“Yo
soy una mujer que vive agradeciendo”
Entrevista
y fotografía por Gianmarco Farfán Cerdán
A los grandes poetas se les recuerda por haber creado uno o
muchos poemas memorables. Al trujillano Alejandro Romualdo (1926-2008) lo
recordamos por “Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad”, “Si me quitaran
totalmente todo” o “Perú en alto”. Al iqueño Abraham Valdelomar (1888-1919) por
“Tristitia” o “El hermano ausente en la cena pascual”. Mientras que el
salaverrino Arturo Corcuera (1935-2017) trascendió con “El hereje”, “Los
amantes”, “Balada de la brevedad de la vida”, “Ciclos de vida” o “La rosa de la
escritura”. Igualmente, recordamos al inmortal César Vallejo (1892-1938) por
“Masa”, “A mi hermano Miguel”, “Los heraldos negros”, “Los pasos lejanos”, “Los
dados eternos”, “El poeta a su amada”, “Piedra negra sobre una piedra blanca”, entre
otros. Y no podemos referirnos a la limeña Blanca Varela (1926-2009) sin
mencionar sus poemas “Bodas”, “Currículum vitae”, “Así sea”, “Nadie nos dice” y
“Fútbol”.
En ese sentido, la estupenda poeta nacional Sonia Luz
Carrillo Mauriz (Bellavista, 1948) tiene un abanico de poemas por los cuales permanecerá
en la historia de la poesía peruana. Por ejemplo, “En el rostro limpio de la
mañana”, “Cuando levante mis manos”, “Como sabiendo”, “Labor”, “Utilidad de los
claveles rosa”, “Llueve”, “Lo sencillo” o “A mi hijo Ricardo Lenin, mientras
llegaba”. Este último poema, dice así: “Saltarás hecho un ovillo / ciego y mudo
/ y te daremos las armas / para hacerte crecer. / Luego / nos negarás
superándonos, / discutiremos / y tú saldrás ganando / -conocerás mejor los
hechos de tu época- / te extenderás / te extenderás / mientras nos encogemos. /
Pero somos conscientes: / tu sola presencia es nuestro triunfo”. De igual
forma, es también conmovedor su poema “Nombrar las cosas”: “Hoy dijo árbol / y
fui una hoja. / Nombró el agua / y sus novísimos labios / la inventaron. / Hoy
la niña / repitió papá / y nació el hijo / ahora padre. / Hoy ella señala / el
mundo / todo reluce nuevo. / 2004 / Angelina nombra las cosas / recrea el orbe,
/ resuena la voz primera. / Y todo es bello / y bueno”. Otro de sus poemas
notables (que refleja muy bien el ambiente contradictorio y envanecido de muchos
poetas en el Perú) es el irónico “Sobre los poetas de mi aldea”: “Ah los poetas
/ los poetas de mi aldea; / personas importantes / tienen un mundito / a su
medida: / en él / todo les pertenece, las palabras / salen de sus manitas, / iridiscentes,
/ puras / iconoclastas. / Solo de vez en cuando / suelen abrir sus puertas / y
entonces puedes verlos / revolcándose juntos, / dándose dentelladas / o suaves
palmaditas”.
Este año, Carrillo ha publicado “Piedra labrada. Poesía
total 1973-2023” (Artífice, 2024), donde están reunidos sus siete poemarios a
lo largo de medio siglo de creativa producción literaria. Sobre este valioso libro
dialogamos con la poeta, que también es una emblemática y querida catedrática
sanmarquina, así como investigadora en temas de comunicación (tiene varios
libros al respecto). Si bien la poesía ha sido el punto central de esta conversación,
también hubo reflexiones sobre educación, cultura, periodismo y política. Igualmente,
la renombrada poeta contó parte de su historia familiar, que viene desde España
e Italia.
Sonia Luz Carrillo está incluida en numerosas antologías de
poesía peruana, sus poemas están traducidos a varios idiomas, participa
frecuentemente de recitales de poesía, así como también es invitada a ferias
del libro y festivales literarios en nuestro país y el extranjero. Asimismo,
ha formado parte de la directiva de la Unión Católica Latinoamericana de Prensa.
Es un
honor ahora estar acá, en su casa. Es un privilegio para mí.
Gracias.
Usted
sabe que la admiro, la respeto desde hace muchos años, desde que fui su alumno.
Empezamos con “Piedra labrada”, su antología de 50 años. Si bien es cierto que
es una antología sobre todos sus poemarios anteriores, hay uno nuevo: “Mientras
cae la tarde”. ¿Cuál sería la diferencia de este último poemario, incluido
aquí, en “Piedra labrada”, con sus anteriores poemarios?
Yo creo que laten los mismos temas. Hay una línea de
preocupaciones, el conjunto de temas se va reiterando conforme pasan los años y
tengo yo más vida, más lectura de la vida y más lectura de libros también. Se
están acercando a mi libro, al que le tengo mucha gratitud, porque me está
acercando con el afecto de mucha gente y me está haciendo sentir muy arropada,
muy querida. Es decir, lo primero que yo veo es que de la joven que en el año
73 sale rompiendo todos los cristales del entorno, como dice el doctor Luis
Alberto Grados… Entré a la poesía en 1973, se publica mi primer libro, pero, en
realidad, yo había estado trabajando desde el año 67, 68. En el 68 tengo la
redacción de una revista. Soy una chica bastante precoz. Todo eso lo hago entre
los 18, 19, 20 años. Esta joven que a los 20, 21 años manda a rodar a Schopenhauer
o le dice “peludo y mercenario”, a los poetas de mi aldea también, me río de
ellos. En fin. Trajo a la poesía la irreverencia de esta joven. De esa poesía
irreverente y con la pata en alto (sonríe), como digo yo, en términos
coloquiales, a “Mientras cae la tarde”, la diferencia es que he vivido y he
visto vivir y tengo la misma ira para las situaciones injustas, pero más calma
para la reflexión.
Ese
primer poemario “Sin nombre propio” entró fuerte al mundo literario porque
tiene bastantes poemas potentes.
Sí.
Por
ejemplo, “Ella no sabe nada”, “Sobre los poetas de mi aldea”, “Hablando de las
cosas que ocurren en mi casa”, “Pongamos de una vez”, son poemas muy potentes y
es muy raro, realmente, ver que alguien en su primer poemario ya impacta. Uno
dice: “Si así empieza, ¡cómo viene!”.
El otro día yo leía una frase que decía que “en los últimos
años Sonia Luz Carrillo”… Y yo te podría decir que no es cierto. Te podría
decir que ese primer libro tuvo buena prensa, lo que pasa es que no tengo el
testimonio, pero sí tuvo repercusión. Era una chiquilla. Yo trabajaba en la
revista “Vistazo” y dice el director en la revista que era una chiquilla que
llegó a plantear las cosas con mucha fuerza también en el periodismo. La
actitud ha sido esa, de recusar lo que no me gustaba. Yo he sido una respondona
desde chiquita.
Usted
es una pionera del feminismo literario acá en Lima, sin quererlo.
Sí, puede ser. ¿Sabes qué pasa? Que yo llego de sectores
muy populares a tener una educación. Primero, termino la secundaria en un medio
donde no era frecuente que las mujeres terminaran la secundaria, ingreso a la
universidad, y desde siempre he sido muy curiosa, me ha interesado lo que
ocurría a mi alrededor. Entonces, esa curiosidad frente a la realidad y ese
gusto por la palabra… Yo me he deleitado siempre con la palabra y todas sus
posibilidades. Lo saben mis alumnos también, que a veces, en el aula incluso, se
me viene el vuelo poético y los dejo un poco así, en la búsqueda de sentido. Eso
me llevó a escribir tal como yo sentía la realidad. Y yo la sentía deforme y
daba mi opinión.
Tengo una pequeña duda: yo sé que su madre se
apellida Mauriz.
Sí.
Y sé que su abuela se apellida Larco.
Sí.
¿Usted ha tenido familia Larco, que son una
familia de cierto renombre acá, en Lima?
Llegaron de Génova los familiares de mi padre. En realidad,
eso se va perdiendo en el caso peruano, donde somos el resultado de múltiples
mestizajes. Sí, pues. La familia Larco procede de Italia. La familia Mauriz es
española. Chiquitito lo trajeron, pero mi abuelo había nacido ahí. Una historia
muy curiosa, porque mi abuelo se junta con mi abuelita, él ya un hombre mayor,
ella una adolescente. Allí hay una especie de nebulosa, nunca se sabe por qué
él… Que la familia era vasca, otros dicen que no, que era asturiana, pero el
caso es que en la casa de mi infancia había muchas costumbres que mi abuelo
instauró. Mi abuela murió a los 32 años, después de dar a luz a diez hijos, una
cosa así. Pero en la casa se instauró una forma muy castiza de hablar. Y yo
recuerdo a mi abuelo explicándome que tenía que pronunciar todas las sílabas,
por ejemplo. Eso no es muy usual. Entonces, “habla correctamente, habla bien”.
Parecía un abuelo lingüista.
Mi abuelo, un panadero. Mi familia ha sido muy humilde, de
oficios muy humildes, pero ilustrada. Él sabía de literatura. Un tío que era
obrero y, sin embargo, fue el que me enseñó a recitar. Luego las monjitas en el
colegio del Rímac también, al ver mi memoria, que al parecer era notable para
una chiquita de seis, siete años, me empiezan a dar ese papel de aprender de
memoria largos poemas, de los que yo no entendía ni pío, pero los decía con un
sentimiento tal que a ellas les gustaba. Entonces, sí, fui una niñita que
estaba siempre sobre el proscenio diciendo las cosas. Elogiada por las monjas y
envidiada por las alumnas. Sí. Porque es una cosa que también siempre he notado:
que el cariño y el privilegio que te da el hecho de ser dicharachera también
trae bastante rabia alrededor. Y yo me mato de risa.
Vemos ahora políticas y políticos que no saben
ni hablar, entonces, escuchar a alguien que habla bien, siempre es un gusto.
Sobre todo, en el Perú. De su poesía ha escrito mucha gente importante, pero yo
quisiera mencionar a uno que, seguramente, la mayoría de lectores recuerda. Al
menos, los lectores de poesía: Alejandro Romualdo, que usted, en las clases, lo
mencionaba con mucho cariño.
Con cariño.
Con respeto.
Con agradecimiento, con gratitud.
Usted ha estado en la inauguración de la
exposición de Alejandro Romualdo en la Casa de la Literatura Peruana.
Sí, he estado ahí por encargo de Laurita, la hija de
Romualdo a la que conozco desde chica. Y el recuerdo de Teresa Pereira, la
esposa del poeta, que también es una mujer maravillosa, que me regaló una
amistad maravillosa también. Ya fallecida. Sí. Romualdo fue fundamental. Lo que
no me daban las aulas universitarias, esta mirada global, también bastante
desacralizada, que en eso coincidíamos mucho, me la dio Jano. De una
generosidad, uy… Sería motivo de toda una entrevista.
Yo lo mencionaba porque a Romualdo, básicamente
-aunque es evidente que no es solo por eso- se le recuerda por el “Canto coral
a Túpac Amaru”. Hay poemas que marcan a un poeta para toda la vida.
Sí.
Después de su muerte, incluso.
Sí.
Yo lo mencionaba porque a usted muchas de las
chicas, las poetas (que tienen) 30, 40, 50 años la consideran muy en alto.
Gracias, no lo sabía.
Sí. Por ejemplo, le menciono, yo he visto que
una amiga que también es poeta, Navale Quiroz, que estuvo allá…
Ah, Navale, sí.
…en el Festival de poetas…
Sí.
…publica una foto con usted, orgullosa. Y había
otra poeta también, creo que Úrsula Alvarado.
Sí, encantadora.
Estas jóvenes de 40 años la admiran y usted va
a quedar, seguramente, con muchos de sus poemas, como un ejemplo a seguir para
estas nuevas generaciones de poetas mujeres.
Sí. No soy más que un modelo. Yo soy una maestra. Sí me
considero una maestra. Y lo digo con gusto. Lo que quisiera, más que marcarte
mi palabra o mi nombre, es una actitud frente al arte, Gianmarco. A mí lo que
me interesa es que la gente trabaje poesía, que se vayan olvidando del
repentismo. No todo lo que sale de tus manos inmediatamente va a ser publicado.
Esto a mí me duele. Porque yo digo, a veces: “Aquí late, aquí latía un poema…
Esto es un protopoema. ¿Por qué lo publican como poema? Todavía no”. Y hay una
cosa que yo he hecho siempre. De esto he hecho una cuestión fuerte: la poesía
no tiene hora de cierre. Hay que darle su tiempo. Dejar el protopoema ahí y mirarlo
a la semana y mirarlo cuando has vivido un poco más o has leído un poco más. Y
ver las posibilidades de la palabra. El otro día que he estado yo… No sé si tú
has visto, habían grabado mi exposición en los Poetas en la Arena, en
Huacachina, y se ha publicado, está en YouTube.
El conversatorio.
Sí. Ahí está, es un fragmento, porque yo había empezado con
un poema justo de Jano. Pero ahí también repito dos versos de Romualdo, cuando
dice: “Soy del Perú / sencillamente siendo”. Para llegar a esa simplicidad
tienes que haber observado, tienes que haber pensado, haberte esforzado en
pensar la frase, pensar la palabra. Porque ha empezado con un verbo: “Soy del
Perú / sencillamente siendo”. Entonces, ese tiempo presente y ese gerundio: le
ha dado vueltas, pues.
Claro. No sale así, a la primera.
No sale. No. O cuando él dice también: “No se es peruano
por partida de nacimiento / sino por partida de sentimiento”. Sencillo. Y esto
te empareja con el habla imaginativa del lenguaje popular. Entonces es sencillo
también proponerlo y hacer de la literatura -que es una de las cosas en las que
yo me he interesado- un goce universal. No puedes dejar al docente en las aulas
o para los grupos de los muy informados. Yo tengo una postura ética frente a la
vida y creo que todo lo que uno alcance dentro de la experiencia humana, tiene
que intentar distribuirlo.
Creo que usted es la poeta de su generación que
más difunde poesía, de manera activa. Por lo menos, de lo que yo recuerdo, la
veo en un montón de eventos que, si uno no supiera su edad, pensaría que es una
poeta de cuarenta, treinta años.
Gracias, porque me acabas de hacer notar la edad que tengo,
ja, ja, ja…
Lo digo de manera respetuosa, porque mucha
gente no es tan activa cuando ya tiene un poco más de edad.
No. ¿Y sabes qué?
Por eso lo comentaba.
Este año fue curioso, porque empezó con cuatro cirugías a
mi vista. Yo me quedaba ciega.
¿Qué tenía? ¿Cataratas?
Varias cosas. Y ahora veo, porque la maravilla de la cirugía
ha sido muy buena. Yo tengo una protección divina. Porque realmente ya la cosa
era bastante complicada. Entonces, me vi obligada a un año de descanso.
Mentira. Porque ahí mismo Josué Barrón quería publicar “Sin nombre propio”. Lo
publica y es un boom.
Con la
editorial Qwerty.
Sí. Es un boom. Y me llaman, que entrevistas, y esto y el
recital acá y la otra cosa. Entonces, sí, pues, da una idea de ser…
De ubicuidad.
Ubicuidad. Pero no. A mí me gusta mi vida reposada, me
gustan mis plantitas, tener tiempo para la lectura. Y ahora que tengo la vista
buena, puedo recuperar ese goce.
Es
que, además, usted también es activa en las redes sociales.
Sí.
Entonces,
eso le da una visibilidad mucho mayor que a otras poetas de su generación.
Claro, y si tú lo notas, y tú eres un hombre sensible, no
solamente hablo de literatura. Estoy preocupada, por ejemplo, por…
Los
temas sociales.
Los temas sociales.
Política.
Estoy muy preocupada por nuestra patria, porque no le veo
un norte, todavía no hay nitidez. Estoy preocupada por el problema
medioambiental. Yo tengo nietos y alumnos y digo: ¡Qué planeta estamos dejando!
Resulta que habíamos sido muy felices nosotros y no lo sabíamos, cuando
solíamos disfrutar de niños de tantas cosas que ahora la delincuencia, la
inseguridad… Como dice Ribeyro: las ciudades son unas sociedades demenciales.
Los niños antes podíamos jugar en la calle. Ahora no están. ¿Cómo está el
parque? Solamente paseando perros y los niños están encerrados en pequeños
departamentos, viendo televisión, jugando con su celular.
Yo
podía quedarme afuera de mi casa -tenía ocho, siete años- con un amiguito del
barrio, de la cuadra, y mi abuela iba después de dos horas a ver si estaba.
Y yo jugaba en la Alameda de los Descalzos también.
Ahora
hacer eso con un niño es un peligro.
Y salía de compras al mercado, de nueve, diez años. Corriendo
hasta el mercado y regresaba a la Alameda de los Descalzos. Un poema, que es el
poema a mi alameda, es porque yo estudiaba la secundaria, teníamos un grupo de
chicas y chicos que salíamos a estudiar de madrugada casi. La educación era
bastante memorista, entonces salíamos a memorizar los temas recorriendo la
alameda. Y por eso mi poema dice que “sube la niebla y yo descubro las
estatuas” y no sé qué. En la pista hacíamos las operaciones de matemáticas.
Con
libertad, sin miedo.
Con una sensación de seguridad. Sí. “Avisa, nomás” (le
decían). Claro, avisaba: “¡Mamá, aquí estoy!”. Mi mamá se asomaba, yo estaba
jugando en la calle. Sí, con esa sensación que era feliz.
Su
mamá Elvira.
Mi mamá Elvira, sí. Murió muy jovencita también, de 46
años.
Vi una
foto de ella en que tenía, creo, un gorrito español.
Que se disfrazó, que fue un año antes que yo naciera. Se
fueron con mi padre a un baile de disfraces. Y es que, en la familia, la
cultura española estaba muy presente. Ahí está ella de manolas.
¿Y a
usted le gusta la cultura española también?
He tenido la suerte de ir varias veces a España. La primera
vez que fui, todo el avión yo iba con una canción en mi cabeza, de las calles
de Alcalá. Una cosa que yo cantaba de niñita, que me hacían cantar en el
colegio, disfrazada de españolita. Yo cantaba: “Por la calle de Alcalá, / la
falda almidonada / y los nardos muy bien puestos en la cadera”. Una
madrileñita. Una de las primeras cosas que yo quise fue recorrer la calle de
Alcalá. Y luego en Salamanca he ido varias veces invitada, he sido homenajeada.
En el
Encuentro Iberoamericano de Poetas, con Alfredo Pérez Alencart.
Dos, tres veces. Sí. Y después en Madrid también, con una
familia amiga, con un joven estudiante, un exalumno sanmarquino que estuvo de
primer secretario en la embajada también. He estado en varias ocasiones. He
estado en Segovia y después conozco Béjar, Ciudad Rodrigo, he hecho un tour de
poetas en una ocasión. Tengo lindos recuerdos. Yo puedo decir, como Romualdo,
que he sido feliz en España.
¿Y
todo, o la mayor parte, se lo debe a la poesía o también a su función de
educadora?
No. A la poesía. Como comunicadora cristiana católica sí he
viajado también, porque he estado en la directiva de la Unión Católica Latinoamericana
de Prensa. Esa es otra dimensión que pocos conocen. Pero yo no solamente soy
creyente, no solo practicante, sino también soy participante en muchas tareas.
He tenido el privilegio de estar cerca del padre Gustavo Gutiérrez. También de
ahí viene mi posición frente a la vida.
¿Y
cuál de sus papás, o de repente los dos, le enseñaron este orden? Porque para
hacer tantas cosas hay que ser muy ordenado u ordenada.
Sí. Ahora estoy un poco preocupada, porque tengo que
corregir trabajos de los alumnos, que con la gripe ayer no terminé. Mis hijos
me dicen: “Mamá, deja ya todo”. Es que San Marcos es una droga. He estado un
año fuera y, en realidad, no he estado fuera. En ese año he dado una charla
magistral para un grupo que terminaba (su carrera profesional). No sé qué
cantidad de gente ha querido que le vea su proyecto de investigación. “Léemelo,
léemelo, porque no lo puedo leer yo” (ella les decía). Sí, le tengo mucho
cariño a San Marcos. Soy así, pues. Soy tonta con las cosas. ¿Quién me enseñó?
La vida. Porque desde muy chica, como tienes ahí un poema, mi madre me decía:
“Las niñas grandes no lloran”.
Sí.
Es un poema que a mí me duele, no lo puedo leer mucho en
público, porque mi madre sabía que se iba a morir. Ella tenía el problema
cardiaco. Como yo soy la mayor, desde muy pequeña muchas actividades
descansaron en mí. Yo tenía que estudiar, yo tenía que cuidar a las niñas. Después
ella falleció. Yo tenía que hacer la comida. Fue una cosa… Y el deseo de hacer
cosas, pese a las limitaciones. Yo creo que no es nada excepcional. Lo que pasa
es que tal vez se está luciendo una actividad que cualquier mujer del pueblo
peruano la hace. De repente, es un poco más visible cuando una es escritora.
Pero si tú revisas la historia de muchas mujeres en nuestro país… Yo tengo una
teoría: que cuando nos nacen los hijos inmediatamente nos salen dos o tres
pares de brazos más. Sí. Y somos capaces de tener al hijo acá y con la otra
mano, y un poco el codo, como sea, estamos arreglándole la vida a la familia.
Esa
función de multitareas, creo, es muy natural en la mujer.
Muy natural, sí.
El
hombre está más enfocado en una labor. Puede hacer muchas labores, pero las va
haciendo una por una.
Sí, en eso somos emperatrices del detalle. Mira, me salió
una frase bonita. Sí, el detalle. Yo creo que es una cosa ya como que
arquetípica. Una mujer descubre más rápido la tristeza de una persona, por
ejemplo. En su forma de caminar, en el semblante que tiene, en cómo lleva los
hombros. No necesita hablar. Si tienes un poco de sensibilidad y, además, eres
mujer, dices: “A este le está pasando algo. Voy a tratar de conversar”.
Saben
leer el lenguaje no verbal.
Sí. Y el reparto de los recursos. Aquí está faltando, ¿qué
hago? Tengo poco pan, ¿qué hago? Lo cortaré, ¿no? Y otras mujeres se dan cuenta:
esta cortó el pan porque le estaba faltando. Y tú tienes mamá, vives cerca de
tu madre y seguro que te estoy haciendo recordar momentos.
Sí. Las
mujeres siempre están viendo los detalles, como usted dice.
Hay un poema ahí (en su último libro) que habla de la
lectura. Me encanta haber encontrado un poema de Romualdo, que lo dije, solo
que no han difundido todo el video. Mira, ¡es una belleza! Ay, se viene este
miserable a comerse mi flor de ruda (en su ventana de la sala).
Un
colibrí.
Sí. Se vienen, pues.
Mucha
gente conoce el lado de poeta de Sonia Luz Carrillo. Ese es el lado más
visible.
No conocen a la maestra.
Claro.
Y el lado de la maestra, más que nada, por los que han pasado por la
universidad, por San Marcos. Pero si no eres de San Marcos, la conocen más como
la poeta. Por eso yo decía que usted es ordenada para hacer tantas cosas. Tengo
acá uno de sus libros de comunicaciones. Tiene varios libros de comunicaciones.
Y escribir libros sobre investigación en comunicación no es una tarea sencilla.
Aparte de la creatividad literaria, tiene ese espíritu de investigadora. Usted maneja
muy bien los dos lados.
Creo que la curiosidad y la capacidad de ver detalles, más
bien, es un valor en la investigación. La curiosidad y el gusto por el
conocimiento también. Yo soy una mujer que vive agradeciendo. Definitivamente,
he tenido mucha suerte. Tengo mucha suerte. Y una de las cosas que también
tengo que agradecer a la vida es que me ha enseñado a perdonar, a no vivir
rascándome dolores. Lo digo el otro día ahí, en el video. No vale ser víctima
ni sentirse pesaroso por cosas que pasaron en el pasado. Yo creo que, en la
medida en que uno es feliz, también puede dar cosas de buen sabor a la gente. Para
eso es maravillosa la docencia, porque hay momentos en que uno está muy
agobiado por circunstancias nefastas, pero entras al aula, te metes en el tema
que tienes que exponer y te olvidas. Y sales a las dos horas y dices: “Ay,
verdad, yo tenía tal cosa”. Y otra vez puede venir el pesar.
Algunos
compañeros y compañeras la recuerdan a usted como estricta. ¿Usted siente que
ha sido una profesora estricta?
Lo soy.
Que no
ha sido una profesora para todos. Algunos, incluso, decían: “No me voy a poner con
Sonia Luz en el curso, porque me va a poner baja nota y yo no quiero baja nota”.
Sí. Claudia Montalvo, una alumna que escribe muy bonito, dice
que ella había llevado en un mismo semestre un curso con Ricardo Falla y otro
conmigo, lo cual era algo así como un turismo de aventura.
A ver
si sobrevivía.
Claro. Porque llevaba un curso tanto con Ricardo como
conmigo. Y después un dibujante, Walter Mechato, una vez hizo una especie de
caricatura de los profesores. Y nos pone a Ricardo y a mí como dos delincuentes,
con un arma, y Ricardo me pregunta: “¿Cuántos te jalaste tú?”. Y yo le digo:
“El 50%. ¿Tú?”. “A todos”.
Ja,
ja, ja…
(Sonríe) Yo no soy de jalar. Sí soy de fregar, sí soy de
insistir. ¿Y sabes por qué? Por respeto. Porque sé que cuando presionas al
individuo, va a dar sus mejores frutos. Y años después me lo corroboran el
testimonio de mis alumnos. Me dicen: “Profesora, por usted yo leí, por usted yo
busqué, por usted…”. En fin.
También
me acuerdo que nos incentivaba en la universidad a no solo temas literarios
sino también a ver buenas películas.
Hasta ahora.
Cine
clásico.
Ir a conciertos, ir a películas, indagar en la poesía, en
la narrativa, en la pintura. Es decir, lo repito siempre: estar en permanente
cultivo. Porque la cultura no es algo que aprendiste en un cuadernito y tu
examen de cultura general. Eso no vale. Hasta el último día de la vida, me
cultivo. Mira, acá, este poema. No es muy largo: “Lectura de gestos”. (Y lo empieza
a leer) “Largo aprendizaje / pasión / por lo pequeño / lo que día a día / configura
/ el instante. / El eco de un saludo esquivo, / el rastro de una sonrisa velada.
/ La palabra / que dice / lo contrario. / Certezas que se imprimen / con el
movimiento de una mano. / Tristeza de hombros / inflexiones y silencios. / Ojos
desbordando / innombrables discursos.
/ Ya tersos / ya violentos / infinidad de / leves / menudos / gestos”.
Gracias
por leerlo. Un gusto escucharla.
Gracias.
También
han publicado un ensayo en la revista “Ptyx”, número 11, sobre su poesía. De
Jorge Nájar.
Sí. ¡Qué bueno! Lo has visto todo.
Estoy
enterado. Esta revista se presentó en la Biblioteca Nacional del Perú el
miércoles 25.
No pude ir a la biblioteca porque tengo clases los
miércoles.
Lo
mencionaba porque, si bien ya han hecho muchos ensayos de usted, siguen
haciendo estudios sobre su poesía.
Sí. Y traducciones. Este libro tiene esa virtud. Hay que
mencionar que “Piedra labrada” y el trabajo de Artífice es maravilloso. Y tiene
esta virtud.
De
Jesús Raymundo.
De Jesús Raymundo, un exalumno, para variar.
No hay
exalumno suyo malo, profesora.
¡Ah, qué bueno! ¿No? Ja, ja… Mira, esto tiene esta
maravilla, me gusta mucho que tiene acá, no solo el relato, miradas y
reflexiones, para que se pueda buscar y para leerlos, y algunos otros
materiales. Se tiene este QR. Hay que decirlo. Porque, claro, es también hacer uso
de una técnica contemporánea, moderna, para poder llegar. Porque, como me decía
Jesús Raymundo: “Muchas de las cosas que usted tiene, permanecen totalmente
desconocidas”.
Habría
que digitalizar todo ahora.
Digitalizarlo o escanearlo. Porque he hecho mucho
periodismo.
Ahora,
lo que no está en la red, se desconoce.
Ahora, de alguna forma, hago periodismo en el Facebook,
porque coloco temas.
Y
sigue con su blog, además.
Sigo. El blog lo alimento poco.
Pero
sigue ahí.
Pero sigue y es muy leído, sí. Es increíble, el blog ya
tiene como dos millones y medio de visitas.
¡Felicitaciones!
Sí. Es muy fuerte. Todos los días, es un promedio de cien
personas, mínimo, que llega por distintos materiales.
Magnífico.
Sí, tengo que alimentarlo. Pero es que me falta vida.
No
alcanza el día.
No alcanza.
Justo
escribió usted un post en su Facebook de que los días deberían tener muchas más
horas.
Porque ese día estaba yo agobiada. Es que les había ofrecido
a los chicos el día miércoles darle sus notas y no he podido. Y son muy buenos.
Son chiquitos sanmarquinos de la nueva hornada, traen las dificultades de una
secundaria limitada. La limitación en el contenido, definitivamente. Pero son
sanmarquinos. Tienen una inquietud muy grande y una gratitud también. Me
recompensan sus actitudes de gratitud por lo que les voy dando. No sé qué tanto
les doy, pero ellos me agradecen (sonríe).
¡Qué
bueno! Profesora, ¿se acuerda del año 2022 que tuve el gusto de invitarla y que
usted pudiera participar en el II Festival Panhispánico de Poesía, de Casa
Bukowski, con Antonio Cillóniz, Carlos López Degregori y Alejandro Susti?
Que estaba delicadito (de salud) Cillóniz. Sí.
¿Qué
recuerdos de ese evento virtual, con esos compañeros suyos que no veía en mucho
tiempo?
Sí, no los veía de años. A Antonio lo vi hace unos cinco
años en Lima. Le tengo mucho afecto, por supuesto. Y a López Degregori también
lo había visto en la Universidad Ricardo Palma. Hemos recitado. Al profesor…
Susti.
…no lo conocía (personalmente). Sí sabía quién era. Muy
agradable. Fue muy lindo, las fotos preciosas. ¿Y has seguido tú con esa
actividad?
En
Casa Bukowski ya no están haciendo más recitales así, pero sí presenciales. Ese
fue el último año, el 2022, cuando lo hicieron virtual. Fue como una especie de
efecto postpandemia, que casi todo era virtual.
Tú estás dedicado a mucha pintura también. Exposiciones de
artes gráficas y pinturas.
Igual
que usted, tengo intereses culturales y siempre estoy tratando de difundir
artes plásticas, en general: pintura, escultura, instalaciones, si son buenas. Porque
hay instalaciones pésimas. No vale la pena ni siquiera comentarlas o publicar
algo sobre eso. Pero sí de arte, de cine. Estoy haciendo crítica de cine.
También estoy difundiendo deportes, porque he sido deportista. He sido medallista
nacional de (la categoría) menores.
Y estás formando a una muchachita que va a ser una gestora
cultural.
Si
quiere, que lo sea.
Porque está teniendo una información…
Me
acompaña, las veces que nos vemos, que yo la llevo.
Sí.
Sí, me
acompaña (a eventos culturales). A veces no quiere ir y vamos a ver otra cosa,
jamás le voy a imponer. Pero, en verdad, voy mucho a las galerías y suelen
estar vacías. Las galerías de arte. Solo están llenas los días de inauguración,
los vernissage, como le dicen. Después
paran vacías.
Van por los bocaditos.
Por
los bocaditos y por el chisme.
Sí.
Y que
vi a fulana y a fulano, pero la verdad es que el peruano no es muy afecto a lo
cultural, en cuanto al arte. A menos que sea ya tradicionalmente cultural, desde
la familia.
He conocido en los últimos tiempos a un joven que se parece
mucho a ti en esa actitud, que es César Panduro.
Es el
que organiza lo del festival (Poetas en la Arena).
El festival. ¡Qué tal trabajo que se da! Convoca y llama y
trae… El día que yo estuve en la exposición… Porque yo he tenido dos eventos. Ese
día me llamó la atención tener la presencia de gente tan heterogénea del
público. La gente que va paseando por el malecón y que se sienta para escuchar
sobre poesía. Y profesoras con sus alumnos del colegio.
¡Qué
bueno!
Y tomando apuntes. Y casi en la calle, pues, en el malecón.
Yo cuando vi ahí, dije: “Pucha, ¿en qué me he metido? Pero aquí a lo que venga”.
Pero te confieso que dije: “¿En qué me he metido? Voy a hablar acá” y la gente
que pasaba. Un montón de gente que, de otra manera, no hubiera entrado, de
repente, a un ambiente cerrado. ¡Qué inteligente!
De
repente, también están haciendo un trabajo de 30, 40 años, de poetas o gestores
culturales allá, que ya está teniendo ciertos frutos.
La ciudad de Ica está abandonada, pero ahí, ese es un
oasis. Un auténtico oasis Huacachina. Y con, por supuesto, el patrocinio de
Alberto Benavides, que es un hombre con mucho dinero, pero más que dinero,
tiene una enorme generosidad y disposición para ayudar a estos jóvenes que
están haciendo sus tareas. Y la biblioteca está muy bien dotada. Cosas que se
hacen en nuestro país, mira. No hace mucho, fuimos con Ricardo a Chachapoyas y
vimos una universidad que está haciendo en el campo de la biogenética tantas
cosas maravillosas. Acaban de clonar un caballo de paso peruano.
¡Qué
bonito! Pero tiene también algún riesgo, me imagino, la clonación.
Sí, pero en relación a los animales no.
Menos
tiempo de vida, creo, ¿verdad?
Sí. Menos tiempo.
El
clonado tiene un poquito menos.
El clonado, sí. Pero ahora tú ves que hay una actividad que
los medios masivos desconocen por completo. Acá están más metidos en la vida de
una cabaretera o de un futbolista, ese tipo de cosas. Y hacen que se apasionen
los públicos por las naderías. Y es un país maravilloso con gente muy esforzada.
A los
periodistas culturales nos queda como trabajo difundir justamente todo eso, a
los personajes que hacen…
Una gran tarea.
…cultura
como usted.
A propósito, me interesa que resaltes algo: en toda esta
seguidilla de actividades con respecto a “Piedra labrada”, el día 24 de octubre
tengo un recital invitada por la Biblioteca Nacional.
¡Qué bueno!
Allá en San Borja. Le voy a decir a Jesús Raymundo que te
alcance todo.
¿Va a ser un recital solo de usted?
Sí, va a ser un recital con la presentación de una amiga,
también egresada de San Marcos: Carmen Luz Gorriti. ¿La conoces?
Sí. He escuchado de ella.
Va a estar Carmen Luz. Tengo también unas invitaciones
afuera, que ya después te voy a alcanzar, cuando se concreten, para salir al
exterior con “Piedra labrada”. Se está vendiendo en Amazon. Ahora, vender
poesía, uff….
Dificilísimo.
Claro. Si vender literatura en general es difícil, ahora,
vender poesía… Pero esta ha tenido buena prensa. No me quejo. Hasta he podido
decir que no. Porque me pedían una entrevista con Willax.
La derecha.
Sí, yo de imaginarme nomás ahí, en un ambiente muy
contaminado. Jesús me dijo: “Pero, profesora, mire…”. No.
Iba a pelearse allá, profesora.
Sí. Además, que uno hace ahí política.
Le iban a preguntar algo de política, usted iba
a decir lo que piensa y…
También. Iba a salir sacada así, a empujones (sonríe). Y la
otra cosa fue que Sixto Sarmiento me pedía una entrevista para “Expreso”.
También de la derecha.
Sí. Y yo le dije: “Mira, si tú escribieras en otro lugar,
con todo cariño. Discúlpame -le dije-, pero es que no quiero tener nada que ver
con ‘Expreso’. En estos momentos, tú sabes -le dije- que está siendo dirigido
por uno de los directores de ‘El Chino’”. “No sabía -me dice-, profesora”.
¿Cómo se llama?
No recuerdo en estos momentos, pero sí lo puedo googlear
(la entrevistada se refiere a Antonio Ramírez Pando). El caso es que hay también
que saber decir no. Yo no soy una ingenua. Eso fue el jueves.
Siempre
ha tenido esta personalidad fuerte usted. Se impone. Porque mucha gente en el
ámbito literario, profesora, se acomoda mucho. Yo he visto muchos poetas, narradores
que están con gente que es inmoral, que tienen hasta cosas judiciales,
sentencias.
Sí.
Igualito
salen en fotos con medio mundo y yo digo: “Pero...”
Ahora, que estés en un grupo y te saquen una foto también,
a veces, es involuntario.
Que
sigan los éxitos para “Piedra labrada”.
Esta es una cosa que me gustaría precisar: yo salgo a la
vida de poesía, a la actividad, a finales de los años sesenta. Mi libro del 73
recoge mi poesía de esos años de inicio del proceso revolucionario del general
Velasco y todo eso. Luego, en los años 80, aparecen ya, de manera más grupal,
las mujeres que empiezan con una poesía tal vez menos preocupada por los
asuntos sociopolíticos, pero sí con una postura frente al hecho cultural del
machismo. Entonces hablan más de sus cuerpos, hablan más de sus fluidos, la
preocupación que estaba insinuada…
Como Carmen
Ollé, por ejemplo.
Claro. Si tú revisas desde mi primer libro, hay una postura
en defensa de la independencia y del valor de la mujer. Ellas lo hacen como un grupo.
A veces, eso como que se pierde: que algunas fuimos antecedentes. Eso como que
no se menciona mucho.
Para
mí es evidente. Porque yo he leído poemas de su primer poemario “Sin nombre
propio” y yo decía: “En la época (de los años 70)…”
Sí.
Imagino
que deben habérsele acercado algunos poetas y le han dicho: “¿Por qué eres tan
dura?”.
Sí, claro que sí.
Sobre
todo, los varones.
Sí. Una chiquita demasiado respondona. Y por eso, uno de
los primeros poemas también: “Dime Safo / tú que también fuiste hembra / e intentabas
poesía / ¿Fuiste también tenida en bello, / apetecible, / gran estorbo?”. Ahí
está (su poema “De mujeres”).
¿Para usted la belleza femenina es de doble
riesgo?
No, es algo tan natural. Además, yo creo que soy muy
femenina.
Se lo preguntaba desde el lado masculino.
Sí.
Usted que es ya una poeta consagrada, ¿ha
sentido que su atractivo físico le ha jugado, alguna vez, en contra o siempre
se han fijado en su producción literaria?
No.
A eso me refería.
Sí, pues, tiene su doble riesgo. Tiene su riesgo de
marginación y tiene también el riesgo de la alta ponderación, no solamente en
mi caso. Hay otras mujeres también. Elogios y todo eso es con doble filo, pero
es así en todos los aspectos de la vida. La mujer tiene que tener muy bien
puestos los pies sobre la tierra y saber dónde está lo valioso para ella. Yo no
hago juicios acá, simplemente narro que sí, hay ese riesgo. Incluso, de la
vanidad. Hace dos o tres años estuve en un recital y yo decía: “Esta chica…”. Para
empezar, cómo se presenta, más parece una vedette que una (poeta). Y las cosas
que ha escrito y que nos está presentando, pues, están lejos de ser poesía. Y
después he visto algunas notas allí, elogiosas… Allá ella.
Los mismos círculos de amiguismo de siempre, que
había hace treinta, cuarenta años y que sigue habiendo ahora.
Sí.
Entre amiguitos se echan flores, aunque no sean buenos.
Pero, ¿sabes qué? También el tiempo decanta.
Sí, es cierto.
El tiempo decanta. No hay tristeza ni nada, que se exprese
la gente. Eso sí, yo puedo poner en la cabeza de las personas, hombres y
mujeres, esta idea de que la literatura es un goce, pero es un arte-trabajo. El
arte viene de la manera cómo se hace. El arte de la escritura tiene una
dignidad. El hacedor tiene que ser muy consciente de esa dignidad. El trabajo
con la palabra. La idea-pensamiento acompañada de una organización formal y que
demanda un tiempo. No al repentismo. No hay necesidad de publicar algo que
todavía no ha pasado por varios filtros del propio hacedor, del propio creador.
Para hombres y para mujeres. Otra de las cosas que me preocupa también es tener
este sentido valorativo y justiciero. También tiene sus riesgos. Lo digo con
respecto a la llamada poesía identitaria. (Dicen): “Ah, esta poeta es buena
porque escribe o utiliza algunos recursos lingüísticos de uno u otro idioma
ancestral”. Sí, pero ¿dónde está la poesía? Hay que ver si ese recurso
lingüístico cabe dentro del texto mismo. ¿Es buena porque hace poesía andina?
No. Es buena porque hace poesía. ¿O es buena porque hace poesía expresando el
mundo de los negros? Tampoco.
Sí,
pues. Lo toman como un tema étnico.
Claro, entonces también eso. Y para el periodista cultural
es todo un desafío saber distinguir. Cultura y más cultivo y más cultivo. No
dejar de preguntarse y de leer, de darse respuestas, pero también buscar
respuestas que ya están hechas.
Yo la
escucho y digo: “Es la profesora que recuerdo de principios del año 2000”. Sigue
siendo igual…
¡Cómo se ha pasado el tiempo!
…la
actitud docente que tiene usted. En usted es natural.
El otro día decían una cosa bonita. Escuchaba lo que dijo
mi nietecita, mi nieta mayor, en la presentación de mi libro “Sin nombre
propio”. Dijo: “Yo estoy acá, la nieta, yo tengo las lecturas…”, porque a ella
le gustan más las lecturas de teoría, “pero yo de Sonia…”. Ninguna de mis
nietas me dice “abuela” sino me dice “Sonia”. Son tan irreverentes como yo.
Dice: “Yo de Sonia lo que recuerdo es que siempre está haciéndonos conscientes
de un sabor, de un aroma”. Y las (nietas) chicas que tengo, las dos últimas, me
dicen: “Siempre nos acordamos que contigo corremos en el malecón para poder
captar la hora del crepúsculo”. Ese tipo de sensaciones, del aprecio de las
sensaciones, también es lo que he querido hacer muchas veces en las aulas.
Una cosa
vivencial.
Sí. A veces, he ingresado a un aula y he dicho: “Todo el
mundo en silencio, ahora solo vamos a escuchar”. Escuchaban un pájaro, un
carro, una voz. ¿Por qué hacemos este ejercicio? Porque un comunicador tiene
que saber ser receptor. El comunicador que no sabe recibir, ¿de qué va a hablar?
Entonces, es una práctica consciente.
Ese es
un punto crucial, ya que lo ha mencionado. Hay comunicadores que solo quieren
el cartón (del título profesional) y luego estar solo rotando con sus notas de
prensa…
Sí.
…y
estar en instituciones y recibir su sueldo. Y no les interesa nada más. Quieren
asegurar su futuro en un cargo y moviéndose en un ambiente burocrático. Lo que
usted menciona es del comunicador con vocación.
Sí.
Que
tiene que estar atento a todo, absolutamente todo.
Sí. Y que más es un profesional de la comunicación. Entonces,
¿qué misión va a tener alguien que no ha sabido ser, primero, un receptor? Y
sensibilizar a la gente a través del arte, del cultivo, en general, del
conocimiento, pero también sensibilizarla por esto que es la comunicación que
la vida nos va brindando.
Cierto.
Muchas gracias, profesora, por todo.
Gracias a ti. Está por llegar Ricardo.