí presenciales. Ese fue el último año, el 2022, cuando lo hicieron virtual. Fue como una especie de efecto postpandemia, que casi todo era virtual.

Tú estás dedicado a mucha pintura también. Exposiciones de artes gráficas y pinturas.

 

Igual que usted, tengo intereses culturales y siempre estoy tratando de difundir artes plásticas, en general: pintura, escultura, instalaciones, si son buenas. Porque hay instalaciones pésimas. No vale la pena ni siquiera comentarlas o publicar algo sobre eso. Pero sí de arte, de cine. Estoy haciendo crítica de cine. También estoy difundiendo deportes, porque he sido deportista. He sido medallista nacional de (la categoría) menores.

Y estás formando a una muchachita que va a ser una gestora cultural.

 

Si quiere, que lo sea.

Porque está teniendo una información…

 

Me acompaña, las veces que nos vemos, que yo la llevo.

Sí.

 

Sí, me acompaña (a eventos culturales). A veces no quiere ir y vamos a ver otra cosa, jamás le voy a imponer. Pero, en verdad, voy mucho a las galerías y suelen estar vacías. Las galerías de arte. Solo están llenas los días de inauguración, los vernissage, como le dicen. Después paran vacías.

Van por los bocaditos.

 

Por los bocaditos y por el chisme.

Sí.

 

Y que vi a fulana y a fulano, pero la verdad es que el peruano no es muy afecto a lo cultural, en cuanto al arte. A menos que sea ya tradicionalmente cultural, desde la familia.

He conocido en los últimos tiempos a un joven que se parece mucho a ti en esa actitud, que es César Panduro.

 

Es el que organiza lo del festival (Poetas en la Arena).

El festival. ¡Qué tal trabajo que se da! Convoca y llama y trae… El día que yo estuve en la exposición… Porque yo he tenido dos eventos. Ese día me llamó la atención tener la presencia de gente tan heterogénea del público. La gente que va paseando por el malecón y que se sienta para escuchar sobre poesía. Y profesoras con sus alumnos del colegio.

 

¡Qué bueno!

Y tomando apuntes. Y casi en la calle, pues, en el malecón. Yo cuando vi ahí, dije: “Pucha, ¿en qué me he metido? Pero aquí a lo que venga”. Pero te confieso que dije: “¿En qué me he metido? Voy a hablar acá” y la gente que pasaba. Un montón de gente que, de otra manera, no hubiera entrado, de repente, a un ambiente cerrado. ¡Qué inteligente!

 

De repente, también están haciendo un trabajo de 30, 40 años, de poetas o gestores culturales allá, que ya está teniendo ciertos frutos.

La ciudad de Ica está abandonada, pero ahí, ese es un oasis. Un auténtico oasis Huacachina. Y con, por supuesto, el patrocinio de Alberto Benavides, que es un hombre con mucho dinero, pero más que dinero, tiene una enorme generosidad y disposición para ayudar a estos jóvenes que están haciendo sus tareas. Y la biblioteca está muy bien dotada. Cosas que se hacen en nuestro país, mira. No hace mucho, fuimos con Ricardo a Chachapoyas y vimos una universidad que está haciendo en el campo de la biogenética tantas cosas maravillosas. Acaban de clonar un caballo de paso peruano.

 

¡Qué bonito! Pero tiene también algún riesgo, me imagino, la clonación.

Sí, pero en relación a los animales no.

 

Menos tiempo de vida, creo, ¿verdad?

Sí. Menos tiempo.

 

El clonado tiene un poquito menos.

El clonado, sí. Pero ahora tú ves que hay una actividad que los medios masivos desconocen por completo. Acá están más metidos en la vida de una cabaretera o de un futbolista, ese tipo de cosas. Y hacen que se apasionen los públicos por las naderías. Y es un país maravilloso con gente muy esforzada.

 

A los periodistas culturales nos queda como trabajo difundir justamente todo eso, a los personajes que hacen…

Una gran tarea.

 

…cultura como usted.

A propósito, me interesa que resaltes algo: en toda esta seguidilla de actividades con respecto a “Piedra labrada”, el día 24 de octubre tengo un recital invitada por la Biblioteca Nacional.

 

¡Qué bueno!

Allá en San Borja. Le voy a decir a Jesús Raymundo que te alcance todo.

 

¿Va a ser un recital solo de usted?

Sí, va a ser un recital con la presentación de una amiga, también egresada de San Marcos: Carmen Luz Gorriti. ¿La conoces?

 

Sí. He escuchado de ella.

Va a estar Carmen Luz. Tengo también unas invitaciones afuera, que ya después te voy a alcanzar, cuando se concreten, para salir al exterior con “Piedra labrada”. Se está vendiendo en Amazon. Ahora, vender poesía, uff….

 

Dificilísimo.

Claro. Si vender literatura en general es difícil, ahora, vender poesía… Pero esta ha tenido buena prensa. No me quejo. Hasta he podido decir que no. Porque me pedían una entrevista con Willax.

 

La derecha.

Sí, yo de imaginarme nomás ahí, en un ambiente muy contaminado. Jesús me dijo: “Pero, profesora, mire…”. No.

 

Iba a pelearse allá, profesora.

Sí. Además, que uno hace ahí política.

 

Le iban a preguntar algo de política, usted iba a decir lo que piensa y…

También. Iba a salir sacada así, a empujones (sonríe). Y la otra cosa fue que Sixto Sarmiento me pedía una entrevista para “Expreso”.

 

También de la derecha.

Sí. Y yo le dije: “Mira, si tú escribieras en otro lugar, con todo cariño. Discúlpame -le dije-, pero es que no quiero tener nada que ver con ‘Expreso’. En estos momentos, tú sabes -le dije- que está siendo dirigido por uno de los directores de ‘El Chino’”. “No sabía -me dice-, profesora”.

 

¿Cómo se llama?

No recuerdo en estos momentos, pero sí lo puedo googlear (la entrevistada se refiere a Antonio Ramírez Pando). El caso es que hay también que saber decir no. Yo no soy una ingenua. Eso fue el jueves.

 

Siempre ha tenido esta personalidad fuerte usted. Se impone. Porque mucha gente en el ámbito literario, profesora, se acomoda mucho. Yo he visto muchos poetas, narradores que están con gente que es inmoral, que tienen hasta cosas judiciales, sentencias.

Sí.

 

Igualito salen en fotos con medio mundo y yo digo: “Pero...”

Ahora, que estés en un grupo y te saquen una foto también, a veces, es involuntario.

 

Que sigan los éxitos para “Piedra labrada”.

Esta es una cosa que me gustaría precisar: yo salgo a la vida de poesía, a la actividad, a finales de los años sesenta. Mi libro del 73 recoge mi poesía de esos años de inicio del proceso revolucionario del general Velasco y todo eso. Luego, en los años 80, aparecen ya, de manera más grupal, las mujeres que empiezan con una poesía tal vez menos preocupada por los asuntos sociopolíticos, pero sí con una postura frente al hecho cultural del machismo. Entonces hablan más de sus cuerpos, hablan más de sus fluidos, la preocupación que estaba insinuada…

 

Como Carmen Ollé, por ejemplo.

Claro. Si tú revisas desde mi primer libro, hay una postura en defensa de la independencia y del valor de la mujer. Ellas lo hacen como un grupo. A veces, eso como que se pierde: que algunas fuimos antecedentes. Eso como que no se menciona mucho.

 

Para mí es evidente. Porque yo he leído poemas de su primer poemario “Sin nombre propio” y yo decía: “En la época (de los años 70)…”

Sí.

 

Imagino que deben habérsele acercado algunos poetas y le han dicho: “¿Por qué eres tan dura?”.

Sí, claro que sí.

 

Sobre todo, los varones.

Sí. Una chiquita demasiado respondona. Y por eso, uno de los primeros poemas también: “Dime Safo / tú que también fuiste hembra / e intentabas poesía / ¿Fuiste también tenida en bello, / apetecible, / gran estorbo?”. Ahí está (su poema “De mujeres”).

 

¿Para usted la belleza femenina es de doble riesgo?

No, es algo tan natural. Además, yo creo que soy muy femenina.

 

Se lo preguntaba desde el lado masculino.

Sí.

 

Usted que es ya una poeta consagrada, ¿ha sentido que su atractivo físico le ha jugado, alguna vez, en contra o siempre se han fijado en su producción literaria?

No.

 

A eso me refería.

Sí, pues, tiene su doble riesgo. Tiene su riesgo de marginación y tiene también el riesgo de la alta ponderación, no solamente en mi caso. Hay otras mujeres también. Elogios y todo eso es con doble filo, pero es así en todos los aspectos de la vida. La mujer tiene que tener muy bien puestos los pies sobre la tierra y saber dónde está lo valioso para ella. Yo no hago juicios acá, simplemente narro que sí, hay ese riesgo. Incluso, de la vanidad. Hace dos o tres años estuve en un recital y yo decía: “Esta chica…”. Para empezar, cómo se presenta, más parece una vedette que una (poeta). Y las cosas que ha escrito y que nos está presentando, pues, están lejos de ser poesía. Y después he visto algunas notas allí, elogiosas… Allá ella.

 

Los mismos círculos de amiguismo de siempre, que había hace treinta, cuarenta años y que sigue habiendo ahora.

Sí.

 

Entre amiguitos se echan flores, aunque no sean buenos.

Pero, ¿sabes qué? También el tiempo decanta.

 

Sí, es cierto.

El tiempo decanta. No hay tristeza ni nada, que se exprese la gente. Eso sí, yo puedo poner en la cabeza de las personas, hombres y mujeres, esta idea de que la literatura es un goce, pero es un arte-trabajo. El arte viene de la manera cómo se hace. El arte de la escritura tiene una dignidad. El hacedor tiene que ser muy consciente de esa dignidad. El trabajo con la palabra. La idea-pensamiento acompañada de una organización formal y que demanda un tiempo. No al repentismo. No hay necesidad de publicar algo que todavía no ha pasado por varios filtros del propio hacedor, del propio creador. Para hombres y para mujeres. Otra de las cosas que me preocupa también es tener este sentido valorativo y justiciero. También tiene sus riesgos. Lo digo con respecto a la llamada poesía identitaria. (Dicen): “Ah, esta poeta es buena porque escribe o utiliza algunos recursos lingüísticos de uno u otro idioma ancestral”. Sí, pero ¿dónde está la poesía? Hay que ver si ese recurso lingüístico cabe dentro del texto mismo. ¿Es buena porque hace poesía andina? No. Es buena porque hace poesía. ¿O es buena porque hace poesía expresando el mundo de los negros? Tampoco.

 

Sí, pues. Lo toman como un tema étnico.

Claro, entonces también eso. Y para el periodista cultural es todo un desafío saber distinguir. Cultura y más cultivo y más cultivo. No dejar de preguntarse y de leer, de darse respuestas, pero también buscar respuestas que ya están hechas.

 

Yo la escucho y digo: “Es la profesora que recuerdo de principios del año 2000”. Sigue siendo igual…

¡Cómo se ha pasado el tiempo!

 

…la actitud docente que tiene usted. En usted es natural.

El otro día decían una cosa bonita. Escuchaba lo que dijo mi nietecita, mi nieta mayor, en la presentación de mi libro “Sin nombre propio”. Dijo: “Yo estoy acá, la nieta, yo tengo las lecturas…”, porque a ella le gustan más las lecturas de teoría, “pero yo de Sonia…”. Ninguna de mis nietas me dice “abuela” sino me dice “Sonia”. Son tan irreverentes como yo. Dice: “Yo de Sonia lo que recuerdo es que siempre está haciéndonos conscientes de un sabor, de un aroma”. Y las (nietas) chicas que tengo, las dos últimas, me dicen: “Siempre nos acordamos que contigo corremos en el malecón para poder captar la hora del crepúsculo”. Ese tipo de sensaciones, del aprecio de las sensaciones, también es lo que he querido hacer muchas veces en las aulas.

 

Una cosa vivencial.

Sí. A veces, he ingresado a un aula y he dicho: “Todo el mundo en silencio, ahora solo vamos a escuchar”. Escuchaban un pájaro, un carro, una voz. ¿Por qué hacemos este ejercicio? Porque un comunicador tiene que saber ser receptor. El comunicador que no sabe recibir, ¿de qué va a hablar? Entonces, es una práctica consciente.

 

Ese es un punto crucial, ya que lo ha mencionado. Hay comunicadores que solo quieren el cartón (del título profesional) y luego estar solo rotando con sus notas de prensa…

Sí.

 

…y estar en instituciones y recibir su sueldo. Y no les interesa nada más. Quieren asegurar su futuro en un cargo y moviéndose en un ambiente burocrático. Lo que usted menciona es del comunicador con vocación.

Sí.

 

Que tiene que estar atento a todo, absolutamente todo.

Sí. Y que más es un profesional de la comunicación. Entonces, ¿qué misión va a tener alguien que no ha sabido ser, primero, un receptor? Y sensibilizar a la gente a través del arte, del cultivo, en general, del conocimiento, pero también sensibilizarla por esto que es la comunicación que la vida nos va brindando.

 

Cierto. Muchas gracias, profesora, por todo.

Gracias a ti. Está por llegar Ricardo.